Momento vital

Pronto cumpliré cincuenta años
y como soy vanidoso
suspiro por haber consumido tantos años.
Sin embargo, me siento exultante
y bebo sin saciarme en la fuente de la vida.
Tampoco diré que todo lo que me pasa es bueno.
Mi corazón conoce los desvelos y la desdicha,
pero también el goce de las cosas hermosas
y aún bulle de amor.
Para mí, vivir
es motivo de agradecimiento
y la vida una ciencia misteriosa
de la que mi alma está hambrienta.

Ojalá se multipliquen mis días
y aumenten los años de mi vida
para hacer de ellos
algo provechoso.

Tu manera de besar

Tu manera de besar es fácil:
crees que la felicidad es posible.
Sí, ya basta de desamor.
Tienes fe y me besas
como quien besa al apuesto príncipe
de un cuento de hadas.
Y yo me siento azul,
incomprensiblemente iluminado
por tus besos en mi boca.
Y mi corazón se abre
repleto de buenas intenciones.

Tu manera de besar es fácil:
ajena a la cordura,
confías en mí,
entregándote al sueño existencial
de la felicidad.

La fuerza que hace girar el mundo

Hay una fuerza misteriosa
que hace girar el mundo,
maravillosamente errante,
y que nos hace despertar en otra vida,
separándonos
de quien se queda en otra parte,
ya lejos,
y entregándonos a alguien
con quien la vida arranca.

Hay una fuerza invisible
que hace girar el mundo,
que nos trae, nos lleva
y nos arrastra.

La vida sigue,
el mundo gira
y el amor, alcanza.

¡Ven, día!

Aquí estas,
abriéndote paso hacia mí,
trepando por mis pies,
haciéndome cosquillas
como un niño alegre e impetuoso
que viene a despertarme.
Podría dormir un rato más,
pero te arrojas sobre mí
con entusiasmo desbordante,
con fuerza irresistible,
arrollador.
No quieres que continúe en la cama,
perezoso y solitario.
Y al fin comprendo que vienes
cargado de riqueza incalculable.

¡Ven, día!
Dame la mano.
Confío en ti.
Sé que has venido a traerme
ilusión,
alegría
y amor.

Lo por venir

Ante mí está el misterio,
el azar con sus milagros,
la página en blanco del futuro,
la belleza de la primavera
que está por venir,
nuevos amaneceres
que vistan de luz la faz de la tierra
y la llenen de colores,
la esperanza del amor en plenitud
que mi alma necesita.
Ante mí, está la vida.

Cuando todo está por comenzar

Mientras recorro en soledad
este trozo del camino de la vida
sueño con ser especial
para alguien especial.
El vacío me llena,
imprevisible y fértil.

Pruebo a cerrar los ojos,
a apaciguar la angustia
y dejo correr el tiempo
que acalla la urgencia.
Huelo la flor de la promesa de futuro
cuando todo está por comenzar.

Paciencia

Aún no estás aquí
aún no nos conocemos,
pero me doy cuenta
de que tengo algo que decirte.
Sé que aguardas a que llegue
como yo aguardo tu llegada.
Aguardamos el momento de amarnos.
Ten paciencia,
tengamos paciencia.
Mañana celebraremos el encuentro,
seremos el uno para el otro
perdidamente bellos
y nos agarraremos al clavo ardiente del amor.

Paciencia.
La espera no es triste ni alegre.
El mundo no se para
y el universo conspira
para hacernos felices.

Una vida sin estrenar

Esta mañana al despertar
he decidido cambiar los finales tristes
por principios alegres,
respirar hondo
e inaugurar lo que me queda de vida,
darme cuenta de que todo va bien,
sentir la dicha de estar vivo,
andar derecho, sin prisa,
fijarme en los detalles incontables
que hacen gozosa mi vida,
desearme suerte
para alcanzar mis sueños,
sonreír al mundo,
seguir el impulso de abrazar a alguien
que no conozco,
irme de fiesta conmigo mismo,
asistir al espectáculo
de mis propias sensaciones,
reencontrarme
fuerte, valiente
y recordar que tengo por delante
toda una vida sin estrenar.

París sin ti

Paseo por París sin ti,
deseando que estuvieras aquí,
deseando sentir el calor de tu mano.
Deambulo por las calles de París
y tantos parques,
tanta arquitectura,
tanto arte,
tanta belleza
me ahoga sin ti.
París está de fiesta,
llena de dicha y alborozo,
desbordante de luz
y voluptuosidad.
Pero yo sueño contigo
y no puedo dejar de pensar en ti.
No puedo y no quiero.

Contemplo la felicidad ajena,
a los enamorados que se besan
ajenos a mis miradas clandestinas,
ahítos de amor,
y yo también quisiera
mirarte como se miran ellos
y besarte como ellos se besan.
¡Cómo nos hubiésemos querido en París!

Deambulo como un perro sin dueño
buscando algún sentido
a haber venido solo
a esta ciudad hermosa
donde habita el amor,
y no lo encuentro.

Me entrego al extravío,
a la nostalgia y al dolor
mientras paseo por París sin ti.