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jueves, 15 de septiembre de 2011

El entierro de las ratas y otros cuentos. Bram Stoker




      "Si abandona París por la carretera de Orleans, cruce la Enceinte y, si gira a la derecha, se encontrará en un distrito algo salvaje y en absoluto placentero. A derecha e izquierda, delante y detrás, por todos lados se alzan grandes montones debasura  otros residuos acumulados por los procesos del tiempo.
     París tiene su vida nocturna además de la diurna, y el viajero que penetra en su hotel de la Rue de Rivoli o la Rue St. Honoré a última hora de la noche o lo abandona a primera hora de la mañana puede adivinar, al llegar cerca de Montrouge -si no lo ha hecho ya antes- la finalidad de esos grandes carros que parecen como calderas sobre ruedas y que puede hallar pase por donde pase".

      Muchas veces un autor pasa a la fama por un único libro y asumimos por ello que no ha escrito nada más, un claro ejemplo es El perfume, cuyo autor es conocido por todos sólo asociado a ese libro. Otro claro ejemplo lo tenemos con Bram Stoker.

     Cuando recordé a los vampiros comenté la curiosa forma en que comenzó a gestarse la idea de escribir sobre ellos y en lo que termino convirtiéndose, Drácula, así que ahora tengo que añadir que este autor debía de tener una especie de radar para hacer del nacimiento de sus libros, una anécdota fácil de recordar.
     El entierro de las ratas surge en 1878, durante la luna de miel del autor en la ciudad de París, que no sale muy bien parada en la obra, y esta vez y sin que sirva de precedente, no voy a comentar nada al respecto. No vería su publicación hasta 1891 y, realmente, nunca alcanzó una gran notoriedad salvo para los fanáticos de Stoker.  Éste ve en París una ciudad macabra, casi cruel con su protagonista, un joven que viaja por Europa esperando que transcurra el año que le han impuesto que ha de superar lejos de su amada. Cuando lo conocemos llega a París y, la fascinación habitual de la ciudad, no le hace mella y decide buscar el lado oculto, conociendo a los traperos. Así es como llega a adentrarse en su comunidad y descubrimos una ciudad nauseabunda, repleta de personas feas y malolientes aguas estancadas, en la que seremos testigos de una persecución digna de nuestras peores pesadillas.

     Yo he decidido quedarme con este relato, aunque en el libro encontramos tres más que no intentan sorprendernos sino todo lo contrario. Están escritos con la sobriedad que se les supone al ser el fruto de un autor reconocido. Incluso, me atrevería a decir que si comprásemos el libro en una librería cualquiera, viene ya con los bordes amarilleados para que no desentone con lo que representa. Su mayor atractivo es la ambientación victoriana y la mirada a lo clásicos, al gótico de toda la vida, además de la rareza que supone tener dos libros escritos por el autor de Drácula.

     Gracias

     Contenido de El entierro de las ratas y otros relatos:
     - El entierro de las ratas
     - Las arenas de Crooken
     - El secreto del oro creciente
     - La boca del río Watter

lunes, 13 de junio de 2011

El perfume. Patrick Süskind


     "En la época que nos ocupa reinaba en las ciudades un hedor apenas concebible para el hombre moderno. Las calles apestaban a estiércol, los patios interiores apestaban a orina, los huecos de las escaleras apestaban a madera podrida y excrementos de rata; las cocinas, a col podrida y grasa de carnero; los aposentos sin ventilación apestaban a polvo enmohecido; los dormitorios, a sábanas grasientas, a edredones húmedos y al penetrante olor dulzón de los orinales...Apestaban los ríos, apestaban las plazas, apestaban las iglesias y el hedor se respiraba por igual bajo los puentes y en los palacios...Y, como es natural, el hedor alcanzaba las máximas proporciones en París, porque París era la mayor ciudad de Francia. Y dentro de París había un lugar donde el hedor se convertía en infernal, entre la Rue aux Fers y la Rue de la Ferronerie, o sea, en el Cimetière de Innocents."

      Recuerdo perfectamente el momento en que me tropecé con este libro.Estaba de vacaciones con mis padres aburrida y me dejaron elegir un libro para que no les diera la tabarra.
Eché un vistazo a los títulos y decidí que El perfume era el título que más apetecible me resultaba y me dispuse a leer, y así conocí a Grenouille, ese niño que nace sin olor y que todo el mundo rechaza sin saber exactamente el motivo, por notarlo diferente ya desde niño sin que existiera una razón concreta para los que le rodeaban. Esta carencia la compensa por su extraordinario sentido del olfato que nos va metiendo en unas calles llenas de aromas y que lo acerca a ese mundo de la perfumería, apasionante contado desde el punto de vista de un hombre que todo lo percibe desde la intensidad de su nariz. Y así percibe a las personas también, a través de los restos que dejan sus vivencias en su piel, y así se enamora.. y todo su afán queda en conseguir ese aroma perfecto como si buscase de quién enamorarse pero condensado en un frasquito de esencia.

No levanté la vista del libro en toda la tarde, ni me moví del hotel, lo primero que sentí fue decepción. No se si os ha pasado alguna vez, que levantáis la vista del libro y justo en ese momento, sientes desvanecerse todos esos aromas que hasta un momento antes había percibido con la nariz más que con la vista. Y así transcurrió la tarde entera y parte de la noche. Volví a abrir el libro para entrar esta vez en la pureza de una gruta donde estaba escondido Grenouille de todos los olores del mundo para empezar a husmear el aire al ritmo que me marcaba el autor mientras se filtraba la humedad por las páginas del libro.

     Y así ha sido cada vez que he releído El perfume, y así será supongo, puesto que estoy segura de repetir la experiencia. Pocas veces un autor consigue ponerte delante algo tan intangible como un olor. Y eso es así cada vez.

      Gracias

      PD. Hay una película, lo se... pero mejor lo olvidamos, vale?