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domingo, 27 de septiembre de 2015

Peter returns

Pocos días atrás les mostraba una de las huellas que deja mi adhesión al proyecto Emotionage. En esa ocasión se trataba, hagan memoria, de la Micrografía resultante de unir A las cinco los viernes, micro de mi autoría, con una fotografía de Mar Guerrero. Pues bien, para mi sorpresa, también a Julio Terrón le ha sido dado el mismo micro relato para que lo exprese con imágenes. Hay que ver, una escribe historias y no les vaticina más camino que el que le avoca felizmente a este blog, pero ya ven.
La nueva propuesta se ve más abajo, con acierto, con tres elementos muy visuales y decidores resuelve Julio. Me gusta la atemporalidad que destila. Mi agradecimiento para él.

Micrografia 47-Julio Terrón
Foto; Julio Terrón
A las cinco los viernes
A cada encuentro semanal con Lana, Peter tiene en cuenta decirse a sí mismo al menos una vez, lo extraordinario de tener una esposa como Gretchen, (seguir leyendo...)



Mejor con tu opinión, gracias.


martes, 24 de junio de 2014

ARTIMAÑAS DE ÍDOLOS



Contaré una anécdota. Era el año dos mil diez. Hice un dibujo para conmemorar la desaparición de mi admirado Michael Jackson. Una celebración de su persona y su legado hay que decir, conmemorar muertes es horrible. Es horrible porque el día de autos el muerto está más muerto y más ausente y,… Contaré la anécdota. El dibujo lo hice en mi bloc tamaño A3. Se trataba de una composición en la que se veían las manos de Michael. Él las tenía negras y preciosas. Como referencia para las manos seleccioné dos fotos diferentes. Una de ellas respondía al cover del LP “The best of Michael Jackson” que fue lanzado por la Motown en el setenta y cinco. A los acérrimos de Jackson no les será difícil recordar la imagen, es esa en la que el futuro Rey del Pop, Rock and Soul, como lo nombrara Taylor en aquella célebre noche, sujetaba una paloma blanca que tenía las alas desplegadas. De manera que esta imagen de la mano y la paloma quedaba a un lado del dibujo. Recuerden ahora la promoción del CD “Dangerous” que fue editado por Epic Records en el noventa y uno. En el libreto interior de la carátula podía verse al de Indiana sobre las puntas, con camisa blanca y pantalones negros, en una postura imposible de semisentado, y con una mano apoyada en el cuádriceps. Muy atractivo, sin duda. Esa mano estirada y morena ocuparía el otro lado del dibujo. Era bonito el dibujo. En el buche de la paloma blanca impoluta, digo, se entreveía un mapamundi. Algo así como una alegoría que decía que Michael entregaba sus mensajes de paz y amor al mundo y el planeta (que lo hacía), con su creación musical. Llegada la noche de San Juan yo tenía todos los retoques aplicados. Una vez finiquitado el trabajo había que admirarlo, a partes iguales que sacarle defectos. De modo que lo arranqué con cuidado y, escrutado el salón, convine recostar el A3 en la pared frente al sofá, sobre el mueble. Delante le puse dos teas aromáticas y blanquitas que al encender, el panorama me hizo sentir que rendía un tributo redondo al artífice de Bad. Bien, ya me podía relajar en el sofá. Con total seguridad les digo que era previsible lo que sucedió a continuación. Ni había agarrado aún el mando de la tele cuando pasó. Resultó que las proporciones del dibujo hicieron acopio de las leyes de la física, como es natural. El papel se venció sobre sí mismo en un rulo que cayó hacia adelante, sobre las llamas. Había retazos ardiendo sobre el mueble, entre este y la pared, y abajo en la tarima flotante. A mi obra que ardía magníficamente estuve dándole tortazos hasta que se hubieron extinguido las llamas y el dibujo. Ya ven, ideas de lumbreras. A toro pasado esta anécdota me hizo llegar a algunas conclusiones; Una de ellas ya la sabía, mi torpeza me convierte un espécimen con el que me río mucho. Otra es que parece que en la noche de San Juan uno esté avocado a quemar, aunque no quiera. Y la última y más resaltona son las artimañas de que se valen los ídolos de uno, capaces de hacerte sonreír también desde arriba.

A la memoria de Michael Jackson. 
Cinco años sin ti. 
Setefilla A.



Mejor con tu opinión, gracias.

jueves, 1 de agosto de 2013

NO ES BUEN DÍA PARA DEJAR LOS ANSIOLÍTICOS



©—A este le voy a cantar las cuarenta, de hoy no pasa—, dice para sí. Con este leitmotiv se  dirige José al domicilio de su contrincante. Como cada día cuando son las trece y diez sube la cuesta agraviado por las bolsas que carga y la asfixia del mes de julio. Frente a la verja  adjunta a la puerta principal de la casa se planta esta vez decidido, poniendo los brazos en jarra. Da toquecitos José con la punta del zapato contra el alquitrán mirando al interior de la casa, tras la verja. Como es de esperar, a la carrera, frenético, dominante, matón, aparece el doberman Brandon, el que choca bruscamente contra la cancela y se pone a dos patas en actitud de superioridad frente a José, a quien le palpita fuerte el corazón y se le seca la boca otra vez. No se extraña, ahora que observa más de cerca el conjunto muscular del  perro, significativamente a la alza si se compara al suyo. Mi mi ra te voy a decir cuatro co co sas bien di, no termina su frase cuando comienza a ladrar con estrépito el bicho, dejando su dubitativa vocecita inaudible. —¡Ya está bien!—, grita con tono chirriante y se acerca más al perro, ahora quedando ambas cabezas a la misma altura. Es lo que tiene José, que mide uno cincuenta y siempre ha tenido la certeza de que eso le resta rotundidad, tal vez por este motivo ahora le tiemblan tanto las piernas y seguramente por esto se despidiera con la manita su ex mientras se alejaba del brazo de aquel domador de leones. Pero lo cierto es que la terapia con el psicólogo lo está dejando en la ruina y ha determinado zanjar la reyerta en el día de hoy. Siguiendo su consejo profesional debe afrontar sus miedos de una vez por todas. Entretanto, el perro se desgañita en el ladrido grave, de tenor cuánto menos. José cree que va a ensordecer pero no se achanta. Apretando la mandíbula adelanta el pecho y una pierna el valiente,  —en el último año he pasado por aquí cada día y a la misma hora, ¿me tienes que seguir ladrando?, ya he perdido un oído, maldito chucho. Te voy a enseñar lo que tienes que hacer de hoy en adelante, voy a pasar delante de ti y tú el hocico cerrado ¿estamos?—. Retrocede justo hasta el  quicio primero, se mete las manos en los bolsillos, sube la barbilla, finge desaire, y con paso chulesco desfila ante las narices del perro. Este se ha calmado, se ha sentado y con las orejas subidas mira a José haciendo movimientos secos de cabeza a izquierda y derecha, parece sorprendido.  Tras dos paseíllos demostrativos se para —¿ves?, buen chico—. Viendo el dominio que ejerce ahora sobre el animal, se crece, —si va a resultar que solo eres una gallina asustada—, masculla. Pero se conoce que el pitido que emite al hablar excita sobremanera al canino, y que la fortuna no acompaña a José esta mañana, a tenor de la velocidad a la que corre despavorido calle abajo, llevando detrás al bicho que espumea por la boca e intenta darle alcance. El caso es que al entrar en la casa la dueña de Brandon un rato antes de que pasara José, no ha corrido del todo el cerrojo de la cancela. Se ve que Brandon durante el forcejeo ha puesto la zarpa encima descorriéndolo, y…  
No, no es buen día para dejar los ansiolíticos.

Setefilla A.

Mejor con tu opinión, gracias.