La anécdota, casi detectivesca, según la cual yo adjudico comentarios
anónimos insultantes a una persona en concreto -a la que odio como si
fuera
de verdad el autor de los anónimos; Ozo, por sus siglas
inversas- hasta que veo un comentario -hace dos veranos- (anónimo, por
supuesto) en el que se afirma que voy a publicar mi siguiente obra -
Pose-
con la "editorial de mi pueblo" y, a los pocos días -el libro está
programado para diciembre, nada menos-, coincido con el editor y le
pregunto cómo puede nadie saber
ya que vamos a sacar ese librito,
si ni siquiera hemos firmado el contrato, si yo no se lo he dicho
prácticamente a ningún amigo, si... ¿se lo has dicho tú a alguien?,
pregunto, y él, después de pensarlo un buen rato, cae en la cuenta y me
dice: Pasó por aquí Ozo (por sus siglas inversas) y se lo dije.