Netsuke miró por la ventana y observó la lluvia caer en el Iwakura, lugar de las piedras. En el nihon teien o jardín de piedra japonés, la Shima o isla, se hallaba contenida en el vacío que representaba el mar, el musgo reinaba por doquier entremezclado con las piedras de origen volcánico, sobre todo el basalto parecía brillar bajo el agua, que, todo lo cubría con su delicado e intangible manto…
Netsuke era el nombre cariñoso con el que su padre siempre se refería a ella, pues cuando su madre quedó en estado, su padre decía que mimaría a aquel bebé hasta tal punto que lo terminaría llevando encima como a su Netsuke, la figura tallada que los japoneses usaban como broche en su bolsa del dinero o para prender algo al fajín del kimono. A su madre le hizo tanta gracia, que siempre la llamaba así, aunque solo para la familia, pues para todos los demás, en la Época Edo, en el Japón, del siglo XVI, todos la conocían como a la joven aristócrata Hinadori, de la mansión de Dazai, junto al río Yoshino.
Netsuke siguió observando la lluvia empapar los bambúes, el siempre perenne Pino negro japonés, los famélicos arces que dejaban desarrollarse a sus pies, una alfombra de helechos y musgos muy verdes y espesos por las ultimas y abundantes lluvias… Hacia más de un mes de la última nevada y ahora solo caía esa fina lluvia humedeciéndolo todo. El gran cerezo que permanecía desnudo, se hallaba junto al lado mas alejado de la casa, donde el jardín era del estilo Hiramiwa, con todo pequeño, plano y con muy pocos elementos. Allí se encontraba el salón de té, por ser aquel el lugar más apropiado por su solemnidad.
La joven recordó con añoranza como, el maestro de té que celebraba aquel ritual sagrado, hacía todos los preparativos. Todo estaba listo en el lugar de la ceremonia o Chasitsu (también llamado Sukiya, Chaya, Kakoi, etc.) antes de que entraran los invitados. Las obras de arte, que servían para las ceremonias, eran escogidas teniendo en cuenta la estación del año y las características de los invitados.
Antes de entrar, los señores de la guerra debían dejar sus armas, pues en el salón de té no hay rangos ni enemigos, sólo hombres hermanados.
Los invitados esperaban en una zona del jardín o Rogi, llamada sala de espera, Machiai, donde hay símbolos que recordaban lo que se iba a vivir. Allí donde en antaño, cuando su padre aun vivía la gente se conocían y saludaban y hablaban poco, sólo admiraciones hacia el Rogi, para luego volcarse en el goce del silencio.
El Rogi se divide en dos: el Rogi exterior y el Rogi interior, que ya formaba parte del Chasitsu. Se entreabría la puerta que separa los dos jardines y los invitados entraban inclinándose por ese pequeño acceso. Eso predisponía a la humildad, y era una ayuda a la verdadera actitud. Entraban en el Rogi interior, y todo su simbolismo les penetraba, con cada paso que daban, el mundo de lo cotidiano con su bullicio, se desvanecía en la mente. Así, libres, se entregaban a ese mundo del silencio. El invitado se purificaba y armonizaba su corazón y éste, resonaba en simpatía con el rocío, los árboles, los manantiales y las rocas.
Rogi se descompone en Ro (manifestar) y gi (corazón, alma), significaba algo así como manifestar el alma o abrir el corazón. Era el primer escalón en la vía del té. Puede tener varios senderos, pero el maestro ya había señalado uno en concreto que les llevaba hasta una fuente o un recipiente con agua fresca y pura; allí se enjuagaban la boca y las manos, era un lavado simbólico.
Se preparaba el hogar encendiendo el carbón de forma que su calor fuera constante, se añadían unas bolitas de incienso, y se colocaba dentro el hervidero con agua muy pura. Al hervir se oía un murmullo que transportaba la imaginación al ruido de las olas, el viento entre los pinos, el murmullo de un riachuelo...
Donde se hallaba el templo Zen con su agua, sus piedras, el árbol y el farol lo sumergían todo con la musicalidad de una cascada hasta la inmensidad del océano infinito con una parte del jardín solo de roca y arena, llamando a la meditación y simbolizaban entre otras cosas, el equilibrio universal, la naturaleza desnuda. Ese equilibrio, esa quietud, no es sino un estado de conciencia, por eso el jardín solo sugiere… los estados de conciencia los debe poner cada uno.
Dentro de uno, ya no se podía romper la armonía porque ya éramos la armonía.
Los invitados daban las gracias por todo, pero era el maestro quien salía primero por una puerta interior. Luego salían los invitados al jardín y saludaban con reverencias; cuando el maestro de té sabía que estaban en el jardín, salía nuevamente y desde la pequeña puerta del chasitsu saludaba a su vez. Y la ceremonia del té terminaba.
Echaba de menos aquellas ceremonias largas y complejas con miles de detalles y rebosantes de tradiciones milenarias… echaba de menos a su padre… verlo por aquellos jardines de piedra que tanto le ayudaban a recapacitar y a hallarse a si mismo…
Pero Netsuke prefería el jardín más cercano a la gran mansión, el jardín Tsukiyama que era panorámico, a base de colinas y lagos. Estaba inspirado en el budismo «jodokyo» o de la Tierra Pura, que habla de un mundo paradisíaco después de la muerte. Estos jardines se esforzaban en incorporar los elementos de la Tierra Pura y de las Islas de los Inmortales, símbolo de la propia inmortalidad del hombre. Por eso en estos jardines se encontraba su lugar favorito, el lago con una docena de lotos, la flor sagrada de Japón, reposando sobre sus aguas, y las islas solitarias donde ella se detenía en multitud de ocasiones a tocar su Shamisén, su viejo laúd de tres cuerdas, y a pensar en él... Koganosuke.
Koganosuke, era hijo de Daihanji otro noble del lugar. La mansión de Dazai, padre de Netsuke, y la de Daihanji estaban separadas por el río Yoshino. Pero las dos casas estaban en discordia desde hace mucho tiempo y cuando Hinadori y Koganosuke se enamoraron, nada más conocerse, ya sabían que sus padres jamás permitirían que se casaran.
Su amor prohibido no disminuyó con el tiempo y la distancia, y mientras miraban el río que los separaba pensaban el uno en el otro y se dejaban mensajes, con lo que para ellos es el símbolo de su amor…una rama de cerezo en flor…
Durante largo tiempo Hinadori, Netsuke también para su amado, caminaba por sus jardines solo para esperar una muestra de su amor… y de que aún seguía vivo dado que sabían que deberían pagar con sus vidas si su amor era algún día descubierto.
Koganosuke también corría al río a pesar del tiempo, a la espera de una muestra más de su amor y aspiraba con devoción el olor de las flores del cerezo, pálidas y rosadas tratando de captar su esencia en aquello que ella había tocado con sus labios con un beso apasionado…
Pero un día, Iruka de Soga, la persona más poderosa por aquel entonces, le dijo a Sadaka (viuda de Dazai y madre de Hinadori) que obligara a Hinadori a ser su concubina en su palacio.
A Daihanji, padre de Koganosuke, a su vez, le mandan que su hijo trabaje como sirviente de Iruka. Y aunque Netsuke, en principio no quería aceptar la propuesta de su madre, al final cede y decide casarse con Iruka temerosa de las represalias contra su familia.
Por eso aquella noche Netsuke miraba su frondoso y verdoso cerezo en el lado más opuesto a ella y más cercano a su amado río, el que sin ser nada, pues no podía tomarlo con sus manos, lo era todo, era el abismo que una noche más los separaba. Netsuke no deseaba ser la concubina de nadie y lloraba amargamente el anhelo y la desesperación por no sentir sus caricias, ni sus besos por última vez, finalmente con el rostro sereno a pesar de la decisión tomada, comenzó con el ritual.
Las mujeres nobles, como ella pensaban en el Seppuku o Harakiri, un suicidio ritual, por multitud de razones. Como por ejemplo para no caer en manos del enemigo, para seguir en la muerte a su señor o a su marido, al recibir la orden de suicidarse… pero ella lo hacía porque temía que su negativa a Iruka trajera la desgracia, a su ya afligida familia, que vivía hacia poco sin su amado padre. Por otro lado también temía más que cualquier otra cosa, encontrarse con su amado Koganosuke en el palacio cuando ella fuera ataviada como una concubina de la corte, pues por medio de los criados había conocido el destino impuesto por el temible ministro Soga no Ikura a Koganosuke y sabía que en cuanto él viese que era de otro hombre, su amado enloquecería y provocaría que los hombres de Ikura lo matasen… Y eso no lo podía permitir.
Técnicamente, el suicidio de una mujer no se considera seppuku, sino suicidio a secas (en japonés jigai). La principal diferencia con el seppuku es que, en lugar de abrirse el abdomen, se practicaban un corte en el cuello, seccionándose la arteria carótida con una daga con hoja de doble filo llamada Kwaiken.
Netsuke tomó la daga que había guardado en su kimono blanco, impoluto y sobrenaturalmente espectral en aquella noche oscura y cerrada, y lo depositó sobre el suelo de madera. Tomó entonces su Heko obi hecho con una tela muy fina y aunque se puede confundir con un obiage, este era bastante más largo y de brillantes colores en perla y rosa y decorada con la imagen de los cerezos en flor…sakura. Ese obi era el que utilizaba con su kimono de primavera, el mismo que utilizó el día del festival de Hanami, donde conoció a Koganosuke. Aquel día de picnic bajo los cerezos en flor estuvo cargado de miradas los dos jóvenes se enamoraron mientras se dejaban embargar por la belleza de aquel paraje, bajo la sombra de aquellas nubes rosadas….
Sin duda aquel obi que tanto significaba para ella era el más adecuado para llevar a cabo aquel ritual. Lo tomó por un extremo y con él ató sus muslos por encima de la rodilla y con el otro extremo ató sus tobillos, inmovilizándose totalmente. Aquel ritual milenario era sin duda para no tener la deshonra de morir con las piernas abiertas al caer.
Normalmente los samuráis antes de ejecutar el seppuku, bebía sake y componían un último poema de despedida llamado zeppitsu o yuigon, casi siempre sobre el dorso del tessen o abanico de guerra. En el fatídico momento, el practicante se situaba de rodillas en la posición 'seiza', se abría el kimono (habitualmente de color blanco, que aún hoy sólo visten los cadáveres); envolvía cuidadosamente la hoja del 'tantō' (daga de unos 20 - 30 cms) en papel de arroz, ya que morir con las manos cubiertas de sangre era considerado deshonroso; y procedía a clavarse la daga en el abdomen de una manera ceremonial.
Pero para las mujeres era distinto… era una cuestión de pasión, de fidelidad, de amor…
Netsuke abrió la puerta corredera de su alcoba y dejó que el frío de la noche acariciara su mortecina piel… los largos y lacios cabellos negros le caían sobre su kimono blanco, tomó con su delicada mano la daga y la sacó de su funda de plata finamente labrada.
Por ultima vez miró a su adorado jardín y se recreo con el repicar de las gotas caer en los diferentes elementos y entonces pensó que ojalá su jardín estuviese como en primavera… cuando sus crisantemos, sus Flores aves del paraíso, sus Iris Lirios y sus Narcisos enanos florecían por doquier a ambos lados a lo largo del camino de arena y piedra pulida. Anheló ver el manto violeta de la Wisteria Floribunda, una planta trepadora de los muros más alejados y como no… sus magnifico cerezo florecer… aquel año había esperado con emoción que floreciera como tenia costumbre ya por aquella época, sin embargo, ese año se resistía ha hacerlo y ya estaba llegando la primavera… puede que por las nevadas o como presagio de que todo iba a acabar…
Anheló en sus labios un último beso de Koganosuke y miró la nota que había escrito para su madre, rogándole que la perdonara por la deshonra, pero que ella era una mujer guerrera japonesa, una bushi, y no podía olvidad para quien sentía su lealtad eterna…
Volvió a mirar al cerezo y con su nombre en los labios seccionó su delicada piel, dejando una estela roja correr por su pecho. Netsuke abrió totalmente los ojos y trató de forma inútil de suspirar. Netsuke cayó delicadamente hacia un lado y mientras su corazón iba bombeando su sangre con cada uno de sus últimos y delicados latidos, entonces un leve resplandor rosado y perla brilló en la noche y la lluvia cesó en ese instante… después de aquella diminuta y bella flor, se abrieron muchas más hasta hacer sucumbir todo el árbol en una explosión mágica de luz espectral y color nacarado que hizo sonreír a Netsuke en su ultimo aliento, mientras con sus labios, sin sonido alguno, llamaba a su amor Koganosuke…
A la mañana siguiente un grito alarmó a guardias y criados, a familia e incluso a los animales que allí vivían… su fiel perro Kibo aullaba desesperado… la joven había muerto.
Su madre corrió al lado de su delicada hija que yacía ya fría y serena en el suelo con su kimono blanco teñido de carmesí. Junto a ella una carta donde le explicaba lo grande que era su amor y que tratara que por nada del mundo su amor supiera de su muerte hasta que dejara de servir para el malvado ministro. Y le relató como hubiese deseado tener una rama de cerezo para poder avisarle de que seguía viva y esperando a su amor, pero que aquel año, éste no había llegado antes de su partida… pero que lo vería junto a el en el otro mundo que los esperaría para reunirlos de nuevo.
Sadaka, madre de Netsuke arrojó una rama de cerezo en flor al río para informar a Koganosuke de que su hija está viva, como si ella le mandara un mensaje de amor.
Koganosuke, a su vez, cree que si trabaja como sirviente en el palacio, Iruka le torturará para enterarse de dónde está escondida Uneme, novia del emperador, quien es enemigo de Iruka. Por lo tanto y a pesar de su amor por Netsuke, se corta su vientre, en un ritual seppuku, dado que los samurái, que consideraban su vida como una entrega al honor de morir gloriosamente, rechazando cualquier tipo de muerte natural, antes de ver su vida deshonrada decide darse muerte con un Hara-kiri: "corte del vientre". Koganosuke dedica a su amada su último verso de despedida y con su último aliento le pide a su padre que eche una rama florecida en el río, para que Hinadori piense que él también está vivo.
Los dos mueren y sus respectivas ramas se encuentran en el río y se entrelazan sus flores en un abrazo infinito hasta que se desvanecen en sus aguas….
Días más tarde corre la voz del suicidio el mismo día de los amantes, hasta que llega a oídos de Sadaka y Daihanji, estos consternados e impresionados por el respectivo amor de sus dos hijos, deciden casarlos como muestra de respeto y reconocimiento a su inconmensurable amor.
De este modo los amantes se unen en la otra vida y por siempre permanecerán juntos, cosa que no pudieron hacer en este mundo. Y su historia fue contada a ricos o pobres, a nobles y plebeyos y aquella fue conocida como Imoseyama Onna Teikin (Un Ejemplo de Nobleza Femenina)… Fin.
Para Viento… gracias por ser mi apoyo y mi inspiración, en estos tiempos de tormentas y grises… inspirada en su relato Kamikaze…
Basado en una obra característica de Japón y muy conocida que se interpreta en el Teatro Kabuki, teatro tradicional japonés, donde todos los actores son hombres. Es la historia del derrocamiento del ministro Soga no Ikura, en la obra titulada Imoseyama Onna Teikin (Un Ejemplo de Nobleza Femenina).
Nací como humana pero mis sueños me hicieron escribiente... con la pluma entre los dedos, marcaba mis sueños en un papiro fino y roto. Soñaba para escribir, escribía para revivirlos y cuanto más soñaba más escribía y más deseaba cumplir mis sueños. Llegué a adulta y aun ocupaban mi mente, me dejaba llevar a un fantástico mundo donde solo con mi pensamiento era princesa, guerrera, hada o musa…No quiero una vida real si no tengo sueños... nací como humana pero mis sueños me hicieron escribiente…
miércoles, 27 de enero de 2010
lunes, 18 de enero de 2010
Pero él nunca contaría mis secretos...
Rompí el silencio con un grito ahogado y tapé mis labios con la mano tratando de acallar un alarido que nacía más de mi alma rota que de mi boca…
La desesperación acabó con la poca dignidad que me quedaba en el cuerpo… él se había marchado de mi lado y por un momento la soledad llenó mis rincones y me rasgó la fina membrana que me separaba de la locura… Sabia que aquello era lo que debía hacer… y sabia que dolería tal y como me estaba doliendo, pero no sabía en cuantos pedazos podría romperse mi corazón… ¿Cómo unir los pedazos…?
Tal vez nunca…
Miré la pared en la penumbra… vi una luz atravesar toda ella marcando la sombra de la ventana por la cual llegaba, bañando la habitación con un brillo cegador, su coche marchaba a toda velocidad y yo quedaba rota y en silencio….
Traté de hablar, de decir algo… ninguna palabra salió de mi y en mi garganta traté de encontrar la causa, pero no era ese el motivo… él se había ido… y se llevó consigo mis palabras… se llevó mis te quiero, mis te echo de menos, se llevó mis deseos, mis dulces pensamientos… mis sueños…. Nada había en mi, solo el silencio y el vacío y miles de miedos… la desesperación solo emitía profundos gritos que rompían por dentro todo a su paso… y las lagrimas llegaron como marabunta… salí de allí y sentí el frío de la noche en mi piel, sentía como la lluvia me mojaba poco a poco y me volvía azulada bajo el influjo de la luna que tímidamente asomaba entre las nubes oscuras, que parecían llorar apiadándose de mi… mis lagrimas y las suyas se mezclaron y me sentí acompañada, saboree en mis labios su salado sabor y mi ropa mojada se pegaba a mí haciéndome sentir su abrazo… dios como necesitaba un abrazo… un simple abrazo, un regazo en el que dejarme caer, yacer despreocupada abandonada a aquel llanto infinito con mi lúgubre pena a cuestas y mi dignidad perdida entre suplicas… pero ya solo estaba yo y aquel cielo en el que hasta las estrellas parecían brillar para hacerme sentir que no estaba sola… perdida en mi destino, que antes había sido tan claro…
Ya no veía el final del camino… aun lo sentía tan metido bajo mi piel que ni la lluvia lo arrancaba de mi…
Temblaba… sin darme cuenta, notaba el frío cortante y mi pelo mojado, pegado en pequeños mechones a mi cara, sentí algo helado en mi tez , sin reconocer mis dedos apartar aquellos mechones empapados… acaricié con ellos mis labios y mi ardiente aliento con susurros perdidos en palabras que nunca él oiría… bajé mi mano y acaricié mi rostro, mi cuello y la piel de mi escote, notaba su helada caricia como si un extraño me tocara y caí al suelo rota en mil pedazos, en pleno charco que mojaba mis pies descalzos, mi vestido manchado de tierra, impregnándome de aquel aroma de mi niñez y me sentí bañada en el llanto de la noche, acompañando mi soledad, ahogando mis penas en sus lagrimas… me abracé el cuerpo y por fin dije su nombre…
…él se llevó mis palabras… se llevó mis te quiero, mis te echo de menos, se llevó mis deseos, mis dulces pensamientos… mis sueños…. Pero mi vacío se llenó de sus recuerdos y por un momento mi alma austera encontró la calma que tanto ansiaba, noté mi frío cuerpo como a un extraño… apacigüé mis tempestades y respiré hondo… la lluvia cesó en ese instante… y el viento se llevó las nubes para dejarme ver el universo susurrar mi nombre entre palabras de consuelo…
Entré en casa y dejé en el suelo mi ropa mojada… desnuda caminé por las escaleras hasta la inmensidad de mi desolada cama, me introduje en ella con miedo a sentir mi soledad acrecentar en aquel lugar que aun conservaba su esencia… pero la luna salió y llena como estaba, iluminó mi ventana y reflejada en mi rostro calmó el dolor que me atravesaba… las sabanas parecían losas sobre mí… pero su calor calmó la nada que hasta entonces había afligido mi pecho y notaba en mi cuerpo el peor de los tormentos… su ausencia…
Pero vino el sueño y noté su calido beso… la calma llegó serena entre respiraciones profundas y entonces, solo el silencio que reinaba, fué testigo de mi noche más amarga…
Pero él nunca contaría mis secretos…
La desesperación acabó con la poca dignidad que me quedaba en el cuerpo… él se había marchado de mi lado y por un momento la soledad llenó mis rincones y me rasgó la fina membrana que me separaba de la locura… Sabia que aquello era lo que debía hacer… y sabia que dolería tal y como me estaba doliendo, pero no sabía en cuantos pedazos podría romperse mi corazón… ¿Cómo unir los pedazos…?
Tal vez nunca…
Miré la pared en la penumbra… vi una luz atravesar toda ella marcando la sombra de la ventana por la cual llegaba, bañando la habitación con un brillo cegador, su coche marchaba a toda velocidad y yo quedaba rota y en silencio….
Traté de hablar, de decir algo… ninguna palabra salió de mi y en mi garganta traté de encontrar la causa, pero no era ese el motivo… él se había ido… y se llevó consigo mis palabras… se llevó mis te quiero, mis te echo de menos, se llevó mis deseos, mis dulces pensamientos… mis sueños…. Nada había en mi, solo el silencio y el vacío y miles de miedos… la desesperación solo emitía profundos gritos que rompían por dentro todo a su paso… y las lagrimas llegaron como marabunta… salí de allí y sentí el frío de la noche en mi piel, sentía como la lluvia me mojaba poco a poco y me volvía azulada bajo el influjo de la luna que tímidamente asomaba entre las nubes oscuras, que parecían llorar apiadándose de mi… mis lagrimas y las suyas se mezclaron y me sentí acompañada, saboree en mis labios su salado sabor y mi ropa mojada se pegaba a mí haciéndome sentir su abrazo… dios como necesitaba un abrazo… un simple abrazo, un regazo en el que dejarme caer, yacer despreocupada abandonada a aquel llanto infinito con mi lúgubre pena a cuestas y mi dignidad perdida entre suplicas… pero ya solo estaba yo y aquel cielo en el que hasta las estrellas parecían brillar para hacerme sentir que no estaba sola… perdida en mi destino, que antes había sido tan claro…
Ya no veía el final del camino… aun lo sentía tan metido bajo mi piel que ni la lluvia lo arrancaba de mi…
Temblaba… sin darme cuenta, notaba el frío cortante y mi pelo mojado, pegado en pequeños mechones a mi cara, sentí algo helado en mi tez , sin reconocer mis dedos apartar aquellos mechones empapados… acaricié con ellos mis labios y mi ardiente aliento con susurros perdidos en palabras que nunca él oiría… bajé mi mano y acaricié mi rostro, mi cuello y la piel de mi escote, notaba su helada caricia como si un extraño me tocara y caí al suelo rota en mil pedazos, en pleno charco que mojaba mis pies descalzos, mi vestido manchado de tierra, impregnándome de aquel aroma de mi niñez y me sentí bañada en el llanto de la noche, acompañando mi soledad, ahogando mis penas en sus lagrimas… me abracé el cuerpo y por fin dije su nombre…
…él se llevó mis palabras… se llevó mis te quiero, mis te echo de menos, se llevó mis deseos, mis dulces pensamientos… mis sueños…. Pero mi vacío se llenó de sus recuerdos y por un momento mi alma austera encontró la calma que tanto ansiaba, noté mi frío cuerpo como a un extraño… apacigüé mis tempestades y respiré hondo… la lluvia cesó en ese instante… y el viento se llevó las nubes para dejarme ver el universo susurrar mi nombre entre palabras de consuelo…
Entré en casa y dejé en el suelo mi ropa mojada… desnuda caminé por las escaleras hasta la inmensidad de mi desolada cama, me introduje en ella con miedo a sentir mi soledad acrecentar en aquel lugar que aun conservaba su esencia… pero la luna salió y llena como estaba, iluminó mi ventana y reflejada en mi rostro calmó el dolor que me atravesaba… las sabanas parecían losas sobre mí… pero su calor calmó la nada que hasta entonces había afligido mi pecho y notaba en mi cuerpo el peor de los tormentos… su ausencia…
Pero vino el sueño y noté su calido beso… la calma llegó serena entre respiraciones profundas y entonces, solo el silencio que reinaba, fué testigo de mi noche más amarga…
Pero él nunca contaría mis secretos…
jueves, 14 de enero de 2010
"¡Este jueves, un relato¡" Mito. La joven del lago...
Hace mucho, mucho tiempo vivió en un recóndito paraje un apuesto joven, que se llamaba Alex… él sólo, trabajaba duramente en las tierras de la familia, todos los días del año, desde el alba hasta el ocaso, dado que sus padres ya eran muy mayores.
Un día, despertó al alba y todo viendo que indicaba que nevaría, tuvo que apresurarse a ir recoger su cosecha, toda, en ese mismo día, para así no perderlo todo. Aquello era mucho trabajo pero Alex, trabajó sin descanso hasta bien entrada la madrugada. Con las manos ya rotas con heridas sangrantes, cansado hasta la extenuidad, como estaba, se sentó junto a un lago cercano a descansar, justo bajo un árbol grande y frondoso, y allí quedó profundamente dormido…
Entonces, oyó unas risas que lo sacaron de su estupor, abrió los ojos lentamente y aunque no se atrevió ni siquiera a moverse, volvió su mirada hacia el lago y allí vio a tres muchachas espectaculares jugar en las aguas menos profundas. Las jóvenes llevaban velos vaporosos pegados a sus esbeltos cuerpos a modo de túnicas y en algunas partes, debido a las gotas de agua que les salpicaba, la tela se les pegaba a los pechos y al abdomen, marcando su figura en todo su esplendor…
Las tres muchachas eran jóvenes e increíblemente bellas… Una era una doncella alta y rubia, de larga melena dorada, ojos color miel y sonrisa extremadamente dulce. Otra de las muchachas tenía el color del fuego en una vaporosa melena rizada, los ojos azules, unas caderas y pechos prominentes que la hacían la más sugerente y exótica de las tres.
La tercera de ellas era una joven con el pelo largo y de un oscuro brillante que le caía como cascada por su espalda, sus ojos eran verdes de un claro extremo y sus labios del color de las cerezas maduras…
Las tres exuberantes muchachas jugaban correteando en el lago y reían despreocupadas… Alex las observaba como a un sueño… Entonces, una de ellas sugirió ir a recoger bayas y frutos del bosque y solo la morena decidió quedarse en la orilla de aquel lago, para luego, con movimientos sinuosos y delicados llenos de feminidad muy sugerente, entró en la quietud de las aguas.
La joven dejó que su cuerpo flotara como un nenúfar más de aquel hermoso paraje… La hermosa imagen de la luna reflejada en el lago, con aquel reflejo que brillaba tan deslumbrantemente, era tan mágico e hipnotizante que la imagen solo se hallaba rota por los prominentes pechos de la joven al sobresalir del agua…
Alex quedó embelesado con aquel mágico momento… jamás había visto una imagen mas bella que aquella, ni si quiera en sueños… y sin poder evitarlo suspiró sonoramente… la joven, sobresaltada por aquel aliento, se hundió en el lago y al salir lentamente sus pechos eran aun más visibles tras su húmeda y translucida túnica, que ahora se pegaba a su cuerpo como una segunda piel…
Alex la calmó suavemente, tratando de explicarle que no las dañaría ni las espiaba, que solo se había quedado dormido bajo aquel árbol, tras trabajar todo el día su campo, dijo a la vez que le señalaba sus tierras. Pero el hermoso sonido de sus risas lo habían despertado, pero que el creía fervientemente que aquello era un magnifico sueño…
La joven caminó hacia él, lo miraba con una mezcla de curiosidad y de expectación y cuando estuvo a punto de salir del agua, se detuvo en seco, sin dejar de mirarlo. Alex gateó entonces hasta ella y miró su rostro tan pálido como la luna que en el cielo los observaba, miró detenidamente sus ojos verdes y sus labios carnosos mientras asomaba una sonrisa en su rostro y Alex, simplemente, no pudo contenerse y rozó con delicadeza su rostro con el dorso de la mano, temeroso de acercar sus rudas manos a su marfileña piel… Se estremeció brevemente al notarla helada ante su roce… tomó entonces su humilde abrigo y tapó con el a la joven medio desnuda. Pero ella perpleja ante su candor, dejó caer la prenda, se puso en pie y apartó de sí el mojado vestido para así notarlo en toda su desguarnecida piel…
El muchacho, siguiendo la invitación de su cuerpo desnudo, la acarició con deleite. La joven notó el calor que de él emanaba y quedó extenuada, lo notaba arder en su tez y sentía como una pasión irrefrenable, se apoderaba de ella… lo notaba en todo su gélido cuerpo y no podía arrancarse ese deseo ni de sus entrañas ni de su alma y ese sentimiento la volvía más y más impaciente de sus caricias, más deseosa que nunca del ardor de su cuerpo con el que se alimentaba, no había sentido eso jamás… necesitaba poseerlo por completo.
Acarició con sus cerúleos dedos su boca y ansió el roce de sus labios que emitían esos suspiros y ese calido aliento que la abrigaba y enloquecía sobremanera. Cuando por primera vez sintió su boca saboreó ese instante como el intenso de su existencia y devoró sus labios como si de cerezas maduras se tratasen, como a pura ambrosía que estallaba en su paladar y la hacia anhelar aun más su lengua caliente y húmeda….
Ella recorrió el cuerpo del joven con su lengua mientras éste emitía pequeños gritos y gemía pasionalmente, pues nunca una mujer lo había colmado de aquellas atenciones, pues nunca nadie lo había poseído con aquella vehemencia, que lo convertía en un naufrago perdido en plena tempestad… ella lo recorría como un navegante experto recorre los siete mares, surcando cada rincón de su cuerpo como si fuera suyo… conquistándolo con cada aliento sobre su piel.
Alex sentía su saliva humeante sobre él y notaba en su piel suave como se estremecía, como sus pechos turgentes se endurecían bajo sus caricias y su boca incansable. Recorrió sus curvas deleitándose en cada pliegue, en cada hendidura y aquella noche, bajo la inmensa luna como testigo y a orillas de aquel mágico lago, le hizo el amor con una pasión jamás conocida, volviéndolos esclavos del deseo… yació con ella por tres veces, hasta que el alba los halló vencedores y cayeron exhaustos en un abrazo de cuerpos entrelazados, jadeos y miradas de inconmensurable pasión…
Alex se quedó observándola largamente, notaba su respiración profunda sobre su pecho y aunque habría permanecido contemplándola eternamente estaba tan cansado que le venció el sueño y sostuvo radiante de felicidad a su amante entre los brazos...
Pero al despertar, aún con una sonrisa en los labios, buscó su cuerpo perfecto y no lo halló a su lado... solo el frío manto de la nieve que había caído mientras dormía…
Sobresaltado miró al lago, pensó que todo había sido un sueño maravilloso… sin embargo, milagrosamente sus manos estaban curadas y aun creía sentir su aroma en su piel y su boca en la suya….
Al llegar a su casa sus padres le agradecieron por su trabajo. El joven estaba muy confuso, pues debido a su encuentro con la muchacha no había podido terminar su tarea. Y cuando sus padres le explicaron que la cosecha estaba toda recogida y guardada en el granero, el joven quedó perplejo y no entendía exactamente que había ocurrido. Su madre comenzó a preparar el desayuno y Alex le contó a su padre íntimamente, lo que había vivido aquella noche mágica.
Su padre quedó maravillado con su relato y le habló de un mito muy antiguo… el mito de las ninfas del agua. Eran seres mágicos que con tan solo verlas atraían la felicidad y la abundancia… por lo que hacer el amor con una era como una bendición, que ningún hombre había conocido…
Pero a él no le importaba que su amante fuera un mito o un ser mágico… y no deseaba riquezas ni abundancia ni felicidad plena solo soñaba con volver a ver a aquella joven del lago….
Una noche tras otra volvió al lago, pero durante mucho tiempo no vio nada. Pasaron los meses y pronto los años y sus padres preocupados por la fijación de Alex con aquel ser, le suplicaron que la olvidara y que se casara con alguna joven buena del pueblo.
Triste y afligido decidió aceptar sus ruegos y decidió tomar por esposa a una muchacha guapa y buena que conocía desde niño.
Todo estaba preparado, su destino fijado y justo la noche antes a su boda fué al lago a despedirse, a su manera, de la que había sido el gran amor de su vida, con el convencimiento de que jamás la olvidaría…
Quedó dormido nuevamente bajo el mismo árbol, estaba vez borracho de vino para ahuyentar sus grises y al notó unos labios fríos y húmedos… despertó y sonrió al ver a su amada. Le dijo que no había podido olvidarla, que no había dejado de amarla ni un solo instante…
Ella le dijo que sabía que eran de mundos distintos pero que ella tampoco lo había olvidado. La joven pidió a los espíritus del bosque que no los separaran pues su amor era lo que le daba la vida y uno de los espíritus, tal vez por vejez o por simple simpatía a los humanos, pues no todos los odiaban y temían…, les ofreció que si el joven moría entre sus brazos ella misma lo convertiría en viento si ella renunciaba a ser una ninfa y se convertía en agua… y se convertirian en elementos de la naturaleza y por siempre Alex como viento la mecería como agua del lago y acunaría los juncos que allí nacían y salpicaría gotas de rocío en su pelo cada madrugada, cuando al salir la luna llena recuperarían sus cuerpos con los que poder amarse y podrían estar eternamente juntos….
Alex aceptó encantado con tal de estar junto a ella, pero la ninfa del lago amaba tanto al muchacho que le pidió que no lo hiciera, le dijo que si su amor era verdadero esperaría 50 años a reunirse con ella y mientras tanto, ella deseaba que él viviera plenamente su vida como humano…
-¡¡Cásate¡¡ vive lo que significa tener una esposa humana, unos hijos y quien sabe si nietos… vive intensamente como humano antes de ser un espíritud para siempre a mi lado… si después de ese tiempo aún me amas… vuelve al lago en luna llena y yo te estaré esperando…
Alex miró sus ojos verdes y vió en ellos la magnificencia del amor que por él sentía, teniendo la certeza absoluta de que jamás sentiría un amor tan sublime por nadie jamás en su vida, y nunca lo amarían como aquella joven lo hacía….
Así, que así lo hizo… fue a su boda y tuvo una vida plena. Aunque su corazón lo arrastraba muchas noches a su lado y dormía a la orilla de aquel lugar mágico tan solo para susurrarle al agua con amor infinito…
-…Un año menos… amor mío, pronto seré viento entre tus aguas para rozar tu mejilla por siempre…
Al cabo de los 50 años organizó una cena con toda su familia, muy prolífica y muy querida y se despidió de todos sus hijos y nietos con lágrimas en los ojos….
Como su esposa hacia tiempo que faltaba no tuvo que pasar por la pena de dejarla y aquello le hizo más fácil su marcha…
Llegó al lago… la luna se reflejaba en la quietud de sus aguas… ella acudió al encuentro ni un día mas anciana, ni un día había pasado por ella… era tal y como la recordaba… perfecta.
Ella lo miró con el mismo amor en los ojos y él se sintió avergonzado de su piel arrugada, pero ella le ofreció su mano y juntos entraron en el agua… La joven del lago acarició su rostro sin verle ni un día más anciano, pues en su corazón le sentía como aquel día en el lago…
La joven susurró en su oído con aliento gélido…-Tranquilo mi amor… solo será un momento… será una muerte dulce y luego estaremos siempre juntos…
Alex la miró con dulzura y asintió, pues había estado esperando aquel momento por más de 50 años y no tenia ninguna duda de que aquel era su destino…
…Y ella se abrazó a su cuerpo con el mismo deseo del primer día, besó sus labios en un acto de infinita pasión y ternura...
Todo fue muy rápido y en un momento él se llenó del agua en el que ella se convertía y al morir se convirtió en viento que eternamente yacería junto a su amada a la orilla de aquel lago… y por siempre jamás se unirían los destinos de esos dos elementos de la naturalezajueves, 7 de enero de 2010
"¡Este jueves, un relato¡" Despecho. Despechada con la vida....
Despechada con la vida… que me trajo a un mundo de realidad a pesar de ser un espíritud libre y creer fielmente en las fantasías que me harán volar cada noche lejos del dolor y la desidia…
Despechada con el amanecer… que me acecha tras soñar cada noche contigo, con mundos mejores donde los besos son eternos, las promesas sinceras, el amor ardiente y nuestros cuerpos uno entre las tinieblas… donde los silencios son mágicos y nuestras miradas lazos perpetuos que ni el tiempo ni la tristeza pueden romper por mucho dolor que guardes en tu interior…
Despechada cuando se desvanecen los susurros… que resuenan en mi mente en tus ausencias, cuando los secretos quedan en el paladar con regusto dulce a momentos perfectos de inconmensurable intimidad y miradas profundas que nos hallan con las almas desnudas en las madrugadas…
Despechada por no poder rozar tus labios en cada momento… y no poder susurrarte al oído acariciando tu piel con mi aliento, todo cuanto he soñado y aun sueño tan solo por que tú estás a mi lado…
Despechada… por tenerte y aun así saber, que no estás a mi lado…
Despechada con el amanecer… que me acecha tras soñar cada noche contigo, con mundos mejores donde los besos son eternos, las promesas sinceras, el amor ardiente y nuestros cuerpos uno entre las tinieblas… donde los silencios son mágicos y nuestras miradas lazos perpetuos que ni el tiempo ni la tristeza pueden romper por mucho dolor que guardes en tu interior…
Despechada cuando se desvanecen los susurros… que resuenan en mi mente en tus ausencias, cuando los secretos quedan en el paladar con regusto dulce a momentos perfectos de inconmensurable intimidad y miradas profundas que nos hallan con las almas desnudas en las madrugadas…
Despechada por no poder rozar tus labios en cada momento… y no poder susurrarte al oído acariciando tu piel con mi aliento, todo cuanto he soñado y aun sueño tan solo por que tú estás a mi lado…
Despechada… por tenerte y aun así saber, que no estás a mi lado…
Etiquetas:
amor,
anhelo,
beso,
deseo,
despechada,
desvanecen,
jueves,
literarios,
pasion
viernes, 1 de enero de 2010
¡¡Sábado literarios de Mercedes¡¡¡¡ conducidos por gus¡¡¡¡¡¡ Secretos que nunca dije...
Yo más que un discurso os contaré lo que mejor se me da…. Un relato de amor…
Una vez por causas del destino dos personas se encontraron en la vorágine de este caótico mundo.... ella lo miraba con una sonrisa franca y misteriosa y él le dijo entre suspiros penetrantes y apasionados…- Me recuerdas… a un cuento de Ismael Serrano… cartas de amor se llama…
Ella, después de leer la historia…. Contestó- ¿Y ella no regresa?... ¿Por que?
-No se sabe- dijo él… -puede que muriera o que simplemente estuviera con otro…
Ella negó con la cabeza y dijo apasionadamente- No me gusta este cuento… esta no es una historia de amor… escucha, yo si te contaré un cuento sobre una gran historia de amor….
El sonrió complacido y le dijo con una sonrisa…-¿Cuál? a ver…
Y ella comenzó el cuento…
Hace mucho, mucho tiempo un día cualquiera en un mundo corriente y banal… una chica conoció a un chico que le rozó el corazón, tan solo con una mirada…
Y aquel fue la mas grande, de todas las historias de amor… y sin embargo nunca hubo nada… ni besos, ni caricias, ni si quiera manos entrelazadas… pues ella mantuvo una promesa dada y fué fiel, traicionando así a su propio corazón, que ya solo por y para él palpitaba….
Pasaron los años y el universo conspiró en su contra y por ello nunca se volvieron a encontrar…
Nadie halló él, que de ella le hablara, ni si quiera la nombraban, pues todos sabían cuanto había sufrido por ese amor que no había podido consumarse y se quedó tan solo, en una diminuta llama sin aliento, que permanecía siempre en su corazón…
Triste y con un abismo en el pecho…caminó por el mundo vacío de esperanzas y así anduvo hasta que un día conoció a otra chica. Con ella, comenzó una historia que acalló levemente los lamentos de su alma, sin embargo, cuando miraba en su corazón solo veía su penetrante mirada, sus ojos verdes y sus labios que pronunciaban su nombre con devoción….
Tan grande fué su amor, que a pesar de querer a la otra chica y por mucho tiempo que pasara, aun se sentía perdido sin su mirada….
Años mas tarde, sus pasos le llevaron sin pensar en nada, pues se halló perdido en su propio interior… caminó sin mirar donde. El camino se hizo bajo sus pies y estos le llevaron ante la casa de su gran amor y sin más tocó su puerta…
Ella quedó impactada ante su semblante, que más bien podía ser un fantasma o un producto de su imaginación, pues durante esos años ella lo buscó por todos lados, harta de oír llorar a su corazón… Pues rendida a la evidencia de su amor, rasgó sus ataduras y decidió traicionar su promesa, buscándolo para seguir a su palpitante corazón…
Pero aunque lo buscó y a todo el mundo le preguntó, nadie le dijo nada y todos por curar el corazón de él, simplemente los separó…
Ella justamente hacia poco había soñado con él y a una amiga entre suspiros se lo confesó, pues su encuentro fue de sublime emoción y sentía como su ausencia le rompía poco a poco el corazón… lo amaba y lo añoraba y temía morir de pena sin su amor…
Por eso, cuando dos días mas tarde el apareció ante ella, su vista se nubló y embelesada vivió como nunca aquel momento pero sin lagrimas ni reproches, sin palabras, sin nada que no fueran sus miradas y sonrisas contenidas por la emoción… sin nada que pudiera hacerla despertar de aquel sueño… no hubo besos, ni caricias… ni si quiera manos entrelazadas pero sin duda nunca fue tan feliz como aquel instante ante él… ambos unidos solo con una mirada de amor….
La joven cuenta cuentos sonrió…. Turbada sin duda por lo que acaba de relatar… y dijo-
Bueno la historia es mucho mas larga pero el principio sin duda te deja un gran sabor
El joven también se emocionó y con una sonrisa contestó- ya me dirás donde puedo encontrar esa historia para leerla entera
Ella miró al cielo para no mirar a los ojos de él y continuó- ¿ese amor? ¿Esa historia…? ¿Escrita entera?
El sonrió y repitió- …si entera
Ella dijo con una sonrisa algo melancólica- Esa historia no esta escrita… esa historia la viví yo
-Pues plásmalo por completo ¿vale? quiero leerlo entero… - susurró él
-No puedo...- dijo sin apartar la vista de las estrellas del cielo que tan pequeña la hacían sentir y eso en aquel momento, de alguna manera, la reconfortaba - Es de estos secretos que guardo en el corazón y que rara vez digo en voz alta…
Se desvaneció su sonrisa y preguntó aun sabiendo la respuesta….- ¿no ha acabado aun?
Ella lo miró y el brillo de sus ojos la delató- bueno estoy aquí… aunque no recuerdo exactamente el camino que anduve hasta llegar a este punto…
El la observó tratando de descubrir mas retazos de aquella historia de amor en su rostro y dijo- yo espero vivir algún día un amor como ese… al menos una vez en lo que me queda de vida
Ella sonrió y sin más continuó- Pero ¿sabes? En verdad preferiría haberme muerto de amor, así seria siempre esos labios que lo llamaban y esa mirada y nunca… nunca, me dejaría de amar, ni yo a él pues nos guardaríamos como llamas por siempre en el corazón… pero la vida es así…- dijo mientras una lagrima rozó sus mejillas ardiéndole en la piel
-Tenías razón…-dijo él mientras temblaba sus labios- este si es una gran cuento de amor… creo que el hombre que acabe contigo será un hombre afortunado, muy afortunado
Ella sonrió por sus palabras y contestó – No, no lo creo nunca soñé con amar para siempre, solo intensamente…
Él la miró entonces llevándose la mano a su pecho noto sus cicatrices sin decir nada, sin decir lo próximo que sentía en aquel instante a la muerte pensó, que por un amor como aquel, concentraría sus escasos años de vida al tiempo que junto a ella durara su amor…
-Para mi, las cosas han cambiado… yo misma cambie mi destino… pero me alegro haber vivido una historia tan intensa de amor…. Pues solo las experiencias te permiten describir esa clase de cuentos de amor…
…Pues… ¿quien no ha temblado en los brazos de su amante?
¿Quien no ha mirado a alguien a los ojos y ha navegado océanos y volado por la inmensidad del cielo y surcado las nubes hasta el infinito…solo…tan solo para sostenerse ingrávido en el abismo del vacío para luego caer rendido ante él...? Ante su amor…
Él miró entonces al cielo y susurró de forma inaudible…-no, yo no…
Y ambos permanecieron bajo el manto de la noche sumergidos en las sensaciones de aquel cuento de amor… solo que él tenia solamente medio corazón y ella uno roto en mil pedazos… y tal vez, solo tal vez… juntos algún día formarían un único corazón… pero esa, esa es… otra historia…
Suscribirse a:
Entradas (Atom)