Mostrando entradas con la etiqueta ADOLESCENCIA. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta ADOLESCENCIA. Mostrar todas las entradas

miércoles, 1 de julio de 2015

Ruego del adolescente



Vuestra caña de pescar ya no me sirve; enseñadme a manejar la mía
  
Mamá, ¿estás ahí? Sí, te oigo “cacharrear” en la cocina, y oigo  tus pasos de acá para allá en incesante trasiego y oigo también  el motor del coche de papá que llega, cansado como tú, siempre buscando y queriendo lo mejor para mí y mis hermanos. No sé qué deciros.
¿Puede ser que me haya nacido una voz sin palabras todavía?      
Ahora soy miedo, inseguridad, vergüenza, deseo... A veces, papá, quisiera ser aquel niño que se enganchaba a tu cuello y te comía a besos, y quisiera, mamá, seguir siendo el pequeña que se dormía en tus brazos entre mimos y caricias, pero...   
¿Puede ser que me hayan nacido  caminos  sin pasos todavía?
Un extraño sentimiento de vergüenza, un incomprensible pudor parece empeñado en distanciarme de vosotros. El papel de niño ya no me gusta. El papel de hijo silencioso y sumiso se me queda pequeño. Los consejos que me dais me parecen no estar hechos a mi medida. Quiero que alguien me escuche, cuando hablo, quiero que mis cosas sirvan para algo, quiero que alguien confíe en mí y deje de llamarme niño. Quiero asistir a  clase para discutirla, aceptarla, rechazarla, cambiarla…  Ya no quiero ir por la calle para admirarme de lo que pasa por ella, sino para gritar que nada me causa admiración.
¿Puede ser que me haya nacido   una mente sin rumbo todavía para conocerme?
¿Puede ser que me haya nacido una persona reborde, protestona, gritona, disconforme, incrédula sin norma, una persona  desconocida que tenga  que educar?
Quiero, no obstante, deciros que os necesito, que os quiero más que a nada y a nadie del mundo, y quiero daros las gracias por soportar las estridencias de mis músicas que necesito porque con ellas ahogo las mil interrogantes que brotan en mi alma en los instantes: ¿Quién soy...? ¿De dónde vengo...? ¿A dónde voy...?
Y quiero daros las gracias por autorizarme la puerta cerrada, conscientes de mi presencia real.  Calláis, me comprendéis, me acompañáis...  Y yo, sin poderlo evitar,   ausente, agresivo,  mudo…
¿Estoy o lo parezco? ¡Ah...! una cosa quiero pediros y, por Dios, no la olvidéis:  Aunque os parezca mi paso ligero y alegre mi canción, ¡no puedo con la mochila llena a rebosar de tantas cosas…
¡Cuánto pesa! ¡Una mano, por favor, mamá, papá! Tan solo eso: una mano para encauzar y soportar  mis nacimientos. Os quiero, os necesito; no me dejéis.


martes, 16 de octubre de 2012

¡Qué muchachos!

OPINIÓN/ DIARIO CÓRDOBA
ISABEL Agüera 16/10/2012



 
El ring, ring de mi móvil me pone al habla con mi nieto de diecisoete años y un par de amigos: Abuela -me dice-, ¿me das permiso para que tres amigos y yo pasemos una semana en el apartamento de la playa? Sí, claro -contesto-, pero... Antes de que termine, la voz de mi nieto y la de sus amigos expectantes, me interrumpen: Vamos a cuidar de todo, y vamos a limpiar...
Transcurrida la semana regresan. ¿Habéis gastado mucho? -les pregunto-. Veinte euros cada uno. ¡Sí, sí en la semana y hemos comido bien: macarrones, lentejas, arroz, pescado.
¡Bueno, bueno qué muchachos! Cuesta trabajo creerlos, pero las mamás de los respectivos lo confirman. ¡Vaya! ¡Como que han traído el dinero de vuelta!
Hay una frase muy conocida que refiriéndose a la adolescencia dice: En esta edad se es héroe o villano a diario. No obstante es más que notable cómo se nos olvida la simultaneidad de los términos y nos solemos quedar con el de villano, sinónimo de maleducado, irresponsable y hasta grosero. Se nos olvida, o queremos ignorar, el grado de heroicidad que son capaces de practicar en cualquier momento sin reparar en consecuencias sobre todo cuando se deposita en ellos confianza.
Pocas veces nos referimos a estas edades con optimismo, sino más como una generación de vagos, irrespetuosos, rebeldes y, llegado el caso, absurdos camorristas de manifestaciones.
Excepciones aparte, la juventud no deja de ser savia nueva que se iza con energía. Me dio pena leer, por casualidad, el cúrriculum, que como trabajo de clase, hacía un chico de catorce años: cinco idiomas, tres carreras, un montón de premios, etc.
¡Claro que tienen aspiraciones de futuro!, pero las cegamos con nuestros pesimismos de mayores.
¡Ah! El apartamento quedó como los chorros del oro.
Es la fiebre de la juventud la que mantiene el mundo y la temperatura normal. Georges.



* Maestra y escritora