Debe ser raro sentirse edificio.
Abrir párpados de persiana.
Mirar de arriba
recorrido por tuberías y cables.
Pisar cimientos con tal fuerza bruta.
Ser rascacielos, de vidrios espejados,
aguantar el viento,
sostenerse alto.
Estar atento a los rayos,
y cuando alguien se acerca,
a abrirle subrepticio la puerta.
Por suerte seguirán inventando cosas
para los ávidos de novedades del progreso.
Por suerte seremos siempre irremediablemente humanos,
inconvenientes,
torpes,
inconstantes,
frágiles.
Por suerte me han dado este divino designio de sangre,
esta sed de seguir buscando.
Tal vez no pueda salir nunca de mi planta baja,
pero ya estuve con vos,
allá en las nubes…
El Poeta del Asfalto
miércoles, 1 de diciembre de 2010
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