Uno de los problemas que aquejan al cine actual es el montaje frenético, desordenado, caótico, rápido e imposible de seguir de la mayoría de las películas. Encontrar hoy un plano secuencia es casi utópico. Quizá sólo Brian De Palma sea capaz de rodar más de dos minutos sin cambiar de plano, como demostró con el espectacular y larguísimo plano secuencia de Atrapado por su pasado (una muy estimable película que no parece estar demasiado reconocida más de una década después de su estreno y que desde aquí recomiendo). El plano secuencia que abre Sed de mal es sólo uno de los motivos para alabar esta maravilla de Orson Welles.
El director de Ciudadano Kane convirtió un guión por lo visto horrible, basado en una novela que el cineasta nunca llegó a leer antes de rodar, en una maravillosa intriga de corrupción, violencia, traición y amor. Con un reparto espectacular, del que él mismo formó parte, creó una de las cumbres de su carrera. No es descabellado decir que ésta es una de las mejores interpretaciones que hizo nunca Janet Leigh, a pesar de que actuó con un brazo roto y escayolado que hubo que ocultar en la mayoría de los planos. Welles siempre destacó la profesionalidad de Charlton Heston, aunque escucharle en la versión original hablando en español (su personaje es mexicano) chirría bastante. Impagable es el propio Welles como policía corrupto e inolvidable es la breve participación de Marlene Dietrich.
El de Orson Welles es hoy un nombre con una reputación inmensa, pero en su época no lo era tanto. No porque no se apreciaran sus cualidades como director, sino porque tuvo inmensos problemas económicos y artísticos en casi todas sus películas. Sed de mal supuso su regreso a Hollywood después de unos años de exilio en Europa. Rodó sin problemas la película, pero no pudo supervisar el montaje ni tampoco unos días de rodaje adicional, en los que llegó a implorar a Heston y Leigh que no participaran. Welles envió al estudio un memorándum de 58 páginas para explicar la película que él tenía en mente, pero el montaje que se estrenó fue muy distinto. Hubo que esperar hasta 1998 para ver la versión que Welles hubiera querido estrenar. Por supuesto, el director no llegó a verla, ya que murió en 1985.
La influencia de Sed de mal es muy grande, incluso en cosas que el gran público desconoce. En la película hay un encargado de motel que borda Dennis Weaver, actor hoy más conocido por ser el protagonista del primer filme de Steven Spielberg, El diablo sobre ruedas. Alfred Hitchcock confesó años más tarde que ese personaje fue la inspiración para el Norman Bates de Psicosis. Aunque al principio Welles renegó de esta película (lógico, teniendo en cuenta que su visión quedó muy lejos de la que se vió en los cines, aunque ésta ya era sobresaliente), con los años admitió su calidad e incluso llegó a decir que era su mejor película. No sé si la mejor, pero sin duda una película para enseñar a las futuras generaciones.