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28 de mayo de 2012

Dónde lees tu (Sem IV)


Fotografía de:Jose P. Gegúndez. Para el concurso Dónde Lees Tu.

-Te quitaste la peineta; yo el sombrero. Bajo la luz de la luna, desnudos, bailamos en el fondo del lago.@dondeleestu
-El mago sacó la Luna de la chistera. Todos esperaron impacientes que volviera a sacar al Sol, pero la función había terminado.@dondeleestu
-Tras regresar de un viaje a la Luna, él sacó de la chistera otro maravilloso viaje al centro de la Tierra, y nos prometió más.@dondeleestu
-Me quité el sombrero ante tan majestuoso espectáculo. La Luna me dedicó entonces su mejor sonrisa. @dondeleestu
-El viento que no había se llevó mi sombrero que no llevaba. La Luna que no brillaba cegó mis recuerdos de la vida que no tenía.@dondeleestu
-La Luna estrena sombrero cada 28 días. @dondeleestu
-Cuando Freddy se calzó las garras, ni la luna se atrevió a soñar. @dondeleestu

21 de mayo de 2012

Dónde Lees Tu (Sem III)

Fotografia de Jose P. Gegúndez. Para el concurso Dónde Lees Tu.

-El faro alumbra gacho, en el ocaso, al abismo de ese mar de lágrimas que dejaste al partir. @dondeleestu

-@dondeleestu Cuando ya no hubo barcos, ni mar, ni vida... el gran faro alumbró aún más fuerte; para que nadie ni nada encallara en Tierra.

-Cuando te convertiste en sirena, el faro dejó de tener sentido. @dondeleestu

-Ya no hay faros que pinten la noche. Ya no hay mares con sirenas. Ya no hay nadie que silbe el silencio. Ya no sueño tus besos.@dondeleestu

-Una flor plateada en el acantilado, es iluminada por la luz del faro. La arranqué para dártela. Ahora ya no luce el faro. .@dondeleestu

-Ya no entra la luz del faro por tu ventana. Han alzado un muro entre nosotros. Encárnate en gaviota y vuela conmigo a Luna. @dondeleestu

-El faro cogió sus maletas y marchó lejos. La gaviota se dejó llevar sobre el faro. El acantilado lloró su ausencia sobre el mar. @dondeleestu

15 de mayo de 2012

Donde lees tu (Sem II)

Empecé a sentir paz cuando vi una línea continua. Ese pitido constante significa que pronto estaré @dondeleestu ahora, a tu lado, por fin.

30 de abril de 2012

@dondeleestu (Sem I)

Imagen inspiradora de relatos: Jose P.Gegúndez

Relatos enviados por twitter a @dondleestu:


¡Mira!, ha enloquecido al reconocernos. Busca a tu pollino y subamos en busca de nuevas aventuras.
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-¿@dondeleestu? –me preguntó relinchando.
-En tus sueños. –contesté.
-Sube a mis lomos, sé de un sitio de cuyo nombre no quiero acordarme.

26 de marzo de 2012

8 de julio de 2011

¿Quieres que te cuente otro cuento?

Mientras peinaba a sus muñecas, Lucía hablaba con ellas:
-Tú eres mi preferida, mi papá te trajo de donde viven los ingleses, hay un letrero que dice “te quiero”, eres blandita y cuando estoy triste te puedo apretar y apretar. “Muaccc”; yo también te quiero... No llores payasote, ven que te ponga bien el gorro; mi papá también me pone gorros... Tú, no seas tímida, no te pongas roja, cállate; a mí a veces los cuentos que me lee papá por las noches tampoco me gustan, pero me tengo que callar, o el hombre del saco vendrá a por nosotras... Tú eres mi primera muñeca, siempre has estado conmigo; vamos a todos los sitios juntas; duermes conmigo, por eso te he arrancado los ojos, para que no veas a papá después de que me lea cuentos...

1 de julio de 2011

Anda de día que la noche es mía.

-Francisca, ¿por qué te ha dado por leer ahora por las noches? –dijo Brígida mientras contaba los puntos que daba con el ganchillo.
-Es lo único que me hace no escucharla cuando viene...
-¿A quién?
-¿Acaso no la oyes tú; acaso no la hueles?
-¡Oler a qué!
-A cera. No me distraigas, Brígida, o vendrán a por mí.
-Llaman a la puerta; voy a abrir.
-¡Shhh! Calla; apaga la luz; asómate por el ventanuco y dime que ves.
-Hay un hombre; porta un... una cruz, si, una cruz.
-¡Diantre! ¿Hay alguien más?
-¿Dónde vas?... ¡no salgas!
Tras unos minutos entró Brígida con un gran cirio encendido en la mano.
-¡Oh, pobre Brígida, venían a por ti!
-¿Quién?
-La Santa Compaña.
-La santa ¿qué?... Mira Francisca, hoy estas muy rara. Ese hombre me dio este cirio para ti. Me marcho para casa. Anda de día que la noche es mía... ¡Ja ja ja! –se despidió Brígida soltando una espeluznante carcajada.

24 de junio de 2011

Tulipanes blancos.





De regreso a casa tropecé con una piedra en el camino y estampé la bici contra un muro de piedras. Caí de bruces sobre unos tulipanes rojos. Intenté incorporarme, pero apenas pude sentarme; el golpe fue muy fuerte. Mientras esperaba que viniera alguien en mi ayuda, creí ver entre las flores un pequeño ratoncito. Me fijé un poco mejor, y aquel pequeño ratoncito resultó ser una chica diminuta. Me acerqué aún más y vi que estaba, sentada en una ramita seca, leyendo un libro. La joven sería de mi edad; le pregunté qué estaba leyendo. No me sonaba ni el título ni el autor, pero según contaba, parecía interesante. Ella preguntó si yo quería acompañarla a su casa, un viejo molino justo al cruzar el canal; tenía más libros que podía prestarme. No lo pensé mucho; acepté la invitación, y abandoné todas mis pertenencias, allí tiradas.

17 de junio de 2011

Con tacto.



-¿Abuelo, por qué te gusta leer en el salón?
-Me gusta leer en el salón porque así hago compañía a tu abuela.
-¿Y no te molesta el ruido de la tele?
-Para nada. Cuando leo, pongo todos mis sentidos en el libro y me dejo llevar. A veces, si me concentro, el ruido de la tele parece que narre la historia. Ahora mismo estaba leyendo sobre un peluquero que tiene en su barbería cientos de canarios, y los estaba escuchando cantar.
-¿Me dejas probar a mí, abuelo?
-Por supuesto. Ven; siéntate en mis rodillas y ten el libro.
-¿Tengo que cerrar los ojos como tú?
-Si quieres intentarlo… Pasa ahora tu dedo por encima de las letras.
-¿Así?
-Si pequeño. Lo haces muy bien.
-¡Abuelo, abuelo! Creo que empiezo a escuchar a los pájaros.  Son como… si salieran de la tele.

10 de junio de 2011

Llegas tarde.

    Iba por el bosque, zarandeando la cestita, cantando, entreteniéndose en tonterías. A lo lejos vio un lobo por el camino que tenía que coger. Se quedó quita y callada por unos instantes. Decidió entonces coger un atajo.
    Llegó a casa de su abuelita y llamó a la puerta.
    -¡Pasa! –gritó ella –está abierto; estoy arriba.
Mientras subía por las escaleras volvió a escuchar: -¿Qué has traído esta vez en la cesta?
    -Tomates fritos verdes.
    -Creo que me gustará; tráemelo a la habitación; ya sabes que me gusta devorar libros en la cama. Y deja la cesta colgada, junto a las otras, que luego tropiezo con ellas. Si has traído los periódicos, déjalos sobre la silla, ya los leeré luego.
    Cuando dejaba el libro sobre la cama, escuchó tras de sí a su abuela decir entre dientes: -¿Cerraste la puerta, nietecita?... hay un lobo merodeando por la casa…

Nadie me entiende.

-Padre, últimamente  Rosi está muy rara, apenas duerme por las noches, por las mañanas no se levanta hasta muy tarde. Cuando intento despertarla empieza a decir cosas incoherentes, ininteligibles, y cuando habla claro, es solo para blasfemar. Antes leía en la cama historias de princesas ahora lee historias de terror: sobre vampiros, casas encantadas… Ha cogido la costumbre de ir por las noches al cementerio ¡a por flores!, me tiene la casa llena de cestas con ellas. Colecciona necrológicas de los periódicos… Padre, ¿cree que esta poseída por el demonio?... Tal vez deberían  exorcizarla…
-Hija, no se preocupe. Usted rece al Señor para que el cambio sea rápido. Ya se acostumbrará. Está en una etapa muy complicada.

Inmediatamente después de la llamada al párroco, llamó a su amiga:
-¡Ángeles! La cosa se ha complicado bastante. Llama a tu hermana Mercedes y vente cuando puedas para Almansa…

6 de junio de 2011

La silla de Pinocho (5 Mayo 2011)

Soy una silla vieja y cansada. Olvidada en el despacho biblioteca de mi amo. Ya nadie viene por aquí. Echo de menos a Lucía; sus primeros pasos en el mundo de la lectura: “Mi mamá me mima...”,  sentada sobre mí, mientras su padre veía en ella los ojos de su madre.
Estoy sola, ya no queda nadie, ya no hay libros, ni nada. Solo un periódico que no para de recordarme el día de mi abandono.
Un día vi a Lucía entrar en el despacho, con un libro en la mano. Creía que iba a quedarse y sentarse sobre mí, como en los viejos tiempos;  se limitó a mirar el pasado.
Ahora solo vienen sucias palomas, ¿querrán ellas leer? Mucho me temo que no. Tengo que coordinar mejor mis patas, si muevo solo dos, tal vez pueda acercarme a la puerta y salir en busca de algún lector.

Club de los cinco (28 Abril 2011)




Todos los sábados por la tarde acudíamos a nuestra cita en el granero. Subíamos por unas escaleras de madera que conectaban a una pequeña habitación con  un viejo televisor en el centro. Nos sentábamos en frente suyo, y al que le tocaba leer ese día, lo enchufaba  y sintonizaba uno de los cinco canales, su propio canal. Tardaba un poco en reaccionar, pero pronto empezaba a aparecer una lluvia de puntos blancos y negros. Es cuando se empezaba a leer una historia. Hipnotizados todos por el ir y venir de los puntos, íbamos viendo como se transformaban en el cuento narrado.
Fue Ana, la única chica del grupo, la ultima en leer una historia frente al viejo televisor. Con forme íbamos creciendo, iban apareciendo interferencias causadas por pensamientos que se mezclaban con lo contado. Aquel día no se vio nada del cuento, solo apareció ella besando a otro.

En mi memoria (16 Mayo 2011)

Vivíamos yo en el segundo piso y tú en el primero. A los dos nos gustaba leer por las tardes en la escalera. Yo me sentaba en el último escalón, y tú en el primero; veinte eran los que nos separaban.
Un día, sin saber por qué, me senté a leer en el penúltimo escalón; tú, como siempre, continuaste  en el primero. Al día siguiente estabas sentada en el segundo peldaño, sonriéndome; ya solo nos separaban dieciocho. Seguimos con el juego del escalón, un día uno bajaba, otro día el otro subía. Por fin llegó el día que me tocaba sentárteme a tu lado. Bajaba despacio,  preguntándome qué pasaría. ¿Hablaríamos?, ¿nos besaríamos?... ¿o simplemente leeríamos juntos?  Pero cuando me iba a sentar, tu abuelo gritó desde abajo que fueses a casa inmediatamente. Y, antes de cerrar la puerta, escuché salir de su boca: -¡Rojo de mierda!

Frágil y Libro Inédito (9 Mayo 2011)





Frágil
Encerrado en mi burbuja, en mi burbuja del tiempo. El tiempo que detiene es mi tiempo, tiempo de leer, tiempo que nunca tuve. Ahora todo pasa a mi alrededor, mientras leo en mi burbuja, todo se derrumba.

Libro Inédito
Estaba sentado frente al ventanal,  releyendo mi próxima novela, esperando que hicieran una radiografía de tórax a mi madre. Cansado de leer me quité las gafas y froté mis ojos secos. Caí de repente al suelo desorientado.
 -¿Qué ha pasado? –decía mientras me ponía las gafas y me sacudía el polvo. -¿Dónde está todo? –pregunté al aire mientras miraba absorto todo el  suelo lleno de escombros. -¡Señorita! –grité a una enfermera que torcía al fondo a la izquierda. Salí tras ella, pero cuando llegué al final del pasillo, allí solo había más escombros. Miré por la ventana y vi a un grupo de japoneses mal heridos. -¿Japoneses aquí? –me pregunté extrañado. Escuché  tras de mí el llanto de un niño. Giré y vi como desaparecía. De repente, empecé a ir y venir, hacia no sé dónde. Dejé caer entonces el libro en aquel ¿mejor futuro?   (“26-04-1986”. Chernóbil)

Hacia ningún lugar (12 abril 2011)


Después del rugido atronador  del quemador que me impulsa hasta donde el aire me deja subir, apago todo y me quedo sentado en mi metro cuadrado más preciado que poseo, en donde el silencio me invita a leer. Me dejo llevar en la afonía del viento en donde solamente allí puedo escuchar los besos de Julia; las tenues pisadas del malhechor que la persigue; la balanza del tendero adulterando el peso de las naranjas; el tic-tac del reloj  acoplándose con los latidos de su corazón a la espera de su amante...  Solo el ruido de los pájaros terrenales o el claxon de los coches me devuelven a la razón para volver a impulsar mi globo hacia otro capítulo.

Esperando el próximo tren (9 Abril 2011)

Todas las mañanas en ayunas me siento al borde del viejo pozo y leo libros de fantasía a la espera de que salga el sol. Cuando se hace tarde, mi hermano pequeño suele acercarse recelosamente al pozo arrastrando su tren de juguete para decirme que mamá ya ha preparado el desayuno.
Al entrar en casa mamá siempre me está esperando para desayunar todos juntos, le gusta hacerlo en familia, aunque solo sea para nosotras dos.

3 de junio de 2011

La abuela regadera.


La abuela Ofelia o como todos vulgarmente la conocían, la abuela regadera, todas las tardes salía a regar las plantas de su patio de luces. Libro en mano, y, mientras leía historias a las flores, iba echándoles agua. Su voz cansada y ronca era motivo de risas y burlas de los chicos del tercero: “¡Abuela regadera, abuela regadera, que se te seca la enredadera!”. Los del cuarto y quinto abrían las ventanas para escucharla, sin más. La del primero, una enamorada empedernida, siempre se asomaba y la escuchaba, como si ella también fuera una flor: “Abuela Ofelia, bonita historia la de hoy”.

Pasado un tiempo ya no hubo más risas, ni ventanas abiertas. Allí estaba, tirada en el suelo, la vieja regadera de la abuela Ofelia, sin agua, sin historias... Pobre Ofelia, las flores se secaron, menos un geranio, alimentado por la nostalgia de una enamorada.