No puede quedar mucha gente que no conozca con más o menos detalle a Mortadelo y Filemón. La historieta de Francisco Ibáñez, que ronda los 200 álbumes publicados, ha entretenido a tantas generaciones de chavales y no tan chavales, que resulta imposible acercarse a cualquier adaptación que se pueda hacer con la mente limpia. Quizá eso fue lo que más en contra jugó de la primera aproximación que hace ya más de una década intentó Javier Fesser, La gran aventura de Mortadelo y Filemón, penalizada por su prácticamente imposible salto a la imagen real aunque recibiera bastantes elogios. Pero con Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo Fesser ha dado en el clavo y ha realizado la perfecta película de los agentes secretos más populares del tebeo español. Desternillante, divertida, inteligente y muy fiel al original, la película es puro Ibáñez. Por eso, efectivamente, supone revivir las sensaciones de leer cualquier álbum de los personajes pero con la magia de verles (y oírles) en una sala de cine.
La conclusión obvia es que Mortadelo y Filemón encuentran en la animación en 3D el vehículo ideal para mostrarse como realmente son. Eso sí, desarrollando esa idea es innegable que Fesser despliega en la pantalla todo lo que hace de estos personajes lo que son. Aunque parezca lo mismo, no lo es, porque el cine requiere de otro lenguaje. Comparten el gag visual, inseparable de los tebeos de Ibáñez. Pero el acierto es enorme porque lo que hace Fesser es llevar a los personajes a su terreno respetando por completo las viñetas que les son propias. En otras palabras, esto no es un tebeo pero a los aficionados a Mortadelo y Filemón les va a provocar las mismas sensaciones de diversión. ¿Por qué? Porque comprende a la perfección cómo tienen que hablar los personajes y el universo en el que se mueven en su salto a un medio completamente diferente. Eso era quizá lo más discutible de La gran aventura de Mortadelo y Filemón, que llevaba a los personajes al terreno del propio Fesser, pero aquí no sucede eso.
Como el respeto es absoluto, el de Fesser a la historieta y el del salto del cómic al cine, el resultado es brillante. La película se mueve al mismo golpe de porrazo que las aventuras de Ibáñez, sin que le importe cambiar de tercio cada poco tiempo (ojo a la primera secuencia en la que aparecen Mortadelo y Filemón, tan sorprendente como brillante) y con un humor completamente español y en ese sentido algo marciano, y lo hace en el mismo subtexto que el tebeo, aquel en el que importan las aventuras de los personajes principales pero también lo que sucede y lo que se ve a su alrededor. De esta forma, Fesser introduce tantos guiños, chistes y referencias que obliga al espectador a volver a ver la película o a debatirla con otros espectadores para cazar muchas más de esas cómicas alusiones. Y lo hace, lo cual tiene más mérito, sin despistar de lo que es el foco de atención: Mortadelo y Filemón en una de sus misiones secretas, divertida como la que más pero con una ventaja a su favor: la magia del cine.
Eso se plasma en un espléndido reparto, que contribuye decisivamente a dar vida a la cinta. Karra Elejalde como Mortadelo y sobre todo Janfri Topera como Filemón logran una caracterización memorable, hasta el punto de que consiguen que el espectador olvide que está viendo una película de dibujos animados. A partir de ahí, Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo es una montaña rusa de ritmo bestial y divertimento absoluto, capaz de entretener a pequeños y a mayores porque al habitual y necesario catálogo de golpes y porrazos se suman chistes inteligentes entre los que destaca una memorable sátira sobre la televisión en España que concluye en el guiño final que corona unos créditos finales llenos de esos pequeños detalles que enriquecen a una película. Mortadelo y Filemón ya tienen una película definitiva y es esta. Lo es porque satisface sin duda los mejores sueños de Ibáñez como creador, pero también los de Fesser en su doble vertiente de aficionado y de director. Y así es imposible que Mortadelo y Filemón fallen.