En el gélido febrero de 1939 miles de republicanos se lanzaron a los Pirineos con el objetivo de
llegar a Francia huyendo de Franco Un museo recién inaugurado en La Jonquera (Girona) recoge por primera vez en crónicas de esta generación, que hablan de rutas tortuosas, sufrimiento y campos de concentración Y algunas, también de esperanza.
Marc Ripol ADN/28-02-2008
En el frío mes de febrero de 1939 los Pirineos fueron testigos de un terrible drama humano: después de tres años de Guerra Civil, casi medio millón de personas cruzaban esas montañas huyendo de las represalias de los vencedores. Fue el primer gran exilio político del siglo XX en todo el mundo. Nunca antes de la II Guerra Mundial hubo una oleada tan numerosa de refugiados.
Los exiliados se fueron con lo puesto y la mayoría llegaron a la frontera a pie; las pocas posesiones que acarreaban, un colchón o un recuerdo de familia, las dejaron por el camino cuando las fuerzas flaqueaban y ya no podían cargar con ellas. Pocas lágrimas cayeron en esos caminos; no había tiempo para llorar las penas. Los refugiados salían desesperados, azuzados por el miedo. Al llegar a Francia que creían el refugio, la tierra de las libertades, la salvación los gendarmes separaron a las mujeres y a los hombres, y los internaron en campos de concentración donde sufrieron condiciones inhumanas. Algunos, viendo el pésimo recibimiento, optaron por regresar aceptando el riesgo de acabar frente a un pelotón de fusilamiento, pero los demás poco podían imaginarse que tardarían 20, 30 o 40 años en volver a España. Otros nunca volvieron; pasado un tiempo regresar a tu patria es casi como sufrir un nuevo exilio.
Los supervivientes
En cualquier acontecimiento histórico llega un momento en el que desaparecen aquellos que lo vivieron. Faltan pocos años para que esto suceda con la Guerra Civil española. Aquellos que lo vivieron eran niños cuando sucedió y lo recuerdan con los ojos de los niños que eran entonces. Ahora son mujeres y hombres curtidos por una vida de privaciones, de luchas, de bombardeos de orfanatos, de muertes, de campos de concentración, de ideales perdidos, y todavía ahora, al hablar del momento del exilio, de esa etapa de sus vidas que sucedió hace 69 años, se emocionan al recordarlo. Personas que lo han vivido todo, que lo han superado todo, y que tienen que hacer una pausa cuando hablan de aquel frío mes de febrero de 1939.
La semana pasada abrió sus puertas el Museo Memorial del Exilio en la población gerundense de La Jonquera (Girona), un centro de investigación y divulgación sobre el exilio republicano y el fenómeno mundial del exilio.
El camino tortuoso que acabó en monumento
En La Vajol se encuentra el único monumento al exilio que existe en Francia: una escultura que representa a un hombre y una niña con una pierna amputada. Son Mariano Gracia y su hija Alicia. El hermano Amadeo cuenta hoy su historia a los 72 años. Su vida se trunca en noviembre de 1937 cuando las tropas franquistas bombardearon Monzón (Huesca). Su madre Pilar protege con su cuerpo a Amadeo y Alicia de tres y seis años. Los niños logran sobrevivir aunque ambos pierden una pierna pero la madre muere. El padre huye a Francia con los dos niños y tras un largo periplo llega a Prats de Molló una pequeña ciudad francesa en la que se apiñan decenas de miles de exiliados. En 2003 Amadeo visitó por fin el monumento.
Bartolí, de Francia a México con un cuaderno
Josep Bartolí es un joven bohemio que se gana la vida haciendo caricaturas y al empezar la guerra se alista a las fuerzas republicanas. En el camino del exilio se separa de su compañera que está embarazada pues él se queda en la población de Olot para cubrir la retirada. Tras pasar por varios campos de concentración en Francia logra llegar a México donde con el tiempo se convertirá en un famoso dibujante y publicará el libro Campos de concentración 1939/94.A pesar de buscarla durante años nunca logró encontrar a su compañera y nunca supo si su hijo llegó a nacer.
María fue una de las 600 madres de Elna
María García sufrió su primer exilio con 20 años cuando dejó su pueblo de Almería para buscar trabajo en Barcelona. Cuando la caída de Barcelona es inminente sabe que al haber colaborado con las instituciones republicanas ha llegado la hora de su segundo exilio. Cruza la frontera y es internada en el campo de Argelers donde no hay más que alambradas y arena y donde se percata de que está embarazada. Sabe que allí las posibilidades de supervivencia de su hijo son mínimas. Pero la suerte está de su lado: una joven extranjera consigue el permiso para llevarla a la Maternidad de Elna donde nace su hijo Felipe. Hoy ambos viven en México. En la Maternidad que creó Elisabeth Eidenbenz con los fondos de una asociación suiza dieron a luz casi 600 mujeres.
El poeta encontró la muerte en Collioure
Antonio Machado sale de Barcelona pocas horas antes de la entrada de las tropas franquistas acompañado de su madre y de su hermano José. Previamente ha tenido que huir también en el último momento de Madrid y de Valencia. Enfermo y agotado llega a Colliure a finales de enero de 1939 y se instala en el hotel Bougnol Quintana donde morirá al cabo de un mes. Tres días después morirá su madre. La noticia de la muerte del poeta corre entre los miles de refugiados que se hallan en Colliure. Milicianos que llegan al hotel cubren su cadáver con flores y con una bandera tricolor. Seis milicianos de la Segunda Brigada de Caballería Andalucía portan el féretro hasta la tumba ahora un lugar de peregrinación para españoles.
Manuel Azaña, la huida y el oro de la República
Los acontecimientos que se suceden a lo largo de la guerra obligan al Gobierno republicano a diversos cambios de ubicación: Madrid Valencia Barcelona Figueres y finalmente la pequeña población d'Agullana a pocos kilómetros de la frontera francesa.
Cerca se halla la mina Canta que fue convertida en un búnker para almacenar el oro de la República y obras de arte del Museo del Prado. Manuel Azaña, el primer ministro Juan Negrín, el president de la Generalitat Lluís Company y el lehendakari José Antonio Aguirre además de otros cargos del Gobierno republicano hacen noche en la masía Can Barris en el pueblo fronterizo de La Vajol antes de pasar a Francia.
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Marc Ripol ADN/28-02-2008
En el frío mes de febrero de 1939 los Pirineos fueron testigos de un terrible drama humano: después de tres años de Guerra Civil, casi medio millón de personas cruzaban esas montañas huyendo de las represalias de los vencedores. Fue el primer gran exilio político del siglo XX en todo el mundo. Nunca antes de la II Guerra Mundial hubo una oleada tan numerosa de refugiados.
Los exiliados se fueron con lo puesto y la mayoría llegaron a la frontera a pie; las pocas posesiones que acarreaban, un colchón o un recuerdo de familia, las dejaron por el camino cuando las fuerzas flaqueaban y ya no podían cargar con ellas. Pocas lágrimas cayeron en esos caminos; no había tiempo para llorar las penas. Los refugiados salían desesperados, azuzados por el miedo. Al llegar a Francia que creían el refugio, la tierra de las libertades, la salvación los gendarmes separaron a las mujeres y a los hombres, y los internaron en campos de concentración donde sufrieron condiciones inhumanas. Algunos, viendo el pésimo recibimiento, optaron por regresar aceptando el riesgo de acabar frente a un pelotón de fusilamiento, pero los demás poco podían imaginarse que tardarían 20, 30 o 40 años en volver a España. Otros nunca volvieron; pasado un tiempo regresar a tu patria es casi como sufrir un nuevo exilio.
Los supervivientes
En cualquier acontecimiento histórico llega un momento en el que desaparecen aquellos que lo vivieron. Faltan pocos años para que esto suceda con la Guerra Civil española. Aquellos que lo vivieron eran niños cuando sucedió y lo recuerdan con los ojos de los niños que eran entonces. Ahora son mujeres y hombres curtidos por una vida de privaciones, de luchas, de bombardeos de orfanatos, de muertes, de campos de concentración, de ideales perdidos, y todavía ahora, al hablar del momento del exilio, de esa etapa de sus vidas que sucedió hace 69 años, se emocionan al recordarlo. Personas que lo han vivido todo, que lo han superado todo, y que tienen que hacer una pausa cuando hablan de aquel frío mes de febrero de 1939.
La semana pasada abrió sus puertas el Museo Memorial del Exilio en la población gerundense de La Jonquera (Girona), un centro de investigación y divulgación sobre el exilio republicano y el fenómeno mundial del exilio.
El camino tortuoso que acabó en monumento
En La Vajol se encuentra el único monumento al exilio que existe en Francia: una escultura que representa a un hombre y una niña con una pierna amputada. Son Mariano Gracia y su hija Alicia. El hermano Amadeo cuenta hoy su historia a los 72 años. Su vida se trunca en noviembre de 1937 cuando las tropas franquistas bombardearon Monzón (Huesca). Su madre Pilar protege con su cuerpo a Amadeo y Alicia de tres y seis años. Los niños logran sobrevivir aunque ambos pierden una pierna pero la madre muere. El padre huye a Francia con los dos niños y tras un largo periplo llega a Prats de Molló una pequeña ciudad francesa en la que se apiñan decenas de miles de exiliados. En 2003 Amadeo visitó por fin el monumento.
Bartolí, de Francia a México con un cuaderno
Josep Bartolí es un joven bohemio que se gana la vida haciendo caricaturas y al empezar la guerra se alista a las fuerzas republicanas. En el camino del exilio se separa de su compañera que está embarazada pues él se queda en la población de Olot para cubrir la retirada. Tras pasar por varios campos de concentración en Francia logra llegar a México donde con el tiempo se convertirá en un famoso dibujante y publicará el libro Campos de concentración 1939/94.A pesar de buscarla durante años nunca logró encontrar a su compañera y nunca supo si su hijo llegó a nacer.
María fue una de las 600 madres de Elna
María García sufrió su primer exilio con 20 años cuando dejó su pueblo de Almería para buscar trabajo en Barcelona. Cuando la caída de Barcelona es inminente sabe que al haber colaborado con las instituciones republicanas ha llegado la hora de su segundo exilio. Cruza la frontera y es internada en el campo de Argelers donde no hay más que alambradas y arena y donde se percata de que está embarazada. Sabe que allí las posibilidades de supervivencia de su hijo son mínimas. Pero la suerte está de su lado: una joven extranjera consigue el permiso para llevarla a la Maternidad de Elna donde nace su hijo Felipe. Hoy ambos viven en México. En la Maternidad que creó Elisabeth Eidenbenz con los fondos de una asociación suiza dieron a luz casi 600 mujeres.
El poeta encontró la muerte en Collioure
Antonio Machado sale de Barcelona pocas horas antes de la entrada de las tropas franquistas acompañado de su madre y de su hermano José. Previamente ha tenido que huir también en el último momento de Madrid y de Valencia. Enfermo y agotado llega a Colliure a finales de enero de 1939 y se instala en el hotel Bougnol Quintana donde morirá al cabo de un mes. Tres días después morirá su madre. La noticia de la muerte del poeta corre entre los miles de refugiados que se hallan en Colliure. Milicianos que llegan al hotel cubren su cadáver con flores y con una bandera tricolor. Seis milicianos de la Segunda Brigada de Caballería Andalucía portan el féretro hasta la tumba ahora un lugar de peregrinación para españoles.
Manuel Azaña, la huida y el oro de la República
Los acontecimientos que se suceden a lo largo de la guerra obligan al Gobierno republicano a diversos cambios de ubicación: Madrid Valencia Barcelona Figueres y finalmente la pequeña población d'Agullana a pocos kilómetros de la frontera francesa.
Cerca se halla la mina Canta que fue convertida en un búnker para almacenar el oro de la República y obras de arte del Museo del Prado. Manuel Azaña, el primer ministro Juan Negrín, el president de la Generalitat Lluís Company y el lehendakari José Antonio Aguirre además de otros cargos del Gobierno republicano hacen noche en la masía Can Barris en el pueblo fronterizo de La Vajol antes de pasar a Francia.
6 comentarios:
Aunque nunca se puede generalizar, sí que se puede decir que Francia traicionó doblemente a la República. Primero no ayudándole de ninguna manera en la guerra contra los fascistas, dejándola a su suerte. Y cuando los vencidos tuvieron necesidad de encontrar una tierra amiga, encerrándolos en campos de concentración como tú bien cuentas.
Así respondió a sus "hermanos" republicanos españoles, muchos de los cuales la defendieron y dieron su vida luchando contra el nazismo.
Gracias por traerlos a nuestra memoria. Mucha gente no sabe que cuando hace turismo por el sur de Francia muchas veces se aloja literalmente junto a campos de concentración donde sufrieron y murieron miles de los nuestros.
Un fuerte abrazo.
Preciosa entrada, en ella se ve con claridad que la flor y nata de la sociedad española,(unas gentes que habrian conseguido poner a este pais por delante de muchos paises europeos,solo con que los militares se hubieran quedado en sus cuarteles), sufrio el peor de los castigos , ser repudiados en su pais.
Respondiendo a daalla, Amigo, estoy de acuerdo contigo aunque con algun pequeño matiz, es cierto que Francia nos triciono, y que dejo a la republica sin armas,(requisadas en la frontera), y sin apoyo internacional, pero luego remendo un poco sus errores reconociendo y homenajeando a los soldados republicanos que lucharon por defender Francia de las tropas de Hitler.
Son famosas las fotos y palabras de agradecimiento del pueblo frances ante los blindados con nombres de ciudades españolas y conducidos por soldados españoles que liberaron Paris.
Me diras que es de bien nacidos ser agradecidos, pero el pueblo frances lo fue, y el nuestro, 70 años despues aun no ha sabido serlo.
Un abrazo para los dos
Que duro tuve que ser el exilio francés de los republicanos españoles, ellos que esperaban encontrar en Francia un lugar de acogimiento, lo que encontraron fueron campos de concentración y más padecimiento.
Estoy más de acuerdo con “daalla”. He leído algunos libros sobre el exilio español en Francia, entre ellos uno sobre Pablo Neruda y sus trabajos para llevarse exiliados españoles a Chile (no recuero el nombre) y desde luego las descripciones que se hacen sobre el sufrimiento de los republicanos españoles son terribles. Los abusos de todo tipo que los soldados senegaleses cometieron con los españoles, sería comparable a los cometidos en las prisiones de Abu Griat (no se si se escribe así) y Guantánamo. Francia se comportó de mala manera con los republicanos españoles. Y estaría bueno que después que ellos (los exiliados) dieron de nuevo su esfuerzo, su sufrimiento e incluso su vida por defender una Francia democrática, los franceses no reconocieran su labor.
Salud, República y Socialismo
Lo que dices es cierto, Navegante, aunque ya dije que no se puede generalizar. Acepto la puntualización y te mando un abrazo.
En las guerras siempre hay traidores.
Tantos como prismas desde los que se contemple la historia.
También hay objetivas evidencias: las postguerras, las elegías, los paredones y las cunetas.
Gracias por mantener vivos tantos recuerdos.
Mi abuelo estuvo en Argeles-sur-Mere y por azares del destino sobrevivio. Lo trasladaron a un campo Frances de la Fuerza Aerea y de ahi se enlisto en el ejercito Frances para pelear contra los nazis. Al leer lo que ponen, pues, estoy de acuerdo con lo que dicen. Lo que mi abuelo todavia me cuenta con mucho entusiasmo es que a pesar de estar en uno de los peores lugares despues de la guerra, la esperanza que habia y el conocimiento de que al final ellos ganarian y que la republica regresaria. Una vez le hice una entrevista para el colegio, y le pregunte como fue vivir en ese lugar? No estaba seguro de que fuera una buena idea, pero en fin le pregunte, y lo penso un rato. Se tomo como 2 minutos y finalmente me respondio que, para mantenerse ocupados ellos organizaban platicas con maestros y doctores espanioles que habian terminado alli tambien. Lo que yo le agregaria al articulo es eso. Las "juntas" o conferencias que daban que mantenian a tanta gente con esperanza a pesar de que casi todo el mundo Europeo les habia dado la espalda.
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