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miércoles, 29 de mayo de 2013

La vida en juego


La vida en juego

Donde pongo la vida pongo el fuego 
de mi pasión volcada y sin salida. 

Donde tengo el amor, toco la herida. 

Donde pongo la fe, me pongo en juego. 

Pongo en juego mi vida, y pierdo, y luego 
vuelvo a empezar, sin vida, otra partida. 

Perdida la de ayer, la de hoy perdida, 
no me doy por vencido, y sigo, y juego 
lo que me queda: un resto de esperanza. 

Al siempre va. Mantengo mi postura. 

Si sale nunca, la esperanza es muerte. 

Si sale amor, la primavera avanza. 

© Ángel González

lunes, 6 de mayo de 2013

Lo especial en lo simple


Un abuelo regala un lápiz a su nieto el día de Navidad. Éste, sorprendido, le dice que no entiende por qué le regala un simple lápiz, a lo su abuelo, serenamente, responde:

- ¿Te parece ridículo mi regalo? ¿Sabes que hace de él un objeto especial? Pues verás, su ingente valor radica en las 5 cualidades que posee:

La primera de ella es que conoce el valor de tu mano, es sabedor de la importancia que supone el empujoncito que ésta le proporciona. Le da seguridad el hecho de que ella siempre esté detrás y sin la cual no podría cumplir su cometido. Mano cómplice que, de no existir, haría de él un instrumento inútil. De la misma manera que el lápiz, tú debes procurar rodearte siempre de verdaderos amigos, pues no hay valor más preciado en la vida que el tesoro de la auténtica amistad.

La segunda de sus cualidades es que el lápiz posee conciencia de que, de vez en cuando, tendrás que usar el sacapuntas. Sabe que sufrirá un poco, es verdad, pero después de ese dolor inicial, su punta será más afilada y su escritura más precisa. También tú debes tener esto muy presente: llegarán los momentos de padecimiento, sabiendo que éstos sólo sirven para ayudarte a crecer. Tras superar el dolor, serás una persona mejor.

En tercer lugar, este lápiz sabe que serán muchas las ocasiones en que se equivocará y habrá que usar la goma para borrar los errores cometidos. Igualmente, tú te equivocarás. Forma parte de la condición humana. El arte más difícil no es el de no caerse nunca, sino el de levantarse y continuar el camino comprendido. Es conveniente, permitir a un niño que rompa, alguna vez un plato, y mostrarle luego el modo en que debe recoger los pedazos. Porque es mejor un plato destrozado que un niño destruido. No vale la pena llorar por un plato roto. Se compra otro y ya está. Lo terriblemente grave es, cuando por un afán de perfección imposible, se rompe un corazón. De esto no hay repuestos en el mercado.

La cuarta de las cualidades es que, aunque parezca asombroso, lo mejor de este lápiz no es que sea esbelto, estilizado y colorido, lo más interesante de él está dentro. Lo auténticamente valioso es la mina que contiene en su interior, pues ésta es lo que lo hace tremendamente útil. Hijo mío, yo no te quiero por tus ojos negros o tu cabello encrespado, eso es solo el recipiente que te contiene. Te quiero por tu alma y es en ella donde debes poner la máxima atención. Aliméntala con buenos actos y doblégala para la humildad. Entonces y solo entonces, habrás logrado ser un hombre hermoso.

Finalmente, la quinta de las cualidades, que este lápiz posee, es que conoce el valor que tiene su trazo. Así, no debes descuidar el surco dejado tras de ti por tus pisadas. Tus huellas conducirán por un camino que definirá tu trayectoria y, recuérdalo, hazlo siempre con dignidad pero, sobre todo, sé fiel a ti mismo.

Fragmento "De la costurera y otros relatos" de Mari Carmen Navarro Ruíz

sábado, 26 de marzo de 2011

Lo importante y lo extraordinario


Uno se da cuenta de la fragilidad que le habita
cuando considera un éxito imprescindible
conseguir atar los cordones de sus zapatos.


Lo importante en nuestra vida es simple, breve y sencillo:

¡Vivir!

(respirar, beber, comer, defecar; 
reproducirse)

Lo extraordinario, ideal y difícil:

¡Vivir bien!

(Salud, en abundancia; 
amor, el necesario;
dinero, el imprescindible; 
dolor, el inevitable).

Joshua Naraim

jueves, 17 de febrero de 2011

Ellos...


Ahí están,
sentados,
dormidos de día, despiertos de noche,
asidos a sus sillas de ruedas,
jugando a las cartas y al dominó ellos
haciendo ganchillo ellas.


Con una marcha que ya quisieran para si
algunos carrozas de veintipocos.


Movilizados de aquí para allá,
de casa en casa,
de ciudad en ciudad,
trastos viejos e inútiles
de una sociedad dominada
por la prisa, el bonoloto, los ejecutivos de alto nivel,
la productividad y el estrés.


Tienen setenta y pico, ochenta y hasta noventa
inviernos a sus espaldas.
¡Qué ya son inviernos!


Necesitan una mano amiga,
necesitan ser protagonistas del presente y de su historia,
necesitan de su comunidad.


Nadie los preparo para esta etapa.


Ellos, ¡qué lo saben casi todo!

martes, 21 de septiembre de 2010

¿Y tú quién eres?

Día mundial del Alzheimer
A mi padre,
que ha superado la terrible enfermedad del olvido,
en un viaje sin retorno. Ahora ya sabes quién soy.
Y a todos los enfermos de Alzheimer.


"La memoria está en los besos"


La cuestión no es vivir como se quiere, sino querer lo que se vive


Me gustaría, en muy pocas palabras, contarles a ustedes una pequeña parte de muchas historias, de historias cotidianas de personajes que están a la vuelta de la esquina, que viven en el piso de arriba o en el de abajo. Maestros, tenderos, comerciantes y comerciales; artistas, albañiles, estilistas, diseñadores, pintores, taxistas, transportistas, arquitectos, físicos, ingenieros, médicos, escritores, mecánicos, gente normal... como cualquiera de nosotros. Todas sus historias tienen algo en común, todas comparten algo.


... Todos tienen Alzheimer.


Son historias preciosas, son pequeñas grandes historias de amor, narradas día a día, entre plato y plato, de madrugada y al anochecer. Son historias de amistad, de silencios, de miradas intensas en busca de una razón. Son historias repetidas, de preguntas, incertidumbres, desconocimiento y miedo. Miedo a no saber qué pasará. Miedo a no saber qué hacer ni qué decir. Miedo a no hacer bien las cosas. Son la enciclopedia misma de la vida, repleta de los sentimientos más dispares que podamos imaginar: comedidos, mudos, revueltos, amalgamados, a punto de estallar y hacerse añicos. Son historias de aprendizaje, cancioneros populares, cuentos de pucheros y cacerolas, cuentos de solemnes atardeceres. Son historias de personajes despistados, olvidadizos, que lo sabían todo y ahora saben menos, que se han perdido en medio de tanto trajín, que «no tienen cabeza», pero sí corazón. Historias entre bastidores, disimuladas, en voz baja, escurridizas, de intriga, que encuentran en el médico la razón de ser contadas, buscando cómo arreglar tan gran apagón de ideas.


Cuentos donde siempre hay un ratoncito Pérez que deja algo debajo de la almohada, o un duendecillo juguetón y travieso que los encuentra por allí, de paseo, y los lleva a casa.


¡Qué más da el final de la historia! Lo que importa es escucharla de nuevo, con versión adaptada de los años veinte, treinta o cuarenta, en blanco y negro o coloreada.


Lo importante de cada historia es vivirla, lo maravilloso es amarla como es hoy y no como fue escrita.


Perder la cabeza es una cuestión que nos horroriza, una pesadilla que nos despierta a medianoche. Todo, menos perder la cabeza. Entrar en el laberinto de la sinrazón y el olvido es más que estar en el infinito sin señalizaciones de tráfico, largo camino que no puede hacerse nunca en solitario.




Os invito a ver el cortometraje: A primera vista

viernes, 13 de agosto de 2010

Etiquetas


Mujer con pan - Daniel González Poblete


A Ellem,
así es el mundo delante de mis ojos.


Desde que nacemos nos van poniendo etiquetas. Te dan un nombre, te adscriben a una religión, te inscriben en un colegio, te ubican en una familia, de una determinada clase social, que vive en un pueblo o una ciudad determinada, enclavado en un país concreto y con una cultura singular, y todo ello te confiere un carácter especial ó, al menos, eso se supone, del que nada has decidido ya que todo te viene impuesto. La mayoría de la gente lleva esas etiquetas, con orgullo, hasta su muerte e incluso llega a dar su vida por ellas.


Pero debajo de todas esas etiquetas hay un ser que no es ni más ni menos como tú, que vive, siente y padece como tú, que tiene los mismos derechos que tú y merece el mismo respecto. Quizá la ruleta de la vida haya sido generosa contigo, pero eso no te hace más digno, aunque si más afortunado. Quizá la desgracia y el infortunio te ronde y tu dolor sea grande no por ello eres menos digno ante Dios y ante los hombres, aunque éstos, ciegos en su egoísmo, eleven altares a sus egos inflamados para convencerse a si mismos de una superioridad que en su interior saben que no existe.

sábado, 7 de agosto de 2010

Amar a un ser humano

Picaso - Amistad


Existe una manera de vivir a la que los Lakota llaman "Caminar en la Belleza." 
Se dice que uno Camina en la Belleza 
cuando tiene su Tierra (fisicalidad) 
y su Cielo (espiritualidad) en Armonía.



La intención de Lakota es Caminar en la Belleza. 
Que Wakan Tanka, el Gran Misterio, ilumine nuestro camino.



 Cheryl Harleston


Amar a un ser humano es aceptar la oportunidad de conocerlo verdaderamente y disfrutar de la aventura de explorar y descubrir lo que guarda más allá de sus máscaras y sus defensas; contemplar con ternura sus más profundos sentimientos, sus temores, sus carencias, sus esperanzas y alegrías, su dolor y sus anhelos; es comprender que detrás de su careta y su coraza, se encuentra un corazón sensible y solitario, hambriento de una mano amiga, sediento de una sonrisa sincera en la que pueda sentirse en casa; es reconocer, con respetuosa compasión, que la desarmonía y el caos en los que a veces vive son el producto de su ignorancia y su inconsciencia, y darte cuenta de que si genera desdichas es porque aún no ha aprendido a sembrar alegrías, y en ocasiones se siente tan vacío y carente de sentido, que no puede confiar ni siquiera en sí mismo; es descubrir y honrar, por encima de cualquier apariencia, su verdadera identidad, y apreciar honestamente su infinita grandeza como una expresión única e irrepetible de la vida.



martes, 9 de septiembre de 2008

Lecciones de vida (2)


A Nuria
(...la violencia no tiene porqué ser física.)

"Quién me insulta siempre no me ofende jamás"
Victor Hugo


De niño, Arún Gandhi no creía en la paz, sino en la venganza. El quinto de los 14 nietos de Mahatma Gandhi, líder espiritual y político de La India conocido por su filosofía y práctica de la no-violencia, estaba obsesionado con devolverles la paliza a la panda de sudafricanos que, cuando tenía 10 años, le golpearon y humillaron debido al color aceitunado de su piel. Demasiado oscura para los racistas blancos. Pero demasiado clara para que los negros le consideraran uno de los suyos. Arún nació en la ciudad de Durban, Sudáfrica, en abril de i934. Allí nacieron también sus dos hermanas, Sita y Ela, y allí conoció en sus carnes lo que es el odio, la injusticia y la violencia, para después dedicarse a llevar a todas partes un mensaje de paz. Ahora, con 70 años, pocas arrugas para su edad, gafas y una cuidada barba plateada, el incidente que le marcó de chaval sigue siendo un “recuerdo intenso”, confiesa.

Con la esperanza de que pasar un tiempo con su abuelo ayudaría a Arún, de 12 años, a controlar su furia y a afrontar los prejuicios de los otros por medios no-violentos, sus padres (Manilal, el segundo de los cuatro hijos –todos varones– de Mahatma Gandhi, y su esposa Sushila) lo llevaron a La India en 1946, para que viviera con su abuelo. Fue el último año y medio de vida de Mohandas Karamchand Gandhi (su verdadero nombre). Dieciocho meses que cambiaron la vida de Arún, quien, ya adulto, siguió los pasos de su abuelo, asesinado el 30 de enero de 1948 por un nacionalista hindú que se oponía a la tolerancia con la minoría musulmana.

Arún vivió hasta 1956 en Sudáfrica, donde pasó 14 años en prisiones por oponerse al régimen del apartheid. Después vivió en La India durante unos 30 años, hasta que en 1987 se instaló en Estados Unidos. Su etapa en La India fue muy productiva. Fundó, junto a su esposa Sunanda, el Centro para la Unidad Social, para ayudar a la gente pobre del país y aliviar la discriminación de las castas. Escribió libros y se dedicó al periodismo en el Times indio. De las ocho obras que ha escrito, su preferida es "Un legado de amor: mi educación en la vía de la no-violencia", en la que cuenta lo que aprendió de su familia sobre la verdad, la ira, la humildad, la disciplina, la moralidad y la espiritualidad. De los libros de su abuelo, considera esencial su autobiografía.

Vivimos una época en la que matar es como talar árboles. ¿Qué diría y qué haría Gandhi para alcanzar la paz en el mundo? “Su mensaje en todo tipo de conflictos siempre ha sido que hay que encontrar soluciones pacíficas. Lamentablemente, durante muchas generaciones hemos elegido afrontar los conflictos de manera violenta, suprimirlos en lugar de resolverlos y hacerlo por medios violentos”, dice este hombre alto, sereno y corpulento, con ojos de ébano húmedo. Y agrega qué le diría Mahatma Gandhi a Estados Unidos: “Hay que hacer una introspección y descubrir por qué tanta gente en el mundo nos odia y nos quiere hacer daño, para después corregir nuestras relaciones de modo que la gente no nos odie”.

El nieto acaba de visitar Palestina e Israel, donde se produce este encuentro. Dice sentir “un gran dolor debido al enorme odio y violencia que hay aquí”, ya que “esperaba que en Tierra Santa hubiera más paz y amor”. Los viajes forman una parte importante de su vida “para plantar las semillas de la no-violencia en las mentes”, explica. Además de viajar, Arún, que tiene cinco doctorados honoris causa (“no los merezco”, señala), se dedica a dar conferencias en universidades y otras instituciones de todo el mundo, a ver gente y a ir a la oficina, donde responde cientos de e-mails y habla por teléfono sin cesar.

“Tanto mi abuelo como mis padres tienen un gran significado para mí. Aprendí mucho de ellos, nos amaban, entendían y dieron una base. Actualmente no concedemos a nuestros hijos suficiente tiempo ni comprensión”, cuenta. Recuerda que su abuelo también le dio amor; era muy cariñoso pese a ser una persona muy ocupada; todos los días le dedicaba al menos una hora sólo a él. El amor, esa palabra... ¿Qué es para Arún Gandhi? “Respetar y entender a todo tipo de gente”, dice con sonrisa tierna y un deje de timidez. También comenta que el amor de los mayores en La India es distinto al de Occidente. Es más considerado; significa dar atención, hablar..., son pequeñas cosas que marcan una gran diferencia. Y señala que en Occidente, en lugar de atención, tiempo y amor, los padres tratan de comprar el cariño de sus hijos con objetos materiales.

Mahatma Gandhi (el nombre significa “el gran alma”), le enseñó a su nieto que existe una violencia física y una violencia pasiva. “De él aprendí que la violencia que existe en el corazón de los hombres tiene muchas caras y en ocasiones es inconsciente”. La violencia física es lamentablemente obvia, y en la actualidad la hay en sobredosis en nuestro planeta. Según Arún Gandhi, “también la violencia pasiva ha pasado a formar parte de la naturaleza humana, y se manifiesta de muchas maneras: en cómo educamos a nuestros hijos, lo que hacemos o no hacemos por ellos, el odio, los prejuicios, la intolerancia, la ira, los abusos, la opresión. Es, de alguna manera, actuar como si el otro no existiera. O no tuviera dignidad”.



domingo, 7 de septiembre de 2008

Lecciones de vida



El Dr. Arun Gandhi, nieto de Mahatma Gandhi y el fundador del instituto M.K. Gandhi para la Vida Sin Violencia en su lectura del 9 de Junio en la Universidad de Puerto Rico, compartió la siguiente historia como un ejemplo de la vida sin violencia en el arte de sus padres:

“Yo tenia 16 años y estaba viviendo con mis padres en el instituto que mi abuelo había fundado a 18 millas en las afueras de la ciudad de Durban, en Sudáfrica, en medio de plantaciones de azúcar.

Estábamos bien adentro del país y no teníamos vecinos, así que a mis dos hermanas y a mi siempre nos entusiasmaba el poder ir a la ciudad a visitar amigos o ir al cine.

Un día mi padre me pido que le llevara a la ciudad para atender una conferencia que duraba el día entero y yo salté a la oportunidad.

Como iba a la ciudad mi madre me dio una lista de cosas del supermercado que necesitaba y como iba a pasar todo el día en la ciudad, mi padre me pidió que me hiciera cargo de algunas cosas pendientes como llevar el auto al taller.

Cuando despedí a mi padre el me dijo: Nos vemos aquí a las 5 p.m. y volvemos a la casa juntos.

Después de muy rápidamente completar todos los encargos, me fui hasta el cine más cercano. Me enfoqué tanto con la película, una película doble de John Wayne que me olvidé del tiempo. Eran las 5:30 p. m. cuando me acordé.

Corrí al taller, conseguí el auto y me apuré hasta donde mi padre me estaba esperando. Eran casi las 6 p. m.

El me preguntó con ansiedad: Por que llegas tarde? Me sentía mal por eso y no le podía decir que estaba viendo una película de John Wayne entonces le dije que el auto no estaba listo y tuve que esperar…esto lo dije sin saber que mi padre ya había llamado al taller.

Cuando se dio cuenta que había mentido, me dijo: "Algo no anda bien en la manera que te he criado que no te ha dado la confianza de decirme la verdad. Voy a reflexionar que es lo que hice mal contigo. Voy a caminar las 18 millas a la casa y pensar sobre esto".

Así que vestido con su traje y sus zapatos elegantes, empezó a caminar hasta la casa por caminos que ni estaban cementados ni iluminados. No lo podía dejar solo…así que yo manejé 5 horas y media detrás de el…viendo a mi padre sufrir la agonía de una mentira estúpida que yo había dicho.

Decidí desde ahí que nunca más iba a mentir.

Muchas veces me acuerdo de este episodio y pienso… Si me hubiese castigado de la manera que nosotros castigamos a nuestros hijos…hubiese aprendido la lección?… No lo creo…

Hubiese sufrido el castigo y hubiese seguido haciendo lo mismo…

Pero esta acción de no violencia fue tan fuerte que la tengo impresa en la memoria como si fuera ayer…

Esto es el poder de la vida sin violencia.




sábado, 7 de junio de 2008

Fe de vida

fe de vida Natura deficit, fortuna mutatur, deus omnia cernit.
(La naturaleza nos traiciona, la fortuna cambia,
un dios mira las cosas desde lo alto)
Marguerite Yourcenar. De "Memorias de Adriano"

Esperar junto a este mar (en el que nacieron las ideas)
sin ninguna idea. (Y así tenerlas todas).
Ser sólo la brisa en la copa del pino grande,
el aroma del azahar, la noche de orquídeas
en las calas olvidadas.
Sólo permanecer viendo el ave que pasa
y no regresa; quedar
esperando a que el cielo amarillo
arda y se limpie de relámpagos
que llegarán saltando de una isla a otra isla.
O contemplar la nube blanca
que, no siendo nada, parece ser feliz.
Quedar flotando y transcurriendo de aquí para allá,
sobre las olas que pasan,
como un remo perdido.
O seguir, como los delfines,
la dirección de un tiempo sentenciado.
Ser como la hora de las barcas en las noches de enero,
que se adormecen entre narcisos y faros.
Dejadme, no con la luz del conocimiento
(que nació y se alzó de este mar),
sino simplemente con la luz de este mar.
O con sus muchas luces:
las de oro encendido y las de frío verdor.
o con la luz de todos los azules.
Pero, sobre todo, dejadme con la luz blanca,
que es la que abrasa y derrota a los hombres heridos,
a los días tensos, a las ideas como cuchillos.
Ser como olivo o estanque.
Que alguien me tenga en su mano como a un puñado de sal.
O de luz.
Cerrar los ojos en el silencio del aroma
para que el corazón -al fin- pueda ver.
Cerrar los ojos para que el amor crezca en mí.
Dejadme compartiendo el silencio
y la soledad de los porches,
la hospitalidad de las puertas abiertas; dejadme
con el plenilunio de los ruiseñores de junio,
que guardan el temblor del agua en las últimas fuentes.
Dejadme con la libertad que se pierde
en los labios de una mujer.

Antonio Colinas. De “El libro de la mansedumbre



sábado, 26 de abril de 2008

VUELO DEL ALMA


He aquí que, tras la noche,
llegas, día.
Golpea hoy con tu gran aldaba de luz mi pecho,
entra con todo tu espacio azul en mi corazón ensombrecido.
Que levanten el vuelo los pájaros dormidos en mi alma,
que llenen con su alegre griterío la mañana del mundo,
de mi mundo cerrado
los domingos y fiestas de guardar
secretos indecibles
Hágase hoy en mí tu transparencia,
sea yo en tu claridad.
Y todo vuelva a ser igual que entonces,
cuando tu llegada
no era el final del sueño,
sino su deslumbrante epifanía.
Ángel Gonzalez

Cuando el camino
se hace cuesta arriba,

¡NO LO DEJES!

Cuando las cosas andan mal
- como a veces sucede -

¡NO ABANDONES!

Cuando no consigas resultados,
y se sumen los problemas,

¡NO TE RINDAS!

Cuando quieras sonreír
y sólo puedas suspirar

¡NO TE CAIGAS!

Cuando la suerte,
te sea adversa,
y no encuentres
fuerzas para seguir

¡NO RENUNCIES!

Cuando no encuentres
compañeros de lucha,

¡NO TE APURES!

¡Hay manos que sostienen las tuyas!

Cree y Siente en cada minuto de tu vida,
deja que tu alma vuele libre
por los jardines hermosos de la confianza
en algo superior que llega donde nuestra
visión no puede alcanzar,
pero sí nuestro corazón puede sentir.

Tu alma desea estar libre
para darte fuerza y estímulo!

¡INTENTA!

Cierra los ojos por algunos minutos
y deja tus pensamientos volar
por sitios de Amor.

No podemos cambiar el mundo,
ni quitar todo el dolor de la tierra,
ni tener ya resueltos todos
nuestros problemas,
pero podemos a cada minuto
mirar con ojos del amor a cada cosa.

Si pensamos que todo es pasajero,
miraremos con cariño lo negativo
que te encamina a la elevación y perfección,
y luego observaremos con felicidad
el cambio del mal en bien ,
de tristezas en alegrías.

Lo que hoy nos hace sonreír
fueron las cosas que nos hicieron
llorar ayer.

Nuestras faltas de hoy también son
las alegrías de mañana.

Las personas se van.
Los amores se pierden en el tiempo.
Los problemas se solucionan.
Hasta el mismo sol se va cada noche
para renacer al día siguiente...

No te quedes en el medio del camino
porque allá, en alguna parte de él...

¡Algo te espera!



Nunca tomes actitudes negativas ante las dificultades
que prohíban que tu Alma vuele libre.

Piensa que todo es pasajero
y nunca te quedes en medio del camino...

Recuerda que en la vida la felicidad no es eterna
pero puede darnos fuerzas para luego enfrentar
los momentos difíciles.

Allá...
en algún lugar de tu camino,
siempre
algo valioso y grato te espera.

Unas horas de felicidad
valen un siglo en tu vida.



sábado, 12 de abril de 2008

Ahí están

Ahí están,
sentados,
dormidos de día, despiertos de noche,
asidos a sus sillas de ruedas,
jugando a las cartas y al dominó ellos
haciendo ganchillo ellas.

Con una marcha que ya quisieran para si
algunos carrozas de veintipocos.

Movilizados de aquí para allá,
de casa en casa,
de ciudad en ciudad,
trastos viejos e inútiles
de una sociedad dominada
por la prisa, el bonoloto, los ejecutivos de alto nivel,
la productividad y el estrés.

Tienen setenta y pico, ochenta y hasta noventa
inviernos a sus espaldas.
¡Qué ya son inviernos!

Necesitan una mano amiga,
necesitan ser protagonistas del presente y de su historia,
necesitan de su comunidad.

Nadie los preparo para esta etapa.

Ellos, ¡qué lo saben casi todo!

lunes, 24 de marzo de 2008

El poder


¿Quién tiene más poder: el que domina los despachos o el que domina su vida?

¿Qué es mejor: tener peso en la sociedad o tenerlo en tu casa?

¿Quién es más listo: el que tiene la nómina y el coche blindados o el que trabaja su horario y disfruta de la caña diaria o del paseo vespertino?

El trabajo sólo es una realización en su justa medida.

Los hombres que tienen una agenda frenética viven lo que les plantean sus secretarias.

Casi no saben qué será de ellos al día siguiente.

Dicen que todo tiene sus plazos, como las malditas hipotecas.

Hay momentos para exprimirte y dar todo de ti y otros para mirar cómo se exprimen los demás.

Lo peor de entregarte en cuerpo y alma es que te olvidas de mirar hacia dentro, casi te olvidas de quién eres y de por qué haces todo lo que haces.

El auténtico poder lo disfruta el que domina sus horas, el que sabe que una sonrisa es una cometa al viento.

Cierto es que nuestra sociedad necesita líderes.

Pero yo me quedo con los trabajadores honrados, con los profesionales que hacen su trabajo como amanuenses, que cumplen a la perfección, sin vanidades, y se marchan a sus casas para disfrutar de su otra vida:

la auténtica.

César Casal



lunes, 4 de febrero de 2008

Fe de Vida

fe de vida
A Cris.
La prisa es una carrera hacia la muerte.
La lentitud detiene el tiempo,
ensancha el instante,
propaga la vida en armonía.


Esperar junto a este mar (en el que nacieron las ideas)
sin ninguna idea. (Y así tenerlas todas).
Ser sólo la brisa en la copa del pino grande,
el aroma del azahar, la noche de orquídeas
en las calas olvidadas.

Sólo permanecer viendo el ave que pasa
y no regresa; quedar
esperando a que el cielo amarillo
arda y se limpie de relámpagos
que llegarán saltando de una isla a otra isla.
O contemplar la nube blanca
que, no siendo nada, parece ser feliz.
Quedar flotando y transcurriendo de aquí para allá,
sobre las olas que pasan,
como un remo perdido.
O seguir, como los delfines,
la dirección de un tiempo sentenciado.

Ser como la hora de las barcas en las noches de enero,
que se adormecen entre narcisos y faros.
Dejadme, no con la luz del conocimiento
(que nació y se alzó de este mar),
sino simplemente con la luz de este mar.
O con sus muchas luces:
las de oro encendido y las de frío verdor.
o con la luz de todos los azules.

Pero, sobre todo, dejadme con la luz blanca,
que es la que abrasa y derrota a los hombres heridos,
a los días tensos, a las ideas como cuchillos.
Ser como olivo o estanque.
Que alguien me tenga en su mano como a un puñado de sal.
O de luz.

Cerrar los ojos en el silencio del aroma
para que el corazón —al fin— pueda ver.
Cerrar los ojos para que el amor crezca en mí.
Dejadme compartiendo el silencio
y la soledad de los porches,
la hospitalidad de las puertas abiertas; dejadme
con el plenilunio de los ruiseñores de junio,
que guardan el temblor del agua en las últimas fuentes.
Dejadme con la libertad que se pierde
en los labios de una mujer.

Antonio Colinas

jueves, 28 de abril de 2005

FE DE VIDA (II)

“El amor en los tiempos del cólera es un libro
para leer en la arena de tu vientre”
Cristina Novoa

FE DE VIDA

Nadie sabrá las veces, las mil veces,
después de la tristeza o de la humillación,
que envidié la sonrisa de los cínicos,
esa distancia fría de sus labios
ante la realidad. Son como estatuas
sobre el declive amargo del otoño,
y en las seguridades de la piedra
no conciben el riesgo de la fe,
la luz que se hace vida, pero luego
puede sentir la mordedura,
el veneno amarillo
de la vejez, la quiebra y el ridículo.

No conciben heridas. Serán porque recuerdan
la pureza metálica del justo
que agita su sermón
más allá de las dudas y de las decisiones,
clamando contra el filo de los sueños,
contra la incertidumbre,
sin asumir ninguna
responsabilidad en la quietud,
con su orden de muerte y de injusticia.

Al caminar un día
sobre los arrabales de la Historia,
mientras la luz deshecha buscaba solidez
en el cemento y en los vertederos,
sentí –igual que se perciben
las inquietudes y los atardeceres-
que la verdad abstracta
es legitimación de la mentira.
Y no pude salvarme, ni ser puro,
ni sonreír con labios de distancia.
No me quedé en los márgenes,
ni en mesas de camilla,
ni en la capa del noble, ni en la canción de infierno.

Pero la luz se enfría débil sobre los campos
y quien regresa siente las manchas de la tarde.

Nadie sabrá jamás
las veces, las mil veces,
que envidié la sonrisa de los cínicos,
la pureza metálica del justo,
después de los regresos y de la humillación,
al sentirme manchado por la luz
y al conservar en la memoria,
en la izquierda vacía de mi cama,
como la sombra hiriente del cuerpo que se ha ido,
la memoria dudosa y palpitante
de algún amanecer.

Porque tal vez la vida
sólo nos quiere dar
aquello que después sabe quitarnos.

Luis García Montero

miércoles, 27 de abril de 2005

FE DE VIDA (I)

"Y si nada nos libra de la muerte,
al menos que el amor nos salve de la vida".
Javier Velaza


Esperar junto a este mar (en el que nacieron las ideas)
sin ninguna idea. (Y así tenerlas todas.)
Ser sólo la brisa en la copa del pino grande,
el aroma del azahar, la noche de las orquídeas
en las calas olvidadas.
Sólo permanecer viendo el ave que pasa
y no regresa; quedar
esperando a que el cielo amarillo
arda y se limpie con los relámpagos
que llegarán saltando de una isla a otra isla.
O contemplar la nube blanca
que, no siendo nada, parece ser feliz.
Quedar flotando y transcurriendo de aquí para allá,
sobre las olas que pasan,
como un remo perdido.
O seguir, como los delfines,
la dirección de un tiempo sentenciado.
Ser como la hora de las barcas en las noches de enero,
que se adormecen entre narcisos y faros.
Dejadme, no con la luz del conocimiento
(que nació y se alzó de este mar),
sino simplemente con la luz de este mar.
O con sus muchas luces:
las de oro encendido y las de frío verdor.
O con la luz de todos los azules.
Pero, sobre todo, dejadme con la luz blanca,
que es la que abrasa y derrota a los hombres heridos,
a los días tensos, a las ideas como cuchillos.
Ser como olivo o estanque.
Que alguien me tenga en su mano como a puñado de sal.
O de luz.
Cerrar los ojos en el silencio del aroma
para que el corazón –al fin- pueda ver.
Cerrar los ojos para que el amor crezca en mí.
Dejadme compartiendo el silencio
y la soledad de los porches,
la hospitalidad de las puertas abiertas; dejadme
con el plenilunio de los ruiseñores de junio,
que guardan el temblor del agua en las últimas fuentes.
Dejadme con la libertad que se pierde
en los labios de una mujer.

Antonio Colinas

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