Ficha Técnica~ Click Aquí <---- Nuevos personajes añadidos
Capítulo IV - Realmente no me lo esperaba
- ¡¿Tan pronto?!
- ¿Pronto? ¡Te dormiste por más de seis horas Kenshi-kun, pasan de las 4 de la tarde, incluso te perdiste la comida! ¿No escuchaste el timbre? – dijo Miharu divertido, mirándome desde la puerta.
¿Realmente dormí tanto? Al menos me ahorré la ida a la cafetería de nuevo.
- ¡COMO SEA SOLO MUEVETE QUE NO TENGO TU TIEMPO IDIOTA! ¡JODER, ESTO NO ES UN HOTEL! – dijo el policía rubio bastante irritado.
Me apresuré y fui tras el oficial, no sin antes guardar la carta de Shiki en mi bolsillo trasero. Miharu y el pelirrojo solo observaban hasta que desaparecimos de su vista.
Se notaba que el policía estaba molesto así que lo seguí en silencio. Llegamos hasta una puerta metálica bastante vieja a comparación del resto del lugar. El rubio tomo una de las veinte mil llaves que traía colgando en su pantalón y abrió la puerta que al moverse hizo un horrible rechinido.
- Pasa, dentro te esperan – dijo más seriamente
Al entrar ambos, él cerró la puerta quedando encerrados dentro.
Una luz se desprendía de una lámpara a lo lejos, iluminando una mesa con unos papeles, así como tres sillas. Se podía ver una silueta ocupando la silla detrás de la mesa. El policía pelinegro, Narihara Eiichi, esperaba de pie junto a la silla que supuse era donde iba a tener que sentarme. Recordaba su nombre puesto que el rubio y Miharu lo habían dicho. Sentí un empujón a mis espaldas y vi al tal Ryuichi obligándome a sentarme en aquella silla. Él se sentó en la silla siguiente y Narihara acomodó la lámpara para iluminar el lugar. Lo que vi me sorprendió.
Una chica estaba sentada delante de mí con las piernas cruzadas encima de la mesa, al igual que sus brazos a la altura del pecho, me examinaba de pies a cabeza con una expresión seria. Su cabello rojo era lo que más resaltaba de ella, al igual que sus ojos marrón oscuro. Era una policía. Realmente me impactó el hecho que fuera mujer, no me lo esperaba. No es que fuera machista, si no que, al ser la cárcel exclusivamente para hombres, supuse que los oficiales también tendrían que serlo.
- ¿Tu nombre? – pregunto ella seriamente.
- Kenshi… Tetsuya Kenshi.
- ¿Edad?
- Diecinueve, casi veinte.
- Já. No eres más que un crío – dijo maliciosamente.
Fruncí el ceño, molesto. ¿Crío? Si había algo que odiaba era que me dijeran así. La última persona que me llamo así fue mi madre, antes de morir.
- ¿Para qué me traen a un crío como él a un interrogatorio? ¿Qué es lo que hizo?
Joder. Y dale con la palabra “crío”.
- Está relacionado con el caso número 1869, el asesinato de anoche – le respondió Narihara algo nervioso.
El ambiente repentinamente se puso tenso.
- ¿Este es el crío que asesino a mi hermano? - le preguntó a Narihara mientras me miraba fríamente.
¡¿Su hermano?! ¡¿Aquel chico que había sido fusilado frente a mí era su hermano?!
- No estamos seguros Yukari-dono, fue la única persona que se encontraba en la escena del crimen – respondió este algo nervioso.
- Cuando llegamos al lugar, él estaba junto al cadáver de Minoru-sama y había manchas de sangre por toda su ropa – agregó Ryuichi.
- ¿¡ENTONCES COMO ME TRAEN A ALGUIEN QUE NISIQUIERA SABEN SI REALMENTE ES EL ASESINO!? ¿¡QUE TAL SI ES LA PERSONA EQUIVOCADA!? – dijo la mujer bastante irritada, las lagrimas se asomaban en sus ojos pero su rabia era mucho mayor. Se acercó bastante a mí, cosa que me puso nervioso y, apuntándome con un revólver, comenzó a gritar histérica - ¡¿ERES O NO ERES EL QUE ASESINO A MI HERMANO!?
- Yo… - las palabras no me salían, ya había peleado antes con muchas personas pero nunca hubo un arma de por medio.
- ¡Yukari-dono tranquilícese! ¡Baje su arma por favor! ¡Yukari-dono! – comenzaron a gritar los dos oficiales, tratando de calmarla, cosa que parecía imposible. No tuvieron más remedio que tomarla por la espalda, intentando que, al menos, soltara su arma.
- ¡SUELTENME PAR DE IDIOTAS! ¡VENGARÉ A MINORU PASE LO QUE PASE! – dijo la mujer mientras hacía todo lo posible por zafarse de aquellos dos, pero sin soltar el revólver.
- ¡YUKARI-DONO!
- Basta… - susurré, estaba harto de los gritos, si bien quería escuchar a alguien gritarme iría a casa de Kenji. ¿¡Qué clase de interrogatorio es este?!
- ¡NO ME TOQUEN!
- ¡CALMESE PORFAVOR!
- ¡BASTA! – grité levantándome de mi silla molesto, los ojos de todos se posaron en mí - ¡YO NO MATE A NADIE! ¡NO SOY NINGÚN ASESINO!
Agaché la cabeza mirando el suelo. Pude observar un par de gotas en el piso. Levanté la mirada y vi como las lágrimas recorrían el rostro de la joven policía. Los otros dos vieron que ya se había calmado y la dejaron libre. Ella soltó su arma y cayó de rodillas al suelo mientras cubría su rostro con sus manos.
- Si no has sido tú, ¿entonces… quién? – la escuché decir en voz baja. Al parecer realmente deseaba que el culpable fuera yo - ¿Cómo se que no estás mintiendo?
Realmente no creí que me fuera a creer a la primera, así que ya me esperaba eso.
Ella se reincorporo rápidamente, sentándose en el escritorio. Ya se había tranquilizado lo suficiente como para hablar normalmente, su expresión volvió a mostrar seriedad al igual que la tonalidad de su voz, aun así Eiichi y Ryuichi se mantuvieron a su lado por si acaso.
- Tendría que escuchar la verdadera versión de lo ocurrido. Es decisión suya el creerme o no - trate de parecer lo más serio posible, si me ponía nervioso iban a utilizar todo lo que dijera en mi contra, como me había advertido Shiki.
Con un gesto de aprobación por parte de los oficiales comencé a contar lo que pasó realmente, detalladamente, desde que me cruce con Kenji hasta que llegaron las patrullas. Los dos oficiales escuchaban observándome detenidamente y la mujer, que al parecer era su superior, examinaba cada movimiento que hacía y cada palabra que pronunciaba, como si buscara que titubeara o cometiera un error. Era bastante intimidante. Cuando describí brevemente al chico que realmente había matado al pelirrojo, los ojos de la policía reflejaron un odio inigualable, y los otros dos intercambiaron miradas, como si hubieran descubierto algo de vida o muerte.
- Yoshiki Ryo – dijo el rubio.
- Definitivamente es él – mencionó el pelinegro.
La chica había cambiado su expresión por una de sorpresa y rabia. Yo no comprendía que era eso tan importante que habían descubierto. ¿Quién demonios era ese tal Yoshiki Ryo?
- Yoshiki Ryo… aquel que mató a sus padres cuando solo tenía ocho años, el chico que ya ha matado a más de siete personas. Un joven con un pasado oscuro – mencionó Yukari como si hubiese leído mi mente – Tenía que ser él.
¿¡Más de siete personas incluyendo a sus padres!? ¿¡Qué clase de persona haría eso!? Estaba bastante sorprendido por lo anterior, no podía creer que aquel chico de ojos rojos haya matado a tanta gente en el pasado. Un escalofrío recorrió mi espalda.
- Tú debes de ayudarnos, eres el único testigo – la voz de ella tenía un tono suplicante, como si fuera su única esperanza.
- ¿Eh?
- ¿Lo viste de cerca? ¿Cómo era detalladamente?
- ¿Acaso no lo conocen ya? – pregunté confundido, si bien sabían qué tipo de persona era ¿Por qué me preguntaban eso?
- No exactamente… él ha estado involucrado en una gran cantidad de casos últimamente, pero nunca hay testigos – respondió el pelinegro.
- Es bastante astuto. Solo sabemos de él gracias a que una de sus víctimas sobrevivió, pero esta no recuerda lo ocurrido ya que estaba inconsciente, así que solo tenemos un retrato hablado de lo que recuerda y este concuerda un poco con lo que dijiste – agregó el rubio, aquellos dos eran un gran dúo.
- Ya veo. Pues…lo que recuerdo es que tiene el cabello negro largo en una coleta, por delante parece que lo tiene corto. Sus ojos son rojo carmesí. Es alto y delgado. Traía una chaqueta negra puesta.
- Ahora podremos identificarlo más fácilmente – dijo la chica que hasta ahora solo escuchaba.
Continuaron hablando ellos tres, dejándome a mí de lado. Me quede pensando en aquella mujer. Supuse que al perder a su hermano sintió lo mismo que yo al perder a mis padres. Me identificaba con ella, quería ayudarla a atrapar a ese tal Ryo puesto que, después de presenciar la muerte de aquel chico, no podía olvidarme de su mirada.
Paso un rato hasta que me di cuenta que ya no tendría lugar en la cárcel. Ya había aclarado que yo no era el culpable así que no tenía nada que hacer allí.
- Una pregunta… si saben que yo no soy el culpable ¿qué es lo que harán conmigo?
Todos se fijaron en mí, se notaba que no habían pensado en eso.