Permitir los viajes a Cuba solamente a los cubano-americanos ha sido un paso importante en la política exterior del presidente de los Estados Unidos Barack Obama. Esta medida ha impactado no solo en Cuba, sino en el resto de América Latina que está al tanto de cada acción que tome Obama previo a la cumbre de las Américas. Bush limitó los viajes cada 3 años e impuso a los familiares que viajan a la Isla un límite en los gastos, sin mencionar las duras sanciones y multas que pagaron los que violaron esas medidas y fueron sorprendidos. La “Libertad” buscada por aquellos cubanos que decidieron viajar a los Estados Unidos es irreal, todas estas limitaciones constituyen una violación de los derechos humanos de todos los ciudadanos y residentes en los Estados Unidos.
Obama es un hombre muy inteligente, tiene muchas ideas y aparentemente las expone todas. Su facilidad de expresión y el dominio de palabras cuyo destino es dejar enamorado al auditorio, sumando su amplia cultura y los conocimientos que tiene de la actualidad de su país y resto del mundo, lo convierten en el hombre del momento. Sus medidas relacionadas con el cierre de la cárcel de Base Naval de Guantánamo y promesas de establecer buenas relaciones diplomáticas con Cuba y gobiernos de izquierda América Latina, hace pensar que este será el primer presidente de EE.UU. que no adopte una actitud prepotente hacia el resto de los países de la región. Las verdaderas intensiones de Obama hacia Cuba son desconocidas, incluso por los más cercanos a él.
No me ilusiono con estas nuevas medidas propuestas por el señor presidente de Estados Unidos, coincido con Fidel Castro en su más reciente artículo que trata este mismo tema que no debemos comportarnos como individuos que viven de limosnas. La posibilidad de viajar libremente a los cubanos residentes en EE.UU. beneficia a ambas partes. La política no debe usarse para separar a las familias. Las novedades nos proponen nuevos retos, debemos estar listos y tener las condiciones para recibir a miles de viajeros que esperaban deseosos esta noticia.
Para no pecar por ilusos, debemos como cubanos conocedores de nuestra historia, estar preparados y pensar que el masivo flujo de personas entre La Habana y Miami hace real la posibilidad de que ocurran en Cuba ataques terroristas y sabotajes con bombas. Debemos perfeccionar los sistemas de seguridad en los aeropuertos y prepararnos para que los cambios que se vendrán en un plazo no tan largo no nos sorprendan y perjudiquen. Es hora de poner en práctica todas las nuevas lecciones aprendidas.
Son casi 50 años de bloqueo económico y financiero, he perdido la cuenta de los presidentes de esa nación que desde enero de 1959 han prometido a los sectores anticubanos de la Florida el fin de la Revolución Socialista cubana. Todos ellos llegaron prometiendo y terminaron su mandato sin destruir a Cuba. Durante la campaña electoral Obama viajo a Miami y habló algo sobre Cuba y el tema de la transición.
Este cubano que escribe estas breves líneas ha estado pendiente de la conducta del presidente Obama, de su posición respecto a Cuba e intensiones. Estoy de acuerdo con la reanudación de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos mientras sean basadas en el respeto y la igualdad. Quizás el primer paso sea permitir los viajes a Cuba de los cubano-americanos, a la espera de que elimine la restricción que tienen el resto de los ciudadanos norteamericanos de viajar libremente a Cuba. Hay que tener los pies sobre la tierra y no esperar más que lo planteado anteriormente. Pedirle a Obama que devuelva el territorio en el que está enclavada la Base Naval de Guantánamo y que ocupa ilegalmente y que acabe con el Bloqueo es pedir demasiado. No es que sea pesimista, pero hay que ser realista, no es el presidente en los Estados Unidos el hombre más fuerte. Alrededor de el hay círculos de poder que aportan grandes sumas de dinero a la campaña electoral y luego exigen beneficios. Si Obama se pasa de bueno en su política hacia Cuba puede terminar como J.F. Kennedy.
Aplaudo la nueva medida y espero paciente, atento y con una pizca de optimismo nuevas medidas que contribuyan a la paulatina normalización de las relaciones con el Gobierno de Estados Unidos.
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