Alegres despertares
Distinguidos lectores, queridísimas lectoras, señores, señoras y señoritas en general, una vez recuperado del susto de anteayer, que fue de los gordos, gordos y dado que aun no me he tomado las pastillas de la noche, me animo a hacer esta entrada porque si digo la verdad, no tengo otra cosa que hacer, ya que hoy la parienta ha librado medio día del trabajo y mis labores de Maruja se han limitado a hacer las camas, pasar la aspiradora y pelar patatas, el resto del día me lo he pasado sin hacer nada, o como vulgarmente se suele decir rascándome los cojones.
Antes de nada quiero dar las gracias al señor Bil Gueis por haber inventado el corrector ortográfico de Word, pues de lo contrario esta entrada no habría Dios que la entendiese, ya que tengo la mente como bloqueada, de hecho el motivo por el cual acudí al médico vino a consecuencia de que escribiendo me comía letras, y no me refiero a escribir en el teclado cosa que puede ser hasta normal, sino que me pasaba escribiendo a mano.
Esta circunstancia me sucedió trabajando cuando tomando nota de un recado me pasó hasta cinco veces. Tomé nota la primera vez y me pasó, quise volver a tomar otra vez la misma nota y me volvió a ocurrir, y otra vez y otra y otra. A la quinta cerré todo lo que tenía abierto y salí a toda pastilla para el médico consciente de que un cable en mi cabeza no funcionaba correctamente.
Debo añadir que camino del médico consulté esto con mi cuñado que es electricista pero la solución que me dio no me dejó tranquilo. Según él el cable rojo hacía contacto con el negro y me recomendó cortar el cable verde. Evidentemente no le hice caso, pues como todos sabemos el cable verde es el que provoca que la cosa se levante.
E igual que me pasa con las letras me pasa con los números, cuentas no hago porque ni me atrevo, pero cuando pago con monedas tengo que contarlas varias veces y me equivoco con mucha frecuencia.
Estoy a una semana de visitar al psiquiatra y estas cosas que he comentado pueden significar dos cosas, una es que mi cuñado tenga razón y otra es que me esté volviendo tonto…. Pero el cable verde no lo corto ni de coña, porque si hay algo en mí que sigue funcionando como siempre es precisamente eso, ya que cada vez que me despierto lo hago con el asunto en posición de firme, eso sí, al hacer pis se baja, pero al menos ahí no hay cambios destacables, salvo que antes sólo me pasaba por las mañanas, ahora también con la siesta.
Ahora bien, susto gordo el del otro día que pensé que la cosa se agravaba. De lo más tranquilo y relajado abrí el periódico mientras revolvía el descafeinado y que leo… Alcorcón 4 Real Madrid 0…. ¡Diosssssss!, el cable de los cojones (el verde no, el que tengo mal ) ya no me deja ni leer correctamente ¡lo que me faltaba!.
Me froté los ojos y volví a leer y otro susto ya que luego veía todo borroso, muy borroso. Pero bueno, este susto me duró poco ya que enseguida caí en la cuenta que me había frotado los ojos sin quitarme las gafas y que las había pringado con la grasa del croasant.
Tuve que preguntar a la camarera si lo que yo leía era lo que ponía, al confirmarme ésta que era cierto sentí el efecto de los antidepresivos, porque servidor, que es colchonero hasta la médula, se llevó tal alegría que por un momento creí que me había curado la depresión de golpe y porrazo.
Por lo demás debo decir que poco a poco voy recuperando el ánimo, aunque sigo siendo incapaz de reaccionar en ciertas situaciones, mi cabeza se niega a pensar y ante la mínima duda me quedo en blanco y cualquier problema que me ocurra, por mínimo que sea, parece que el mundo se me viene encima.
Pero bueno, el tratamiento parece que empieza a hacer efecto, al menos me encuentro relajado y ese estrés y esa mala hostia que tenía últimamente se me ha ido, igual que esas ganas de llorar que tenía continuamente. Eso sí, me paso el día bostezando y en cuanto pillo el sofá me pego siestas de dos o tres horas que me prestan de puta madre y que me levantan el ánimo, porque hacía años y años que no se me ponía tiesa con tanta frecuencia.
Antes de nada quiero dar las gracias al señor Bil Gueis por haber inventado el corrector ortográfico de Word, pues de lo contrario esta entrada no habría Dios que la entendiese, ya que tengo la mente como bloqueada, de hecho el motivo por el cual acudí al médico vino a consecuencia de que escribiendo me comía letras, y no me refiero a escribir en el teclado cosa que puede ser hasta normal, sino que me pasaba escribiendo a mano.
Esta circunstancia me sucedió trabajando cuando tomando nota de un recado me pasó hasta cinco veces. Tomé nota la primera vez y me pasó, quise volver a tomar otra vez la misma nota y me volvió a ocurrir, y otra vez y otra y otra. A la quinta cerré todo lo que tenía abierto y salí a toda pastilla para el médico consciente de que un cable en mi cabeza no funcionaba correctamente.
Debo añadir que camino del médico consulté esto con mi cuñado que es electricista pero la solución que me dio no me dejó tranquilo. Según él el cable rojo hacía contacto con el negro y me recomendó cortar el cable verde. Evidentemente no le hice caso, pues como todos sabemos el cable verde es el que provoca que la cosa se levante.
E igual que me pasa con las letras me pasa con los números, cuentas no hago porque ni me atrevo, pero cuando pago con monedas tengo que contarlas varias veces y me equivoco con mucha frecuencia.
Estoy a una semana de visitar al psiquiatra y estas cosas que he comentado pueden significar dos cosas, una es que mi cuñado tenga razón y otra es que me esté volviendo tonto…. Pero el cable verde no lo corto ni de coña, porque si hay algo en mí que sigue funcionando como siempre es precisamente eso, ya que cada vez que me despierto lo hago con el asunto en posición de firme, eso sí, al hacer pis se baja, pero al menos ahí no hay cambios destacables, salvo que antes sólo me pasaba por las mañanas, ahora también con la siesta.
Ahora bien, susto gordo el del otro día que pensé que la cosa se agravaba. De lo más tranquilo y relajado abrí el periódico mientras revolvía el descafeinado y que leo… Alcorcón 4 Real Madrid 0…. ¡Diosssssss!, el cable de los cojones (el verde no, el que tengo mal ) ya no me deja ni leer correctamente ¡lo que me faltaba!.
Me froté los ojos y volví a leer y otro susto ya que luego veía todo borroso, muy borroso. Pero bueno, este susto me duró poco ya que enseguida caí en la cuenta que me había frotado los ojos sin quitarme las gafas y que las había pringado con la grasa del croasant.
Tuve que preguntar a la camarera si lo que yo leía era lo que ponía, al confirmarme ésta que era cierto sentí el efecto de los antidepresivos, porque servidor, que es colchonero hasta la médula, se llevó tal alegría que por un momento creí que me había curado la depresión de golpe y porrazo.
Por lo demás debo decir que poco a poco voy recuperando el ánimo, aunque sigo siendo incapaz de reaccionar en ciertas situaciones, mi cabeza se niega a pensar y ante la mínima duda me quedo en blanco y cualquier problema que me ocurra, por mínimo que sea, parece que el mundo se me viene encima.
Pero bueno, el tratamiento parece que empieza a hacer efecto, al menos me encuentro relajado y ese estrés y esa mala hostia que tenía últimamente se me ha ido, igual que esas ganas de llorar que tenía continuamente. Eso sí, me paso el día bostezando y en cuanto pillo el sofá me pego siestas de dos o tres horas que me prestan de puta madre y que me levantan el ánimo, porque hacía años y años que no se me ponía tiesa con tanta frecuencia.