A Alyssa Gardner las flores y los insectos le hablan. Teme que su destino sea acabar en un psiquiátrico, como su madre, pues una vena de locura recorre su familia desde tiempos de su antepasada Alicia, la niña que inspiró el País de las Maravillas de Lewis Carroll.
Pero ¿y si los susurros de las flores no son alucinaciones? ¿Y si el País de las Maravillas existe y la está llamando?
Alyssa descenderá por la madriguera del conejo hacia un mundo mágico, pero también despiadado. Durante su increíble aventura, tendrá que decidir en quién confiar: en Jeb, su mejor amigo, por el que siempre se ha sentido atraída, o en el fascinante y seductor Morfeo, su guía en el País de las Maravillas y con el que lleva soñando desde que era niña.
Hace años Alyssa empezó a oír los susurros de los insectos y las flores. Su mayor temor es haber heredado la locura que recorre el linaje familiar desde su antepasada Alicia Lidell.
Unos extraños hechos que parecen revelar la existencia del País de las Maravillas empiezan a sucederse, justo cuando la madre de Alyssa tiene una grave crisis, y cuando nuestra protagonista y su mejor amigo Jeb cada vez se están más distanciados.
La joven no tendrá más remedio que bajar por la madriguera del conejo y descender al mundo de las profundidades, donde la esperan criaturas sobrecogedoras, importantes descubrimientos, muchos obstáculos, y Morfeo, de quién Alyssa no sabe si puede (o debe) fiarse.
Susurros me atrapó desde la primera frase, y sigue sin soltarme a pesar de haberlo terminado hace casi una semana. Me ha maravillado.
Alicia en el País de las Maravillas nunca me ha gustado especialmente, pero la historia narrada en Susurros ha conseguido llegarme más de lo que me podía imaginar.
La ambientación es fantástica. El enfoque que la autora da a su particular País de las Maravillas es extraordinario. Ha sabido dar a la obra un halo macabro y tétrico extremadamente atractivo y atrayente, creando un mundo alucinante. Los escenarios, los personajes, los paisajes... están muy logrados, son increíbles.
Los seres que habitan en el País de las Maravillas son bastante diferentes a los del cuento. Cada criatura es única e intrigante, A.G. Howard aporta su toque original y, casi siempre, tenebroso. El elenco no tiene desperdicio, todos los personajes están muy bien perfilados y son sumamente interesantes.
Empezaré hablando de Alyssa. Reservada, introvertida y algo inocente a veces, deja patente su carácter fuerte, su sarcasmo, su atrevimiento y su seguridad en sí misma. Noté una grata evolución en ella.
Es el turno de, en mi opinión, las estrellas de la obra: Jeb y Morfeo. Me encantan; los dos me han enamorado, cada uno a su manera. Lo que me cautivó de Jeb fue su arrojo, su valentía y su determinación. La forma en que apoya a Alyssa incondicionalmente y la manera en que está a su lado siempre, pase lo que pase. Ambos jóvenes son amigos desde hace años y se han acompañado en momentos duros de sus vidas, por lo que su relación es muy intensa y especial: tierna, dulce y cariñosa, a la vez que apasionada. He disfrutado muchísimo leyendo las escenas que comparten. Por otro lado está Morfeo, un ser oscuro y fascinante. Es inteligente, embaucador y seductor. Así como Jeb conquista por su franqueza, transparencia y pureza, lo que embelesa de Morfeo es precisamente lo contrario: ese aire misterioso y enigmático que lo rodea, lo poco que se deja conocer y su magnetismo arrollador. Es difícil saber a ciencia cierta lo que piensa y siente. Al igual que Jeb, Morfeo comparte un fuerte vínculo con Alyssa, pero de forma muy distinta.
Susurros cuenta con una narración exquisita e impecable, la pluma de la autora es mágica. Sabe cómo transportar al lector y, página tras página, meterlo de lleno en la historia. Estuve enganchadísima durante toda la lectura: el nivel de acción de la novela es muy alto, hay continuas sorpresas, los acontecimientos no paran de sucederse e importantes revelaciones se destapan constantemente. Sobra señalar el vertiginoso ritmo de la obra.
A pesar de tratarse de la primera parte de una trilogía, el final es cerrado. Aunque hay hilos de los que A.G. Howard ha tirado para escribir la continuación, Susurros puede leerse como un libro autoconclusivo. Personalmente, agradezco que Delirios, su segunda parte, vaya a publicarse este mes; por muy cerrada que acabe la novela, yo necesito más. Más Jeb y más Morfeo.
El desenlace me pareció muy bonito. Desató en mí un sinfín de emociones: terminé la novela con una sonrisa, sintiendo nostalgia y alegría a un tiempo. Las últimas páginas contienen citas preciosas que me conmovieron y emocionaron.
Para mí, Susurros es uno de esos libros.
De esos libros que te capturan al instante y permanecen contigo aún después de leerlos.
De esos libros que te llegan tanto que sientes la imperiosa necesidad de hablar de ellos a la gente de tu entorno.
De esos libros que te incitan a volver a leer algunos fragmentos, aunque los hayas devorado hace sólo unas horas.
De esos libros que siguen en tu cabeza días y semanas después de haberlos terminado.
Leyna