“Para el nómada, el
pensamiento solo existe caminando o cantando. Y todo lo que es nómada debe ser
cantado o caminado para ser real”. (Mahmoudan
Hawad)
Cargo al hombro mi espada.
Las lanzas atraviesan.
Los bravos caen.
Las madres lloran.
Las lanzas atraviesan.
Los bravos caen.
Las madres lloran.
(antiguo canto de
guerra tuareg)
La vida en el desierto siempre ha
sido un sofisticado juego de supervivencia. El margen de error es tan fino como
la interminable línea que aquí separa el cielo de la tierra. Y sin embargo, la
vida se afirma desafiante. Las llanuras
sin vida, rajadas, rotas y yermas en las que el sol y el viento sólo tienen
arena y rocas como compañía, miran con recelo al extranjero. Quedarse solo o
perder el grupo en este páramo significa casi con seguridad la muerte.
Estamos
en la “tierra vacía”, el Teneré, como la llaman
los tuareg, habitantes de
este territorio que proceden de las originarias tribus bereberes. Una tribu que no
es ni árabe ni negra que ha echado raíces durante siglos. Y llaman con orgullo al desierto su
casa. No conocen fronteras ni las leyes de los extranjeros, sólo el viento, las
estrellas y su propia política de tribu, de comercio y de gestión del agua.
Los tuareg poseen una cultura musical fascinante. Abiertos a los
instrumentos y ritmos modernos, su música se convierte en medio de
supervivencia para afrontar los conflictos económicos, sociales o políticos
y tiene la capacidad de trasladarnos a los paisajes infinitos del
desierto y hacernos partícipes de sus aspiraciones sueños y forma de
vida. Sus canciones hablan de lo esencial en la vida de este
pueblo: el amor, la paz, la lucha contra el hambre y contra la sequía.
La larga etapa de la colonización europea, las
distintas invasiones extranjeras y las nuevas fronteras fruto de la
descolonización que trocearos su territorio supusieron el colapso final de sus ancestrales formas de vida, arrasando
la cultura ambulante de estos nómadas, más que el viento. Las rebeliones se
respondían con brutal represión y masacres. Tampoco ellos han sido ángeles. Entre los tuaregs existió la
esclavitud como forma fundamental de su estructura política. Y algunos lucharon
a favor de Gadafi porque éste fue el único que les dio cobijo cuando huían. Curiosamente, en estos campos
tuvieron por primera vez acceso a la música de Hendrix, de Marley, al blues y a
instrumentos occidentales, guitarras y bajos eléctricos, que desde entonces
constituirán nuevos elementos en la música tradicional de todo su pueblo. Con
ellos las nuevas generaciones tuareg creaban su propia música contestataria.
La posibilidad de grabar sus
cantos en los campos libios convirtieron a los diversos grupos musicales de los
tuareg en el único medio de comunicación en un mundo arenoso, sin periódicos,
ni radio, ni televisión. Sus cassettes pasaron de mano a mano, se copiaron, se
compartieron en las renegadas caravanas de camellos, y su música viajó por todo
rincón del Sahara y fue prohibida en Malí, Argelia y Níger.
En Libia, a principios de los 80,
nació el grupo Tinariwen,
unos jóvenes ávidos de música y de libertad que vivían en campos de refugiados.
Su música viajó rápida como la arena en el Sáhara como un rumor. Cassettes de
mala calidad servían para difundir su sonido, orgulloso y dolorido, que bebía
de las fuentes del pasado pero las renovaba con guitarras eléctricas que hacían
su música más cortante. Como su mensaje que hablaba con la pasión, el coraje y
el realismo de unos jóvenes que querían vivir a su aire y no eternamente
oprimidos. Algunos habían visto morir a sus padres y abuelos y matar el ganado
en anteriores revueltas. Todo lo que hacen guarda una estrecha relación con el blues africano de Ali Farka Touré, aunque más al límite, más significativo y profundo.
Sigamos hacia el oeste, hasta el desierto de Malí para descubrir que también está lleno de talento. La historia de Tamikrest es la de unos músicos jóvenes, decididos a vivir la música y la poesía más allá de las dunas. En el idioma "tamikrest" significa el nodo, el futuro de la coalición. Su música mezcla la música africana tradicional con influencias de rock occidentales, accesible a los habitantes de un mundo más grande que la inmensidad del desierto sahariano.
Este grupo es el relevo natural
de Tinariwen. "En lo que a mí respecta, es Tinariwen quien creó el camino",
declara Ousmane Ag Mossa, líder del grupo. Su objetivo también es el de
defender y reivindicar la causa de su gente, la del noreste de Mali, su cultura
y la poesía con música, a través de sus guitarras y no con armas. Algo, lo del
uso de las armas, que a mediados de los 90 y también cuando nació el grupo
muchos jóvenes de la zona no tenían otro remedio que llevar a cabo. Sus letras
tratan de la desesperada situación de los jóvenes de su pueblo sin futuro y del
amor a su hogar en el Sahara.
“¿Cuál es la parte más débil de
cualquier nación o pueblo? Es la ignorancia. Estamos atrapados en nuestra
ignorancia. Veo el mundo cambiante, las carreras por delante, y lo que nos deja
atrás. Y la única cosa que nos está frenando es nuestra ignorancia. Como
artistas, es nuestro deber hacer que nuestros problemas sean conocidos en el
mundo, cantar canciones sobre la vida nómada, sobre nuestras tradiciones y
cultura. Pero, sobre todo, canciones revolucionarias, sobre lo que vemos, sobre
lo que el gobierno está haciendo a nuestro pueblo" Ahí está Tamikrest,
el nudo, la coalición, el futuro.
Para acabar este paseo por la música del desierto os quiero presentar a Ibrahim Djo Experience Esta banda es el resultado de un encuentro en 2005 en un pequeño pueblo maliense llamada Aguel'Hoc, entre músicos franceses Pablo (guitarra) y Nicolás (batería) e Ibrahim Djo, un guitarrista tuareg. Durante cinco años, la banda viajó entre Francia y Mali. Esos viajes se llenaron de música, de compartir trabajo y ensayos, y también de largas discusiones, mientras bebían té, acerca de sus visiones del mundo, de sus formas de vida y su música.
Este encuentro es tan musical
como es humano y se convierte en una experiencia, un oficio y una aventura. La Guitarra
de Ibrahim Djo se inspira en Tinariwen, Ali Farka Touré y Jimi Hendrix. Los
otros miembros de la banda provienen de diferentes mundos musicales y llevar
sus propias influencias. Con este primer álbum, la experiencia Ibrahim Djo
ofrece un viaje entre diferentes estilos, desde la música tradicional tuareg al
blues, del rock al pop y jazz.
Hoy hemos viajado por el desierto, tras su música, sus huellas y la alargada sombra en la arena de los tuaregs.
Acabemos por donde empezamos.
Conocer la poesía del poeta nómada saharaui Mahmouda es desde luego una buena
forma de introducirnos en su cultura y entender el trasfondo de esta etnia.
Merece la pena ver el siguiente vídeo y dejarse llevar por la retórica de los
versos y la fuerza de las estridentes onomatopeyas de Hawad. El poeta lee un
fragmento de su extenso poema “Bebedores de brasas”, explosivo canto que
describe el desgarramiento y la dura condición de los pueblos que habitan y
luchan en el desierto por una nueva existencia. Texto es leído en el IX
Festival Internacional de Poesía de Medellín (1999), que convoca y organiza
anualmente la revista Prometeo. No os lo perdáis.