Yo no soy yo...
"Soy esta
que va a mi lado sin yo saberlo;
que a veces voy a ver,
y que a veces, olvido.
La que calla, serena, cuando hablo,
la que perdona, dulce, cuando odio,
la que pasea por donde no estoy,
la que quedará en pie cuando yo muera".
Juan Ramon Jimenez
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10 sept 2010

Ήistoria de un árbol.....

Había una vez, en las afueras de un pueblo, un árbol enorme y hermoso que vivía regalando a todos los que se acercaban el frescor de su sombra, el aroma de sus flores y el increíble canto de los pájaros que anidaban entre sus ramas.
El árbol era querido por todos, pero especialmente por los niños, que trepaban por el tronco y se balanceaban entre las ramas con su complicidad complaciente. Si bien el árbol amaba a la gente, había un niño que era su preferido. Aparecía siempre al atardecer, cuando los otros se iban.
-Hola, amiguito-decía el árbol y con gran esfuerzo bajaba sus ramas al suelo para ayudar al niño a trepar, permitiéndole además cortar algunos de sus brotes verdes para hacerse una corona de hojas aunque el desgarro le doliera un poco. El chico se balanceaba con ganas y le contaba al árbol las cosas que le pasaban en casa.
Casi de un día para otro, el niño se volvió adolescente y dejó de visitar al árbol.
Pasó el tiempo…y de repente, una tarde, el árbol lo vio caminando a lo lejos y lo llamó con entusiasmo:
-Amigo…amigo…Ven, acércate…Cuanto hace que no vienes…Trepa y charlemos.
-No tengo tiempo para estupideces-dijo el muchacho.
-Pero…disfrutábamos tanto juntos cuando eras pequeño…
-Antes no sabía que se necesitaba dinero para vivir, ahora busco dinero. ¿Tienes dinero para darme?.
El árbol se entristeció un poco, pero se repuso enseguida.
-No tengo dinero, pero tengo mis ramas llenas de frutos. Podrías subir y llevarte algunos, venderlos y obtener el dinero que necesitas…
-Buena idea-dijo el muchacho y subió por la rama que el árbol le tendió para que trepara como cuando era chico.
Y arrancó todos los frutos del árbol, incluidos los que aún no estaban maduros.
Llenó con ellos una bolsa de arpillera y se fue al mercado. El árbol se sorprendió de que su amigo no le dijera ni gracias, pero dedujo que tendría urgencia por llegar antes de que cerraran los compradores.
Pasaron diez años hasta que el árbol vio pasar otra vez a su amigo. Era ya un adulto.
-¡Qué grande estás!-le dijo emocionado-; ven, sube como cuando eras niño, cuéntame de ti.
-No entiendes nada, como para trepar estoy yo…Lo que necesito es una casa. ¿Podrías acaso darme una?
El árbol pensó unos minutos.
-No, pero mis ramas son fuertes y elásticas. Podrías hacer una casa muy resistente con ellas.
El joven salió corriendo con la cara iluminada. Una hora más tarde, con una sierra cortó cada una de sus ramas, tanto las secas como las verdes. El árbol sintió el dolor, pero no se quejó. No quería que su amigo se sintiera culpable.
El árbol guardó silencio hasta que terminó la poda y después vio al joven alejarse esperando inútilmente una mirada o gesto de gratitud que nunca sucedió.
Con el tronco desnudo, el árbol se fue secando. Era demasiado viejo para hacer crecer nuevamente ramas y hojas que lo alimentaran. Quizás por eso, porque ya estaba viejo cuando lo vio venir años después, solamente dijo:
-Hola. ¿Qué necesitas esta vez?
-Quiero viajar. Pero,¿qué puedes tú hacer?. Ya no tienes ramas ni frutos que sirvan para vender.
-Qué importa hijo-dijo el árbol-, puedes cortar mi tronco…con él quizás consigas construir una canoa para recorrer el mundo a tus anchas.
-Buena idea-dijo el hombre.
Horas después volvió con un hacha y taló el árbol. Hizo una canoa y se fue.
Del viejo árbol quedó tan sólo el pequeño tocón a ras del suelo. Dicen que el árbol aún espera el regreso de su amigo para que le cuente de su viaje.
Nunca se dio cuenta de que ya no volvería.
El niño ha crecido, pero tristemente se ha vuelto un hombre de esos que nunca vuelven a donde no hay nada más para tomar.
El árbol espera, vacío, aunque sabe que no tiene nada más para dar.

26 oct 2009

La leyenda de Killa y la Luna...


Cuenta una leyenda que hace años en el cielo sólo reinaba el sol, durante el día todo era alegría pero cuando la noche cubría con su manto, todo era temor.
Una noche un temible puma se ensañó con los habitantes de una aldea sembrando el miedo casi todos los aldeanos.

Killa una joven y bella muchacha decidió enfrentarse al puma.
Una noche, mientras todos corrían a refugiarse, ella se quedó en un lugar abierto; y cuando vió acercarse al puma comenzó a correr. Corrió durante dos días alejando al puma de la aldea.
En la tercera noche el puma la acorraló. La joven, dándose por vencida, se dispuso a morir; pero en su corazón no cabía la tristeza ya que se sentía feliz por haber cumplido su propósito.
En el momento en que el puma se disponía a darle muerte, ella cerró sus hermosos ojos y sintió elevarse en el aire convirtiéndose en un astro redondo y luminoso con una belleza sin igual.
Cuentan que desde aquella noche la joven nos acompaña allí, en el cielo, tan bella como lejana, cuidándonos y dándonos  su hermosa luz.

11 oct 2009

LA HIEDRA Y EL ÁRBOL


La noche era oscura y el viento arreciaba cuando alguien llamo a la puerta de la cabaña de unos ancianos,
solicitandoles que lo acogieran para protegerse del vendaval, recibiendo como respuesta toda la hospitalidad que en la sencillez de su hogar podían darle.
Al
día siguiente, el visitante, se sintió tan complacido que les ofreció hacer realidad "EL DESEO" que ellos le pidieran.
Los asombrados ancianos, entrelazaron sus manos, y emocionados hicieron su petición:
Posesiones materiales no queremos, ya estamos en la vejez, y a pesar de nuestra pobreza para ser felices en el tiempo que nos queda, tenemos todo lo que necesitamos, que es el uno al otro.
- por lo tanto, lo que deseamos es poder...........: "AMARNOS PARA SIEMPRE" .
Entonces......., el misterioso viajero les convirtió en "
ÁRBOL Y HIEDRA" .

-Es por eso que vemos en los bosques y en los mas bellos jardines arboles y hiedras abrazados entre sí,
aferrándose el uno al otro, con tanta fuerza que nada ni nadie puede separarlos.

7 oct 2009

El roble y la luna...

...Y otra noche mas, al igual que en los últimos doscientos años, el viejo roble acunó sus sueños en tranquila conversación con la luna. Era una tertulia cotidiana en la que, cada cual, contaba los últimos acontecimientos al otro.
El roble le explicaba qué había sucedido durante el día en el bosque y la luna le ponía al día de lo que se "cocía" en el firmamento por la noche. Esa era su rutina, su momento, deseado por ambos.
Algo tan simple que había unido dos almas tan diferentes.

2 oct 2009

El cuento de la Luna roja...



Había una vez un pequeño planeta muy triste y gris. Sus habitantes no lo habían cuidado, y aunque tenían todos los inventos y naves espaciales del mundo, habían tirado tantas basuras y suciedad en el campo, que lo contaminaron todo, y ya no quedaban ni plantas ni animales.
Un día, caminando por su planeta, un niño encontró una pequeña flor roja en una cueva. Estaba muy enferma, a punto de morir, así que con mucho cuidado la recogió con su tierra y empezó a buscar un lugar donde pudiera cuidarla. Buscó y buscó por todo el planeta, pero estaba tan contaminado que no podría sobrevivir en ningún lugar. Entonces miró al cielo y vio la luna, y pensó que aquel sería un buen lugar para cuidar la planta.
Así que el niño se puso su traje de astronauta, subió a una nave espacial, y huyó con la planta hasta la luna. Lejos de tanta suciedad, la flor creció con los cuidados del niño, que la visitaba todos los días. Y tanto y tan bien la cuidó, que poco después germinaron más flores, y esas flores dieron lugar a otras, y en poco tiempo la luna entera estaba cubierta de flores.
Por eso de cuando en cuando, cuando las flores del niño se abren, durante algunos minutos la luna se tiñe de un rojo suave, y así nos recuerda que si no cuidamos la Tierra, llegará un día en que sólo haya flores en la luna.
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