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viernes, enero 08, 2010

El coche de Don Nicolás.

Desde este puente se ve el ir y venir de los coches, unos van y otros vienen. Si permaneces aquí arriba observando los coches puedes llegar a darte cuenta de que son la vida misma.

De pequeños siempre soñábamos con lo que seríamos de mayor, por desgracia en aquel entonces no existían astronautas aunque sí locos que conducían aquellos primeros coches a toda velocidad por las carreteras de arena y piedra. Tú soñabas con ser piloto, yo con ser el que fabricara el coche de carreras. Luego cogíamos las bicicletas y pedaleábamos sin cesar hasta caer rendidos. Me encantaba ir contigo al pantano a darnos un chapuzón, aún hoy sigo teniendo pánico a meterme en el agua si no se ve el fondo y en el pantano, sabes bien, que no se veía absolutamente nada, de hecho el agua era casi marrón en vez de azulada. A tu lado podía darme un baño, sabía que si algo me cogía los pies o algún monstruo pantanoso me atacaba entonces tú acudirías a mi rescate sin temer peligro alguno. Muchas han sido las veces que me he acordado de ti cuando, ya de mayor, me he encontrado frente al agua sin fondo y he deseado no tener miedo al igual que no lo tenía cuando tú estabas conmigo. Siempre fuiste más valiente que yo, o más loco quiás.

¿Recuerdas cuándo levantabas la rueda delantera a la misma vez que pedaleabas, recuerdas cuándo sólo con una rueda tocando el suelo soltabas tus manos, recuerdas cuándo recorrías la calle dando palmadas y con los ojos cerrados, recuerdas cuándo te chocaste contra el coche del Alcalde? Aquello sí que fue bueno, tuvimos suerte de que no hubiera ningún testigo y que el Alcalde se echara la culpa así mismo porque de no haber sido así imagino que te hubieran encerrado el resto de tu vida en un cuarto oscuro de esos que tenían los profesores. Y encima tuviste la gran suerte de que te compró una bici nueva pues la tuya quedó destrozada, ¿cómo sería que a ti no te ocurrió nada aparte de la rotura del brazo?

Don Nicolás, ¡cuántas veces nos hemos reído a su costa!, sobre todo cada vez que queríamos una bici nueva… “a ver si viene Nicolás, nos golpeamos contra su coche y nos compra una bici nueva”. ¡Qué risas! Pero nunca nos lanzábamos contra él, siempre nos quedábamos embobados mirando aquella maravilla granate, tú te preguntabas cuánta velocidad sería capaz de alcanzar y yo me imaginaba modificando los guardabarros para mejorar la estética de aquella belleza. Pero por lo que más recuerdo a Don Nicolás fue por aquél maravilloso día en el que se ganó nuestro voto para siempre jamás, y eso que ni siquiera teníamos doce años. Recuerdo que era Miércoles, el sol todavía no quería esconderse, se quejaba como un niño pequeño que tiene sueño pero aún emitía los suficientes rayos de luz como para calentar nuestra cara y deslumbrar a nuestros ojos. Los dos nos protegimos con la palma de la mano mientras pasaba Don Nicolás, al vernos nos saludó como siempre y nosotros le devolvimos el saludo y quedamos cegados por unos instantes. Luego vimos al Alcalde haciendo gestos para que nos acercáramos y así lo hicimos, nos paramos a dos pasos del coche del cual yo nunca había estado tan cerca, yo no había tenido la suerte de darme un golpe contra él al igual que Lewis lo hiciera meses antes.

-Ya he arreglado por completo el coche, ¿os gusta cómo ha quedado? –preguntó Don Nicolás.

Yo iba a sugerirle que si le hubiera dado un poco más de altura a los guardabarros el coche sería mucho más bonito, pero Lewis imaginando lo que iba a decir no me dejó hablar.

-Claro que nos gusta Don Nicolás, tiene usted el coche más bonito del pueblo –contestó Lewis.

-Bueno chicos, ¿queréis que os de una vuelta para celebrar que ya no llevas el brazo en cabestrillo?

No desaprovechamos la oportunidad y el viaje duró muchos años, tantos años como los que pasaron hasta que tuvimos nuestro primer coche pues siempre recordábamos aquella vuelta a bordo del auto del Alcalde. Todos los días nos contábamos cómo había sido, por dónde fuimos, a quien vimos y aunque pasaron muchos años nunca repetimos la historia ni una sola vez, la fuimos enriqueciendo con detalles, la mayoría irreales.

jueves, enero 11, 2007

Por un sueño...

Por un sueño la Bella se convirtió en la Bella Durmiente, por un sueño la rana se convirtió en Príncipe, por un sueño se pisó la luna, por un sueño hubieron miles de guerras y millones de muertes. Todo por un sueño.

Por un sueño se arriesga en la vida, por un sueño podemos ser felices o infelices y todo por un sueño.

Por un sueño es verano en mi vida y el sol me sonríe por las mañanas. Todo por un sueño.

Todo por un sueño.

¿Qué haces o has hecho tú por un sueño?

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Nota: todavía no he regresado pero no quiero tener abandonado el blog que tantas alegrías me da. Espero poder contarles pronto la nueva aventura en la que me he embarcado.

Gracias Fani por apoyarme siempre y creer en mi. Te quiero.

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