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viernes, 20 de mayo de 2011

Diario de Princeton


por Ricardo Piglia*

El suicidio de Antonio Calvo, encargado de la enseñanza de la lengua española en Princeton University, ha producido una conmoción en la comunidad académica. Tres días antes de su trágica muerte, Calvo había sido cesanteado por la administración, que no sólo decidió la suspensión inmediata de sus clases sin mediar explicación alguna, sino que envió a un guardia de seguridad a bloquearle el acceso a su oficina, como si se tratara de un merodeador peligroso.

Las autoridades utilizaron para tomar su decisión las observaciones y opiniones vertidas en algunas de las cartas de evaluación pedidas por la administración a estudiantes y a colegas de Calvo. Lo que está en juego en este penosísimo acontecimiento no es el contenido de esas cartas –que habitualmente circulan en los procesos de evaluación, multitudinarias y kafkianas–, sino el modo de leerlas. En los diez años de trabajo de Calvo en la universidad no hubo un solo hecho que justificara esa decisión: se trató básicamente de una cuestión de interpretación de metáforas, dichos y estilos culturales.

Los académicos encargados de leer las cartas actuaron como aquel campesino del cuento clásico que interrumpe una obra de teatro para avisarle al héroe de que se encuentra en peligro. Antonio Calvo era un joven intelectual español, formado en los debates de la transición democrática en su país. Nada explica un suicidio, pero nada explica tampoco la decisión arrogante de los encargados de juzgar a colegas que pertenecen a tradiciones culturales diferentes a las que dominan en la academia norteamericana.

Los héroes de la tragedia clásica pagaban con su vida la comprensión equivocada de la palabra oracular, en la actualidad son otros quienes leen tendenciosamente los textos que cifran los destinos personales. La significación de las palabras –diría alguno de los discípulos de Wittgenstein que abundan en el campus– depende de quien tenga el poder de decidir su sentido.

fotografía: Antonio Calvo

*del Diario de Ricardo Piglia, publicado en: www.revistaenie.clarin.com



lunes, 4 de abril de 2011

Diario de Princeton


Almuerzo chino en Princeton con Arcadio Díaz Quiñones, Ricardo Piglia y Beba Eguía. Arcadio guarda en su billetera una tarjeta plastificada donde el mozo del restaurant le escribió, en caracteres chinos, el nombre de dos platos “fuera de menu” que sólo comen los chinos. Ahora, Arcadio ya no tiene que tratar de sentarse al lado de comensales chinos para poder señalar sus platos con el dedo y pedir “eso” (resultó un exquisito pato... creo). Ricardo recordó su viaje a China en 1970, en plena Revolución Cultural. Cuando preguntó si podía comer comida occidental, le preguntaron de mala manera si él era “pro-Occidental”. Ni se le ocurrió pedir cubiertos.

lunes, 28 de marzo de 2011

Princeton Documentary Festival (2)

Karim Aïnouz (Brazil)

Karim Aïnouz is a Brazilian filmmaker and visual artist. Aïnouz’s feature debut, Madame Satã, premiered in 2002 at the Cannes Film Festival, Un Certain Regard. His following films, Suely in the Sky, and Viajo Porque Preciso Volto Porque Te Amo (co-directed with Marcelo Gomes) premiered in the Venice Film Festival, Orizzonti, in 2006 and 2009. His films have received numerous international awards. In 2008, Aïnouz directed Alice, a 13 episode fiction series for HBO Latin America. His installations have been shown in the Whitney Museum of American Art Biennial (1997) and the São Paulo Biennial (2004).

Renate Costa (Paraguay)

Renate Costa was born in Asunción, Paraguay. She graduated in Audiovisual Direction and Production from the Paraguayan Professional Institute. She studied Documentary Filmmaking at the International Film School of San Antonio de los Baños, Cuba. Since 2006 she has lived in Barcelona, where she obtained her Master in Creative Documentary from Pompeu Fabra University and developed Cuchillo de Palo / 108.

Carlos Nader (Brazil)

Carlos Nader is a multimedia artist, writer, and editor. He lives and works in São Paulo, Brazil. His work has been screened on television, in museums, and in festivals internationally. Nader addresses issues of national culture and personal identity with humor and experimentation. Pan cinema permanente won the Best Brazilian Film award at the It's All True Documentary Festival, Sao Paulo.

Gonzalo Castro (Argentina)

Gonzalo Castro is a filmmaker and writer, born in Argentina. He directed Invernadero (Best Argentine Film BAFICI ’10), Resfriada (Best Director Award at BAFICI ’08) and Cocina (2009). He also published two novels: Hidrografía doméstica (Entropía, 2004) and Hélice (Entropía, 2010).


Princeton Documentary Festival

PRINCETON DOCUMENTARY FESTIVAL 2011

Pictures and Words

In the beginning was the Word. Documentary is often taken as the realm of the word. The voice of God narration, the eye-witness account, the confession, the sound-bite. The genre is plagued by words. Words that tell the truth, words that speak with authority, words that tell us what to see, words that are backed up by imagery as if it were evidence or –all too often- words that could quite simply do without pictures. For many Latin American documentary filmmakers, not surprisingly, words have come readily under suspicion. By the same token, the evidence presented by pictures is rarely accepted without questions. The films presented in this year’s program all work the equivocal relationship between words and pictures. In Invernadero, a real writer plays a fictional writer who shares his own name, Mario Bellatín, but not necessarily all of the same attributes. Pan-Cinema Permanente takes its title from a poem by another very real writer, Wally Salomão, who talks about the omnipresence of fiction in real life. In Cuchillo de palo, the off-screen words of the young filmmaker interact in disquieting ways with her own presence on screen as she grapples with her father’s silence. Viajo porque preciso, volto porque te amo imposes an imaginary first-person narration on documentary images of a real trip to the hinterland of the Brazilian Sertão. Each after its own wayward fashion, every one of these four extraordinary films compels us to examine the truth claims of words and pictures in the documentary context. And, by extension, consider the uses of the documentary genre itself.
Andrés Di Tella
Artistic Director

Thursday, March 24, 2011

4.30pm - Welcome by Gabriela Nouzeilles, Executive Director, and Andrés Di Tella, Artistic Director
Viajo porque preciso, volto porque te amo
by Karim Aïnouz and Marcelo Gomes (Brazil, 2009, 75 min.)
Commentary by Bruno Carvalho, Department of Spanish and Portuguese
Followed by discussion with Karim Aïnouz

Friday, March 25, 2011

3.30pm - Pan-Cinema Permanente
by Carlos Nader (Brazil, 2007, 83 min.)
Commentary by João Moreira Salles, Council of the Humanities/Department of Spanish and Portuguese
Followed by discussion with Carlos Nader

BREAK

5.30pm - Invernadero
by Gonzalo Castro (Argentina, 2010, 90 min.)
Commentary by Gabriela Nouzeilles, Department of Spanish and Portuguese
Followed by discussion with Gonzalo Castro


Saturday, March 26, 2011

11am - A Conversation with Ricardo Piglia on the Documentary Genre
Discussants: Andrés Di Tella and João Moreira Salles

12.30pm - BREAK

1:30pm - Cuchillo de palo / "108"
by Renate Costa (Paraguay/Spain, 2010, 108 min.)
Commentary by Rachel Price, Department of Spanish and Portuguese
Followed by discussion with Renate Costa


http://www.princeton.edu/


jueves, 23 de septiembre de 2010

Conversación en Princeton (3)

Andrés Di Tella, Ricardo Piglia, Sergio Wolf.


Revista Transversal 30, Cinema documental i creació contemporània, 2007
(tercera y última parte)

por Antonio Monegal

Antonio Monegal
. Para volver a los temas de índole más general, conectando con esto, ¿que podríamos decir sobre este carácter preformativo? ¿De qué manera esta experiencia comporta la posibilidad de otra forma de relación con la realidad del espectador y que eso tiene también una dimensión política? Es decir que, eso que es el compromiso del cineasta con lo real, y con su manera de recogerlo, remite a la posibilidad – y hay unos cuantos ejemplos empezando por Michael Moore intentando afectar una elección presidencial-, es decir, ¿Cuál es la posibilidad de intervención o de participación política del documental como discurso, más allá del hecho de que educa o informa al espectador?

Ricardo Piglia. Yo diría sencillamente un pequeño punto. Me parece que el punto de partida es un poco el que señalaba Antonio, que hay un pacto de verdad, que es lo que produce el efecto. Partimos de la hipótesis que nos dice que nos va contar un hecho que tiene que ver con un acontecimiento que realmente existió. Ese pacto es lo que podemos llamar también la posición performativa: voy a decir la verdad sobre algo. Después hay que ver qué es lo que pasa, pero me parece que eso es el género.

Sergio Wolf. Sí, pero me parece que ahí -un poco avanzando con lo que plantea Ricardo- hay un cuestionamiento del dispositivo de la película. Hay algo en el dispositivo mismo respecto de ese pacto de verdad, que es que no lo ve sólo el director que conoce como se hace una película y sabe lo que es un plano-contraplano, sino que yo creo que lo ve el espectador también. Entonces, ¿cómo obtuvo esto? ¿Cómo tiene tres cámaras en este lugar donde no entra nadie? ¿Por qué tiene dos planos de esa realidad? Por supuesto que los que hicimos películas prestamos mucha atención a eso, pero yo creo que el espectador también. Entonces me parece que las películas cada vez más ponen ese pacto de verdad en la propia materia de las películas.

Ricardo Piglia. Bien, está muy bien eso.

Sergio Wolf. Es decir, las películas llamémoslas informativas, de montaje o de ilustración, no tienen nada de eso, lo ocultan todo el tiempo, filman con veintiséis cámaras, en fin. Mientras que hoy me parece que el dispositivo está en un lugar central.

Ricardo Piglia. Está muy bien eso. Porque ayer hablábamos con Andrés de una película que yo no vi, de alguien que reconstruye un campo de concentración camboyano.

Sergio Wolf. Sí, S-21 La máquina de matar.

Ricardo Piglia. Me contaba Andrés que aparece el torturador contando cómo fue. Y yo digo, bueno, le habrán pagado. Y me dijo Andrés algo muy inteligente, ojalá hubiésemos visto cuando le daban la plata. Eso es para mí lo que Sergio está diciendo. Bueno, ¿por qué hace de torturador este hombre después de todo? Porque le pagaron, es muy seguro. Entonces uno podría imaginar que le decían, te damos quince mil dólares, o mil, o una vaca, si venís a hacer la película con nosotros. Y Andrés decía, en la línea con lo que apuntaba Sergio, que sería bueno que se viera ese momento, ver el nudo en donde se construye.

Andrés Di Tella. Para eso no hace falta mostrar el billete…

Ricardo Piglia. Porque es falso…

Andrés Di Tella. El otro día casualmente volví a ver esa película, que es una película admirable en muchos aspectos y en otros muy discutible. Pero hay allí una cuestión formal que es la siguiente. Rithy Pahn, que es el director, muestra a este hombre -un ex-torturador- como alguien que está viviendo en un mundo de fantasmas, tratando a los prisioneros, y no hay nadie, en el mismo lugar donde era el campo de concentración. Y el final de la secuencia, que es un largo plano secuencia muy perturbador, termina en un plano muy formal sobre las rejas, como una especie de firma de autor. Yo creo que una película de Eduardo Coutinho, quizás sin mostrar el momento del pago, hubiera terminado con el personaje por ahí mirando a cámara diciendo, ¿está bien así? Yo creo que hay cuestiones formales muy importantes para el documental, que es cuándo uno cierra o abre.

Antonio Monegal. En el fondo, retomando, lo que estamos viendo es quizás un caso más de, justamente, la revisión de las ideas de Lukács de que puramente la representación de lo real en la novela del XIX, por si mismo ya era crítico, ya era político. Lo que estamos viendo ahora es que meramente el registro de una circunstancia no implica que exista allí esa dimensión.

Andrés Di Tella. Exactamente. Me parece que la dimensión política que estabas buscando en los documentales, por supuesto que están los documentales de denuncia a la Michael Moore o el caso de Enrique Piñeyro en Argentina. Claro que existe esto y tienen una función. Pero me parece que hay otra línea, otro modo de funcionar políticamente de estos documentales que a mí me interesan, que tiene que ver con esta forma de mostrar el procedimiento o crear espacios de incertidumbre. Esto permite una circulación de preguntas, y de dudas, de pensamientos y emociones contradictorias por parte del espectador frente a lo que está viendo. El problema es que siempre queremos asignarle un sentido a las cosas que vemos. Ese mismo impulso nos puede cegar, y dejarnos ver sólo lo que esperamos ver, lo que ya sabemos. Ese es el régimen de información de la televisión.

Sergio Wolf. Sí.

Antonio Monegal. Entonces lo que pasa de alguna manera es que el documental retoma dos de los axiomas centrales de las vanguardias. Esto es por un lado que lo revolucionario está en hacer ver el mundo de otra manera -en otra forma de conocimiento- y en la fusión entre vida y arte. Diríamos que estas dos ideas, la fusión entre vida y arte y la transformación de la forma de representación son efectivamente lo revolucionario.

Sergio Wolf. Justamente yo creo que la dificultad de plantear una intervención concreta del documental sobre lo real tiene que ver con el carácter anómalo que tiene el documental contemporáneo. Es decir, la idea de anomalía, de artefacto, de objeto difícil de clasificar, que obliga un posicionamiento del espectador, difícil para entrar en los grandes medios de comunicación por su carácter degenerado, de no género, esa condición de lo difícilmente clasificable del documental contemporáneo. Me parece que lo político tiene que ver con esta especie de forma informe y difícilmente conceptualizable que tiene el documental hoy. Y efectivamente tiene mucho que ver con la tradición de la vanguardia.

Andrés Di Tella. Yo personalmente cambiaría la palabra revolucionario por pluralista… No sé si es mucho pedir que un documental de autor sea revolucionario. Me parece que simplemente es ir en contra de lo que solemos llamar el pensamiento único de la televisión, de los medios masivos, del sentido común donde todo se entiende, todo es redundante. Creo que estos objetos, como lo plantea Sergio, son objetos con sus propias reglas, únicos, a descifrar.

Sergio Wolf. Una política de la mirada diría yo.

Ricardo Piglia. Yo agregaría un punto más a todo esto en que estoy totalmente de acuerdo, en el sentido de que la posición política se define en relación al propio campo, de qué manera se actúa en el propio campo. En este caso es un campo con una densidad política que ya conocemos, porque es el campo de los mass-media. En cierto sentido los documentales son el otro rumor de imágenes que hay paralelamente a los medios masivos. Yo no soy tan crítico a todo lo que hay en el campo de los mass-media. Pero lo que sí me parece que es importante en muchos documentales que he visto es un aspecto también temático diría yo. Esto es, buscar los restos de la experiencia, buscar aquello que no parece estar lo suficientemente subrayado para hacerse notar en la escena contemporánea. Entonces yo veo ciertas relaciones en los documentales que hemos visto, los que hemos programado en el festival, más allá de las diferentas formales y más allá de las unidades formales que buscamos que tuvieran. En todos los casos se estaban contando historias que eran difíciles de capturar. Incluso en la película Salvador Allende, en realidad la clave era la secretaria de él, y el modo en que se construía su vida como un militante socialista desde joven. Es decir que se buscaba aquello que había quedado como al margen, incluso en una película tan claramente ligada a una figura con un contexto propio. Entonces esta idea de cuál es la materia que se va a buscar. En el caso de Herzog, por poner un ejemplo, son siempre freaks, locos. El caso de ir a buscar los restos, como ir a buscar lo que queda en la playa cuando se retira el agua. Un punto de los documentalistas actuales va por ahí. En construcción por ejemplo, era eso que estaba perdiéndose y esa gente maravillosa que estaba ahí en ese barrio.

Sergio Wolf. Hay una idea en la película Fahrenheit de Michael Moore -que no me gusta mucho a mí- pero hay una idea de allí que es muy interesante. Hay un momento cuando él reproduce la salida de la escuela, en Columbine, donde dice que la gente del lugar cuando él fue a filmar le dijo algo así como porqué no vino antes. Michael Moore entonces dice que el cine documental llega cuando se retiró la televisión. El momento en que se retiró la ola, como decía Ricardo, es el momento en que llega el documental, cuando pasó el aluvión de la historia.

Antonio Monegal. Miremos el otro lado. Porque aquí se está planteando repetidamente la idea del documental como una especie de alternativa a la televisión y sin embargo la televisión es uno de los soportes, de las fuentes de financiación en algunos casos y de las formas de difusión privilegiadas del documental. Cuando hablábamos de entrenar al espectador pensaba que, en cierta manera, una de las ventajas que tiene el documental es que en un momento en que la afluencia de gente al cine va disminuyendo cada vez más, el cine tradicional, de gran formato, tiene que renunciar a muchas cosas para llevar a su espectador a que lo vea en televisión y desmonta así el mercado. Mientras que en el documental eso viene fluido, porque hay mucho ya precedente que hace que el documental se sienta cómodo dentro del formato, del soporte televisivo. Porque en el fondo cuando hablamos de televisión no hablamos de un discurso, de un lenguaje, digamos que es un soporte en el que caben muchas cosas.

Andrés Di Tella. Yo me refiero más bien a la programación real de la televisión en todos los países del mundo.

Sergio Wolf. Al torrente homogéneo.

Antonio Monegal. Pero cada vez hay más cadenas diferentes.

Ricardo Piglia. Es un tema para la conversación que nosotros estamos rodeando y diciendo a veces cosas que hay que ajustar. Porque es cierto que también en televisión uno ha visto cosas extraordinarias.

Antonio Monegal. Bueno y que muchos de los documentales de los que estamos hablando, antes o después, pueden pasar por la televisión.

Andrés Di Tella. Sí, pero en horarios muy marginales en general.

Ricardo Piglia. Pero no, incluso situaciones en los noticiarios, que de pronto las cámaras están captando un momento del presente puro, que es el sueño de cualquier documentalista desde que empezó. O sea, tampoco tenemos que tener una actitud apocalíptica. Pero sí me parece o por lo menos tengo la sensación que los documentalistas actuales se están haciendo un espacio tratando de negociar y tomar distancia respecto a lo que es ese centro de información real que pasa por la televisión.

Andrés Di Tella. Que por supuesto muta constantemente y que por lo tanto el documentalista también tiene que estar corriéndose y buscando nuevos lugares permanentemente.

Sergio Wolf. De todos modos cuando yo me refería a la televisión yo tengo la sensación de que la televisión “surfea” sobre las cosas –de ahí el comentario sobre Michael Moore- mientras que el documental es como que “cava”. Después podemos discutir qué es lo que cava, si cava bien, si cava mal, si levantó mucha tierra, si cavó en una sola dirección o en varias. Pero cava, nunca surfea.

Antonio Monegal. Un poco para concluir, hablando de estos canales de difusión y de distribución, salía el tema de que se produce ahora esta extraña confluencia de que el documental también va al museo, a la galería, a otras formas de presentar cine. Y de hecho la posibilidad de producir documentales está provocando, estimulando, a gran cantidad de artistas. Claro, viene de la tradición del videoarte de otra manera. Pero de repente empieza a encontrarse en ese terreno una confluencia de perspectivas e intereses que está abriendo un espacio completamente nuevo.

Andrés Di Tella. Sí, sí, yo creo que hay una dimensión que yo llamaría de “lo documental” en el arte contemporáneo. Es imposible ver una galería o espacio de arte donde no haya “lo documental”. No es ya el género de Flaherty o de Robert Drew, es ya otra cosa, pero toma elementos como perdidos de esas tradiciones, o la misma imagen de Ricardo, la de la playa donde vemos los rastros que quedan. Más allá de cineastas como Kiarostami o Erice que van a los museos de Barcelona y producen allí obras, o el mismo Godard en el Pompidou, o el caso de Agnès Varda que en vez de una película hace una instalación.

Antonio Monegal. Pero yo pensaba por ejemplo en el caso de Alfredo Jaar, cuya última pieza es de hecho un documental sobre Angola titulado Muxima. Está montado como una serie de pequeños fragmentos, en un estilo también muy próximo a lo que es la exploración del dispositivo, el diálogo con la tradición de las vanguardias. Lo que estamos viendo aquí es que hay algo aquí en “lo documental”, la observación atenta de lo real -que decía Hannah Arendt que es una forma de virtud- que está llamando de alguna manera a mucha gente a encontrarse en este discurso.

Ricardo Piglia. Y además eso se ha dicho ya, pero eso de que el cine empieza con Méliès y con Lumière, que empieza con el documental y con el cine fantástico. Y eso que decía Godard, que el cine es un documental sobre los actores. O sea que es difícil que el cine se salga del documental. Porque está bien, toda la ficción que sea, pero hay allí unas personas haciendo algo, y eso es un documental. Y hay grandes tradiciones también de cineastas que son revalorados me parece hoy un poco como “Kafka y sus precursores”, por ejemplo Rossellini. Grandes directores que cada vez vuelven porque están muy en sincro con lo que están haciendo los documentalistas hoy.

Sergio Wolf. De algún modo digamos, la televisión y el museo hoy son como las opciones que también tenía el cine con las vanguardias primitivas. O pasar a la sala comercial o ir a un espacio diminuto de un café donde Buñuel o Artaud pasaban sus películas experimentales para veinte personas. Hoy esa tensión aparece no tanto entre el cine comercial y la televisión, sino talvez entre la televisión -que tiene el dinero para financiarlos- y el museo.

Ricardo Piglia. Y ya que estamos aquí, y el espacio académico. Estamos hablando del Master de documentales.

Andrés Di Tella. Está bien, sí.

Sergio Wolf. Totalmente.

Andrés Di Tella. Bueno, lo que ha sucedido en España es un ejemplo de esto. A partir del Master de la Pompeu Fabra, se reinventó el documental en España.

Sergio Wolf. Sí, y no sólo del documental, quiero decir -no es para hacer una apología de la Pompeu Fabra- pero empiezan a aparecer películas por esa zona, como Honor de caballería de Albert Serra. Es una versión del Quijote, hecha con dos personajes en un descampado, hablando en catalán, como una especie de provocación absoluta y extraordinaria. Yo también la veo conectada a lo que es la Pompeu Fabra aunque la película no pertenece técnicamente. Pero está la irradiación también de eso.

Antonio Monegal. Entonces podemos concluir retomando que el otro espacio académico del que hablábamos, es este mismo, es decir, la necesidad de recuperar esta función en la universidad como instrumento pedagógico. No sólo para producir documentales, sino para hablar de cómo leerlos.

Ricardo Piglia. Y qué archivo hacer, me parece que es una cosa que hay que impulsar, que se hagan archivos de documentales. De ficción también, claro, pero el archivo de documentales es muy importante.

Sergio Wolf. Sí, ese es el espacio que se abre en los últimos veinte o treinta años. Me parece que es el que no existía en la primera parte del siglo veinte.

Ricardo Piglia. Yo veo ahora con más interés el disco que viene con los films, que son documentales sobre los directores, que me parecen extraordinarios. O sea que yo sería el espectador perfecto de ustedes.

Princeton, noviembre 2006



Revista Transversal 30, Cinema documental i creació contemporània, 2007
coordinadores: Marta Andreu, Jordi Balló y Eva Vila

fotografías: Andrés Di Tella

martes, 21 de septiembre de 2010

Conversación en Princeton (2)

Andrés Di Tella, Ricardo Piglia, Sergio Wolf.


Revista Transversal 30, Cinema documental i creació contemporània, 2007 / Barcelona.
(segunda parte)


por Antonio Monegal

Antonio Monegal. Es muy importante esto de que la experiencia mediada, no la experiencia directa o personal, es también una forma del conocimiento. Por lo tanto nosotros muchas de las cosas que sabemos no las sabemos porque las hayamos vivido, sino porque nos las han mostrado. Yo creo que eso conecta con lo que Ricardo decía al principio. Es el punto de confluencia entre la idea de la función pedagógica del documental, el documental para enseñar. Y el hecho de que esas otras formas de narratividad entrenan al espectador en una conciencia crítica, lo que Sergio señalaba sobre que cada película genera un lenguaje propio que exige una complicidad participativa. La diferencia respecto del espectador del documental de los pingüinos o de National Geographic, es la participación del espectador en la lectura del documental. El espectador no puede sentarse pasivamente, tiene que recomponer aquello en un discurso con normas que la propia película le está ofreciendo y que, de alguna manera, le exige una visión crítica respecto a otras formas de ver. Entonces de alguna manera lo que hace el documental es entrenar un espectador a mirar con una conciencia, que tiene unas implicaciones políticas muy importantes. Lo que Andrés dice, el salto del documental desde la época en que se esconde el dispositivo y que simula ser la realidad, al momento en que el documental constantemente se está guiñando el ojo al espectador, diciendo, tú sabes que lo que te estoy diciendo es y no es lo que te estoy diciendo. El efecto político de eso es educar al espectador ante el otro tipo de imágenes, con las que es constantemente bombardeado. Yo recuerdo a Alfredo Jaar comentando en una rueda de prensa que estamos en un momento en el cual se nos bombardea con imágenes más que nunca en la historia -como señalaba Andrés respecto al trauma- y no estamos educados para saber cómo procesarlas. A lo que estamos asistiendo por lo tanto es a una necesidad del consumidor de las imágenes de recibir instrumentos para la lectura crítica que le lleven más allá del mero consumo. Entonces, claro, este documental que “muestra las cartas” es el que desarticula el artilugio convencional para obligar al espectador a implicarse activamente en eso. Quizá por ahí, en el fondo es lo que decía Andrés, retoma las lecciones de la ficción, de la literatura en general, es decir el problema de la metaficcionalidad, el problema de la autoconciencia del discurso.

Andrés Di Tella. Sí, que la realidad es siempre una construcción. Yo creo que este tipo de documentales lo que ponen en escena todo el tiempo es que hay un autor, un cineasta, que está construyendo una realidad. Porque lo real en si es algo inabarcable, perdido, imposible de asir.

Sergio Wolf. Es informe, no tiene forma la realidad.

Andrés Di Tella. Es informe, o "idiota" dicen ahora.

Ricardo Piglia. Yo no sería tan extremo ¿no? Estamos ahora en este cuarto -para decirlo como Wittgenstein- ¿eso es real o lo estamos construyendo?

Andrés Di Tella. Por supuesto, pero todo es interpretable: lo que estamos haciendo en este cuarto.

Ricardo Piglia. Para volver al tipo de terminología que empezamos a definir yo aceptaría que dijéramos que construimos una experiencia de la realidad. Pero no que construimos la realidad. Muchos piensan que sí, muchos creen que la realidad es pura construcción, yo en cambio soy de la vieja guardia y creo que las cosas son.

Sergio Wolf. El problema mío con la palabra experiencia es que supone algo eminentemente corporal. Por lo menos a mí me lleva a la experiencia física del director y a la experiencia sensorial del que está mirando. A mí hay una palabra que me gusta más, yo prefiero la palabra “pensamiento” para definir esto. Tengo la sensación con el documental contemporáneo que asistimos al curso de un pensamiento que se va desarrollando ante los ojos del espectador y donde el espectador va pensando junto con el hacedor de la película ese curso que la película es.

Andrés Di Tella. Pero la palabra pensamiento lo pone en un plano excesivamente racional. Porque la palabra experiencia tiene esa dimensión corporal, pero muchas veces la experiencia es lo inefable justamente, aquello que no se puede expresar. Yo prefiero la palabra experiencia. No tomándola unívocamente. La palabra experiencia tiene muchas acepciones y me parece que es útil, porque en definitiva el cine siempre es una experiencia emocional. En todo caso, para mí es importante la relación de ese pensamiento con las impresiones y sentimientos que se producen al ver cuerpos y situaciones concretas y reales en un film. Hay ahí un modo de conocimiento propio del cine documental, diferente de la ficción o la literatura. Creo que mucho de esto de exponer las cartas, de mostrar la construcción, el error, el fracaso, todo eso deja lugar más a lo irracional también. Un reconocimiento de que existe lo irracional en cualquier construcción de la realidad.

Sergio Wolf. Yo me refería más bien al pensamiento en el sentido del torrente joyceano. El curso del pensamiento que tiene lagunas, que tiene blancos, que se nutre con varias cosas.

Ricardo Piglia. Me parece que Sergio toma distancia respecto a cierto uso de la palabra experiencia, de ciertas ideologías artísticas un poco populistas, donde hay que tener experiencia para poder narrar. Ahí siempre es bueno lo que decía Bertrand Russell: experiencia es el nombre con que llamamos a nuestros errores. Pero yo más bien entiendo experiencia en el sentido del modo en que un sujeto le da forma a su relación con la realidad. Es decir, un tipo de relación que un sujeto establece con un campo de sentido. Mientras que la información, volviendo a nuestros ejes, sería el modo en que se recibe y se procesa un conjunto distinto de acontecimientos que no tienen que ver directamente con ese sujeto. Entonces me parece que por ahí pasaría la cuestión. La pregunta que yo hago, desde afuera del género, es: ¿qué tipo de experiencia transmite el documental? ¿La experiencia del que hizo el film o el intento que tiene el director del film de captar a alguien que tuvo una experiencia? Por ejemplo el caso de la película de Sergio Wolf, Yo no sé qué me han hecho tus ojos, donde se sigue la historia de la cantante de tango Ada Falcón. Me parece que en tu documental es la experiencia de Ada Falcón lo que importa. Es cierto, está el modo en que vos vas construyendo esa historia. Pero me parece que lo que hace ahí a la historia es el punto enigmático, es el retiro de esta mujer del tango.

Andrés Di Tella. Pero son las dos cosas, no es sólo la historia de Ada Falcón.

Sergio Wolf. Claro.

Ricardo Piglia. Pero me parece que ese es el horizonte que se intenta recuperar.

Andrés Di Tella. Pero un documental tradicional sería la historia de Ada Falcón.

Sergio Wolf. De hecho yo hago una prueba con la película, que es: ¿cuánto se cuenta de Ada Falcón en la película? No sabemos cuántas canciones grabó, etc.

Ricardo Piglia. Bueno, la información.

Andrés Di Tella. Es interesantísimo lo que decís, sin embargo la gente se queda con la impresión de que conoció la historia de Ada Falcón. Pero la conoció a través de la experiencia de un personaje, Sergio Wolf.
Es un poco lo que le contaba a Ricardo Piglia respecto a la película que estoy haciendo ahora, Fotografías, donde cuento mi viaje a la India para encontrar la historia de mi madre. Yo siempre me negué a que sea la historia de mi madre. La gente me pregunta, ¿cómo va la película de tu mamá? Y yo digo, no, no es la película de mi madre, es mi relación con la India. Pero las personas que han visto la película en la edición se quedan con la impresión de que es la historia de mi madre. Sin embargo, si yo hago el cálculo de cuántos minutos de reloj hay dedicados a información sobre mi madre, serán diez o doce minutos en una película de una hora cuarenta y siete minutos.

Ricardo Piglia. Bueno, ahí estamos siempre con Hemingway. Lo más importante de una historia es lo que no se cuenta.

Antonio Monegal. Pero en esto tiene mucho que ver que estamos hablando del cine particularmente. Cuando Sergio hablaba del pensamiento como alternativa, pensaba quizá en la conexión tradicional entre el documental y el ensayo. Pero en el fondo hay un elemento sensorial muy importante en el caso del cine. Es decir, ese elemento físico incluso que hace que la gente tiemble de miedo, el aspecto emocional, y de alguna manera la película hace cosas con el espectador. Le hace conmoverse, horrorizarse, le hace indignarse. Y el hecho de que el material con el que el documental hace eso es material que viene de la realidad. Es decir, el pacto inicial es que al espectador se le insiste en que esto sale de algún sitio. Claro, la reacción en forma de experiencia modela la visión de la realidad de forma mucho más determinante que solamente como forma de pensamiento. La idea está, la idea se transmite. La idea puede ser mínima a veces, y el impacto sensorial y emotivo puede ser fuerte porque viene un proceso de identificación. La memoria personal es relevante puesta en escena porque el espectador puede traducirla en la suya propia, y hacer esos gestos de conexión que son importantes.

Ricardo Piglia. Algo en esta línea, y no para ponernos de acuerdo sino para establecer las diferencias. Me parece que en los dos casos, el de Andrés y el de Sergio, si uno dijera que son documentales sobre Andrés Di Tella y Sergio Wolf, no le haríamos justicia a las películas. Entonces me parece que se ve un 80% de Andrés Di Tella, pero el 10% que se ve de la experiencia del sujeto que sería la madre, es lo que se cuenta. Lo mismo con Ada Falcón. La experiencia de Sergio Wolf en su relación con Ada Falcón es lo que Hemingway llamaba la punta del iceberg. No es que uno vaya al cine para ver la experiencia de Sergio Wolf .

Andrés Di Tella. No, no, vos vas a ver cualquier película para ver tu experiencia, la de Ricardo Piglia. Eso es lo que le pasa a cualquiera. Pero la presencia de Sergio Wolf o de Andrés Di Tella, en el documental, es un instrumento para llegar a contar esa historia que ya no se puede contar como una mera biografía.

Sergio Wolf. Estoy de acuerdo.

Ricardo Piglia. Está bien. Pero ahí el nudo, la máquina que produce la emoción, es la experiencia que está cifrada, que es esa experiencia de, llamémosla tu madre, o Ada Falcón o como sea. Yo entiendo que el modo de llegar tiene que ver con cómo el sujeto se implica en esa historia. Pero me parece que no sería justo con el documental decir que en realidad ahora el documental es sobre lo que le pasa al documentalista mientras hace la película.

Princeton, noviembre 2006.

(Fin de la segunda parte / continuará).

domingo, 19 de septiembre de 2010

Conversación en Princeton (1)

Andrés Di Tella, Ricardo Piglia, Sergio Wolf.

Revista Transversal 30, Cinema documental i creació contemporània, 2007 /Barcelona.
(primera parte)


por Antonio Monegal

En la Universidad de Princeton, una de las más prestigiosas de los Estados Unidos, se celebra desde el año 2002 un festival de cine documental patrocinado principalmente por el Departamento de Español y especializado en las producciones de América Latina y España. El festival fue fundado por el escritor Ricardo Piglia, profesor del departamento, y el director artístico y responsable de la programación es el documentalista argentino Andrés Di Tella. A lo largo de las diversas ediciones del Princeton Documentary Festival se han exhibido diversas películas surgidas del máster en Documental de Creación de la Universidad Pompeu Fabra, como En construcción y El cielo gira. El concepto de "conversación en Princeton" ya se había utilizado para darle título a una serie de libros publicados por el departamento con formato dialogado, así que, para contribuir a este número especial de Transversal dedicado al documental, pensamos en una mesa redonda entre Ricardo Piglia, Andrés Di Tella y el cineasta Sergio Wolf, que han coincidido en Princeton durante el festival de 2006. El encuentro tuvo lugar en la sala de reuniones de Departamento de Español el 14 de noviembre.

Antonio Monegal. Se podría empezar planteando que, ya que en Princeton hay una experiencia de cuatro años del Princeton Documentary Festival, se puede elaborar alrededor de este seguimiento de lo que es la historia reciente del documental una reflexión sobre qué podemos decir que el lenguaje del cine documental está aportando en este momento. Es decir, hasta qué punto se puede hablar de que este auge del documental al que asistimos comporta la aparición de nuevos modelos narrativos, nuevas formas de lectura y de recepción por parte del espectador también, que puedan estar indicando un cambio de paradigma respecto a formas tradicionales en el lenguaje cinematográfico.


Ricardo Piglia. Podríamos empezar quizás por un punto que tiene que ver con la experiencia nuestra del festival que hicimos con Andrés Di Tella, con Ángel Loureiro, con Arcadio Díaz-Quiñones y con la gente de Princeton. Uno de los puntos para nosotros importantes en la concepción de por qué hacíamos un festival de documentales, tenía que ver con cierta incomodidad respecto al modo en que se usan los films en las discusiones sobre programas de cultura y tradición. La sensación que teníamos nosotros es que muchas veces se usan los films de ficción como si fueran reales. Con esto muchas veces no se toma en cuenta el punto formal o de construcción, entonces muchas veces se da por ejemplo Cría cuervos porque que se quiere ver cómo era España en determinado momento histórico, o si se quiere discutir la Argentina de los años treinta se da Fin de fiesta de Torre Nilsson, que es una película situada en esos años.
Nosotros pensamos entonces que sería interesante poner en la discusión al documental como un material de construcción de significación y de sentido en las discusiones que tienen que ver con campos más amplios. Este fue el punto de partida, que tiene mucho que ver con tus preguntas Antonio. No sería lo mismo que la experiencia de hacer un Master para que la gente filme documentales, sino cómo usamos documentales, cuáles serían las posibilidades de usar el documental. Pensamos en usar entonces el documental no sólo por su valor artístico en sí mismo sino también porque permite discutir qué es la verdad, qué es lo que sucede en lo que estamos viendo. Este fue uno de los ejes para nosotros y nos parece un campo importante de discusión respecto a qué función tiene el documental y de qué manera se maneja. Esto me parece que es importante ponerlo a partir de la experiencia nuestra. Ahí podemos entrar ya en una discusión sobre hasta dónde esos materiales tienen un valor de documento. Yo uniría esto con una respuesta que estaría implícita en la pregunta de Antonio. La otra relación que yo veo es la relación del documental con la cantidad de documentales que se ven en televisión. El género ha construido ya un espectador. Ha construido un espectador muy sagaz, muy acostumbrado -bien o mal- a descifrar determinado tipo de información. Esto va desde los noticiarios a los grandes canales de documentales (Discovery Channel y otros). A esto quisiera agregar una cosa más, y con esto termino esta primera cuestión. Algo que siempre a mí me pareció muy productivo, que es una observación de Enzensberger, que es alguien que ha trabajado mucho estas cuestiones de documento y narración. Él, como sabemos, ha hecho grandes construcciones de textos a partir de documentos crudos, como su libro sobre Urruti. Él está muy cerca de Kluge también. Hay un momento en un texto de los setenta donde Enzensberger dice que los mass-media liquidaron la noción clásica de la estética tradicional: la distinción entre ficción y no-ficción. Él atribuye a los medios la crisis de esta distinción, algo que por un lado me permite pensar porqué ciertos filósofos contemporáneos, que hoy señalan que todo es ficción, en realidad me parece que están hablando del mundo de los medios sin saberlo. En el mundo de los medios sí es difícil saber dónde está la ficción y dónde la realidad. Ahí sí el espectador no es lo suficientemente experto para establecer la distinción y esta conexión.
Entonces, por un lado, esta idea de ficción-no ficción como un efecto de los medios. Me parece que es una idea sobre la que hay que volver, porque a menudo esto se confunde como un estado general de la situación. En esa línea podríamos pensar que los documentales intervienen en esta incertidumbre. Y me parece que los documentales se han hecho cargo más rápido de esta incertidumbre que el propio cine de ficción. En este sentido el documental estaría en la vanguardia del arte, muy en sincronía con debates contemporáneos que tienen que ver con los medios también. Por otra parte ¿qué quiere decir enseñar, qué serían hoy los Film Studies, qué materiales y debates podemos construir? Por otro lado los documentales intervienen en un espacio en el que la relación ficción-no ficción, en ese espacio de los mass-media, está en crisis.


Sergio Wolf. Yo diría también -con respecto a las nuevas formas de narratividad que permite el documental- que efectivamente el cine de ficción aparece como una especie de cárcel. Para empezar desde la demarcación espacial del cine de ficción, donde tenemos marcas en el piso por donde deben moverse los actores. En cambio el documental ofrece mayores libertades. En principio muchos documentalistas no saben claramente qué película van a filmar. Dicen entonces: en el curso de la película lo veremos. O podemos volver al clásico disparador de Godard, muy central, que es la de idea del film Passion: el guión se hace a final. Podría decirse que esa es la idea nuclear del documental, el guión se hace al final.
Pero me parece que el documental permite además una heterodoxia extraordinaria en términos del uso de materiales. En Los rubios de Albertina Carri por ejemplo hay animación, filmación real. En Tarnation por ejemplo tenemos el uso de los VHS de muy mala calidad, o en la película que hicimos con Lorena Muñoz, Yo no sé qué me han hecho tus ojos, usamos un cruce de películas viejas como si fuera documental. Hay cosas que en el cine de ficción serían sancionadas. El cine documental pareciera estar exento de la exigencia de cierta “calidad” o ciertas historias que demanda el cine de ficción. Si vemos el caso del documental de Eduardo Coutinho, O fim e o princípio, uno podría decir que se puede hacer un documental con cualquier cosa, sin tener nada. Vamos a buscar la película en el curso del viaje. Esta zona de libertad del documental produce así muchos trasvasamientos con muchas otras zonas de la cultura. En este sentido nada le es ajeno al documental. Quizás todo lo que se le cruza por el camino al documentalista puede, eventualmente, formar parte de esa película. Mientras que esto aparecería sancionado por la ficción. Lo que está en el guión pauta lo que se incluye mientras que en el caso del documental hay como una zona más asociativa, que produce otro tipo de narratividad. Una idea que para mí entonces es muy importante es que esas formas de narratividad no preexisten a las películas. La película documental inventa así formas de narratividad que ni estaban pensadas previamente y que sólo existen en el marco de esas películas. Todo lo contrario sucede en el cine de ficción. Existe la fórmula, uno lo ve básicamente en el cine norteamericano -que es lo que el espectador común entiende como cine de ficción-, como el chiste que me gusta hacer, que salvo el cine norteamericano todo el cine es más o menos documental. Esto lo podemos ver desde el uso de no actores, o por los decorados reales, o porque el personaje hace de sí mismo o porque no hay guión previo. Por un lado o por otro tiene más que ver con el documental. Y hay otro punto para mí, algo tangencial, que es que esto a lo que asistimos es como la venganza del documental. El documental fue históricamente la zona excluida del cine. Finalmente después de un siglo llegamos a que la ficción se restringe casi al máximo, a un puñado de historias, formatos y modelos, y el documental avanza con todo el territorio libre. Se puede nutrir de la animación, de los videos caseros, del archivo. Todo parece estar disponible para el documentalista. Ahí me parece que surgen esas nuevas formas de narratividad y esos cruces, esa zona híbrida, que me parece que dan más cuenta del estado de la cultura en el mundo que el cine de ficción.


Andrés Di Tella. Estoy totalmente de acuerdo con lo que acaba de decir Sergio. Me parece también que lo que ha sucedido en los últimos años es que ese proceso del documental, de lanzarse al camino sin saber exactamente el punto de llegada, o qué se nos va cruzar en ese camino, ese dejarse llevar por lo inesperado, tiene que ver al mismo tiempo con que algunos cineastas comenzaron a “mostrar las cartas”. El documental también era un género muy formalizado. No vamos a hacer la historia del documental aquí, pero a partir del Direct Cinema, o Cinèma Vérité como también se lo llama, aunque me refiero sobre todo al modelo norteamericano, a Drew, a Pennebaker, a los Maysles, aparece un modelo nuevo de documental, del relato como sucesión de situaciones, sin la famosa voz en off. Creo que partir de allí se instala otra ley del documental que es extremadamente formalizada, que es el documental como registro, y el documentalista disimulado entre los muebles. En realidad hoy en día podemos ver en esas películas, como Salesman, por ejemplo, un alto grado de formalización, un lenguaje cercano al de la ficción. Pero la idea de que el documentalista debe ocultar sus procedimientos y ofrecer solamente un registro, o en todo caso seleccionar un registro de la realidad, me remite a una de las razones que motivaron la creación del festival de Princeton, en las primeras conversaciones con Ricardo Piglia. No sólo lo que mencionaba Ricardo respecto del uso salvaje que se hace del cine, como ilustración de una realidad social o histórica, cosa que nunca se haría con la literatura, por ejemplo. Y con el documental el equívoco sobre la realidad es mayor, quizás, porque estaríamos accediendo directamente a esa realidad. Entonces con el festival intentamos también mostrar y discutir qué tipo de mediación habría en el documental. Por esto hemos elegido films que plantean esos problemas, como Los rubios de Albertina Carri, como O fim e o princípio de Eduardo Coutinho, como Um passaporte húngaro de Sandra Kogut, o como Cándido López, de José Luis García, que son películas donde el cineasta se muestra desembozadamente. Coutinho plantea desde el comienzo: “vamos a hacer una película, pero no tengo idea qué vamos a hacer”. Hasta tiene el tupé de decir, en determinado momento, “acá no hay ninguna historia, vamos para otro lado”. Coutinho lleva esta práctica al extremo pero, en el fondo, se trata de lo mismo que el documentalista siempre hizo y, antes, se veía obligado a disimular. Me parece que hay un proceso de descubrimiento interesante ahí, que hay una narratividad en esos elementos, en el hecho de descubrir el camino, o de cambiarlo a mitad de camino. Yo mismo, cuando hice La televisión y yo, descubrí la narración de esa película en el montaje. Tenía una serie de elementos muy dispares, historias truncas, agujeros negros, y no sabía qué hacer con todo eso. Se me ocurrió que la única forma de contar esa historia era contando mis fracasos, en un proceso que yo llamo de ensayo y error, y a partir de ahí podía contar la historia de una investigación y un descubrimiento. Entonces creo que ahí está una de las razones que yo veo del interés actual por el cine documental. En este sentido concuerdo con Sergio: cada documental interesante propone una idea de narración que le es propia. Y eso le da al género una potencia extraordinaria. Yo creo que ahí está la gran diferencia entre el cine documental que programamos para el festival y lo que la mayoría de la gente entiende como documental, el documental televisivo, a la National Geographic, que yo creo que es el enemigo. Frente a los documentales de la televisión, el verdadero documentalista se acerca a la ficción, en lo que la ficción tiene de más noble, de fábula, de construcción de sentido, y no de engaño. Yo creo que la televisión es la realidad manipulada, presentada como engaño. El documental sería: aquí hay un cineasta que va a contar, como testigo y como narrador, algo que está viviendo o que vivió.

Sergio Wolf. Lo que planteaba Andrés me parece que en parte es un límite entre la información y la narración. Creo que no hay casi en los festivales de hoy “documentales tradicionales” en sus programaciones. Hay un consenso casi general entre quienes organizan festivales en el mundo, es muy raro que sean seleccionados documentales centrados en el exceso o en el volumen de información, que suelen ir más en la televisión. Estos serían los documentales informativos. En cambio los documentales narrativos tienen por detrás la idea de que el documentalista no va a contar todo, yo te voy a contar un poco de esto, el resto no es lo mío.

Antonio Monegal. De todas formas, como tú dices, la construcción narrativa, está presente hasta en los documentales de naturaleza. Todos ellos organizan un relato. El ejemplo de aquel documental exitoso sobre el pingüino emperador es justamente cómo la tradición del documental de National Geographic viene en el fondo a confluir con una tradición preocupada por una narratividad y un relato que pueda enganchar al personaje. Ahí entonces te das cuenta que hay un continuum que conecta a “Bambi” con el pingüino.

Andrés Di Tella. Pero ahí es donde yo discrepo. Por eso yo hago hincapié en el documental que tiende a mostrar las cartas. Por eso también el título del festival de este año: “I Was There”. El énfasis en las tres palabras. Mientras que lo de los pingüinos es ridículo, es todo inventado, son todos pingüinos distintos, se humanizan los pingüinos, hablan, tienen sentimientos que no son de pingüinos, es una fábula para niños. Entonces me parece que no tiene nada que ver, sería un documental National Geographic “meets” Bambi.

Ricardo Piglia. Quizás un pequeño ajuste que muchas veces hemos hablado con Edgardo. Quizás la distinción tendría que ser entre información y experiencia.

Andrés Di Tella y Sergio Wolf. Sí, de acuerdo.

Ricardo Piglia. Para no entrar en el debate sobre narración, que ya circula. Pero uno sí podría establecer la distinción entre tener una experiencia o informarse de algo como dos cuestiones. Se supone que la información es algo frente a lo que nosotros tenemos una actitud de distancia y no podemos incorporarla en nuestro propio sistema de valores. La experiencia en cambio transmite algo que no se puede asimilar con la simple información. Qué caminos estoy encontrando yo en relación a esto: ¿Cómo se transmiten experiencias con el documental? Entonces veo por un lado un tipo de experiencia que tiene que ver con la experiencia del propio cineasta, o con la construcción que hace a menudo el documentalista de una experiencia perdida que se recupera. Yo contaba por ejemplo la película que vi de Herzog, Little Dieter needs to fly, que narra la historia de un soldado norteamericano que fue capturado por los vietnamitas y que luego se escapa, y que Herzog lo encuentra ahora y lo lleva al lugar y le hace reconstruir la situación. Lo que quiere es hacerle reconstruir la experiencia. Porque la información son dos minutos, estaba ahí y se escapó. Esa es una forma que se está usando, que bordea la ficción, ¿cómo lo llamamos? Porque construimos con alguien que vivió la experiencia una reconstrucción. Eso lo hace mucho Andrés Di Tella: vamos a la fábrica de la familia con el padre, y vemos esto. Es decir, hacemos la experiencia de ir al lugar donde sucedieron los hechos, con algunos que han sido protagonistas. Ese me parece que es un camino que uno puede identificar y que yo no termino de poder definir en qué categoría entraría. Y la otra es el milagro de encontrar material filmado donde la experiencia esté transmitida y se pueda incorporar. Como un ejemplo de esto está la otra película de Herzog -Grizzly Man-la del hombre que filma los osos. Lo extraordinario de la película es su punto ficcional, un punto Hemingway, porque lo fundamental no hay que contarlo. Según Herzog le pusieron una gorra a la cámara justo en el momento en que los osos estaban matando a los protagonistas. Yo creo en realidad que Herzog dijo que había sucedido eso para no mostrar esas imágenes. Y como ustedes recuerdan lo que se escucha es el audio, que solamente escucha Herzog, porque esa experiencia no se puede mostrar, está más allá de esa posibilidad. La literatura ha discutido mucho esto. Entonces yo encontraría en principio dos pequeños caminos: uno es ir a reproducir la experiencia, y por lo tanto qué categoría le damos a eso; y la otra es, bueno, tenemos la suerte de encontrar ciertos materiales reveladores, como en Capturing the Friedmans, la historia de esa familia que se filmaba todo el tiempo.

Andrés Di Tella. Yo solamente complementaría esto con una reflexión sobre información vs. experiencia. Me parece que por “experiencia” podemos entender la experiencia que se produce en el espectador. Los recursos que emplea el cineasta muchas veces consisten en usar su propia experiencia como una especie de instrumento óptico para que el espectador, al ver ese documental, se vea reflejado y pueda producir una experiencia propia. Y luego una reflexión a partir de algo que dice Adam Phillips, un psicoanalista inglés, que dice que una de las definiciones de trauma es el exceso de información, que el niño no puede procesar, intelectual o emocionalmente. Creo que eso, extrapolando de lo que señala Phillips en el ámbito de la experiencia infantil, es lo que nos está sucediendo con la televisión o con internet. Tenemos una cantidad de información tal que no podemos procesar experiencialmente y, entonces, se podría decir que estamos traumados. Que alguien nos cuente una historia de un modo que permite vincularnos a la experiencia de otra persona, que es lo que sucede en los documentales de los que estamos hablando, podría ser una salida de esa situación traumática. Es decir, a través de las experiencias de otros, pero experiencias con lo particular, una zona recortada, muy pequeña, de la experiencia, como lo único que se puede llegar a transmitir.

Sergio Wolf. Pero eso es lo mismo que la definición de Juan José Saer sobre narración, es decir, la idea de mostrar y esconder. Quiero decir, nosotros nunca sabremos si no había un montón de otras cosas que encontró Coutinho en el viaje de O fim e o princípio. Y la verdad es que no importa. Tomamos ese recorte como el recorte que él decidió hacer sobre eso. Son muy pocos los documentales de autor que tienen una voluntad de abarcar. El último talvez sea Shoah.

Princeton, noviembre 2006

Revista Transversal 30, Cinema documental i creació contemporània, 2007 (Barcelona).

(Fin de la primera parte).

viernes, 16 de octubre de 2009

Diario de Princeton 3

Aquele querido mes de agosto, de Miguel Gomes, presentada por Alan Pauls: "En la película de Gomes, la ficción es como una fuerza de ocupación que conquista el territorio. El documental sería algo así como los partizanos que resisten el dominio de la ficción".

El profesor Arcadio Díaz Quiñones, que dio un seminario para alquilar balcones sobre "la isla en la literatura", quiere saber por qué Gomes emplea a no-actores para hacer personajes de ficción. Escuchan atentamente los profesores James Irby, uno de los primeros traductores de Borges al inglés (Labyrinths, New Directions, 1962), y Ricardo Piglia, autor de una famosa novela de non-fiction con derivaciones judiciales (Plata quemada). Piglia adelantó -gran noticia- que está terminando una nueva novela.

Miguel Gomes: "El tema de la película es el deseo de ficción que tiene la gente. El deseo de ser, por ejemplo, estrellas de cine por un verano. Para mí, la segunda parte de la película no deja de ser documental: se trata de un documental sobre personas que interpretan a un personaje, pero que, por supuesto, al hacerlo, siguen siendo ellos mismos. La realidad incluye el deseo de cosas que no solemos relacionar con el concepto de realidad, tal como ese deseo de ficción. O el deseo de fuegos artificiales..."

Thomas Levin, especialista en teoría de los medios y curador de una importante muestra sobre Retórica de la Vigilancia, de Bentham a Gran Hermano, presentó Juízo, de María Augusta Ramos: "El último documental de Ramos, que vamos a ver dentro de un momento, ofrece una mirada sobria, sutil, inteligente -y nada sensacionalista- sobre el sistema de justicia para menores del Brasil, un sistema extremadamente problemático. Juízo, felizmente, elude por completo esa tendencia repulsiva, de proporciones epidémicas dentro de cierto cine global, que yo he llamado location pornography: la exotización sensacionalista de la pobreza, la corrupción y el sufrimiento del Tercer Mundo".

María Augusta Ramos escucha un comentario de su compatriota Beatriz Jaguaribe, Visiting Professor en Princeton. Juízo, el documental de Ramos, retrata el funcionamiento de un tribunal de menores de Rio de Janeiro. Por una cuestión legal, la directora se vio impedida de filmar a los menores acusados. La decisión de reemplazarlos por otros jóvenes, de circunstancias similares, que "actúan" el contraplano de los jueces, fiscales y defensores, trajo un debate picante sobre los cruces entre documental y teatro.

Miguel Gomes y Vivi Tellas durante el lunch-workshop de Prospect House organizado por el Program in Latin American Studies.

Susana Barriga, fotógrafa y poeta, además de cineasta, registra su primera visita a los Estados Unidos.

Vivi Tellas presentó su Proyecto Archivos de teatro documental, que incluye la obra Cozarinsky y su médico, protagonizada por Edgardo Cozarinsky, escritor y cineasta, reciente invitado de Princeton. Cozarinsky tenía cancer y su médico, el Dr. Florín, le salvó la vida. La obra, con ambos en escena, trataba de eso. "Cuando estábamos en medio del trabajo, Cozarinsky me dice que no quiere que se hable del cáncer porque su madre, que tenía cerca de 100 años, no debía enterarse. Yo no sabía cómo continuar, hasta que se me ocurrió una solución: que Cozarinsky le pida al público que no cuente nada. Cozarinsky estuvo de acuerdo y, en cada función, explicaba la situación y pedía la colaboración del público y de cualquier periodista presente. Nunca supe bien qué es lo que pasaba en ese momento, qué pensaba la gente que presenciaba esa extraña solicitud que venía desde el escenario, en medio de una obra de teatro. Fue el momento teatral más raro de toda mi vida".

Reunión de los responsables del libro Conversación en Princeton. Andrés Di Tella: cine documental y archivo personal. El proyecto comenzó en mayo de 2005 con una conversación en torno de una ensalada de pulpo preparada por Fernando Acosta Rodríguez, bibliotecario de Princeton. Volvió el pulpo y volvieron los Fab Four (de izquierda a derecha): Andrés Di Tella, Fernando Acosta Rodríguez, y los profesores Paul Firbas y Pedro Meira Monteiro (estos últimos, los editores del volumen).

miércoles, 14 de octubre de 2009

Diario de Princeton

En el largo trayecto desde el aeropuerto Kennedy hasta la universidad de Princeton, en New Jersey, el chofer del remis, James, aprovechó para contarme el libro que está escribiendo. El título es una sigla: E.L.L.E.R. James me aclaró que ya lo tiene registrado en derecho de autor. La sigla significa: Experiencing Long Lasting & Enjoyable Relationships. ¿No es eso lo que todos buscamos? La clave del problema, me explicó, reside en que el 90% de las mujeres quiere compartir lo que pasa por sus corazones, mientras que sólo el 10% de los hombres quiere hacer lo mismo. ¿Quieres saber por qué?

Afiche del Princeton Documentary Festival, después de un chubasco otoñal. El tema de este año: The Other, The Same. The Subject of Documentary. En el 2008 tuvimos un elenco de invitados aparentemente insuperable: Edgardo Cozarinsky, José Luis Guerín, Luis Ospina, entre otros. Pero los de este año no son menos estelares. La programación incluye la primera presentación en Estados Unidos del portugués Miguel Gomes, director de Aquele querido mes de agosto (la película del año, al menos para mí). También es la primera visita -que costó un enorme esfuerzo burocrático- de una directora cubana, residente en Cuba, Susana Barriga, cuyos cortos Cómo construir un barco, Patria y -muy especialmente- The Illusion, constituyen la mayor aparición en años dentro del cine cubano. Por su parte, los documentales "judiciales" de Maria Augusta Ramos, Justiça y Juizo, han provocado enorme impacto -y debate- en Brasil, mucho más interesante que todo lo que se habló en torno a Tropa de Elite etc. No pudo viajar, desgraciadamente, Yulene Olaizola, directora mexicana de la maravillosa Intimidades de Shakespeare y Víctor Hugo. Y una novedad absoluta dentro del festival: una presentación extra-cinematográfica, a cargo de Vivi Tellas, la inimitable directora teatral argentina, para hablar de su paradójico teatro documental.

El fondo de los fondos, conferencia de Alan Pauls, que está de Visiting Professor en Princeton: "Según una superstición bastante difundida, lo verdaderamente íntimo no se dice. Es lo que no acepta declararse, lo que no se deja tocar por el relato. No tanto por inconfesable (eso sería lo privado, que es como el gemelo usurpador, la parodia, el alter ego cínico de lo íntimo) como por inefable o por remoto: por estar de algún modo más allá o más acá del lenguaje. Es como si acceder a lo íntimo exigiera una travesía demasiado larga, demasiado intrincada, y ninguna de las descripciones que en principio podrían retratarlo lograran sobrevivir al viaje de regreso. Sólo que esa condición muda, esa facultad de resistir al lenguaje, son la marca menos de un déficit que de una potencia: en verdad, lo íntimo es lo que se da el lujo de prescindir de las palabras".

lunes, 12 de octubre de 2009

Princeton Documentary Festival

THE FILMS

AQMA
Aquele querido mês de agosto
("Our Beloved Month of August")
Miguel Gomes
Portugal, 2008, 150 min.

A strange relationship exists between a father, daughter and nephew in a traveling pop band in the midst of the August music festivals that permeate the heart of rural Portugal. Fiction and documentary dance a sensual tango in this celebration of everyday life and love in August. The camera drifts endlessly through picturesque vistas, capturing unrestrained merriment, rural ritual, colorful anecdotes and vivacious characters.

Intimidades

Intimidades de Shakespeare y Victor Hugo
("Intimacies of Shakespeare and Victor Hugo")
Yulene Olaizola
Mexico, 2008, 83 min.

Within Rosa Elena Carbajal's boarding house lies a passionate and potentially explosive story. Rosa’s intelligent, artistic, humorous tenant Jorge Riosse was a deeply troubled man—possibly schizophrenic--carrying dark secrets that emerged only after his sudden death. Best documentary prize winner at festivals in Mexico City and Buenos Aires, this is a story of creativity, intimacy, homosexuality, friendship and maybe even murder.

juizo 2

Ju
ízo
("Behave")
Maria Augusta Ramos
Brazil, 2007, 90 min.
Juízo follows the process of minors who have fallen into the hands of the Brazilian legal system. Boys and girls from underprivileged backgrounds are faced with crime, ruling, and sentences handed down for theft, drug trafficking, and even murder. The film shows the process of judging and how easily we are swayed over questions involving minors breaking the law. Who really knows what to do?

Barriga films

The Short Films of Susana Barriga
Susana Barriga
Cuba, 2006-2008, 50 min.


Susana Barriga’s short films exhibit a striking confidence in the authority of stark images. The primitive work performed by the road workers in Patria, while depicted in all its physicality, inevitably takes on the allure of a metaphor on the exhaustion –and persistence against all odds- of the Cuban Revolution. The quiet desperation glimpsed in the faces of the people in the little fishing village of Cómo construir un barco also speaks volumes about the quandary of staying or leaving the island. And the failed encounter of The Illusion, between Barriga and her father, an exile in London, turns the dilemma uncomfortably personal.

tellas 2

Biodrama: Documentary Theater
Vivi Tellas
Argentina

An illustrated presentation followed by discussion on the issue of performance and representation in the documentary.


To see full program and schedule: http://www.princeton.edu/

viernes, 9 de octubre de 2009

Princeton Documentary Festival

Thursday Oct 8 - Saturday Oct 10
Princeton University

http://www.princeton.edu/spo/films/

THE OTHER, THE SAME
The Subject of Documentary


The Other has by tradition been the assumed subject of documentary. From Robert Flaherty’s seminal Nanook of the North to current TV fare, documentary filmmakers have brought home to our screens the spectacle of the Other: the Other defined as someone fundamentally different from ourselves, as a representative of a given category--be it the Indian, the Worker, the Madman--observed from outside. It is only quite recently that filmmakers have begun to see themselves portrayed in their relationship to the Other. The alien may turn out to be uncannily familiar. And just as pretending that I know the Other can be a variety of arrogance, to take for granted who I am may also be a form of self-delusion. Predicated on the complexity of the self–that of their subjects or of themselves--the work of the filmmakers featured in this year’s program inevitably challenges cultural assumptions and political imperatives both at home and abroad.

The Other has different ways of rearing its head. Susana Barriga’s depiction of Cuban road workers in Patria, hauling rocks hopelessly, like Sisyphus, echoes her own failed attempts to reach out to her estranged father, a Cuban exile in London, in The Illusion. In Aquele querido mês de agosto, Miguel Gomes set out to find real people in the Arganil region of Portugal to cast as actors in a feature film. When the financing fell through, he decided to film a documentary instead, featuring those same people’s real lives. But fiction –the Other of documentary?- came back in through the rear door. In Intimidades de Shakespeare y Víctor Hugo, Yulene Olaizola undertook a portrait of her eccentric grandmother, who operates a run-down hostel on the corner of Shakespeare and Victor Hugo streets in Mexico. But the project took an unexpected turn. In Juizo, Maria Augusta Ramos describes the workings of a juvenile court in Rio, but the legal impossibility of filming minors led her to replace the young offenders with other kids from similar backgrounds. Vivi Tellas is not a filmmaker but a theater director. In a sense, theater may be seen as the ultimate “Other” of documentary, which makes her “documentary theater” somewhat of a paradoxical proposition.

El otro, el mismo. The title is borrowed from a collection of poems by Jorge Luis Borges, whose meditation on the metaphysics of identity will hopefully illuminate the proceedings.

Andrés Di Tella
Artistic Director



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