Yo
escribía artículos en periódicos de provincias
soñando que algún día me leería en el Comercial
el alcalde Enrique Tierno
o algún republicano de café solo y mal genio.
En sus salones me he reunido para organizar actos
culturales, proyectos de programas de radio
o solo beber tras haberme manifestado contra todos
los gobiernos.
He quedado con mujeres para nada concreto
pues yo ponía la presencia y el revólver,
pero el disparo siempre corresponde
a las dueñas de los ojos del deseo.
He entrevistado escritores,
me he ofrecido a editores con sudor en las manos
y la nuca rígida del que espera un milagro o el
cieno,
he perdido a los chinos
y he quedado con forasteros
para iniciar la ruta del Madrid nocturno
o para terminarla en la barra
preguntando si los servicios seguían en el mismo
sitio.
Soñaba con presentar allí un libro
con unas gafas compradas
en la óptica de la esquina
en donde tenían las mejores lentes clásicas
para las que nunca me alcanzó el dinero.
Pero han cerrado los dos establecimientos
y me voy quedando sin señuelos
para ponerme a soñar,
para ponerme a mirar,
para quedar contigo
y contarte la historia de aquella mujer
que perseguía a Rafael Azcona por sus pasillos
o la de aquella chica sin bragas en los versos de
Rimbaud
o los que pedían en la glorieta para un bocadillo.
Han
echado el cierre al Comercial en verano
y estoy tiritando de frío,
a la puerta de una ola de calor
a la que ni vendrás ni yo he ido.
© Mariano Crespo
©
Fotografía de Julián Rebollo.
Entrevista a Isaac Rosa.