Es curioso cómo lo que se considera un plato reconfortante cambia según el país en el que se viva. En Estados Unidos, por ejemplo, uno de los platos reconfortantes que vuelve en otoño es el chile con carne. En Quebec, y en Canadá, son los plats mijotés en general, los guisotes, vaya. Como el proverbial cocido lo es en España. Como todas las recetas que se presentan en la cocina montrealesa son previamente puestas a prueba por el comensal piloto, monsieur M., mi crash test dummy culinario preferido, y como no quiero que el nombre intimidante con el que he bautizado la receta de hoy os desanime, transcribo el momento de cata de este plato:
Monsieur M., a la mesa, cuchara en mano, mirando su bol de chile con ojo clínico: -"¿Y cómo has dicho que se llama este plato?"
Yo, solícita e informativa, blandiendo a mi vez mi cuchara : -"Chile letal con cadáver, digoo, con carne. Mi versión personal del chile con carne. Hay opiniones diversas sobre el origen de este plato, los hay que afirman que es de origen mexicano, los hay que dicen que es una receta tex-mex."
Monsieur M., ojeando su comida ahora con cierta prevención, evaluando el riesgo: -"¿Tex-mex? ¿Eso quiere decir que es picante?" Monsieur M. será un coloso nórdico y homérico, un hombretón de las nieves, pero cuando toca afrontar el picante, es tierno como una bailarina.
Yo, aún solícita e informativa: -"Sí, es picante. pero uno se acostumbra al picante. Mírame a mí, en España la cocina no es particularmente picante, en mi familia aún menos, y con el tiempo he aprendido a apreciarlo. Con el tiempo, y con un poco de reeducación de la parte de mis amigas mexicanas. Pruébalo. Te va a gustar."
Monsieur M., aún examina el bol, dubitativo: -"Ehm, pero esto, ¿pica mucho?"
Yo, informativa, sí, pero ahora un poco menos solícita : -"La escala de Scoville mide el nivel de picante de los chiles según la cantidad de capsaicina que contengan. No tengo ni idea de en qué grado de dicha escala se clasificaría mi chile con carne, mayormente porque no he conseguido identificar los chiles que he encontrado en el super. Mirando fotos en Internet, yo diría que son serranos. Grado de picante: medio. Por si acaso los he pelado con guantes", termino alegremente. Y revuelvo un poco el contenido de mi bol, para ayudarlo a que se enfríe. Monsieur M., acobardado : -"Um, no sé, p'tit loup, a mí ya sabes que el picante no me--"
Yo, ligeramente dictatorial: -"Lo. Vas. A. Probar. Y. Te. Va. A. Gustar." Gruño. -"Mira que eres gringo, a veces."
Monsieur M., oponiendo resistencia: -"Soy un gringo. No como picante. Si mi diccionario interno no me engaña, tú también eres un poco gringa, ma chère. Y no tengo por qué sufrir tu crisis de culpabilidad postcolonial."
Yo, cambiando de estrategia, apelando a su virilidad: -"El chile con carne es un plato sólido, fácil, fuertote. Por eso se considera un plato para hombres (¿por lo fácil?, perdón, no he podido resistirlo). Es uno de los platos que acompañan el Super Bowl, ya sabes, tardes de fútbol americano por la tele, con amigotes, cervezotas, eructos y testosterona en abundancia. Millones de varones embrutecidos no pueden equivocarse."
Monsieur M., desafiante: -"No tengo nada que demostrar."
Yo, con vocecilla melosa: -"Una cucharadita, mon ours brun d'amour. Anda."
Monsieur M. , probando, a regañadientes: -"Jrrumpf."
Yo mastico una cucharada al mismo tiempo. Una explosión de sabor y calor me invade las papilas: el picante, primero rotundo, pero no insoportable, fuerte, pero no abrasador. A continuación, una leve sospecha de canela, el sabor más nítido del comino, no hay ni una sombra del amargor del cacao, éste ha ligado todos los demás sabores y los ha fundido en el terciopelo de la salsa. Es delicioso.
Monsieur M. parece agradablemente sorprendido y un poco sobresaltado. Mastica lentamente, suda un poco, se afloja el cuello de la camisa. A mí se me despeja la sinusitis de golpe. Cuando recupero la voz tras carraspear un poco y beber un gran trago de agua , le pregunto:
-"¿Y? ¿Demasiado picante?"
Monsieur M. responde, sonriente, moqueante y con una lagrimilla en el ojo: -"En una escala del uno al diez, siendo diez el fuego del infierno, personalmente lo dejaría en el ocho. No es letal, pero despertaría a un muerto."
Yo: -"Flojo, que eres un flojo."
Monsieur M., atacando el plato con ganas: -"Lo sé. Una auténtica libélula."
MORTALES INGREDIENTES:
(Yo las cantidades las calculo fatal, pero resulta una cazuela considerable, como para unas cinco o seis personas. Este plato es estupendo recalentado y se congela bien, así que no os dejéis intimidar por la cantidad.)
- 500 gr. de pavo picado (podéis hacerlo a la manera clásica, con ternera picada)- 1 rama de apio bien picada- 2 cebollas y media, picadas finas- 2 cabezas de ajo peladas y picadas (si son muy grandes, unos 10 dientes)- 2 latas de tomate pelado en conserva, con su jugo (aquí son de 796 ml.) (si los tomates vienen enteros, cortarlos en dados)- 1 lata de frijoles negros, con su jugo (lectores españoles: si no encontráis, en una tienda de productos latinos hay seguro, y si no tenéis una cerca, un bote de alubias rojas cocidas sirve)- 1 lata de concentrado o pasta de tomate, o tres cucharadas soperas- 3 chipotles en conserva (adobados) picados, más dos cucharadas de té de su jugo (tiene un sabor ahumado fantástico)- 1/2 chile serrano (me costó un buen rato identificarlo, soy una completa ignorante en el tema, corregidme si me equivoco) rojo, bien picado. No se os ocurra frotaros los ojos con las manos tras haberlo picado.
- 1/2 chile serrano verde, también picado (si no encontráis frescos, os animo de nuevo a pasar por la tienda latina más próxima)- 2 cucharadas soperas de cacao 100% puro en polvo, amargo (esto es un toque de homenaje al mole, y le da una profundidad y un aterciopelado a la salsa bastante inolvidables)- 2 cucharadas de té de canela- 2 cucharadas de té de comino molido- pimienta negra, sal y cilantro fresco (o seco) picado, al gusto- aceite de oliva ESCALOFRIANTE PREPARACIÓN (o abrasadora, depende cómo se mire):
(Lo bueno de esta receta es que es casi una receta impostora, muy americana: con multitud de latas que sirven de atajo. Por una vez, abandonad vuestras ideas preconcebidas sobre la calidad de la comida preparada a base de conservas, y probadlo: está estupendo. )
En un fondo de aceite de oliva en una buena cazuela, sofreír la cebolla, el ajo y el apio picados. Cuando empiecen a estar hechos, añadir los serranos y los chipotles, el comino, la canela, y revolver bien. Echar el pavo picado (yo utilizo pavo porque es menos graso y porque en esta casa somos más de volátiles que de carne roja, nuestro poco entusiasmo carnívoro lo resumiría diciendo: si tiene cara, no lo comemos, o al menos, no muy a menudo; ya, ya, los pollos y los pavos también tienen cara, me diréis, pero a mí los animales con pico me conmueven menos que los mamíferos con grandes ojos marrones), dorar la carne. Añadir el concentrado de tomate. Echar todo el contenido de las latas de tomate y los frijoles, y el adobo de los chipotles.
Si véis que queda muy seco, corregir con un poco de agua. Salpimentar y añadir el cilantro picado, y poner todo a fuego medio. Cuando empiece a hervir, echar el cacao, revolver bien, y bajar el fuego. Dejar que hierva suavemente entre media hora y 45 minutos, hasta que la salsa haya espesado y los sabores se hayan ligado bien. Servir el resultado picante, profundo, ahumado y aromático, acompañado de guacamole, crema agria y unos nachos. Rallar un poco de queso fuerte (como el cheddar) por encima si se desea.