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viernes, marzo 06, 2015

En la piel del otro, Maria Barbal

Trad. Concha Cardeñoso Sáenz de Miera. Destino, Barcelona. 2014. 312 pp. 20 €

Amadeo Cobas

La memoria padece siempre grietas por las que se cuela la luz, fisuras que resquebrajan su entereza hasta volverla endeble, susceptible de modificaciones, enmiendas, distintas versiones de cada recuerdo. Es dable al que rememora que fabule, engrandezca sus dones o tergiverse a su antojo, todo ello en aras de la mayor belleza de lo narrado o de su autobombo. ¿Por qué no? Nadie conocerá los hechos con precisión más atinada que quien participó en los mismos. ¿Nadie?...
Mi consejo: quédense hasta la página final de esta novela para entender mi introducción. Quédense para contraponer los caracteres femeninos que pueblan esta obra. Hay personajes masculinos, huelga decirlo, y de mérito, pero destacan las féminas. Y lo hacen sobremanera dos: Ramona y Mireia. Compararlas es injusto. Contraponer, como decía hace poco, la fortaleza y determinación de Ramona, su verborrea, saber estar y hasta altanería con la muda discreción de Mireia, su ansia por pasar desapercibida, no tiene parangón. De ahí el éxito de Maria Barbal al oponer los polos opuestos y conseguir no sólo que se atraigan, sino que una se embeba de la otra. Y eso que llevan vidas de lo más divergentes…
Porque Mireia y Ramona compiten. Acaso sin saberlo. Es posible que hayan pasado de ser compañeras en el bachillerato para proseguir sus vidas en los estudios superiores con distancia y un posterior reencuentro, no sé si cabe llamarlo amistad. Que la una tiene el novio equivocado y la otra también, por mucho que «…para Mireia, el mundo era Manuel…».
En esta novela de ida y vuelta, que cobra volumen y cuerpo literario a medida que se acopian los detalles, para retomar el inicio así como declinan sus páginas, dándole sentido y encajando las piezas, los refugiados del régimen franquista viviendo en Francia, su espíritu vivo gracias a los esfuerzos de la asociación Memoria y Libertad, la democracia que llega como un devenir de la Historia, no sin antes padecer los desdenes tiranos, el asesinato de Salvador Allende, por ejemplo, se nos hace saber que «las penas de un hombre son pequeñas y las de todo un pueblo son un dolor infinito».
Desde lo general transitamos hacia lo particular: el amor de antaño y el moderno, reflejado en imágenes deliciosas y claras, «algunas parejas se daban besos amparados por la masa, como si los demás fueran las plumas de su nido», el exilio de trasfondo, los rescoldos de la guerra civil y su amargura; el exilio interior, cobijado bajo el silencio para evitar ser descubiertos por la policía secreta, y el exterior, destacando el de los refugiados españoles en Francia. Todo ello con el indispensable adobo de un lenguaje de traza poética, bien definido y sin recarga, exhaustivo sólo en caso de necesidad: «Entraron en la habitación, la que tenía que haber sido el dormitorio de la pareja. La cálida luz de fuera alegraba las tristes baldosas desgastadas y un somier deformado sobre cuatro patas metálicas».
«¿Tienen eco los suspiros y los besos? ¿Gravitan en el aire?». Maria Barbal logrará convencernos a todos para que digamos que sí…

miércoles, marzo 12, 2014

Haré todo lo que tú quieras, Iolanda Batallé

Trad. Olga García Arrabal. Martínez Roca, Madríd, 2013. 224 pp. 18,98 €

Ángeles Escudero

Dice en la solapa de esta novela que Iolanda Batallé, escritora y editora, ha vivido en Inglaterra, Argentina, Marruecos, Sudáfrica, Estados Unidos y el Baix Empordà. No creo que sea aleatorio ni fortuito que señale este último lugar, respetando, además, la lengua que le es propia. Más bien estoy tentada a afirmar, sin saberlo a ciencia cierta, que este gesto, por sí solo, define como un rasgo de su personalidad la fidelidad a lo propio. Licenciada en Filología Inglesa, periodista y máster en dirección de empresas, ha colaborado en medios como El Observador, El Periódico, Avui, Diari de Girona, RACI y COM Radio, entre otros. La fluidez de su narración tendrá algo que ver con su faceta periodística, seguro. Actualmente reside en Barcelona, donde trabaja como directora de la editorial La Galera y como profesora de la Escuela de Escritura del Ateneo Barcelonés, del Laboratorio de Letras y del máster de Edición de la Universidad Pompeu Fabra. Es autora de La memoria de las hormigas, y El límite exacto de nuestros cuerpos. Con Haré todo lo que tú quieras obtuvo el XLV Premio Prudenci Bertrana en 2013.
¿Un libro es de quién lo escribe o de quién lo lee? Para mí, desde que cae en tus manos se convierte en algo propio, en algo que interpretas y vives a tu manera. Es un riesgo que asumen todos los que escriben. “El lector siempre tiene razón”, yo no sé si esta sentencia (no exenta de polémica) de Marta Sanz, es cierta o no, pero yo, como lectora, sólo puedo reseñar la novela que yo he leído.
Lo que no es Haré todo lo que tú quieras. Por aquí quiero empezar. Si busco en noticias breves que resuman el contenido de la novela publicada, si leo notas de prensa o incluso blogs, siempre encuentro lo mismo… «Nora, una pintora de reconocido prestigio, vive la confortable existencia de la clase alta barcelonesa junto a su marido Roberto, abogado de profesión y con bufete propio. En un viaje, Nora conoce a Nacho con quién iniciará una tórrida relación. A través de él, o por él, Nora acaba compaginando su vida burguesa con otra faceta que nunca pensó que llegaría a desarrollar». Es injusto para la novela y para la autora, resumir en esta escueta síntesis lo que es esta historia. Por eso me atrevo a decir que decepcionará a las personas que integren la siguiente lista:
Quien espere sólo una novela erótica.
Quien espere sólo una novela romántica.
Quien incluso espere sólo un cóctel genial de ambos ingredientes.
Haré lo que tú quieras es todo esto pero, sobre todo, es un viaje interior. No es algo evidente, está como agazapado, escondido en la inmediatez de la historia y en la sensualidad de la novela. Pero el erotismo en esta novela es una máscara, o una excusa. La finalidad es esa búsqueda, ese viaje interior que realiza la protagonista, quizás sin querer, pero que una vez en marcha, ya no se puede parar.
La voz de Iolanda es camaleónica y personal. Mientras lees, en ocasiones, puede que sientas desconcierto o turbación. Es como creer que van a lavarte en una bañera con agua tibia, un jabón oloroso y unas manos suaves, y que un guante de crin te frote hasta vapulearte los sentidos. Esa es una de las razones por las que me parece que la traducción de la novela del catalán al castellano ha debido tener una especial dificultad. Olga García Arrabal consigue, no obstante, que no se pierda ese estilo tan personal, en ocasiones difícil, que tanto nos gusta a quienes nos gusta que nos guste leer.
El inicio de la novela es más que sugerente. Incluso juega, conscientemente, a la confusión, al narrar dos historias a la vez. Cuando consigues ubicarte te encuentras de lleno metida en la trama, asaltada por un lenguaje fresco, una narración ágil y por unas imágenes que difícilmente podrían dejar indiferente a quien lee. Un avión, una situación que rezuma erotismo, y una protagonista que, ya desde el principio, pone palabras intensas a unos pensamientos profundos y complejos, como ella misma. Nora no es un personaje plano, ningún personaje lo es, ni siquiera el que parece querer serlo.
Del arranque de la novela, destacaría también que hay señales. Por ejemplo, desde el principio se intuye que la frase del taxista: «Me llamo Paul Smith Page, pero de estos dos apellidos solo uno es de verdad», tendrá una relevancia en algún momento. Y la tiene, justo cuando debe, cerrando un círculo, con intensidad pero sin fuegos de artificio. Otra señal, que guarde cerca un trozo de neumático que huele en un acto que a mí me pareció siempre más de consuelo que fruto de un trastorno obsesivo compulsivo.
Una cosa que ha conseguido conquistarme es la capacidad de la autora de provocar en mí el tener que releer una frase, subrayarla, escribirla en un papel, y pensar. De éstas hay varias. La primera, casi al principio dice: «El mar lo cura todo. La voluntad también». Hay toda una teoría sobre cómo desde el interior podemos cambiar el exterior, modificar la realidad. De hecho, en la película documental ¿Y tú qué sabes? se expone, desde la perspectiva de la física cuántica, cómo se explicaría esto. Las tesis que se exponen son fruto del estudio del cerebro humano y de cómo está en continua actividad creando conexiones nuevas. De forma consciente nuestros pensamientos pueden influir en la realidad. Se analiza, incluso, que nuestra conciencia influye no sólo en lo que está a nuestro alrededor, sino también en nuestro futuro. Interesante, aunque en ocasiones algo cuestionado por la comunidad científica. Llaman a esta física cuántica, la física de las posibilidades. Justo en esto pensaba cuando he estado tentada de no creerme algunas relaciones o algunas reacciones, cuando sentía que había una vuelta de tuerca de más en la historia, cuando las casualidades me parecían evidentes, ¿No nos sorprende el azar a veces? Y, ¿No somos lo suficientemente complejos para que cualquier posibilidad sea plausible? ¿Hay dos relaciones iguales en el mundo? Además, Iolanda consigue hacer verosímil lo extraordinario, lo increíble, real. Esa habilidad creo que es fruto de su capacidad por ambientar las escenas dentro de lo cotidiano, le da verosimilitud. ¿Quién no se ha sentido anónimo en el bar de una parada de metro?
Como en el documental, la autora hace referencia a la puerta que Alicia en el país de las maravillas atraviesa para encontrarse con un mundo diferente y con ella misma. Ahí comienzan los dos viajes. Nora abrirá su puerta interior, destapando así la caja de Pandora.
Nora, nuestra protagonista, es una mujer compleja, con una vida que, al menos en apariencia, parece envidiable. Y, más que ser misteriosa, yo diría que oculta algo, que guarda celosamente un secreto. Y, no me equivocaba. Los motivos para que todo cuanto arrastra en la conciencia, todo cuanto lleva a la espalda como un fardo donde no cabe ni un trocito más de pasado, salga a la luz es consecuencia del cambio que va sufriendo (o viviendo) Nora. Como dice la canción de Mercedes Sosa, Cambia todo cambia. Cambia o evoluciona o, simplemente, despierta. Abre los ojos y se encuentra con una realidad diferente y, cómo ella, tampoco ya volverá a ser la misma. Su universo, su cosmos (ese todo ordenado según los griegos), se tornará caos. Su casa, su marido, sus dos hijas, su abuelo, todo se verá afectado. Y, la autora lo dice tan bonito que no me resisto a parafrasearla: «Le sorprendió una evidencia: que gente a la que no conocemos de nada o situaciones totalmente anecdóticas nos pueden cambiar la vida. A veces un desconocido puede ser la puntuación que cambie nuestra frase».
Decía al principio que la novela me pertenece, que es mi interpretación lo único que puedo ofrecer. Y, Nora, también es un poco mía. En un momento de la novela, su marido le dice: «La gente cuando está cansada para, tú no». Esta frase me afectó por dos motivos. Porque comencé a intuir que Roberto era bastante más de lo que parecía, y porque me identifiqué con esa sensación. La de no poder parar, y si estoy cansada sigo un poco más, es como cuando vas cuesta abajo corriendo, parar se antoja siempre más difícil que seguir. Y, salvando todas las distancias entre nosotras y entre nuestras vidas, hay otra frase que podría haber firmado yo: «No entendía que pudiese haber personas en el mundo con carreras o hijos que no tomasen café». Y la última conexión que señalaré: las reflexiones de Nora están muy cerca de la filosofía. Sólo un ejemplo (y hay muchos): «Todo lo que parece una cosa en el fondo no lo es y podría ser otra cosa».
Sólo tengo un reproche que hacerle a la autora. Me falta que Julia, su amiga, tenga voz, presencia. Aunque nadie dijo que la finalidad de las historias, las ficticias o las reales, sean ser justas, creo que este personaje en particular es víctima de una de esas injusticias que se manifiesta en la indiferencia. Está en situaciones complicadas, pero ¡Qué poco se nos dice sobre lo que siente, sobre lo que piensa o vive!
Y, está Nacho. El punto de partida. ¿Quién es Nacho? ¿Quién o qué es, ese desconocido que la hace sentir cosas que no conocía y que sabe que ya no podrá vivir sin volver a sentir? ¿El hombre que la conquista, el que la ama, el que la utiliza? Tampoco es un personaje plano, tiene no sólo un presente complejo sino también una historia detrás, contundente e intensa. Este personaje, al que será tan fácil amar como odiar, verbaliza otra de las frases que me han hecho detenerme y pensar: «No me da miedo morir. Lo que me da miedo es no entender la realidad». Nacho, el que comienza el juego, el que impone las reglas, el que cambia la perspectiva vital de Nora, también se verá afectado por el cambio que él ha provocado. Nora, a través de él, a través de su viaje, de sus decisiones, llegará a ser no lo que quiere él, no lo que quieren los demás, no lo que esperan. Nora cumplirá el imperativo de alguien importante en la trama, su abuelo, «Sé tú», le decía. Y Nora, llegará a serlo.


Iolanda Batallé: «Las mujeres me dicen: has escrito la novela que todas queremos leer»

Último Premio Prudenci Bertrana, uno de los más prestigiosos en lengua catalana. Varias semanas en las listas de más vendidos en catalán. Podríamos llamar a Iolanda Batallé "fenómeno" si no resultara obvio que lo es. Aunque no de las ventas, sino de la vida. Editora y escritora, Batallé contagia un extraño entusiasmo por todo lo que toca. Y tiene ese olfato raro de los gatos viejos del sector editorial. Si alguien la acusa de oportunismo en la elección del tema de Haré todo lo que tú quieras, estará en un error: sus lectores sabemos que este nuevo libro suyo contiene lo mejor de los anteriores, un «estilo Batallé» que se caracteriza por contar con profundidad cosas en apariencia banales, y por hacerlo con la convicción de quien tiene mucho por decir. En esta entrevista, la escritora nos revela algunas claves que nos permtirán leerla de otra forma: qué es para ella el éxito, con qué ingredientes cocina sus libros o  qué se trae entre manos.

Haré todo lo que tú quieras comienza en un avión con un encuentro muy estimulante (y muy tórrido). ¿Es consciente de que después de leerla no hay ninguna mujer que suba a un avión como lo hacía antes?
Sí, lo sé. ¡Ni ningún hombre! Me encanta. Es maravilloso. De hecho me llegan muchos mensajes de personas que quieren volver de Londres en British Airways. Las mujeres me dicen: has escrito la novela que todas queremos leer. Y yo feliz. Escribir, como bien sabe usted, es muy solitario, y ver que tantos lectores están conectando con esta historia me parece maravilloso y un regalo precioso después de años de trabajo.

La novela, además de contar una relación sentimental marcada por el erotismo, hay también mucha reflexión sobre la vida, sobre el sentido de la existencia y también sobre las consecuencias de la muerte. ¿Al fin y al cabo erotismo y muerte están cerca, como siempre nos ha dicho el tópico?
La vida y la muerte están muy cerca. En Haré todo lo que tú quieras de lo que hablo entre líneas es de una bajada al infierno vestida de Belle de jour. Lo que hace Nora es conseguir vencer su propio miedo. El corazón de la novela es cómo uno se enfrenta y acepta sus más oscuras necesidades. Y esto es un tema tan antiguo como Los viajes de Hércules: las pruebas personales que le llevan a uno a entenderse y a saber quién es (si esto es posible). Veo esta novela como un ritual. El ritual que inicia Nora para descubrir quién es ella. Y como siempre no hay ninguna meta, allí donde al principio había puertas cerradas ahora las abre. Lo que me interesa es que el ritual de Nora lleve a cada lector a abrir sus propias puertas. Y aquí entendemos este erotismo como vía de conexión con las fuerzas primitivas, liberadoras. Y el atreverse a entrar en terrenos ocultos. ¿La muerte?


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miércoles, septiembre 11, 2013

Memoria de unos ojos pintados, Lluís Llach

Trad. Rosa María Prats. Seix Barral, Barcelona, 2012. 400 pp. 20 €

Cristina Davó Rubí

Es de sobra conocido el talento del cantautor catalán Lluís Llach (Girona, 1948). Si bien nos tiene acostumbrados a canciones de letras intensas, profundas, comprometidas, ahora nos sorprende con un debut literario a la altura de sus posibilidades, Memoria de unos ojos pintados, una novela que es a la vez la crónica de una época muy concreta en nuestro país, y una bella historia de amor entre dos jóvenes de la Barceloneta, un barrio humilde de gente trabajadora y colectividad solidaria. La forma en que Llach ha conjugado un tema durísimo con la delicadeza de una relación prohibitiva es simplemente magistral. Además de retratar aspectos esenciales de la Cataluña de la primera mitad del siglo XX, la novela se convierte en un homenaje a todas aquellas personas que sufrieron la Guerra Civil y el exilio.
Retirado de los escenarios desde 2007, el propio autor reconoce que nunca hubiera pensado escribir una novela, que fue algo azaroso. Dueño de un tiempo libre que antes no tenía, Lluís Llach se reencontró con el placer de la lectura. Y a raíz del encargo de un guión para un amigo, se puso a escribir y sintió la necesidad de contar cosas. El resultado es esta novela vertebrada por la historia de Germinal y David, criados juntos y que juntos descubren la vida, el amor y la amargura. Porque más allá de la descripción de los años de la II República, la lucha, los ideales, atropellados por el estallido de la guerra, las batallas y los escarnios, queda el amor incondicional de los dos amigos. Un amor que todo lo puede y que no es truncado ni siquiera por la muerte. No importa la homosexualidad, no importan la distancia ni el dolor.
Por otra parte, no deja de sorprender la magnitud de esta novela para un hombre acostumbrado a escribir pequeñas historias, pues eso son las canciones; el hilo narrativo de esta obra para un poeta. Así, es evidente que Lluís Llach está dotado del don de la escritura. La estructura narrativa de esta novela se basa en la conversación del viejo Germinal con un director de cine interesado en hacer una película sobre esa época. De esta forma cada grabación forma un capítulo que se construye como un relato breve de la historia lineal que va narrando el protagonista. Son numerosos los personajes que aparecen, cada uno con su correspondiente importancia en el argumento, perfectamente caracterizados y desarrollados todos ellos. La narración destila un realismo impresionante, con el uso de una prosa sencilla, directa, y descripciones de una gran fuerza e incluso crudeza. Pero también cuenta con pasajes de belleza extraordinaria, especialmente los dedicados a hablar de ese microcosmos que era la Barceloneta (que Llach tan bien conoce y recrea) y de los sentimientos de los personajes. La despedida de la amiga que emigra a Argentina con sus padres, la visión del padre como un ser superior, la gente que llega desorientada a la estación de Barcelona, los bombardeos, la muerte de la otra amiga, los encuentros sexuales, los soldados en la batalla del Ebro, o David en el pelotón de fusilamiento. Imágenes que se quedan grabadas en nuestra retina aunque solo sean palabras. La venganza final es quizá la escena más novelesca, pero no desdice del conjunto argumental, incluso sirve para aumentar el dramatismo y contribuir al sabor agridulce que nos deja finalmente esta magnífica historia. Una pequeña redención para el atormentado protagonista.
En resumen, Memoria de unos ojos pintados (título que alude a la costumbre de Germinal de pintarse la raya de los ojos y que denota la personalidad del personaje así como un gesto definitivo en su vida) es una buenísima lectura, una lectura inteligente no apta para todos los públicos por su dureza, y también por su ternura.

miércoles, junio 05, 2013

La rocambolesca historia del transportista Pere Bitxo, Ramon Fontserè

Trad. Carles Alcoy. Tropo Editores, Zaragoza, 2013. 151 pp. 17 €

Rebeca García Nieto

Además de estar inmerso en la promoción de La rocambolesca historia del transportista Pere Bitxo (Tropo Editores, 2013), el polifacético Ramon Fontserè está representando en el Teatro Pavón de Madrid El coloquio de los perros, una adaptación libre de la novela ejemplar de Cervantes, obra que dirige y además protagoniza. Además, en unos meses, va a comenzar el rodaje de una nueva película con David Trueba, Vivir es fácil con los ojos cerrados, con el que ya trabajó en Soldados de Salamina.
Se podría decir que La rocambolesca historia del transportista Pere Bitxo es una novela felliniana, o berlanguiana, como dijo David Trueba en la presentación del libro en Madrid. El actor Juanjo Puigcorbé definió como berlanguiana “una situación coral aparentemente caótica o esperpéntica”, adjetivos estos muy apropiados para describir el libro que nos ocupa y también la realidad que se refleja en él, dicho sea de paso. Sabíamos que España era berlanguiana, pero Fontserè nos muestra que Cataluña, al menos la zona rural catalana que se retrata en el libro, también is different. En otras palabras, que la Cataluña rural donde transcurre la novela también forma parte del Imperio Austrohúngaro.
El libro narra veinticuatro horas en la vida de Pere Bitxo, desde que ve salir el sol, «Un sol de oferta turística, tipo Marina d´Or, conservado durante la noche al baño María en Netol abrillantador», hasta que empieza «el sueño de los justos». Lo que hace especial a Pere es la carga que lleva en su furgoneta, «cuatrocientos treinta kilos de pecado»: una pareja de travestis y las chicas del club de alterne Complicité. Junto a Pere encontramos una troupe de personajes secundarios entrañables: Vicenta, “la coordinadora general del Complicité”; el Tempranillo, un eyaculador precoz; Lluis XVI, cuya esposa ha iniciado una guerra de guerrillas contra el Complicité para vengarse por las correrías de su marido…
Todos ellos, según cuenta Fontserè, son personas que ha conocido en la vida real: «Son personajes especiales, pintorescos, que me acompañaron durante la juventud. A pesar del paso del tiempo, no he perdido el contacto con ellos. Lo que más admiro de estos antihéroes es que están  —o estaban, ya que alguno se quedó por el camino— siempre felices y contentos, a pesar de la vida de perros que llevaban muchos de ellos». Tal y como se dice en el libro, estas personas del mundo rural «proporcionan la posibilidad de contemplar gratuitamente un espectáculo mucho mejor que cualquier película o representación de teatro».
Confiesa el autor que ha escrito este libro para divertirse, y eso se nota. La rocambolesca historia del transportista Pere Bitxo aspira a algo que parece más sencillo en la teoría que en la práctica: hacer pasar un buen rato a los lectores. En este sentido, el libro cumple con creces ese objetivo. No obstante, aunque las risas están aseguradas, hay que tener en cuenta que Fontserè es un observador muy agudo, por eso, pese al tono hilarante del libro no se olvida del lado más sórdido de los “bajos fondos”: el drama del pirómano que se rinde al impulso de quemar su casa con toda su familia dentro, el sepulturero que se prepara un par de rayas de farlopa encima de un féretro para sobrellevar su duro día a día… Al igual que sucede en las obras de Els Joglars, compañía teatral que actualmente dirige, la primera incursión en la ficción de Ramon Fontserè combina a la perfección el divertimento, la ternura y una buena dosis de sátira. Como él ha dicho en alguna ocasión: «La sátira es el elemento más civilizado para protestar contra las irresponsabilidades y frivolidades», algo muy necesario en los tiempos que corren. En resumen, un libro para pasar un buen rato y algo más.