El albinismo es una condición genética que consiste en la falta de melanina en piel, ojos y cabello. Se da en diferentes especies y se caracteriza por un color blanco en pelo y piel y un color azul, verde o, a veces, rojo en los ojos. La melanina es la sustancia que todos tenemos (o deberíamos tener) y nos ayuda, entre otras cosas, a protegernos del sol. La ausencia de esta sustancia en la piel hace que los albinos se quemen fácilmente cuando están expuestos al sol. Pero además, estas personas suelen tener problemas en la vista, ya que a sus ojos les cuesta mucho adaptarse a la luz entre otras cosas.
Como ya he dicho antes, la característica más evidente del albinismo es la falta de pigmentación en la piel y el cabello. Esto, en la mayoría de los países europeos, puede pasar más o menos desapercibido. Sin embargo, imagínense lo inusual que puede resultar un albino en África.
Tanzania es un país con una tasa de albinismo altísima. El problema es que allí los la mayoría de la población es negra y os podéis imaginar lo extraño que resulta que dos personas negras tengan hijos blancos. Por otro lado, la sociedad allí aún está bastante atrasada. Los tanzanos aún creen en los brujos, y en los últimos años éstos han empezado a decir que los huesos de personas albinas traen buena suerte y curan enfermedades. El resultado ha sido que la gente ha empezado a atacar a personas con albinismo para conseguir sus extremidades, algunas tumbas han sido profanadas, etc. Antes los albinos eran considerados demoníacos, pero parece que esta nueva visión de ellos es aún peor. Un problema más para personas que ya de por sí tienen que vivir bajo el sol africano sin protección solar apropiada o tratamientos como los que podemos tener aquí. Una realidad que debemos conocer.