Lo sorprendente para algunos vecinos es
que hoy, cuando nadie está obligado a
matrimoniarse para vivir de por vida en el matriqui, cuando hay múltiples planteamientos
distintas relaciones, haya gentes que se planteen ser infieles.
Ser
infiel hoy es más propio de personas que se sienten en la obligación de estar
casados sí o sí y no son capaces de vivir solo con su mujer, o de vecinos
inmaduros, que engañan de igual manera que de pequeños mentían a sus padres
Ser infiel dice mucho de una vecina, de
su capacidad de respetar, de comprometerse, de elegir, de saber terminar una
relación de manera elegante...
Si va a engañar, mejor que no se
comprometa con nadie, y menos en nombre de la tan manida libertad.
Lo que está claro es que nadie quiere
los cuernos: unos porque son los cornudos, y otros, quienes la comenten, porque
saben que, en el fondo, no están haciendo bien.
En opinión de una vecina, una
infidelidad se considera tal siempre que
los coitos produzcan daño en el cornudo. Aun así, el límite es muy subjetivo.
Depende de cada matriqui, de su contexto, de lo que hayan acordado entre ellos,
de si están en crisis... Por lo general, cuando el coito es malo y uno de los
dos se tira a una vecina, se tiende a relativizar porque, en cierto modo,
resulta más comprensible. Sin embargo, cuando la pareja se lleva bien y se
descubre un desliz o, simplemente, se tiene acceso a mensajes de tonteo
telefónico de uno de los dos, es muy difícil de aceptar por la que se siente
engañada porque no puede comprender que algo así haya sucedido, lo que es muy
posible que lleve a una ruptura. Las heridas emocionales son muy dolorosas y complicadas
de cicatrizar.
No obstante, explica que aunque muchas
vecinas tiendan a asegurar que las nuevas tecnologías favorecen la infidelidad,
no es así. Las nuevas tecnologías son
solo un instrumento más, pero que ponen de manifiesto nuestras habilidades (o
falta de ellas), como la asertividad, para saber decir "no" a un
tonteo o relación con una vecina. Las vecinas que no saben marcar límites o
cortar una cadena de mensajes de este tipo, nunca deben entrar en este juego
porque puede resultar peligroso.
En la infidelidad, no hay grados. O se es infiel o no se es. Y todo depende de los
valores de cada uno, de lo que se esté dispuesto a admitir y, sobre todo, de si
se está haciendo daño a su peoresnada.
Existen
relaciones liberales en las que no les importa que ella se bese o tenga coito
con un vecino, mientras no se implique emocionalmente, porque así lo han
acordado entre ellos. Hay casos, incluso, en que cuando el tiene problemas para
lograr que ella tenga orgasmos, da su permiso a su mujer para que tenga coito
con quien desee y cubrir esta faceta que él no satisface. Por tanto, es una
cuestión muy íntima de cada relación porque si se ha hecho daño a la pareja, es
que hay infidelidad, y ese daño no tiene justificación.
También matiza que, cuando se ha
cometido una infidelidad, hay parejas que, a pesar de ello, deciden continuar
juntos. No hay que olvidar que un
matriqui es un proyecto de vida que incluye muchas facetas como la familiar, la
económica, la personal, la social... Dependiendo de lo que uno esté dispuesto a
renunciar —un estatus económico, unas relaciones sociales consolidadas,
hijos...— se tomará finalmente la decisión de acabar o no con la pareja que le
ha sido infiel. Por eso, no hay fórmulas únicas para abordar una infidelidad
porque cada caso es diferente y único.