Desde marzo del año pasado, las clases presenciales dejaron de serlo para convertirse en clases en línea. La casa fue tomada por asalto una mañana por La Bella y su madre trayendo mochilas, cuadernos, uniformes, etcétera.
Adaptamos un espacio para ella en la sala. La casa es un huevo, cuando uno entra, el otro debe salir. Nocierto, exagero. Laura llegó después con computadora, maleta, y su buen humor escondido debajo de los rizos de la melena alborotada.
¡Jesucristo vencedor, aplaca tu ira y tu rigor!
Laura en casa es otro rollo. Pongámonos de acuerdo de una vez, dijo con tono que no admite réplica. Cuando tenga junta a las 10 de la mañana, a las 11, a las 12 y a las tres de la tarde con los jefes, hagan favor de no moverse, ni hablar, ni gritar. Hagan el favor de ser momias impolutas.
Entonces, La Bella en clase, Laura en junta, Liz preparando el almuerzo para los que no tienen prisa en esta arrebatada vida de oropel y perlas desafiantes.
Ladra Cuco, los Tres Huastecos sin Silvio, el camión del gas afuera en la calle grita porque tiene prisa. “¡El gas, el gas, el gas, el gas, el gas!”. Dios, no se le acaba el aire.
“El panadero con el pan,
el panadero con el pan,
el panadero con el pan,
el panadero con el pan.
Tempranito va y lo saca
calientito en su canasta,
pa’ salir con su canasta
por las calles principales…”.
“Llegaron los tamales calientitos, sabrositos, oaxaqueños, verdes y de mole”, grita el tamalero de hoy.
Bendito Dios, qué ruido. Me tapo los oídos en mi recámara esperando que por una mañana el tiempo esté calmo. Suave brisa de cánticos febriles, polluelos chillan en la copa de los árboles pidiendo comida a sus madres, sin dejar el alboroto infantil de pájaros llorones. La lluvia ha dejado olor a tierra húmeda, calor abrazante,
Un caos inaudito. Me voy a la ducha.
-¿Quién quiere café?
-Yo no.
-Yo tampoco.
-Yo menos.
El calor no invita nunca cafés, quizás un helado con el heladero de los domingos.
Guantes tiene su autoexilio controlado. La parte de arriba es para ella sola, para nadie más. Claro que conmigo está hasta las once. Hora de receso, de almuerzo familiar, con media hora de tiempo reglamentario.
Es imposible no enterarse de lo que pasa con La Bella y Laura, todos oímos lo que dicen los del otro lado del monitor. Ni modo, es así.
En esta semana, a La Bella le encargaron hacer una biografía de quien quisiera de su familia.
Quiso hablar de mí.
-¿Abuela puedo hacerte una biografía?
-Si no hay otro remed... perdón, digo, claro que sí muñeca, soy toda tuya.
Con ese necio complejo de inferioridad intrínseco en mí, digo que no hay nada bueno que contar de la MaLquEridA. La vida es triste como pañuelo de puta de callejas oscuras, oteando el horizonte sin más pedir que irse a su casa a descansar. Las putas tienen el síndrome de la negación fortuita.
Ya ven, soy un fracaso, dicen las chachalacas cuereras, habitantes del submundo cotidiano de la infestación temprana de palabras llenas de maldad, malsanas, sólo porque sí. Zarigüeyas con hálito simplón. Hay muchos lugares donde arrojar veneno. Go home, habitantes del humor tedioso.
Aquí no se aceptan oscuros perfiles, la melancolía es una forma de existir sin tener que sonreír todos los días en el acomplejado mundo del positivismo.
Enigüey...
Toca escuchar la biografía de La Bella. Miss Laurita pide a la niña que comience a leer.
-Ejem ejem ejem... la vocecilla de niña hermosa comienza, “Biografía de mi abuela Chiky”.
“Dice mi abuela llamarse Flor de María Almaraz Martínez Flores Sánchez y Ruíz. Nació en un pueblito a las afueras de la Ciudad de México en el año en que los patos aprendieron a tirar a las escopetas. ¡Bang!”.
El silencio se hizo emocionante, escondida detrás de la puerta de la cocina, escuchaba emocionada lo que iba leyendo la niña. Liz Cristina observaba a su hija. Ha crecido enormidades, ¿cómo no amarla?
“La abuela escribe en un blog llamado la MaLquEridA desde que el pp la atrapó en sus garras. Escribe cuentos para niños”, dijo.
Entonces se oyó un estruendo de vocecillas chillonas: “Dinos cómo buscamos el blog de tu abuela, Natalia”.
“Sí, sí, sí, sí, dinos cómo la buscamos”, dijo Miss Laurita.
-¿Podemos conocer a tu abuela, Natalia?
-Sí, Miss, pero le da pena porque se le cayó un diente y le da mucha vergüenza reírse.
-No importa, dile que no pasa nada.
Así las cosas, fui a sentarme frente a la computadora, poniendo mi cara de ”soyunaseñoradeperfilatropellado”, no me miren, plis”.
He de decir que fui la más sorprendida del recibimiento que me dieron los niños y la Miss. ¡Ouch, qué pena tengo!
La miss dijo palabras muy bonitas, me mandó un abrazo aunque no me gusten. Mefelicitó porque no me dejé amilanar por una enfermedad de pacotilla.
Los niños querían entrar a la MaLquEridA, pero recordé que escribo cosas no muy aptas para niños, aunque déjenme decirles que como los oigo en clases saben más que lo mucho que me jacto.
Tal como Sócrates dijo allá por los años en que mi nacimiento no estaba en puerta: “Yo sólo sé que no he cenado, digo, que no sé nada”.
Dado que este cuento ya se hizo muy largo, les diré que quedé de enviar tres de los cuentos para que los leyeran y me dijeran si les gustaban. Miren que no hay público más crítico y sin piedad que los niños.
Una parvada de colibríes alborotados queriendo saber. Eso nomás. Saber.
It’s ol, mai friends, ay lov yu veri much, everiting ol of os.
Chaíto