Todas las noches me pregunto por qué ese chico odia tanto la palabra amor; él siempre se describe como una persona sin sentimientos, como si hubiese sido creado en otra galaxia, como si hubiese sido creado por mano de hombre al igual que un robot de metal, sin algo que dar, sin algo que pueda atribuir; en mi opinión lo considero todo lo contrario y me cuestiono con lo siguiente... ¿Existirá persona alguna que niegue haber sido amado, o peor aún, no haber amado?...
El chico de la mirada encantadora, me recuerda cada noche que el amor es sólo cosa de tontos, como un intercambio de reforzadores que con el tiempo se van extinguiendo. Lo miro a los ojos y me pregunto si acaso es verdad lo que dice, ¿en verdad es lo que "siente"?
La otra noche me senté a hablar con él y pude notar un color de tristeza en sus ojos; yo sólo lo observaba y escuchaba las patrañas que decía sobre lo que pensaba del amor, fue entonces que mi cabeza empezó a llenarse de ideas y preguntas, quería saber las respuestas a todas sus quejas sobre el amor, esa noche me propuse encontrar todas ellas con sólo centrarme en sus pupilas...
Después de todo me pregunté: ¿Cómo puede hablar tanto de un tema que repudia? ¿cómo puede saber y odiar tanto algo que según él no ha vivido? mis ideas se confundieron por unos instantes, pero tenía la seguridad de que todas esas palabras que hablaba sin sentido sobre el tema no lo describían en lo absoluto, ni un poco diría yo; pues sus ojos y su sonrisa ocasional me decían todo lo contrario.
El silencio se respiro en la habitación, por un instante este se hizo incomodo, pero fue el instante perfecto para darme cuenta de lo que en realidad quería decir con todo eso.
Lo que pude interpretar en su mirada fue... que ya no deseaba que su corazón fuera usado como a un retrete, ni a alguien que le dijera que le ama sólo porque huele, viste y ve bien, y mucho menos un amor de verano, un amor pasajero.
Después de descifrar lo que no dijo con palabras, quise romper el silencio entre el silencio; a lo que me atreví a preguntar si él creía en la existencia de persona alguna que en verdad lo valorara tal cual es, con sus debilidades, temores y todo lo que él tenía para mostrar, cosas buenas y malas claro está; pero no supo qué contestar, lo mire y noté de nuevo que la tristeza en sus ojos se reflejaba un poco más, y su mirada perdida mostraba tal vez algo que no quería hablar.
Pensé que era el momento de abandonar el tema, no hacer más preguntas que tal vez no quería contestar; decidí que lo mejor era retirarme y dejar que él pudiera encontrar un poco de tranquilidad. El silencio de nuevo invadía la habitación, que aunque llena estaba de luz, parecía carecer de ella, esta vez él decidió romper el incomodo silencio, terminó con todo esto diciendo: