Os presento una
fallida prueba, de lo que pretendía ser el relato del jueves, al que hemos sido
convocados esta semana..
He intentado atenerme
a las normas establecidas por Alfredo del blog Plaza del Diamante, pero
tratando de “escribir desde las vísceras
y elaborando un texto que duela e incomode”, no he encontrado la manera de
hacer encajar alguno de los verbos que se proponen.
Asumida mi
incapacidad, desisto de contar las palabras que necesito para transmitir mi
idea.
Esto es lo que he sido
capaz de hacer:
EL
PRECIO DE UN BRIK DE LECHE
Siento
sobre manera no haber entendido y no haber tenido una cumplida respuesta, para
esa señora que en la puerta del supermercado, me ha preguntado, al pasar pòr su
lado, cuando volvía de la cafetería, por el precio de un cartón de leche. He
supuesto que se refería aun brik, palabra seguramente desconocida para ella.
Su
aspecto no era del todo normal, ya que al hacerme la pregunta, me mostraba una
pocas monedas en una mano arrugada y temblorosa, mientras con el otro brazo,
sostenía un bebe macilento y con lágrimas saliendo de sus grandes y
desorbitados ojos negros.
No
sin reconocer la poco dignificante imagen en pleno centro de la ciudad, he tenido
que aceptar mi desconocimiento con un pesaroso, pero educado: “ Lo siento señora, pero no conozco el precio
de la leche”, alejándome deprisa a la importante reunión de negocios a la
que había sido citado, mientras la señora, con gesto cansado, se sentaba en el
suelo al lado de otro niño demacrado y enjuto.
Debo
confesar que me he sentido decepcionado conmigo mismo, al no saber contestar
con precisión a esta señora Máxime cuando es sabido por todos mis
colaboradores que mi mente es un verdadero ordenador, donde se graban cada día
los precios del oro, la plata, las divisas, el barril de crudo, el café, el
maíz, el cobre, el aluminio, los diamantes y todos aquellos productos de
relevancia constatada edn los mercados internacionales.
Lógico
mis desconocimiento del tema, ya que no suelo ocuparme de esas menudencias.
Tengo entendido que es mi mujer, junto con la cocinera, la que se ocupa de esos
menesteres de intendencia domestica, haciendo pedidos, no sé si semanales o
mensuales, a unos grandes almacenes, que son los que se ocupan de traer el
pedido y rellenar, ellos mismos, nuestras cámaras, frigoríficos y despensas. A
las que por cierto, solo suelen bajar la cocinera o alguien del servicio.
Dado
que el cargo de estas facturas va directamente a mi cuenta bancaria, no suelo
revisar pormenorizadamente los importes, motivo por el cual, es bastante lógico
que no sepa lo que cuesta un brik de leche.
Siento
que la apesadumbrada señora de la puerta del supermercado, haya podido entender
que mi falta de atención haya sido una desconsideración hacia ella., pero debo
reconocer mi total e incomprensible desconocimiento sobre el asunto en
cuestión.
Si
esta noche me acuerdo y no llego excesivamente cansado, le preguntaré a mi
mujer sobre el precio de un cartón de leche (perdón, un brik). Confío en que
ella si lo sepa.
Pretendo
evitar otra vergüenza y volver a quedar en mal lugar como ante esta
desconocida, que a pesar de su lastimoso aspecto, merecía una cabal
contestación.
Mas relatos en el blog de Alfredo, La Plaza del Diamante
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Consigues que el texto duela e incomode, además de reflejar una imagen que cada día se ve en muchas o todas ciudades.
ResponderEliminarBss.
Vaya, sí que me has dejado desconcertada, dolida, porque he podido sentir el momento y la angustia de esa mujer, muy triste Juan
ResponderEliminarUn beso
Duele la foto. Duele. Nos avergüenza a todos.
ResponderEliminarY este "personaje" no necesitaba saber el precio exacto de un litro de leche para haberle dejado algo con que "tranquilizar" su conciencia y escapar a la vergüenza mundana de su desconocimiento.
En fin...
Buen texto, JuanL. Y todas las palabras son pocas a la hora de denunciar.
Un abrazo.
Triste e indignante!
ResponderEliminarSí que incomoda tu relato y no creo que sea para nada fallida la prueba, para mí es de lo más exitosa.
Un beso!
nos hiciste pensar muy seriamente Juan...¡lo has logrado!
ResponderEliminar¡Me gusta!. O quizás debiera decir "Me incomoda" y me incomoda mucho porque yo tampoco se el precio de un cartón de leche.
ResponderEliminarSaludos.
Un texto de denuncia hacia nosotros mismos.
ResponderEliminarDesconcierta e incomoda, pero sobre todo duele y no es precisamente por no saber el valor de la leche.
ResponderEliminarUn buen texto Juan.
Un abrazo :).
Mira una cosa, una sociedad que es capaz de comer en la mesa mientras el telediario saca las atrocidades con imágenes y todo, una sociedad así, digo, está enferma, gravemente enferma. Y cierto, tu relato hiere, pero además es muy cierto.
ResponderEliminarUn abrazo
Sí, antes se veía más en la tele que en la calle. Ahora toca al lado de casa, al vecino que ayer tenía trabajo...
ResponderEliminarBueno, creo que estamos inmunizados. Ya no sentimos ni vergüenza.
Un abrazo.
Soy consciente de que ir dando limosnas por cada esquina no es la solución al problema. De vez en cuando si que doy alguna moneda. No soluciono el problema global pero si que le soluciono la merienda a una persona que esta en la calle pidiendo. Creo que te sentirías mejor volviendo al coso taurino a por las dos orejas y el rabo, es decir, a darle un brik de leche a aquella mujer (o un eurito). Un abrazo
ResponderEliminarAnoche leí este relato pero en el ultimo momento desapareció la poca conexión que tenía de internet. Pensé algo como, en realidad somos bastante hipócritas. Hacemos cosas para quedar bien ante los demás aunque no lo sintamos de veras...
ResponderEliminarayer y hoy, me parecieron un buen texto. Siempre reflexivo y con una gran moraleja: no hay que aparentar.
un abrazo
Creo que el quedar recapacitando sobre lo acontecido con la pobre mujer, de alguna manera salva su respuesta -que podría haber sonado a lastimosa indiferencia. Pienso que son pocas son las personas que al ser asaltadas por una pregunta que podría parecer de poca trascendencia -no para quien lo pregunta, claro está, que seguro cuenta sus monedas para poder proveerse de algo de leche para sus hambrientos hijos- queda preocupado por la contestación dada... Allí hay conciencia y para nada mala intención.
ResponderEliminarMuy buen relato que trata esas cotidianas actitudes que solemos tener, a veces, sin siquiera darnos cuenta.
Besos!
Gaby*
Si el objetivo era incomodar, para mí que lo has conseguido plenamente, y además me ha irritado, la postura del señorito, que se arrepentía "solamente" de no saber el precio de la leche.
ResponderEliminarUna entrada muy bien pensada e inteligente.
Saludos.!
Lo más lamentable no es que no supiera el precio de un brick de leche. Creo que lo más lamentable es el bloqueo mental que le impide apreciar la necesidad, la pobreza, allí donde esta se hace patente con toda crudeza.
ResponderEliminarEs lo que me resulta más lacerante en tu relato de hoy.
Un abrazo.
Ah... pero si a vos no te incomoda esto... en realidad estas hecho de piedra... demasiado egoista el relato... es un imbécil ese tipo jajaja perdón las palabras... me parece excelentísimo el relato! :D un abrazo!
ResponderEliminarDesde luego que incomoda y duele, es imposible que alguien así -"tan importante" pueda ocuparse de esas menudencias, de ser al contrario, bien conocería el precio del brick de leche.
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo creo que has logrado sobradamente seguir la consigna de Alfredo porque tu relato nos muestra una realidad cada día más numerosa. Lo que tenía que haber hecho el personaje era entrar en el supermercado y comprarle el cartón de leche, por la noche se hubiera sentido mejor.
ResponderEliminarYo creo que has logrado sobradamente seguir la consigna de Alfredo porque tu relato nos muestra una realidad cada día más numerosa. Lo que tenía que haber hecho el personaje era entrar en el supermercado y comprarle el cartón de leche, por la noche se hubiera sentido mejor.
ResponderEliminarYo creo que has logrado sobradamente seguir la consigna de Alfredo porque tu relato nos muestra una realidad cada día más numerosa. Lo que tenía que haber hecho el personaje era entrar en el supermercado y comprarle el cartón de leche, por la noche se hubiera sentido mejor.
ResponderEliminarOjos que no ven, corazón que no siente, lo de menos era el Brik; pero cada uno estamos en nuestra casa y lo que pasa fuera de ella a veces pensamos que no existe.
ResponderEliminarBuena historia
Un abrazo
Has reflejado la crueldad de este mundo de forma perfecta. Lo inhumano de las prioridades de un mundo que no atiende a lo esencial...
ResponderEliminarHas cumplido las reglas, haciendonos ver a través de los ojos de un personaje que no tiene corazón (menos visceras para pedir justicia!!!)
Besos
En un momento dado, nos sale al encuentro esa impotencia de la incomunicación o la dificultad para comunicarnos duele, sorprende, nos hace sentir extraños y extrañados.
ResponderEliminarSi te descuidas, das en el blanco de las inquietantes sorpresas que nos depara en andar una calle o la vida.
Aplauso sin lugar a peros. Beso.
En un momento dado, nos sale al encuentro esa impotencia de la incomunicación o la dificultad para comunicarnos duele, sorprende, nos hace sentir extraños y extrañados.
ResponderEliminarSi te descuidas, das en el blanco de las inquietantes sorpresas que nos depara en andar una calle o la vida.
Aplauso sin lugar a peros. Beso.
Mucho me temo temo que visto lo visto, (o más bien, leído lo leído) ni siquiera tu mujer sepa lo que vale la leche.
ResponderEliminarLa próxima vez, le largas un billete 50 y que se quede con la vuelta.
Inquietante ironía, por otra parte enfermedad compartida por el mundo mundial... la de no saber y la de no dar.
Abrazos y gracias por venir.
Presumo que ese "tu mujer" de tu comentario, se quiere referir a la mujer del protagonista del relato, que obviamente, no soy yo.
EliminarMi compañera y el que escribensaben muy bien lo que cuesta un brik de leche y una barra de pan.
Otro abrazo.
Claro, evidente, siempre me muevo dentro de la ficción.
EliminarUn abrazo
Muy interesante tu relato J.L. sobretodo por que el personaje en cuestión, pone el acento en el precio del bric, y ese es todo su problema, no dejar a la mujer con el niño en brazos sin alimento. Interesante y real. Un gusto volverte a leer. Saludos desde girona ;)
ResponderEliminarMuy interesante tu relato J.L. sobretodo por que el personaje en cuestión, pone el acento en el precio del bric, y ese es todo su problema, no dejar a la mujer con el niño en brazos sin alimento. Interesante y real. Un gusto volverte a leer. Saludos desde girona ;)
ResponderEliminarMe gusta el tono del relato, en que presentas a ese sujeto tan vanidadoso y ajeno a la realidad que considera necesario dar a conocer el dato solicitado en lugar de ofrecer la respuesta deseada.
ResponderEliminarSaludos.
Aunque explotas la petulancia y la psicopática indolencia de tu protagonista que, en su insensibilidad, lo que más molestia le causa es conocer el precio del hierro y no el de la leche, llamas nuestra atención sobre la indolencia de la propia sociedad y de los pudientes en particular. Ciertamente es muy descorazonador.
ResponderEliminar¡Que fuerte! Madre mía. Has logrado indignarme. Has hecho que sienta repugnancia ante este personaje que se presenta más frío que el hielo. ¿De verdad está tan ocupado en sus asuntos que no se da cuenta de lo que realmente necesitaba aquella señora? Muy buen texto. Un beso.
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