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sábado, 28 de enero de 2017

Trinidad, Cuba

El valle es verde y la luz, de una transparencia naranja. O quizás sea por el calor del mediodía. No puede definirse todavía cuando el taxi llega al final del recorrido de los diez kilómetros que hay entre Trinidad, esta pequeña ciudad fundada en 1513 por Diego Velázquez y San Isidro de los Destiladeros, en el Valle de los Ingenios. 



Durante el trayecto, el conductor del taxi mantuvo las ventanillas cerradas, el equipo de aire acondicionado funcionando al máximo y el auto a la mayor velocidad posible.

Un equipo de restauración del gobierno cubano trabaja sin descanso en la recuperación del edificio principal de la hacienda, que representa la prosperidad y el poder de sus propietarios.
La construcción principal es una torre de tres niveles que cumple la triple función de capilla, campanario y mirador. Es que desde allí se vigilaba el trabajo en el cañaveral, el comportamiento de los esclavos y ante cualquier anomalía un lenguaje de campanadas alertaba a los vigilantes armados y a los capataces. El sistema se completaba con estructuras similares en el resto de las propiedades, con lo cual se mantenían en red el control de la producción, las respuestas ante las alarmas y la persecución de los esclavos que se arriesgaban a huir hacia los montes. Desde el mirador también se marcaba el inicio y el fin de la jornada de trabajo.

martes, 1 de noviembre de 2016

Aimé, Cachita, el café

Aimé es socióloga pero ahora se dedica a orientar y alojar turistas en un piso del edificio donde tiene su casa. Allí hay tres habitaciones –dobles o triples, según el caso, con baño privado cada una-, un comedor de diario y una sala que da a dos ventanales frente a la Universidad de La Habana, un lugar histórico con escalinatas dignas, según un poeta argentino, de una nueva versión del cochecito con bebé de la película “Acorazado Potemkin”. Durante la dictadura de Batista hubo allí una gran represión a una manifestación estudiantil.



El lugar es ideal para la charla y la bebida: poesía y ron, se sabe. Y una música suave que llegue de atrás, desde el parietal o más allá. Un jazz tranquilo, un bolero o un tanguito. Quizás mejor un tanguito.