El mejor consejo que se le puede dar a un joven que está empezando en el mundo laboral es que se sepa vender bien. Sí, que sea el mejor publicista de sí mismo. Así era el italiano Amerigo Vespucci, cuyo nombre se ha popularizado en castellano como Américo Vespucio. ¿Y el nombre de América? ¡En eso estamos!
Cuando Cristóbal Colón (Cristoforo Colombo) partió en busca de una ruta hacia la tierra de las especias en Asia, se encontró con algo nuevo en medio, un continente del que no se tenía noticias en Europa. Pero Colón estaba equivocado, él pensó que el mundo era más pequeño, y que efectivamente había llegado a donde se había propuesto, las costas de Japón e India.
En 1502, el mercader y explorador Américo Vespucio, durante su segundo viaje hacia las tierras descubiertas por Colón, sospechó de que no se trataba de Asia, sino de un nuevo continente. En las cartas que escribió, comenzó a hablar del Mundus Novis, o Nuevo Mundo. Era tan buen publicista y marquetinero, que a lo largo de Europa se hablaba de sus propuestas, al grado de que América del Sur, que por ese momento se creía separada de las tierras a las que había llegado Colón, que eran las islas del Caribe, comenzó a llamarse América en los nuevos mapas de la región.
El primero en hacerlo fue el cartógrafo Mathias Ringmann en su tratado Cosmographiae Introductio. Le siguió el planisferio mural Universalis Cosmographia, dibujado por el cartógrafo alemán Martín Waldseemüller, donde América aparecía rodeada de agua y perfectamente diferenciada de Asia.
Así fue como América recibió su nombre, dejando de lado a Colón, y también a los pobres vikingos, que ya habían descubierto América del Norte en el año 1000, y nadie les prestó atención.