Tim Burton en su mejor rol (animador y artista de storyboard) y dirigiendo y escribiendo el titanaco Brad Bird, con el soporte del productor Steven Spielberg y el formato de Amazing Stories como campo de experimentación. El piloto de Family Dog fue una serie de televisión no demasiado exitosa y su animación terminó extraviada en estudios baratos asiáticos, pero su deslumbrante episodio piloto sigue siendo una delicia.
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martes, septiembre 29, 2009
Perro de Família
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domingo, abril 26, 2009
Entenderlo Todo
Todas las películas de Brad Bird hablan de la oposición entre la mediocridad y la imaginación y toman partido, por supuesto, por esta última. Esto ha adquirido muchas formas: el crítico anquilosado que se enfrenta a la cocina heteredoxa en Ratatouille, el superhéroe axfisiado en la rutina que vence al obsesionado (y mediocre) fanboy en Los Increíbles y el gigante de hierro que combate al miedo atómico y la ortodoxia militar, hostil por naturaleza en los años cincuenta.
Fue el maestro Absence quien me recordó que en la película de 1999 estaba TO-DO lo esencial para entender lo que él llama la sabiduría pOp. Y lo está.
Empezando por las películas de terror (esta un cruce entre el Donovan’s Brain y sus monstruos e invasores del espacio exterior).
También los tebeos: nuestro protagonista lee Mad, The Spirit, Superman y…. tebeos de scifi. Además es una de las metáforas estupendas. Hogarth compara y le enseña al robot a parecerse a Superman porque es un héroe (sí, la siguiente película de Bird fue de superhéroes y no es casualidad). Pero el robot siente una curiosidad por esos tebeos dónde él es representado como un arma de destrucción (algo a lo que va a renunciar, una lucha contra las convenciones que marcan su naturaleza - ¿recuerdan Ratatotuille y su protagonista ratonil que no puede ser cocinero?). Pero también sugiere la idea más potente: de los años cincuenta, grises en cuanto a clima sociopolítico y oprimido, todo lo que debe perdurar es la cultura. Son los tebeos, son la imaginación, única forma de liberar esos terrores y convertirlos en ficciones.
Y uno de mis momentos favoritos de la película, justo al principio. Hogarth Hughes grita ¡Invasores de Marte!
Y después vemos esto:
Imposible decirlo TODO de una forma mejor.
Fue el maestro Absence quien me recordó que en la película de 1999 estaba TO-DO lo esencial para entender lo que él llama la sabiduría pOp. Y lo está.
Empezando por las películas de terror (esta un cruce entre el Donovan’s Brain y sus monstruos e invasores del espacio exterior).
También los tebeos: nuestro protagonista lee Mad, The Spirit, Superman y…. tebeos de scifi. Además es una de las metáforas estupendas. Hogarth compara y le enseña al robot a parecerse a Superman porque es un héroe (sí, la siguiente película de Bird fue de superhéroes y no es casualidad). Pero el robot siente una curiosidad por esos tebeos dónde él es representado como un arma de destrucción (algo a lo que va a renunciar, una lucha contra las convenciones que marcan su naturaleza - ¿recuerdan Ratatotuille y su protagonista ratonil que no puede ser cocinero?). Pero también sugiere la idea más potente: de los años cincuenta, grises en cuanto a clima sociopolítico y oprimido, todo lo que debe perdurar es la cultura. Son los tebeos, son la imaginación, única forma de liberar esos terrores y convertirlos en ficciones.
Y uno de mis momentos favoritos de la película, justo al principio. Hogarth Hughes grita ¡Invasores de Marte!
Y después vemos esto:
Imposible decirlo TODO de una forma mejor.
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miércoles, septiembre 12, 2007
De ratones y hombres
Si por algo se caracterizaron las manos veloces e inconfundibles de Django Reinhardt fueron por su profunda heterodoxia: convertir el swing a la velocidad de un sentir tradicionalmente gitano ayudaron con su cóctel a reformar los cimientos mismos de las muy desgastadas maneras del swing, para crear el jazz manouche, una suerte de variante de los esquemas más clásicos que, además, revivía los mejores momentos del Dixieland a través del virtuosismo imprevisible. El guitarrista francés convirtió el encorsetado y orquestrado swing en un son de la calle.
En una escena de Ratatatouille, asistimos a un paseo por el nuevo mundo de los roedores bajo los acordes propios de cualquier melodía de Reinhardt, lo que nos deja claro que el valor de Ratatouille puede ser exactamente el mismo que el del Minor Swing lo fue para todos los oyentes de la música más libre del mundo. Brad Bird ha tejido su carrera bajo la cultura pop y El gigante de hierro o Los Increíbles le dan crédito como amplio conocedor de la estética de un género, que él supo más que revivir o releer con conciencia irónica, acumular de forma excelente. Las fábulas de Bird siempre han estado llenas de personajes totalmente únicos que de un modo u otro son incapaces de convivir con el resto de la humanidad: Ratatatouille es la máxima expresión de esta fábula, la película con la que Bird mira atrás con diversión y se teje un futuro, para sí y para Pixar, más que brillante. Lo que en Cars es territorio perdido, en Ratatouille es pura y dura reflexión sobre el arte aderazada con la bella fábula de Rémy y Linguini completamente paralela a la de Dean y el Gigante de Hierro. Adoptando como siempre el escenario como elemento netamente pop (practicamente se hacen referencia a todas las ideas [románticas, ideales] acerca de París y su música que hemos visto en el último medio siglo), Bird construye una fábula de expresividad pura y emoción intacta.
Al final de la película, Anton Ego concluye que cualquier crítica negativa es bastante mediocre respecto a la obra torpe criticada: así Bird concluye su fábula inversa, que podría resumirse en “No es lo mismo que cualquiera pueda ser un artista (falso) a que un gran artista pueda ser cualquiera (cierto)”. Igual que Django señores: europeo y gitano, regaló al jazz sus mejores momentos, Ratatotuille demuestra que la clásica fábula Disney puede revelarse en un honesto y muy contemporáneo manifiesto sobre las relaciones del artista , su obra y su público.
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