He perdido la cuenta, de las veces que he visionado esta tierna y deliciosa película, repleta de valores, que nos muestra, ante todo, la importancia de darse a los demás. .. Se ha convertido, para mí, en una tradición, igual que la de poner el árbol, o el belén.
La película cuenta la vida de un hombre de gran corazón, George Bailey, interpretado magistralmente por, (James Stewart), quien desesperado por un problema en los negocios, piensa en suicidarse para poder pagar la deuda con el seguro de vida. Dios acude en su ayuda enviándole a su ángel de la guarda y éste le hace ver lo valiosa que ha sido su vida y lo mucho que ha repercutido en la de sus vecinos. Tras mostrarle lo que hubiese sucedido sin su existencia, George recupera la alegría de vivir...
Es un film muy humano, y desde luego esperanzador. Alecciona sobre los verdaderos valores humanos que, lejos del dinero, prestigio o poder, son ofrecerse a los demás, ayudar, comprender.
Dirigida por Frank Capra en 1946, desde mi criterio, y hasta dónde conozco el mundo del cine, como cinéfila empedernida, que soy, Capra, fue uno de los mejores directores-retratistas de la sociedad americana de aquellos años, pero aún así, este film no obtuvo el éxito esperado y fue un fracaso total de taquilla. El paso del tiempo, como en casi todas las artes, le ha ido dando el valor y el reconocimiento que merece. La película podemos dividirla en tres partes, bien claras y definidas. Arranca como una comedia, el nudo nos pasa a un desarrollo romántico, y termina como uno de los dramas, más recordados de la meca del cine. Junto a guionistas de la talla entonces de, Frances Goodrich, Albert Hackett y Jo Swerling, el propio Capra, participó en el guión de este film. En sus memorias, Frank Capra, afirmó: “Es la mejor película que he hecho nunca. Es más. Me atrevo a decir que es la mejor película de la historia. No la hice para los críticos aburridos ni para los intelectuales pedantes. La hice para la gente sencilla como yo; gente que quizás había perdido a su marido, o a su padre, o a su hijo; gente que estaba a punto de perder la ilusión de soñar, y a la que había que decirle que ningún hombre es un fracasado".
Reseñar, una escena y es cuando el ángel, escribe en el libro: Nadie fracasa si tiene amigos.
Como anécdota, diré que, Humphrey Bogart, se hizo con una de las copias originales de ¡Que bello es vivir! Y como un ritual, se la hacía ver a su familia cada navidad, tradición que siguió posteriormente su viuda Lauren Bacall.