jueves, 22 de noviembre de 2012

El fuego de la poesía


Me siento a contemplar el fuego
de la poesía.
Afuera hace frío.
Probablemente llueva.
Se oye el ulular del viento.
El gato de la soledad
se enrosca a mis pies.
Mientras contemplo el fuego
de la poesía
absorto,
crepitan las ideas.
Sueño
al calor de las imágenes.


miércoles, 14 de noviembre de 2012

Tetuán de las derrotas

Cuando yo era pequeño
mi barrio se llamaba
Tetuán de las Victorias.
Pero era un nombre falso.
Aún hoy,
después de tantos años,
la calle que recorría mi padre a diario
para ir a trabajar,
la calle en que mi abuelo
daba mítines
encaramado a un tonel
conserva el nombre de uno de sus capitanes,
Blanco solo de apellido
pero negro, seguro,
de conciencia.

Cuando yo era pequeño
mi barrio se llamaba
Tetuán de las Victorias.
Pero para mi abuela, viuda
y para mi padre, huérfano
y también para mí,
en memoria de su historia
de hambre, miedo y silencio,
mi barrio será siempre
Tetuán de las derrotas.



domingo, 4 de noviembre de 2012

Despedida

“¿Quién puede saber al oír la palabra despedida
qué separación nos aguarda”
Osip Mandelstam

Vienes a visitarme alguna vez
como si temiera el olvido.
Sueño que vives
en un lugar hermoso
donde eres pon fin feliz
con tu mujer y tus hijos,
en la tierra prometida.
Y parece incluso
que hubieses rejuvenecido,
que hubieses desprendido de ti
la tragedia de la guerra,
la infancia sin padre,
el hambre,
el odio al padrastro cruel,
el cansancio del trabajo inagotable,
la pena por tu primera hija
prematuramente entregada a la tierra,
la desolación de un matrimonio
sin magia
que inundó la vida de derrotas.
Sueño que vuelves
desde la eternidad en que resides,
con afán de padre
por cuidar de su hijo,
y me preguntas cómo me va,
con el deseo oculto
de poder aconsejarme
en alguna difícil decisión
de la vida.
Yo te muestro mi casa
grande y con muchos libros,
cerca de un parque
por el que camino cada día,
y te resumo mi vida
sentimental
y te hablo de la rebeldía
de tus nietos adolescentes
y te alegra saber
que las historias de padres e hijos
siempre se repiten.

Finalmente me anuncias
que has venido a despedirte de mí.
No vas a volver más.
Me dejas el recuerdo
de este sueño.
Te despides
y me pides que te deje,
ya para siempre,
descansar en paz.