En esta ocasión, en el reto de Halloween de Acompañame tenemos que hacer un relato que ocupe 666 palabras basándonos en una de las imágenes que han aportado el resto de participantes del reto. Ha sido complicado decidirme por una, así que he decidido no saltarme la temática del blog y he elegido la que más tiene relación con nuestro blog.
Título: Amor vampírico
Autora: Pekeña
Ahora os dejo con mi relato
Cuando
era niña, me pasaba horas con mis amigas
del colegio jugando en un pequeño parque que había cerca de mi casa. Recuerdo
con cariño aquellos años, a pesar de notar siempre algo raro a mi alrededor, no
se cómo describirlo, notaba como una presencia, pero no había nadie.
Años
más tarde, en mi juventud, tenía lo que se llama coloquialmente una pandilla o
panda de amigos con los cuales pasaba la mayor parte de mi tiempo, pero ya no
era en el parque, íbamos de fiesta, a bailar, al cine, de copas… adoraba esa
vida. Se puede decir que era una chica
popular y siempre estaba rodeada de gente. Además, ¿por qué no decirlo? Era una
chica guapa, alta, ojos verdes y una melena que dejaba boquiabierto a
cualquiera que pasase por mi lado. En estos años también pude notar algo
extraño, pero seguía sin identificar qué era. Se lo conté a mi mejor amiga y me
dijo que eran imaginaciones mías por ver demasiadas películas de ciencia
ficción y de terror.
El
día que cumplí 25 años, mis amigos me sorprendieron con una gran fiesta. Habían
alquilado un local en el centro de la ciudad, un sitio escondido entre las
calles de uno de los barrios más antiguos. Era el lugar perfecto para la
celebración, sabían que me encantaba ese sitio porque por fuera parecía una
mansión encantada.
Esa
noche, un chico de lo más misterioso apareció en la fiesta, nadie sabía quién
era. Conocía la historia de nuestra ciudad como si la hubiese vivido, estuvimos
hablando de las leyendas que nos rodeaban y de lo mucho que me gustaría formar
parte de ellas… No quiero aburriros con todas las cosas que pasaron esa noche,
fue extraña y complicada, sólo os diré que fue la última en la que pude ver mi
respiración en la ventana…
Al
principio pensé que el alcohol me había pasado una mala jugada, no recordaba
nada del día anterior, habían pasado casi 24 horas desde mis últimos
recuerdos, un chico, un beso en el
cuello… seguía siendo de noche, había
perdido el día entero ¿cómo podía haber pasado? ¿cómo llegué a casa? Sentía una
sensación de vacío en mi estómago, supuse que era por llevar tantas horas sin
comer, así que me dirigí al frigorífico en busca de algo que calmara esa
sensación tan extraña. Me lancé a por un
batido de chocolate, mi preferido, pero nada más tomarlo me entraron ganas de
vomitar… esta vez la borrachera había sido monumental. En fin, tendría que
superarlo poco a poco. Me miré en el espejo, yo soy de piel blanca, pero ahora
parecía de porcelana, e incluso mis pequeñas arruguitas y alguna que otra cana
que tenía, habían desaparecido… otra vez vino a mi mente esa “Pedazo” de
borrachera, como siempre se dice, nunca más volveré a beber. A medida que
pasaban los minutos mi cuerpo me pedía alimentarse, pero no era capaz de
retener nada en el estómago, mientras luchaba con esa sensación, llamaron a mi
puerta. Era el chico que había conocido la noche anterior.
- Bienvenida
– Me dijo mientras sonreía y me daba un beso en los labios.
- ¿Bienvenida?
Pero si esta es mi casa… - susurré intrigada.
-
No me refiero a tu casa, sino a mi corazón, ya nunca más estaré solo. Llevaba
años solo hasta que te encontré. Ahora por fin estás conmigo, serás mía.
Demasiadas
sensaciones para una sola noche.
Necesité
unas horas para que el chico misterioso me explicase qué estaba pasando. Parece
ser que había notado nuestra conexión desde que nací, y me había estado
cuidando durante toda mi vida hasta que cumplí los 25, la edad perfecta para
mantener durante toda la eternidad, había vivido lo suficiente como humana, ya
era hora de cambiar.
Tengo
que reconocer que yo también tuve esa sensación de amor cuando le conocí, la
gente dice que son mariposas, pero a mí no me revolotearon esos bichitos en mi
estómago, lo mío fueron murciélagos.