Todos los ajedrecistas quieren progresar y en muchísimas ocasiones parece que hay un tope, una pared invisible que parece impide que el desarrollo del jugador continúe. La realidad es que esta barrera es parte de una serie de factores, los cuales muchas veces caen en falta de disciplina para trabajar en el tablero, procastinar, sentir que lo que se sabe es suficiente para poder jugar cualquier posición, etcétera. Hay desde luego otros puntos a considerar: faltas de tiempo o de materiales correctos para seguir trabajando y avanzando en el entendimiento del ajedrez. Y entonces el efecto que se observa es que pocos jugadores pasan esa barrera y no progresan más, teniéndose que conformarse con un nivel específico de juego.
Yo particularmente padecí este efecto, producto de falta de tiempo y de mis otras actividades que son las que absorbían la mayoría del tiempo disponible y que eran y son mis actividades profesionales. Y no es pretexto. Ya Bill Rogers, un maratonista que ganó ocho veces la maratón de Boston, indicaba: “Nunca me ganará nadie que tenga que trabajar 8 horas diarias”. No hay que elaborar mucho las explicaciones del caso. Mientras Bill Rogers podía entrenar 8 horas, otros tenían que trabajar esas horas y después entonces, dedicarse a prepararse para la carrera, lo cual es claramente un hándicap.
Kasparov, a pregunta expresa de “cómo mejorar si se tiene poco tiempo para estudiar” respondía: “¿Cómo pretendes jugar mejor si no puedes invertir tiempo?”. Y está claro, se requiere de mucho tiempo para poder atacar un sinfín de posiciones de ajedrez para poder develar sus misterios y esto en ocasiones, por las necesidades de tener que simplemente ganarse la vida, hacen difícil el poder entonces mejorar en ajedrez.
Pero no todo está perdido. Tenemos que ser mejores administrando el tiempo libre, aunque éste se encuentre en pequeños “pedazos” a lo largo del día. Por ejemplo, yo vendí mi coche hace ya más de un año y desde entonces me muevo en transporte público. Antes me desplazaba en automóvil y hacía quizás media hora a mi trabajo. Ahora me tengo que levantar a veces más temprano y hago el doble del tiempo en el correspondiente autobús. Pero hay una diferencia notable: Mientras que en el auto no podía analizar posiciones ni leer libros de ajedrez porque iba conduciendo, en el transporte público bien puedo pasarme la mayoría del tiempo de mi viaje estudiando posiciones en libros y en aplicaciones en el teléfono. Vamos, de pronto puedo usar el tiempo “perdido” en el viaje de manera que pueda aprender algo en el camino.
Y no hay pretexto. Por ejemplo, yo uso CT-ART en mi teléfono Android, que tiene unos 2000 ejercicios de táctica y es probablemente el mejor programa de entrenamiento táctico que puede conseguirse. Gracias a los teléfonos inteligentes y por una cuota de unos 100 pesos por dicho programa, se puede tener un sistema de entrenamiento de táctica que lleva de la mano al usuario, que le corrige, que le mide el avance e incluso le asigna un rating que aunque no hay que tomarlo demasiado en serio, muestra más o menos el nivel de nuestra habilidad táctica.
Hace años, un maestro nacional, Bartolomé Razo, me dijo lo siguiente después de explicarle que debido a mis estudios en la universidad no podía estudiar tanto ajedrez como quería: “pero ¿tienes tiempo de ir al baño? Entonces no hay pretexto, puedes estudiar”.
Sé que las palabras del Maestro Razo son quizás exagerada pero algo de razón tiene. Yo soy de la opinión que lo que sí hay que hacer es trabajar sobre la táctica, porque en el fondo están las ideas estratégicas y es el cerebro que poco a poco, va entendiendo de alguna manera cuáles son posiciones ventajosas y del cómo se explota ya en la parte final, cuando aparece el remate táctico.
En resumen, para progresar se requiere tiempo y como éste es escaso, hay que buscar sacar el máximo provecho del mismo. Los programas de computadora, las apps de los teléfonos en particular, nos pueden permitir aprovechar esos tiempos muertos mientras esperamos en el dentista, o cuando viajamos en el transporte público. Si de verdad queremos jugar mejor hay que hacer mucho trabajo en el tablero de ajedrez. Es duro, es complicado y a veces difícil, pero en el fondo cuando se juega mejor, cuando se le gana a un jugador más fuerte, la felicidad es inmensa.
Termino con las palabras de Susan Polgar: “Se me pregunta con frecuencia ¿cuál es el secreto para el éxito en ajedrez? ¿La respuesta? Trabajar más duro e inteligentemente que los otros competidores. Cuando yo jugaba, mientras otros dormían, yo entrenaba. Mientras otros iban al cine, yo entrenaba. Mientras otros se iban de vacaciones, yo entrenaba. Mientras otros iban a conciertos, yo entrenaba. Mientras otros salían con amigos, yo entrenaba. Mientras otros iban a clubes nocturnos y discotecas, yo entrenaba... No sólo entrenaba en el tablero de ajedrez. Hacía todo lo posible para mejorar mi capacidad física. No fumo, no bebo, no tomo drogas. Trato de comer sanamente y hago diligentemente ejercicio.”