lunes, 30 de septiembre de 2013
Término hueco
No sé pedir perdón
últimamente
sin la vergüenza del desnudo
o esa certeza de lanzar
un anzuelo
que no tiene carnada
o la palabra que pronuncio
es la piedra de un sueño
o arcaísmo
una mera apariencia
un fantasma.
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El mundo sin amor,
Sin disfraz
miércoles, 25 de septiembre de 2013
Latigazos
Cierta algarabía propia y silenciosa
en esta persistencia del invierno
no el frío, ya importante,
a la hora de los acurrucamientos,
sino el andar ensimismado
de la gente, que no se detiene
a curiosear lo que sucede
y no le incumbe;
ese regodeo con quien en el piso
se desangra o se retuerce,
el placer de condenar
a la puta de la esquina
o los bares de borrachos,
ya que no la solidaridad o la piedad
los mueve el chisme.
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Condenas
sábado, 21 de septiembre de 2013
No Lástima
Podrías estar triste
de tristezas ajenas,
aunque siempre sea propia
la experiencia
la experiencia
y no exista consuelo
que la destierre: así como así,
te arrasa a veces
el padecimiento de otro, un extraño,
pero eso es apenas, o tanto,
una concesión del amor
la grieta, por donde se deja ver.
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Pozo
martes, 17 de septiembre de 2013
Cháchara
Me asombra
- el asombro es un destello -
que no habiendo nada que decir
se diga todavía,
hablar, por caso,
como ahora
de la ausencia de los temas
- me repito -
"hablar" como deporte
gastarse en lo ya dicho
el sinsabor de que todo es
acotación al margen
un fútil subrayado.
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Tradición Oral
jueves, 12 de septiembre de 2013
Dormir con la hermana
De noche arrimo con cierto decoro
tu cama a la mía
para estar más cerca
y disimular
el abismo que media
nuestras soledades personales,
acerco la mano, así,
y hacemos trenza de dedos
que no se cuele el dios
y su condena
que no se advierta el desamparo
de esta travesía ciega casi muda.
Imagen: "Io e te" - Bernardo Bertolucci (Gracias por la pasión cinéfila, Licantropunk)
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Condenas
sábado, 7 de septiembre de 2013
Curso acelerado de aclimatación
Un hombre ardiente
un indigente
tiene que aprender a dormir desnudo
sobre el desnudo lecho
percibir sin torcer la vista
la presencia pavorosa y rígida
del amante de madera
que gestó en el devenir
de los días y las noches
hacerse uno con el frío
confundirse en la estructura
imperturbable de lo inánime
vivir, quizá, como si ya estuviese muerto.
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