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Roger van der Weyden (c.1399-1464). El Descendimiento (c.1436). Museo del Prado |
Allá por 1436, la Cofradía de Ballesteros de Lovaina encargó al pintor Roger van der Weyden, para su capilla en la Iglesia de Nuestra Señora de Extramuros: El Descendimiento de la Cruz. Un cuadro que hoy podemos contemplar en el Museo del Prado gracias a que María de Hungría lo adquirió en el siglo XVI y luego pasó a ser propiedad de su sobrino Felipe II, que era un entusiasta admirador de la obra.
Raramente se puede ver una manifestación del dolor, de un dolor que va más allá de lo físico, de un dolor del alma que brota del interior en silencio y se expresa en forma de lágrimas, como en el rostro de esa mujer que pintó Van der Weyden sosteniendo a la Virgen María en su desmayo junto al apóstol Juan.
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Roger van der Weyden (c.1399-1464). El Descendimiento (c.1436). Museo del Prado. (Detalle) |
Pero es ahora la Virgen desmayada el motivo principal de nuestra atención.
En la ficha del Museo del Prado leemos:
El gran maestro de Tournai centra la composición en la Compassio Mariae, la pasión que experimenta la Virgen ante el sufrimiento y la muerte de su Hijo. Para traducirla en imágenes, el pintor escoge el momento en que José de Arimatea, Nicodemo y un ayudante sostienen en el aire el cuerpo de Jesús y María cae desmayada en el suelo sostenida por San Juan y una de las santas mujeres.
Y la web de Patrimonio Nacional dice:
Siguiendo la línea sinuosa que conforma el cuerpo de Cristo, se sitúa bajo Él la figura de la Virgen desmayada, que se presenta, al decir de Sigüenza, “perdido el color y aun la compostura y el decoro”, y atendida por San Juan y una de las santas mujeres, consiguiendo plasmar de una manera sublime el dolor y la tristeza de la Madre por la muerte de su Hijo.
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Roger van der Weyden (c.1399-1464). El Descendimiento (c.1436). Museo del Prado. Detalle del “desmayo” de la Virgen |
El término médico para “desmayo” es síncope. En el síncope no sólo hay pérdida de conocimiento, sino que se pierde también el tono muscular y el color en la cara. Y sus causas -entre otras- pueden ser el estrés emocional, el miedo y el dolor intenso… Van der Weyden retrató magistralmente un síncope en esta imagen de la Virgen.
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Roger van der Weyden (c.1399-1464). El Descendimiento (c.1436). Museo del Prado. Detalle del rostro de la Virgen |
Mientras preparaba esta entrada me ha acompañado fundamentalmente un himno que, aunque en sentido estricto se refiere a un momento justamente anterior al que muestra el cuadro, tiene como protagonista al dolor de la Madre ante su hijo crucificado… El Stabat Mater de Giovanni Battista Pergolesi, en una reciente versión dirigida por Nathalie Stutzmann, con las maravillosas voces del contratenor Philippe Jaroussky y la soprano Emöke Barath.
El Stabat Mater es una secuencia religiosa, datada en el siglo XIII y atribuida a distintos autores, pero fundamentalmente al papa Inocencio III y al franciscano Jacopone da Todi. Comienza con las palabras Stabat Mater dolorosa (“estaba la Madre sufriendo”) y se trata de una plegaria meditada sobre el sufrimiento de María, la madre de Jesús, durante la crucifixión de su Hijo. Le han puesto música más de doscientos compositores. Una de las versiones más famosas -y la que más me gusta- es ésta que podemos escuchar ahora, la de Giovanni Battista Pergolesi.
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Giovanni Battista Pergolesi (1710-1736) |
Pergolesi sabía muy bien lo que era el dolor. Se dice que sufrió espina bífida (aunque sería en algunos de sus grados más leves) y que, desde pequeño, padecía una enfermedad respiratoria. Lo cierto es que falleció poco después de cumplir 26 años -acababa de componer el Stabat Mater dolorosa– según se afirma generalmente, a causa de la tuberculosis.
Por casualidad, leyendo sobre la obra de Pergolesi, me encontré con la figura de un médico norteamericano hasta ahora desconocido para mí, el doctor Abraham Coles.
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Doctor Abraham Coles (1813-1891) |
De pequeño recibió una esmerada educación -en principio, hasta los 12 años- de sus propios padres. A los 17 años ya impartía clases de latín y griego en Nueva York. Empezó a estudiar Leyes; pero lo dejó pronto porque su auténtica vocación era la Medicina. Recibió su formación médica en el College of Physicians and Surgeons de Nueva York y en el Jefferson Medical College, de Filadelfia, donde se graduó en 1835. Estableció su primera consulta privada en Newark (NJ) alcanzando pronto gran fama como cirujano. Se casó y, lamentablemente, enviudó muy joven, a los 32 años, cuando tenía dos hijos pequeños, un niño y una niña recién nacida. Nunca más contrajo matrimonio. En 1848 -durante uno de sus viajes a Europa, a Londres y París, con objeto de estudiar los hospitales y las facultades de Medicina del viejo continente además de francés- estando en París, le sorprendió la Revolución de aquel año, y Coles actuó como corresponsal de prensa, describiendo lo que ocurría para un periódico de su país. A lo largo de su vida recibió múltiples honores y reconocimientos como médico cirujano. Pero Abraham Coles era un auténtico médico humanista. Posiblemente se le recuerde más por sus actividades culturales (fundó la Biblioteca de su ciudad y la Sociedad Histórica de Nueva Jersey, por ejemplo) y más aún como escritor, poeta y traductor. Él tradujo al inglés, con interesantes comentarios preliminares, numerosas obras literarias escritas en latín, entre ellas, los himnos como el Stabat Mater.
Muchísimas gracias.
ResponderEliminarUn abrazo inmenso.
De nada. Muchísimas gracias a ti, mi estimada Rosa, por estar aquí.
EliminarOtro abrazo inmenso. Y feliz verano.