El castillo ambulante dio un giro en las películas de Hayao Miyazaki. Es una obra mucho menos compleja de lo que nos tenía habituado y con un estilo de animación muy particular. Unos escenarios más detallistas si cabe (tengo grabada la habitación de Howl en mi cerebro para siempre), un ambiente inglés tradicional, mucha urbe...
Entre otras cosas, esta película encierra una historia entrañable y una animación preciosa.
Todavía me sorprendo al recordar a aquellos niños tan tremendamente pequeños que fueron al cine a verla conmigo, y que se mantuvieron toda la película (no es de las cortas...) en completo silencio, absorbidos por completo por la historia de Howl.
