Todas hemos oído hablar de las rutinas en la vida de los bebés. En preparación al parto no se cansan de repetirnos la
fórmula de "baño+masaje+teta" para ir preparándoles para el sueño.
¿Por qué no lo aplicaba?
- No soy muy fan de ninguna rutina. Soy ordenada, pero me gusta tener flexibilidad en mi vida.
- No veo necesidad de baño diario de los bebés (¡ojo! esta máxima no es aplicable a los padres). Considero más importante lavarles el culete con agua varias veces al día y reducir el uso de toallitas.
- En un curso de masajes nos contaron que la mejor hora para dar un masaje es por la mañana, pues los masajes, lejos de relajar al bebé, lo estimulan.
Me he dado cuenta de que no tener una hora límite a la que obligarnos a estar en casa no nos facilita la vida: los abuelos nos visitan a las 9 de la noche, vienen amigos y no se van, salimos a dar un paseo y volvemos tarde, nos dan las tantas con la niña sin pijama... Y cada madrugada acabo enganchada a twitter haciendo tiempo para que se duerma y protestando de los horarios de mi hija. Aunque la veo feliz y descansada, en dos meses tengo que volver al trabajo y me relajaría saber que voy a poder descansar por las noches. Pero si nadie la enseña, ¿cómo va a dormirse pronto?
Así que por mi propio bien y aunque nunca lo hubiera pensado, he instaurado la rutina para padres (porque sigo creyendo que es por mi bien y no por el suyo) de "baño+masaje+teta", que comienza a las 20.30 de la noche (me valen las 21.00h).
Nuestro primer día y aunque no confiaba demasiado, ha sido un éxito: han venido mis suegros a visitarnos y se han marchado pronto porque les hemos dicho que íbamos a bañar a la niña. Tras el masajito, hemos estado 45 minutos a la teta y otros 20 acompañándola en la cama, para que cayera profundamente dormida. ¡Es la 1 de la mañana y lleva 4 horas dormidita! Y yo que creía que sin que yo estuviera en la cama ella no dormía...