Llevo desde mi más tierna adolescencia barruntando en mi cabeza el tema de la infertilidad. Mi abuela paterna fue infértil, aunque pese a ello, con tenacidad y tiempo (14 años de nada) fue capaz de tener dos hijos. Desde que me vino la regla, supe que aquellos descontroles y ciclos eternos no eran normales. También conocía casos en la familia con ovario poliquístico que habían tenido más o menos dificultades con su fertilidad. Por ello, mi infertilidad no me pilló de sorpresa. Supongo que no es menos doloroso, pero creo que también debe ser muy complicado no sospechar nada de nada y que luego, se te venga el mundo encima de repente.
Por ello, llevo años haciéndome a la idea de mi posible infertilidad, así que cuando nos pusimos a buscar al renacuajo, sentí que las piezas encajaban donde tenían que ir. En ese tiempo, descubrí la blogosfera y con ella, a decenas de mujeres infértiles con mis miedos, penas y luchas. Aprendí lo indecible acerca de tratamientos, de síntomas, de causas, y empecé mis visitas a la consulta de infertilidad de mi hospital. Por fin, me sentía abrigada, arropada por un grupo que me entendía y compartía mis sufrimientos. Por fin, abrazaba virtualmente a otras mujeres con mi dolor, rebosante de empatía del que camina por el mismo sendero. Entonces, en la última consulta antes de empezar con la IA, sucedió lo inesperado, ya lo sabéis, me había quedado embarazada de forma natural 14 semanas antes, solo 2 semanas después de la histerosalpingografía y de haber ovulado por primera vez en años.
Huelga decir que me sentí tremendamente feliz en aquel momento, aunque siempre me quedó ahí la rémora de ser menos infértil por ser un embarazo natural, por no haber pasado por mil y un tratamientos como otras, pero la verdad es que la comunidad bloguera me siguió aceptando de mil amores y seguí sintiéndome una más, sin distinción.
Sin embargo ahora, llega la sorpresa. En mi segundo ciclo de búsqueda (llamémoslo más bien, de no evitarlo), zasca! Embarazo al canto! Como una coneja más! Fruto de un ratito de pasión despreocupado. Como la gente normal que hasta planea cuándo le viene mejor parir (en esto, claramente, no, si lo hubiera planeado un poco, no me planto a mediados de agosto en CiudadHorno con tripón!!!Menuda fechita!!) Y de pronto, me empiezo a sentir menos infértil, Y de pronto, pienso que tengo menos derecho a animar a la bloguera que acaba de tener una beta negativa, de empatizar con la que ha pasado por su cuarto aborto, de dar consejos a la que se está decidiendo por una ovodonación... De pronto siento que no sé si tengo derecho a pertenecer a este grupo. ¿Ya no soy infértil? ¿Ahora soy coneja? Creo que tengo una crisis de identidad... :(
¿Qué os parece a vosotras? ¿Soy infértil o coneja? ¿Entendéis mi desubicación u os parece algo trivial? ¿Cómo os sentiríais si después de un embarazo difícil de lograr os encontrarais con otro casi sin esperarlo?