miércoles, 29 de diciembre de 2010
Segunda noche
Durmiendo cucharita, te presiento, y yo,
soy el ardor que te posee,
desgranando tu espalda, escarbando,
entrando en vos,
viviendo del aroma de tu cuello,
dame dulce de leche o dame miel,
dame el agua bendecida,
pero no me abras la puerta principal,
no te lo pido, todavía,
que yo llevo una rama de oro
para empujar todas las piedras
que te oprimen.
Que yo llevo el paño tibio
de mi piel para frotar,
tu lamparita gorda,
y sin genial intermediario
traer a riendas, suaves,
tus deseos los mios nuestros,
a eso de las tres de la mañana,
cuando se cuele
la irresistible brisa del mar
e incomode al sueño,
y nos retorzamos un poquito,
y nos rocemos los pies
y sin casi abrir los ojos,
nademos.
Imagen: Jo Stempfel
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Apoteosis
sábado, 25 de diciembre de 2010
Banquete
Me retiro unos días al infierno. Ahí es don de yo paso las fiestas de los Cristianos. De manera que cuando regreso, después de haber atravesado en barca el lago, y haber lidiado con feroz perro, la algarabía ya ha desaparecido.
Por lo pronto, les dejo un precioso escrito de una amiga maravillosa. Un texto que hace unos años me cambió la forma de escribir y de pensar la escritura.
Gracias, Acuarela.
Cuando quiero, me doy banquete. Llego dueña y señora del convite y tomo lo que, por derecho emocional me pertenece sin contratos ni firmas, sin exigencias póstumas y mucho menos con embrujos, porque en ellos no creo. Más bien pienso que el encanto del que hago gala es tan cierto como esa creatividad que llevo en los genes y que otorgo como privilegio a quien mezcla en partes iguales la inteligencia y el sentimiento. Cualquier desnivel en las medidas empleadas en la confección del manjar da lugar a un brebaje que desecho al instante por estar en desventaja a mis requerimientos.
Me doy banquete cuando quiero, repito, y en cada bocado el bastimento del que me nutro debe contener las dosis que eleven mi alma. Reitero que llego a los eventos sin necesidad de entradas porque siempre soy invitada perenne y que mientras habito en existencias y donde quiera que esté, por un día, quince años o un mes no barro con rutina alguna ni les dejo mis escollos, que me quedo siempre estrella, protagonista principal sin competencia y que no me bajo a ningún hoyo ni caigo en provocaciones de pozos atrayentes.
Confieso que no pierdo el hilo y que tomo el lugar que corresponde, cuidándome de cariños que solo son accidentes. Por ello, por ser irrepetible e incondicional, me entrego sin necesitar permisos de admisión a las sensaciones donde, por derecho a lo que sé que produzco, me hago propietaria.
Traduzco las segundas vueltas como tornados de soledades en las que me apropio aún más de los espacios.
El manjar debe ser de sabores azules y formas fascinantes, no soy comida de diario ni chatarra que se ingiere cuando por hambre, no queda más remedio, pero que da igual en cuanto a gusto y textura.
Como al buen vino, cato a mis amores y cualquier gusto avinagrado produce de inmediato la exclusión de mi bodega.
Bocado, sí, es ese mi alimento, y así mismo por ningún concepto seré burdo mordisco que se roe sin apreciar sus atributos.
Bocado, de duques y reyes y el mío, aperitivo de una diosa a la que nunca se olvida y que sólo se sirve una cena plebeya si ésta jamás subestima su pericia e intelecto. Solo vence quien permito y no existe el elemento que me obligue a destruir por sentimiento, la capacidad que tengo de olfatear el sucio juego a distancia.
Por eso, limpio la estancia, rompo ficciones y como no me gradué de necia, han de cuidarse de mi suspicacia para disfrutar de mis hechizos.
Ratifico que después de mi bocado, muchos caminos hay que llegan al mismo abismo solitario y que únicamente en mi libre compañía puede afirmarse que el mundo propio y está dicho y comprobado que entre las esquinas de olorosas sábanas, se hace mi santa voluntad.
Renuevo mi posición de que nadie me tiene y que solo poseo lo que por libre decisión se me permite, así abuso de esa pertenencia de lo que no es físico ni material y que no es común saberlo dar y que para que alguien que se jacte de cacique tenga la osadía de llamarme "suya" hace falta muy poco y mucho, lo difícil está precisamente en descubrirlo, que no es poca cosa.
Sin embargo, me rindo cuando así lo determino, con una buena cantidad de pasión y magia pero con estilo y que entre vítores he de recibir a quien limpiamente quiera jugar mi juego.
Pincelo los labios que quiero y los hago tan míos como deseo y postrados e indefensos se entregan, convirtiéndose en exquisito aperitivo de mis ganas y afirmándome como patrona de las situaciones.
Soy todo y soy nada, subo y bajo y repito no ser vianda comestible de plebeyo alguno sino de rey, por lo que no hace falta tener coronas y galardones para ser el mío.
Imagen: Alfred Stevens - El baño
Imagen: Alfred Stevens - El baño
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Sin disfraz
lunes, 20 de diciembre de 2010
Pequeño itinerario nocturno de mis manos
Flotando en la oscuridad de la noche,
al menos para mis manos,
tu cuerpo está muy bien.
Para mis manos,
que escrutan sus sabores,
sus temperaturas, sus texturas,
sus humedades especiales
y sus espacios frágiles, o crudos.
A tientas, en lo negro de la noche,
oceánica, intuyo zonas de escalofrío,
mis dedos van,
de tu cuello a la boca,
del ombligo a tu mar interior,
mis manos que pueden sentir
tu contracción, tu palpitar
y el tibio viento de tu suspiro.
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Apoteosis
viernes, 17 de diciembre de 2010
Artificios
Porque no tengo lugar
en este mundo,
debo maquillarme
o llevar máscara china.
Portar la deslucida bandera
de la inercia,
o el estandarte que rece:
"No desearás...".
Porque no tengo lugar
me haré buen traje,
me haré lugar en triviales
fiestas de etiqueta.
Ostentaré sonrisa
de oreja a oreja,
ancho sombrero
e implacable simpatía.
Para sobrevivir,
no olvidaré,
que es necesario una cierta dosis
de cinismo.
Imagen: Alice Neel
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Disfraces
martes, 14 de diciembre de 2010
Colores
Hay, en el Sillón que está en Palacio de Gobierno de la Ciudad Furiosa, un Gran Hermano Hijo de Puta que te dice, en cual de las Ciudades tenés que Vivir, y si tu Color es pertinente a Nuestra Patria. Al Sillón te lleva una espléndida Alfombra Blanca, el Alma es Blanca.
Yo, si creo en las Fronteras, para, de alguna manera Amar/Nos fronterizamente, para Revolcar/Nos entre líneas divisorias y Aguas que Comulgan. Tu Marrón Su Amarillo Mi Negro. Los espacios de fronteras son para besarse de local o visitante. No hay neutralidades.
Pero Pequeños Hijitos de Puta (una sola Puta, no Prostituta) bajan de sus Edificios Derruidos. Y cumplen a RajaTabla con los Mandatos del Hijo de Puta Mayor Desbigotado. Los Hijos de Puta llevan Bigote. Pero, con el paso del Tiempo, lo van moldeando a la Necesidad de su Máscara. Después es sólo un Mal Recuerdo.
Uno de los Mandatos del Fruto Sin Sangre de la Puta, por ejemplo, es Quemar tus Pertenencias (Nada). Te Quemarían a Vos si no Existiesen las Fronteras Codificadas, Escritas en Tablas. Por eso Creo en Ellas. Y Aún Así, mientras Caminás por la Gran Ciudad, estate Atento. El Ojo del Gran Hermano puede mandar una Cruzada para que Mueras Calcinado, Vos con Tus Hijos (Esos Bastardos).
Y si yo fuese el del Sillón, o al menos Dios, los mandaría a Comer Mierda, la Propia (la "Verdad") y la Extraña (la Usurpadora), hasta que, Sean Capaces de Enunciar la Diferencia de Sabor. Una Piedra Sisífica.
Imagen: Eric Fischl - India
Imagen: Eric Fischl - India
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Serpientes
sábado, 11 de diciembre de 2010
Declaración de amor Nº 7
"Yo creo que el amor es eso. Pero nadie me comprende." Tokio Blues - Haruki Murakami
Te amo y te deseo
pero también, deseo a otra chica,
aunque no la ame
(de la forma en que te amo),
y no pienso que por ello
debas enconarte
contra mi o abandonarme
a mi suerte.
Me gusta, me gusta.
Porque la chica
es la antítesis de vos,
sus piernas son largas
y magras las carnes todas,
pero hace el amor
como una poseída por el diablo.
Está mal eso?
Vos también podés
desear a otro chico,
y de ninguna manera, yo,
debiera irritarme u ofuscarme
porque te encanta, por ejemplo,
su forma de lamerte
o de montarte.
Lo justo es justo.
Aunque con estas cuestiones
de los prejuicios
y las estructuras, nunca se sabe,
y quizá yo acabe,
internado en Sala 13
o colgado de un árbol fuerte.
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Obsesiones
martes, 7 de diciembre de 2010
Que no se refute
Y que me sé peronista
y que me place,
andar bajo la lluvia
montado en bicicleta veloz,
y que me moje
como a un pasto,
y saltar de felicidad como una rana,
y que pasen en sus coupé
los perfumados señores,
que van a la misa central,
y me salpiquen con barro,
y me chupan bien un huevo, el izquierdo;
porque no hay amor
que no sea peronista,
unido y vencido
o unido y desorganizado,
y de ese amor hablo
cuando de amor hablo,
que los demás
son burdas imitaciones,
discursos,
meras expresiones
sin sustento
que se pierden
en las nubes de Úbeda;
no hay amor afuera
de sus bordes,
y yo digo, aunque vociferen
que todo aquel que ama
es peronista,
aunque empecinado lo niegue;
peronista es la mujer que ama
el tipo que amó, y el puto que amará,
peronista es el amor
hecho millones, yo lo decreto,
y que lo demás es
pura cháchara...
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Casitas
sábado, 4 de diciembre de 2010
Nada
Nada es imprescindible,
ni siquiera una mujer
con reloj,
ni siquiera la mujer,
ni siquiera el reloj,
ni siquiera el tiempo...
Nada es imprescindible,
ni siquiera un hombre
con fe,
ni siquiera el hombre,
ni siquiera la fe,
ni siquiera dios...
Nada es imprescindible,
ni siquiera dos que se aman,
dichosos,
ni siquiera la felicidad.
ni siquiera los enamorados,
Pero el amor...
Imagen: Edgar Degas - Absinthe
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Condenas
miércoles, 1 de diciembre de 2010
Inexorables
...y por la noche.
después de leer libros presuntuosos,
inexorablemente imperativa,
ella me dice: "apagá la luz";
y yo, silencioso y obediente
ejecuto la orden.
A veces, hacemos
que hacemos el amor,
como máquinas;
yo monto sobre una yegua de metal
con las piernas muy abiertas
y un orificio plateado
bien aceitado, ella,
se deja montar
por un Pinocho de madera
y pija seca, como tornillos;
los gemidos son
tan artificiales e insulsos
como explosiones
de petardos húmedos;
uno, dos cigarrillos,
un suspiro, un bostezo;
e inexorablemente nos dormimos,
sin reparar uno en el otro,
inexorablemente,
toma agual a las tres
y mea a las cuatro;
inexorablemente sueño
con conchas virginales
y ella, inexorablemente dice
que no sueña.
inexorablemente me levanto
a la mañana, y me voy,
y ella se queda,
y siempre regreso,
y comemos sin hablar, sin mirarnos,
casi, sin respirar,
inexorablemente pasan las horas
y cosas intrascendentes
y después cae la noche,
inexorablemente pesada
y leemos libros gruesos e importantes...
Imagen: Fernando Rosas - Mediodía en casa
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Obsesiones
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