Odiábamos a Yoko Ono y nos poníamos gafas redondas. Fantaseábamos con alquilar un apartamento en el Dakota y emborracharnos todos los días entonando canciones. Todo era polvo y luces brillantes en la ciudad. Fue por aquella época cuando tu madre comenzó a mendigar por las calles. Nunca supimos que hacía con el dinero. Vivía en una casa de cien metros cuadrados, tenía tres coches…, pero nosotros le dábamos unas monedas todas las tardes. Sonaba A day in the life en los altavoces del salón cuando se escuchó el disparo. La vecindad se convirtió en un hormiguero. En un instante el jardín se llenó de gente observando las monedas salpicadas de sangre.
Escuchando: Zero - The Smashing Pumpkins
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