Durante el confinamiento cosí muy poco y cosí muchísimo.
Cosí tantas mascarillas y con tanta angustia por no tener más materiales, por no tener donde comprarlos, por no saber si serían suficientemente seguras, si protegerían adecuadamente, si se podría respirar con ellas... Que aborrecí la máquina de coser.
Casi un año he estado sin tocarla .Hasta que me sentí mejor y cosí el bloque del Splendid Sampler que os mostré en mi anterior entrada. Fué como poner un punto final a mi aborrecimiento. Como asumir que ésta es nuestra vida, nuestra historia, y que hay que disfrutarla, sufrirla y pelearla según vaya viniendo.
Cosí muy poco de las cosas que me gustan.
Tenía esta cestita del libro de Yoko Saíto a medio desde hacía mucho.
A punto de convertirse en un UFO.
Mi marido estuvo todo el tiempo trabajando por pertenecer a los "esenciales".
( Lo pongo entre comillas, porque a mi modo de pensar todos los trabajos honrados son esenciales, pero ésa es la denominación que se dió oficialmente)
Cuando llegaba del trabajo, más cansado, preocupado y estresado que nunca, tenía que pasar por mi" higienización de bienvenida", que consistía básicamente en quedarse como el Señor lo trajo al mundo en medio de la entrada, recibir un primer friegue con agua y lejía, y dirigirse derecho a la ducha mientra yo le abría las puertas y los grifos para que no tocase ni picaportes ni nada. Qué miedo y qué estrés. El pobre me decía muy serio: "Mujer, que además de por el virus, uno también se puede morir asfixiado en lejía, ¿Sabes? "
Pero ya "bien higienizado" y habiendo terminado la comida, comentábamos las novedades del día, las noticias, las llamadas habidas de la familia, las incertidumbres, los dolores, y después poníamos algo ligero en la televisión, una serie , una peli... lo que fuese para darle un poco de tregua a nuestras preocupaciones y descansar un poco.
Entonces yo cosía la cestita a su lado, a mano,
mientras veíamos lo que tocase ese día.
Esos fueron nuestros momentos de paz juntos en esos días temibles.
Aprecio mucho la cestita.
Quise coser este patrón porque me recuerda a las cestitas de cartón que se vendían con agujas dentro. Mi abuela tenía un par de ellas y a mí me encantaban.
Hice una modificación al patrón original y le coloqué una "extensión" con un bolsillo y cremallera, y un bolsillo aplicado en el centro. También sustituí el alfiletero de corazón por un librito de agujas, que a mí me resulta más práctico en este caso. La rigidez necesaria la conseguí metiéndole un plástico de la tapa que le arranqué a unos apuntes encuadernados.
Como nos enseñaban los abuelos,
en época de escasez se agudiza el ingenio.
Un abrazo.