A ellos que muchas veces nadie les
pregunta cómo están, cómo estuvo su día, si se han sentido bien, si desean
conversar, si desean tiempo para descansar, si necesitan su espacio por un
momento para estar a solas.
Ellos que también desean ser admirados,
valorados, respetados y reconocidos por una mujer.
Ellos que muchas veces en silencio
guardan sus tristezas, sus inseguridades, sus frustraciones, sus inquietudes,
sus miedos, sus tropiezos, sus errores.
Ellos que van por ahí siendo una máquina
de trabajo, simples proveedores que nadie ve el esfuerzo, los sacrificios, el
esfuerzo que hacen para dar lo mejor en un hogar.
Ellos que intentan controlar sus
emociones para que nadie los vea llorar, porque crecieron en un mundo donde no
debían llorar por el simple hecho de ser hombres.
Ellos que se hacen los valientes, los
fuertes, cuando posiblemente en su interior se sienten abatidos con angustia
tratando de liberarse de alguna tormenta vívida y necesitan contención.
Ellos que también han sufrido alguna
desilusión, algún engaño, alguna infidelidad que le ha destrozado el corazón.
Ellos que también sienten, que necesitan
ser rescatados, ser salvados, ser cuidados, una mano que los sostenga, un
hombro que les permita llorar y poder desahogarse, un abrazo un consejo, un… te
quiero, te amo, todo estará bien.
Ellos no solo son imagen de macho recio,
que todo lo soluciona, que todo el tiempo debe trabajar.
Ellos también son emocionalmente
sensibles, desean ser aceptados, desean expresar sus emociones, desean ser
reconocidos, desean ser amados y respetados, también necesitan de
demostraciones, de detalles, ser enamorados, ser consentidos, ser mimados y que
les den una gran mamada.