Gracias por quedarte en mi Universo

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domingo, 12 de junio de 2011

Para no olvidar




Caminaron juntos, entrelazándose como rayos de luz que no se distinguen entre sí. Al mirar hacia atrás, el trayecto compartido era de sentimientos tan profundos que cualquier otra persona dudaría si esos momentos realmente existieron. Ellos no. Sabían en sus corazones que se pueden confundir frases o lugares, pero no se puede confundir la manera en que otra persona nos hizo sentir en su presencia. O en su ausencia.


Aventuras compartidas los habían llevado por recónditos parajes de ensueño. Ya habían estado juntos un número infinito de veces, disfrutando del intercambio mutuo, sin pudores ni límites. Cuántas veces habían atravesado al unísono ese portal impecable hacia el instante único, de entrega total.


Ella sonrió desde el alma, y el niño vulnerable y frágil dentro de él le devolvió la sonrisa. Fue un momento mágico en que los mundos se detuvieron y las estrellas se eclipsaron ante tanta intensidad.


Siguieron caminando de la mano, comprobando cómo dos almas afines desafían con éxito dimensiones tales como el espacio y el tiempo. No hacía falta que se miraran: sus corazones latían en forma acompasada, y esta experiencia que sólo se da unas pocas veces en la vida les bastaba para entender el concepto de eternidad. La conjunción de sus almas les iluminaba la vida y hacía que todo alrededor de ellos tuviera un color más claro y brillante.


Ella lo miró, pero su mirada no era como las anteriores. Ella sabía que sus días juntos estaban contados. ¿Él lo intuía? ¿Podía darse cuenta de que ella se estaba despidiendo?

 Fuente

miércoles, 15 de abril de 2009

Una hermosa historia de amor

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Casi no la había visto. Era una señora anciana con el auto varado en el camino. El día estaba frío, lluvioso y gris. Alberto se pudo dar cuenta que la anciana necesitaba ayuda.

Estacionó su vetusto Pontiac delante del Mercedes Benz de la anciana, aún estaba tosiendo cuando se le acercó. Aunque con una sonrisa nerviosa en el rostro, se dio cuenta que la anciana estaba preocupada. Nadie se había detenido desde hacía más de una hora, cuando se detuvo en aquella transitada carretera.

Realmente, para la anciana, ese hombre que se aproximaba no tenía muy buen aspecto, podría tratarse de un delincuente. Más no había nada por hacer, estaba a su merced. Se veía pobre y hambriento.

Alberto pudo percibir como se sentía. Su rostro reflejaba cierto temor. Así que se adelantó a tomar la iniciativa en el diálogo:.

"Aquí vengo para ayudarla señora. Entre a su vehículo que estará protegida del clima. Mi nombre es Alberto". Gracias a Dios solo se trataba de un neumático bajo, pero para la anciana se trataba de una situación difícil.

Alberto se metió bajo el carro buscando un lugar donde poner el "gato" y en la maniobra se lastimó varias veces los nudillos. Estaba apretando las últimas tuercas, cuando la señora bajó la ventana y comenzó a platicar con él. Le contó de donde venía; que tan sólo estaba de paso por allí, y que no sabía como agradecerle.

Alberto sonreía mientras cerraba el baúl del coche guardando las herramientas. Le preguntó cuanto le debía, cualquier suma sería correcta dadas las circunstancias, pues pensaba las cosas terribles que le hubiese pasado de no haber contado con la gentileza de Alberto.

Él no había pensado en dinero. Esto no se trataba de ningún trabajo para él. Ayudar a alguien en necesidad era la mejor forma de pagar por las veces que a él, a su vez, lo habían ayudado cuando se encontraba en situaciones similares.

Alberto estaba acostumbrado a vivir así.

Le dijo a la anciana que si quería pagarle, la mejor forma de hacerlo sería que la próxima vez que viera a alguien en necesidad, y estuviera a su alcance el poder asistirla, lo hiciera de manera desinteresada, y que entonces...

"Tan sólo piense en mi", agregó despidiéndose.

Alberto esperó hasta que el auto se fuera.
Había sido un día frió, gris y depresivo, pero se sintió bien en terminarlo de esa forma, estas eran las cosas que más satisfacción le traían. Entró en su coche y se fue.

Unos kilómetros mas adelante la señora divisó una pequeña cafetería.
Pensó que sería muy bueno quitarse el frió con una taza de café caliente antes de continuar el último tramo de su viaje.

Se trataba de un pequeño lugar un poco desvencijado. Por fuera había dos bombas viejas de gasolina que no se habían usado por años. Al entrar se fijó en la escena del interior. La caja registradora se parecía a aquellas de cuerda que había usado en su juventud.

Una cortés camarera se le acercó y le extendió una toalla de papel para que se secara el cabello, mojado por la lluvia. Tenía un rostro agradable con una hermosa sonrisa. Aquel tipo de sonrisa que no se borra aunque estuviera muchas horas de pie.

La anciana notó que la camarera estaría de ocho meses de dulce espera. Y sin embargo esto no le hacía cambiar su simpática actitud. Pensó en cómo, gente que tiene tan poco, pueda ser tan generosa con los extraños.

Entonces se acordó de Alberto...

Luego de terminar su café caliente y su comida, le alcanzó a la camarera el precio de la cuenta con un billete de cien dólares. Cuando la muchacha regresó con el cambio constató que la señora se había ido. Pretendió alcanzarla. Al correr hacia la puerta vio en la mesa algo escrito en una servilleta de papel al lado de 4 billetes de cien dólares.

Los ojos se le llenaron de lágrimas cuando leyó la nota:.

"No me debes nada, yo estuve una vez donde tú estás. Alguien me ayudó como hoy te estoy ayudando a ti. Si quieres pagarme, esto es lo que puedes hacer:.

No dejes de asistir y ser bendición para otros como hoy lo hago contigo. Continúa dando de tu amor y no permitas que esta cadena de bendiciones se rompa.

Aunque había mesas que limpiar y azucareras que llenar, aquel día se le fue volando.

Esa noche, ya en su casa, mientras la camarera entraba sigilosamente a su cama, para no despertar a su agotado esposo que debía levantarse muy temprano, pensó en lo que la anciana había hecho con ella.

¿Cómo sabría ella las necesidades que tenían con su esposo, los problemas económicos que estaban pasando, máxime ahora con la llegada del bebé?.

Era consciente de cuan preocupado estaba su esposo por todo esto.

Acercándose suavemente hacia él, para no despertarlo, mientras lo besaba tiernamente, le susurró al oído:.

"Todo va a estar bien, te amo... Alberto".





sábado, 14 de febrero de 2009

Feliz Dia de los Enamorados




San Valentin: El origen del dia de los enamorados

Para aquellos que piensen que este día se celebra desde hace poco y que surgió por el interés de los grandes centros comerciales, debemos señalar que realmente su origen se remonta a la época del Imperio Romano. En el año 270 d.C. allá por el siglo III ejercía en Roma un sacerdote llamado San Valentín. Por aquel entonces gobernaba el emperador Claudio II, que prohibió a los jóvenes casarse y vivir en matrimonio, esto fue porque pensaba que los jóvenes solteros y sin familia eran mejores sold ados ya que no tenían ningún tipo de compromiso en el caso de ir a la guerra. Claudio II también había prohibido el Cristianismo en esa época porque deseaba ser alabado como el dios supremo, como el Emperador de Roma.






No dudo El sacerdote desafiar al emperador, ya que consideraba que el decreto era injusto. Valentín se reveló y comenzó a casar a las parejas jóvenes en secreto, bajo el ritual de la Iglesia.

El emperador Claudio se enteró, y ordenó que lo llevaran a palacio. Claudio intentó convencer a Valentín para que renunciase al Cristianismo y sirviese al Imperio y a los dioses romanos. Si aceptaba, Claudio II le perdonaría y le convertiría en uno de sus aliados. Pero, por el contrario, Valentín no renunció a su religión y aprovechó la ocasión para hacer propaganda del cristianismo.

En un principio Claudio II se mostró atraído por esta religión, pero el ejército y el Gobernador de Roma, llamado Calpurnio, le convencieron para quitárselo de la cabeza y organizaron una campaña en contra del Santo. Valentín fue encarcelado y el emperador le sentenció a una ejecución.

Mientras esperaba que se ejecutase su sentencia en la cárcel, su carcelero, llamado Asterio, le presentó a su hija Julia, ciega de nacimiento, para que Valentín, siendo hombre de letras, le enseñara. A pesar de ello, Asterio quiso ridiculizarle y ponerle a prueba, le retó a que le devolviese la vista a su hija, Valentín aceptó y obró el prodigio. Asterio y toda su familia se convirtieron al cristianismo, pero Valentín no se salvó de su sentencia, ya que temiendo una rebelión del ejército romano y de los paganos, el emperador lo mandó ejecutar el 14 de Febrero. Según la leyenda, se plantó un Almendro de flores rosadas junto a su tumba. Hoy, el árbol de almendras es un símbolo de amor y amistad duraderos.


Los restos mortales de San Valentín se conservan actualmente en la Basílica de su mismo nombre que está en la ciudad italiana de Terni. Cada 14 de febrero se celebra en dicho templo, un acto de compromiso por parte de diferentes parejas que quieren unirse en matrimonio al año siguiente.

Parece ser que la festividad de San Valentín también sustituyó a otra festividad de origen pagano. Era una celebración en honor al dios romano Lupercus, el dios de la fertilidad. A mediados de febrero, los antiguos romanos se reunían en una gruta llamada Lupercal. Allí sacrificaban animales en honor de Lupercus y, al terminar, unos jóvenes adornados con la piel de las víctimas, recorrían la ciudad azotando con látigos a las mujeres que se encontraban a su paso, convencidas de que el dios de la fecundidad les concedería así su gracia. No fue hasta el año 496 de nuestra era cuando el Papa Gelasio nombró a San Valentín como sustituto cristiano del dios pagano Lupercus.



Durante los siglos XVII y XVIII en Inglaterra y en Francia se originan las costumbres populares asociadas al día de San Valentín, consagrando este día a los enamorados, y poniendo de costumbre el intercambio de regalos y cartas de amor.
Los norteamericanos adoptaron la costumbre a principios del siglo XVIII, ya que los avances de la imprenta y el bajón en los precios del servicio postal permitieron el envío de saludos por San Valentín. Hacia 1840, Esther A. Howland comenzó a vender las primeras tarjetas postales masivas de San Valentín en Estados Unidos.





Os deseo que tengáis un Inolvidable día de los Enamorados pero me uno a la opinión de todos...el amor se celebra todos los días del año...el amor no es un negocio comercial y pienso que si me apetece regalarle algo a mi pareja lo puedo hacer cualquier día del año pero eso no impide que podamos celebrar hoy el amor que le tenemos a nuestras parejas...yo lo veo como el cumpleaños del amor este día...que lo paséis muy bien...abrazos de oso.






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