Mi amigo era miope y como por coquetería donjuanesca se negaba a usar lentes le pasó que una mañana que iba por la calle advirtió de pronto en el suelo y al lado suyo una cosa blanca y larga y ondulante que fluía como un arroyuelo de leche y esto despertó su curiosidad y se puso a seguir tan curioso fenómeno y así recorrió y cruzó calles y más calles y finalmente entró bajo una gran puerta a un enorme ámbito en semioscuridad donde brillaban pequeñas luces en medio de una música majestuosa y allí parecía concluir aquel fluir de lo blanco que ahora se alzaba vertical y tomaba la forma de una figura femenina que lo cogió de la mano al tiempo que sonaba una grave y solemne voz que decía:
-Os declaro marido y mujer.
(José de la Colina)
-Os declaro marido y mujer.
(José de la Colina)