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Tuesday, February 18, 2014

SirEncuestas Express. Salame el melón.


A raíz de una sugerencia gastronómica que nos hizo llegar @elmyraduff84 [a.k.a. Anisett, Minusválida Mental o Ethel Rouge] que versaba sobre las bondades de condimentar el melón (sí, el melón) con sal (sí, con sal) y (sobre todo o gamulán) lo rico que quedaba, y la sorpresa que ello generó en nuestro departamento de SirGourmet, hemos decidido elevar una queja formal ante las autoridades y exponer a debate público esta curiosa costumbre alimenticia. 


(Imagen creada por nuestro departamento de arte y diseño)
Por eso, y sin más, te preguntamos:
¿Le ponés sal al melón?
A) Sí 2 (Ani, Leti)

B) No 4 (Sir, María, Steffi, Pat)
* Algunos votos ya nos llegaron a través de las Primarias Voluntarias Cerradas.


Conjuntamente con los sufragios, algunos se animaron a dejarnos sus proyectos legislativos referidos a esta deleznable costumbre que sin embargo tiene sus defensores a los que respetamos y saludamos amablemente. De entre las diferentes propuestas se destaca la redactada por la diputada bonaerense Steffi I., con la cual acordamos y firmamos debajo para su tratamiento legislativo virtual:

“Condenase a la ingesta de seis (6) o media docena (lo que resultare mayor) de babosas saladas a todo sujeto que disfrute y/o/u promueva la ingesta del melón con sal”.

La sorpresa que le generó a nuestros periodistas de SirGourmet esta rara costumbre (que queda claro que no conocían, digo por si hace falta aclarar) fue aún mayor cuando investigando sobre la materia se encontraron con que este hábito se viene repitiendo desde tiempos inmemoriales (o desde el nacimiento mismo de la mentada fruta), y que luego, a medida que el ser humano evolucionaba como especie diferenciándose cada vez más de sus primos lejanos, dio origen a la cuasi perfecta combinación que conforman el melón con el jamón (preferentemente crudo), que desde aquí sí aprobamos y que no está en discusión. 

Curiosidades sobre el melón: breve repaso histórico *
Dicen los que saben, o al menos el señor al que le robamos estos párrafos levemente editados y con acotaciones entre paréntesis, que el vocablo melón procede del francés [de qué vocablo del francés te lo debo, acá no lo dice], que fue tomado del latín melopepo, y éste a su vez del griego, y significa fruta con forma de manzana. [Lo que entendemos es que la traducción a nuestro idioma es la que procede del francés que tuvo su origen en bla bla bla]

Debemos aceptar como válido que África es el lugar de origen del melón, aunque también pudo hacerlo sido Asia en donde la diversidad es actualmente elevada y donde principalmente ocurrió su domesticación, aunque la domesticación también pudo ocurrir en paralelo o independientemente en Asia y África. [Así que podemos suponer cualquier cosa que total estará bien, aunque entre estas dos posibilidades]

Los restos arqueológicos del melón son muy pocos pero nos demuestran que una de sus variedades ya se cultivaba en la Edad de Bronce. El arqueólogo franco-prusiano Braulio Romanov nos comenta que “se han descubierto semillas en la Predinastía egipcia (4.000-3000 a.C.) e ilustraciones de ofrendas de frutos semejantes decorando muchas tumbas en el antiguo Egipto (2600 a. C.)”. Además, se han encontrado tres semillas carbonizadas en Grecia, pertenecientes al período final de la Edad de Bronce y otras pocas semillas al Este de Irán datadas en 2.000 años a.C.

En el primer milenio a. C. se sabe que los asirios conocían bien los melones y los cultivaron en sus jardines-huertos. Las frutas se representan en las tablas festivas de los asirios y son enumerados en sus herbarios. 

Plinio el Viejo, en el primer siglo de nuestra era y en su “Historia Natural” nos comenta que los fenicios cultivaban ajo, cebollas, puerros, pepinos y melones. Describió y nombró a la nueva planta introducida en Campania como melopepo, que crece como la vid, que no cuelga como el pepino, que se introduce algo en la tierra, su fruta es esférica y dorada, del tamaño de un membrillo.
 (Plinio, el viejo)


En Roma el melón se consumía principalmente en ensaladas con pimiento y vinagre. Era un lujo que podían permitirse los emperadores. Cuentan que Tiberio no concluía una comida sin su melón correspondiente.

Sobre el tercer siglo de nuestra era, los romanos importaban sus melones desde Armenia y en los mercados de Roma era difícil reconocerlos ya que no eran mucho mayores que una naranja (en cuanto a su tamaño) y supuestamente eran muy poco dulces. De esta época es la reseña de que Clodio Albino era célebre porque podía comerse en un almuerzo liviano alrededor de quinientos higos, un cesto de melocotones, nueve kilos de uvas, diez melones y quinientas ostras (Olé, olé, olé, Clodio, Clodio!).

Mientras tanto en Europa y al comienzo del Renacimiento existía la creencia de cuanto más alta eran las plantas mejor la savia ascendente podía transformar los humores fríos y brutos de la tierra en una sustancia más aceptable: así las fresas y los melones eran considerados como frutos muy mediocres. Existían varias maneras para protegerse contra los peligros que corría la salud en caso de comer fruta. Había que tomar al principio de las comidas aquellas frutas que se consideraban frías: fresas, uvas, melocotones, higos, moras y sobre todo el melón, considerado como el más peligroso de todos. Por el contrario, las manzanas, nísperos y peras era mejor consumirlas al final de las comidas ya que tenían la virtud de impedir que la comida vuelva a la boca.

Los médicos recomendaban comer ciertas frutas junto a otros alimentos o condimentos: melón junto al queso o bien con sal o con azúcar para evitar que se pudra. [Atención porque] Este parece ser el origen del hábito italiano de consumir el melón acompañado de jamón salado o el de la tradición francesa de aliñar el melón con sal y pimienta y beber a la vez un vaso de vino puro.

De cualquier forma, gracias al trabajo paciente a lo largo de los siglos de jardineros árabes primero, y mediterráneos después, el melón ganó volumen, gusto y azúcar, y dejó de contarse entre las hortalizas. En el Renacimiento, los monjes cultivaban el melón para los papas, en los jardines de la residencia de verano de éstos en Cantalupo, cerca de Roma.

La gran coyuntura humanística, artística y científica del Renacimiento influyó también en la cocina. Catalina de Médici, llegada a Francia en 1535 para contraer matrimonio con el delfín Enrique II, no viajaba sola: su numeroso séquito comprendía cocineros florentinos, y los financieros italianos que acompañaban a la reina llevaban también consigo a sus cocineros. Hubo en Francia un apasionamiento por la cocina italiana. La ambiciosa Catalina no descuidaba ningún medio de alcanzar influencia. La mesa y los encantos femeninos formaban parte de su arsenal y, muchas veces, empleaba ambos medios a la vez [Te seducía ligera de ropas melón en mano, suponte]. En aquella época los italianos solían iniciar sus comidas consumiendo sus sabrosas frutas: cerezas, ciruelas y sobre todo, melones. Al final del Renacimiento el melón hace furor en Francia, apareciendo un libro “Sommaire traité des melons”, escrito por Jacques Pons en el que se enumeraban cincuenta maneras de consumir este fruto: con azúcar, sal o pimienta, cocido, con salsa, en buñuelos y compotas. La cáscara del melón servía también para hacer compotas. La Francia del final del Renacimiento olía a melón. Eran tan dulces los melones que se decía en aquella época que los jardineros lo regaban con agua azucarada o agua con miel.

En pleno siglo XIX aún se conservaban las antiguas creencias del final de la Edad Media y de comienzos del Renacimiento y así se recoge una cita de Alejandro Dumas en su Grand Dictionaire de cuisine: “Para que el melón sea digerible, dicen algunos gastrónomos, hay que comerlo con pimienta y sal y beber con él medio vaso de vino de madera o más bien de marsala”.
Muchas son las anécdotas que giran en torno a Dumas y el melón. Una de las que más se recuerda sucedió en Marsella. Cuentan que un día pasó por la mencionada ciudad cuando el cólera causaba estragos. Le gustaba tanto el melón de Cavaillon –del que se suponía entonces que predisponía a la enfermedad en tiempos de epidemia- que comió más de lo razonable. Uno de sus amigos, natural de Cavaillon, le puso en guardia contra posibles cólicos que pudieran complicarse. Ya lo sé, replicó el escritor, pero como nadie los come, no cuestan nada y me aprovecho. Al final de sus días donaría su biblioteca a esta ciudad (Cavaillon, de donde era su amigo consejero, no Marsella que fue donde aconteció la anécdota) con la condición de que le concedieran una renta vitalicia de doce melones anuales.
 (A. Dumas posando para las cámaras del blog)

Además del citado caso del escritor de Los tres mosqueteros, otro histórico personaje que tenía una afición pertinaz por el melón era el emperador Carlos V, simpatía que heredó de su abuelo Maximiliano I quien, según se comenta, falleció tras sufrir un monumental atracón con melones.


* En base a un artículo de J.M. Freire que pueden leer en su totalidad si le hacen caso a ESTE link.



Saludos.
SirThomas.

Tuesday, October 29, 2013

SirPionono2013. Crónica de un intento fallido. Comentarios y sugerencias.

Tiempo atrás, en este mismo blog, centramos la atención en uno de los secretos mejor y más celosamente guardados dentro del hermético universo de los cocineros: ¿cuántotiempo demanda y cómo hay que proceder para lograr la correcta cocción de unhuevo duro? Además, dentro de la mítica Trilogía de los Huevos, nos animamos a investigar los orígenes históricos de la técnica de “inmersión”, tendiente a revelar si los elementos que estamos por cocinar están o no aptos para el consumo y establecimos su parangón con las ordalías (o juicios de Dios) medievales; en la tercera entrega, te enseñamos el método más eficiente para pelar los huevos sin demoras ni inconvenientes.
Hoy, luego de algunas dudas y de mucho diálogo entre los integrantes del blog, vamos a focalizarnos en otro de los misterios gastronómicos que más dubitaciones generan entre los aspirantes a cocinero, o bien entre los jóvenes argentinos solteros que viven solos, no tienen quién les cocine y poca o limitada (que no es lo mismo) experiencia en estos quehaceres.
Estamos hablando del pionono y sus secretos. Ojo porque tiene muchos. De entre todos ellos hay uno que se destaca por sobre los demás y es aquel que nos indica la cantidad exacta de relleno que debemos “aplicar” sobre la masa para que ésta (¿cuál? ésta) no se nos quiebre ni rompa al enrollarlo.
Si bien es cierto que la cantidad varía según el relleno que estemos utilizando (no es que hay un número o fórmula mágica como el clásico “el doble de agua que de arroz”) no es menos cierto que no es tan sencillo dar con la medida justa y bien nos vendrían al menos alguna que otra advertencia.
En este paso es donde se produce el error más grave que suelen cometer los aprendices de chefs ya que caen en la tentación de sobrecargar la masa, lo que conlleva al consecuente resquebrajamiento antes dicho, según datos que nos aportó la Asociación de Madres que les cocinan a diario a sus hijos por más que éstos hayan pasado largamente los cuarenta.
Y este mismo error, sumado a otro que ya comentaremos, fue el que cometió nuestro redactor en jefe cuando experimentó por vez primera en la preparación de un pionono salado (podría haber sido dulce pero no, fue salado).
Así le quedó el pionono: ustedes son los jueces.

Rápidamente, una experta en el arte de cocinar, la señorita @Pat_Pat, dio en la tecla con sólo ver esta misma imagen que ustedes están viendo ahora y nos hizo llegar sus consejos y comentarios a través de la cuenta personal y particular de SirThomas en twitter:
@Pat_Pat: “Señor redactor en jefe: Terrible. Mucho relleno y creo ver que no le puso nada para "pegar" las vueltas. Vuelva en Marzo”.
Luego del agradecimiento pertinente, nos surgió la duda: ¿“qué y cómo le tengo que poner para ‘pegar’ las vueltas?, ¿acaso no es suficiente la mayonesa que incluye el relleno?, a lo que nos contestó:
@Pat_Pat: Jaja, no, va pintado por fuera para que se pegue la vueltita. Persevera y triunfará.
No logro comprender cabalmente a qué se refiere con “por fuera” pero ya nuestro staff está realizando las investigaciones pertinentes que nos permitan resolver el enigma.
A propósito del pionono en su versión “salada” (o agridulce, o lo que fuera menos el tradicional dulce dulce), nuestro redactor en jefe abrió a través de su cuenta personal de FB un buzón de sugerencias para que nuestros lectores dejen sus recetas, que a continuación las transcribimos:
María: Todos con mayonesa
a) jamón queso huevo atún o palmitos
b) tomate queso jamón huevo
c) lechuga tomate huevo palmitos
Steffi: No. El pionono va con dulce de leche/crema/nutella/chocolate y frutillas/duraznos/merenguitos. Frío o congelado. No está abierto a discusión, es así.
El Sebas: Morrón cocido, y calculo que podrías armar uno mas gourmet, con rúcula, queso parmesano, o uno con berenjenas al escabeche? se me acaba de ocurrir.
Pat_Pat: El clásico de mi abuela: roquefort y nueces. Básicamente pisás roquefort con un poco de queso crema (para suavizarlo) y nueces picadas. Mi abuela le pone un poco de whisky para darle onda. Es muy rico.
Mariana M: “El de mi viejo es el más rico del mundo: mayonesa casera, queso, jamón, pollo cosido, morrones asados (en la hornalla), huevo duro y palmitos... El mío: mayonesa, queso, atún en lomitos, y huevo duro...

Si usted quiere, oh estimado lector, sumar la suya propia siéntase libre de hacerlo, será bienvenida.
Sólo resta adquirir la técnica correcta y la experiencia necesaria para luego sí realizar un videotutorial para nuestra sección de SirGourmet para todos aquellos que, como nuestro redactor en jefe, no tengan tan en claro los mecanismos necesarios para la preparación de un pionono. 
Para los curiososo: el relleno del primer intento de pionono incluía: jurel, cebolla y huevo, un clásico de nuestro redactor en jefe.

Saludos.
SirThomas.

Thursday, May 23, 2013

SirGourmet. Tarta de Jurel.

Volvemos con esta sección del blog que próximamente tendrá nuevos y apasionantes capítulos aunque no podemos precisar exactamente cuándo.

Luego de haber revelado la fórmula mágica para hacer el arroz sin que se nos pegue ni pase, también te enseñamos a condimentar correctamente las ensaladas, hoy el staff de cocineros del blog regresa para contarte el paso a paso de una tarta cuyo ingrediente principal es el Jurel, una variedad de pescado íntimamente relacionada con la caballa y el atún. Podríamos arriesgar y decir que es casi una mezcla exacta entre las dos.

En el video podrán observar también algún que otro tip o consejo básico que los ayudará enormemente para cocinar esta o cualquier otra variedad de tarta. A estar atentos.

Sin más, los dejamos con el videotutorial:


Duración del video: 17'.35''

Ingredientes:
Huevo duro: 4
Zanahoria: 4
Cebolla: 4 medianas
Jurel: Una lata (300 grs. peso escurrido)

Paso a paso:
Hervir las zanahorias y cortalas en prolijas rodajas. Cocer los huevos, pelarlos, y cortarlos en rodajas o como se te ocurra no tan finos ni chiquitos. Saltear la cebolla al punto que más te plazca. Abrir la lata del Jurel, limpiarlo y desmenuzarlo cuidadosamente. Mezclar todo bien mezclado e incluir en la tarta. Llevar al horno por espacio de 15 minutos.

Saludos.
SirThomas.

Tuesday, May 14, 2013

SirVideos. La Trilogía de los Huevos III. A Pelarlos.

Luego de haber chequeado la frescura de los huevos, aplicando la técnica rescatada de la Inquisición, pasamos a debatir sobre su cocción y te dimos algunos consejitos (si me permiten la expresión) para que no tengas problemas durante el proceso. Ahora que ya los tenemos cocidos, qué debemos hacer? Pelarlos. Correcto. En este divertido videotutorial nuestro redactor en jefe te revela algunos tips que te harán mucho más fácil la tarea.

Duración del video: 4'. 27''

Saludos.
SirThomas.

Friday, May 10, 2013

SirVideos. La Trilogía de los Huevos II. La cocción. Dudas y consejos.


Quizás, sólo quizás, la correcta cocción de los huevos duros sea uno de los misterios más oscuros dentro del universo culinario. Si bien es cierto, o no vaya uno saber, que es uno de los platos o recetas más difundidos y populares dentro de la gastronomía no es menos cierto que existen tantas técnicas y procedimientos en torno a ellos que hace casi imposible revelar o develar cuál es LA técnica o EL procedimiento más adecuado para llegar a buen término.
Cocineros y chefs de todo el país y alrededor del planeta se niegan constantemente a hacer declaraciones certeras al respecto; por lo general, eluden la respuesta concreta con amagues y regates tales como “depende del gusto de cada persona”, o “depende de las condiciones en las que uno trabaje”, o bien entregan tiempos aproximados de cocción que dejan un enorme espacio para la duda: hay quienes sostienen que tras el hervor hay que dejarlos (a los huevos, se entiende) dos minutos en el agua y listo; sin embargo, no son pocos los que estiman que no son dos sino ocho, diez o hasta doce los minutos necesarios para que podamos disfrutarlos (a los huevos, otra vez, se entiende).
Aquí tenemos la primera incógnita: el tiempo de cocción.
¿Cuánto tiempo se tarda en cocinar un huevo duro, eh?
Respecto a las técnicas empleadas para cocinarlos, dos corrientes se disputan el liderazgo en cuanto a eficiencia y simpleza.
Por un lado, están los tradicionalistas que inician la cocción desde cero, colocando los huevos en un jarro con agua fresca o temperatura ambiente y, por el otro, los vanguardistas que primero esperan a que hierva el agua para luego poner los huevos.
Todo lo cual no hace otra cosa más que confundir al soltero que vive solo y debe cocinarse por sus propios medios los alimentos que va a consumir. Algo que a priori y desde afuera siempre puede parecer fácil pero que en la práctica lo es aunque a veces se te presentar complicaciones.
Dentro de lo que podríamos llamar “consejos prácticos” (siempre hablando de la cocción de los huevos duros) existe una máxima que reza:
“Para que se te facilite el pelado de los huevos e incluso para que la cáscara de los mismos no se rompa durante la cocción, una buena táctica es agregarle un poquito de sal al agua (en donde estás cocinando los huevos, claro); algunos recomiendan sal gruesa pero con la fina también puede ir”.
Agradeciendo el consejo que un perfecto desconocido nos hizo llegar a la redacción, los dejamos a continuación con el segundo video de La Trilogía de los Huevos en el que, justamente, te mostramos el truco de la sal en el agua y nos preguntamos básicamente lo mismo que nos preguntamos en este post; o sea:
¿Cuánto demoran los huevos duros en cocinarse partiendo con el agua fría?
A lo que podríamos la siguiente mini-encuesta anexa: ¿Vos cómo los cocinas?
A) Con agua fría 1 (Sir)
B) Con agua hirviendo.

En mi caso particular debo confesar que suelo dejarlos algo más de diez minutos y por lo general, para reasegurarme de que estén cocidos, espero hasta que alguno de los huevos comience a descascararse.

Si todo sale bien, los lectores del blog deberían ofrecernos mediante el formulario de comentarios respuestas tendientes a clarificar esta compleja situación.
 
Duración: 3'.48''
Hablando de los huevos duros y sus diferentes modos de cocción, una lectora del blog nos acercó una curiosa técnica para que nos salgan “huevos tirando a amarillo” que quizás, una vez que nos acerquen el manual del usuario, nos animemos a hacerlos y los mostremos en este espacio.
En la tercera parte de La Trilogía de los Huevos te mostraremos una técnica infalible para que los peles con total facilidad, además de algún que otro tip que te ayudará enormemente en la cocina.
Saludos.
SirThomas

Tuesday, May 07, 2013

SirVideos. La Trilogía de los Huevos. I. La inmersión.


Sabido es que durante la Edad Media, un poco antes y un poco después también, desde la Iglesia católica y su Santa Inquisición se inició uno de los períodos más negros para aquellos que eran acusados de herejía o brujería o que simplemente pensaba distinto o tenían otras creencias. Perseguidos, acusados falsamente de delitos que por lo general no estaban ni cerca de cometer, cientos de miles de inocentes fueron torturados hasta la muerte por aquellos que enarbolaban las banderas de la fe, la moral y las buenas costumbres.

Sin embargo aquí no nos extenderemos ampliamente sobre esta cuestión pero sí la traemos a colación ya que de entre los procedimientos que los “tribunales” utilizaban para obligar a los acusados a confesar sus pecados-delitos se encontraba un mecanismo que la gastronomía universal ha recogido, dejando de lado el sufrimiento, el dolor, la sangre e incluso la muerte de los actores que participan del proceso, y que bien nos sirve para testear, chequear, verificar, constatar que los huevos, sí señores, los huevos que estamos por cocer, son o no frescos, están o no aptos para el consumo humano. 

Ahora bien, ¿cuál es el procedimiento medieval que rescatamos en este post? Bueno, si más o menos fuiste atando cabos entre el título del post y lo que te acabamos de contar es probable que ya lo hayas descubierto.

Sí, estamos hablando de las “ordalías de agua”. Esta prueba, que formaba parte de los llamados “juicios de Dios” (u ordalías a secas), con las que, como decíamos, se pretendía inculpar o absolver al acusado de los delitos que se le imputaban (brujería, entre ellos).

¿En qué consistían las “ordalías del agua”?

Según nos comentan los libros había dos mecanismos diferentes: la ordalía con agua fría, que es la que nos interesa aquí, y otra con agua hirviente.

- En la prueba del agua caliente, el acusado debía retirar con sus manos desnudas (o sea, sin ningún tipo de protección, qué gracia tiene sino) un anillo o una pequeña piedra de un caldero (olla, etc.) con agua hirviendo.

La del agua fría era aún más espeluznante:
- El acusado era atado de pies y manos (para que no pudiera nadar) y luego se lo arrojaba a un pozo con agua (bien deslizado con una cuerda que se dejaba floja o bien librado a su suerte). Como se consideraba que las brujas eran más livianas que el agua, si la acusada quedaba flotando, la sacaban para quemarla viva. Si por el contrario, se hundía, se comprobaba su inocencia y se la libraba de culpa y cargo, aunque en la mayoría de los casos igualmente morían ahogadas en el proceso.

Ahora que sabemos de dónde viene el mecanismo, volvemos al aquí y ahora.

Algún sabio cocinero tomó esta idea para testear si los huevos son frescos o no. Trazando un parangón con la “ordalía del agua fría” razonó que si el acusado (aquí hablamos del huevo) quedaba flotando o no se hundía con facilidad dentro de un recipiente con agua quería significar que estaba “embrujado”, “envenenado”, o bien pasado, vencido, podrido, razón por la cual debía desecharse de plano. En cambio, si se dirigía sin problemas hacia el fondo del recipiente no quedaban dudas de que era inocente, que en su interior no se alojaba el demonio, y por tanto estaba apto para el consumo.

Todo lo cual nos sirve de presentación para el video que acompaña y forma parte principal de este post. En él te contamos justamente lo que acabamos de escribir pero al estar filmado con cámaras de video lo vas a poder ver y entender cabalmente cómo es el proceso. Yo que vos lo miro.


 Duración: 4', 55".


En la segunda parte de La Trilogía de los Huevos indagaremos sobre el proceso de cocción. A estar atentos.


Saludos.
SirThomas.

Thursday, December 20, 2012

SirGourmet. El curioso caso de las milanesas inflables.

La vida del hombre que vive solo y debe cocinar con su propias manos aquello que va a ingerir como alimento suele deparar una y mil sorpresas. 

Recetas a las que no se les encuentra la vuelta, consejos, tips, datos, trucos y comentarios de propios y extraños tendientes a facilitarnos la tarea pero que a la hora de los bifes de poco o nada sirven cuando surgen desde lo más profundo del noble y misterioso arte del cocinar imprevistos que tiran por la borda todo aquello que habíamos planeado antes de iniciar esta no tan sencilla tarea (más allá de lo simple que pueda parecernos un plato, como puede ser un rutinario arroz, y uno se tenga toda la confianza que se pueda tener, muchas veces emergen impensadas situaciones que hacen peligrar la correcta finalización de lo que estamos por cocinar).

(La milanesa inflable de Saavedra, de la serie Misterios Culinarios que el hombre promedio no logra comprender).

Próximamente, o tal vez nunca, desde este espacio iremos entregando viejos trucos o tips que ofreceremos a nuestros lectores para que puedan sortear elegantemente este tipo de imprevistos (con este tipo de imprevistos queremos hacer referencia a los gastronómicos) a los que les sumaremos otros tantos consejos que han ido pasando de generación en generación que servirán (o no) para facilitarnos la vida en general.

En ocasiones, dichos trucos o consejos de "abuela, tía, madre, amigo o quien sea" serán examinados y testeados pormenorizadamente por nuestra redacción y puestos a discusión pública para que los lectores del blog den testimonio fiel acerca de la mucha, poca o nula veracidad o efectividad de cada nuevo consejo que publiquemos.

Quizás a esta altura alguno de nuestros lectores habituales se pregunte ¿Y a qué vienen las fotos de eso que parece ser una especie de milanesa cocinándose en aceite caliente". 

Bueno, estimado lector, vienen a cuento porque se relaciona con lo expresado en la introducción del presente post pero que a diferencia de lo que vendría a ser el espíritu de lo señalado (es decir: ofrecer soluciones que pueden ser rebatidas), en este caso apelamos a la solidaridad y la sapiencia de nuestros lectores para tratar de dilucidar el misterio detrás de la "milanesas inflables" que en con ilustrativas imágenes acompañan esta entrada y lograr dar con una solución a este drama culinario.

(Al cabo de unos minutos la milanesa fue tomando una forma más normal)
La duda o el misterio a resolver creo que está a la vista pero de todas maneras lo pondremos en palabras: ¿Por qué diablos se "infló" así la milanesa", eh? ¿Qué razones motivaron esta reacción? ¿Cuáles debieran o deberían ser los pasos a seguir para que esta situación no se repita? ¿Será por la excesiva temperatura del aceite, por el choque entre lo frío y lo caliente, por alguna posible descomposición de la carne, el pan rallado, el huevo que sirvió de pegatina para el pan? Demasiadas dudas para un hombre solo y pocas o ninguna certeza.
Allegados al redactor en jefe del blog acercaron una posible causa: los nervios o la grasa o eso que a veces tienen las milanesas por los costados, se cocinó primero y le aplicó una especie de cepo culinario al sector medio lo que provocó la concentración de una energía superior en el centro mismo de la milanesa que hizo fuerza hacia arriba lo que terminó generando el englobamiento en cuestión.

Desde luego también se aceptan todo tipo de consejos (temperatura y cantidad del aceite a utilizar, si recomiendan o no el clásico "golpeteo" de la carne previo a su empanado, si pasamos por huevo una o dos veces para fijar correctamente el pan, algún agregado que le pongas a la preparación, etc.) tendientes a facilitar la cocción de una señora milanesa.

Respuestas:
Anisette: Yo opino que se usó mucha agua para el empanado. Cuando entró en contacto con el calor, el agua evaporó y quiso salir pero se encontró con una gruesa capa de pan frito que se selló antes de que el agua alcance los 100 grados. En un momento el empanado no aguantó más el inflado y cual globo, volvió a su apariencia mas milanesil.
Muy probable que esto se haya producido por tener un aceite MUY caliente.  


Saludos.
SirThomas.

Tuesday, May 08, 2012

Videopost. Tomates naturales al descubierto.

Para completar el post en el que hablamos sobre la pérdida del sabor en los tomates que podemos adquirir normalmente en cualquier verdulería de barrio y/o/u de supermercado, les acercamos un video no apto para sensibles en el que nuestro redactor en jefe muestra y corta por la mitad ante cámaras un tomate ciento por ciento natural. Personas impresionables, abstenerse.

Para acompañar, algunas instantáneas que resumen lo que muestra el video (cuya duración es de siete minutos aburridos e interminables).

El video:
Les pedimos mil disculpas por algunas "comillas" manuales que hicimos durante el video. 

Las imágenes:
Aquí vemos dos, en el video son tres:
El tomate por dentro:
Otra visual:
 Ya cortado en cuatro deliciosos pedazos.
Eso es todo.

Saludos.
SirThomas.

Monday, April 23, 2012

SirGourmet. Cómo condimentar correctamente las ensaladas.

Hace aproximadamente unos tres meses la redacción en pleno de nuestro blog se vio shockeada ante la llegada de un misterioso correo electrónico que en su asunto anunciaba lo siguiente: “Fórmula mágica para condimentar correctamente las ensaladas”.

Rápidamente nuestros especialistas en seguridad informática se dedicaron a revisar y constatar que el mensaje recibido no fuera uno entre tantos que llegan prometiendo fórmulas milagrosas o videos de alto contenido erótico y que no son más que potentes virus que pueden generar un verdadero caos en la computadora.

Realizado el análisis y habida cuenta de que no contenía material peligroso, el correo fue derivado a nuestros cronistas de SirGourmet, quienes asombrados ante su contenido y dado lo sensible de la información que allí se revelaba, solicitaron una reunión con las máximas autoridades de la redacción.

El mensaje, sin medias tintas, anunciaba la fórmula mágica para condimentar correctamente las ensaladas, tal y como indicaba el asunto del mail.

Ni lerdos ni perezosos, nuestros investigadores de mayor experiencia pusieron manos a la obra para constatar que la información allí incluida era cierta, real y verdadera. Dado lo sensible de los datos, los popes de la redacción supieron actuar con la cabeza fría para no dar a conocer públicamente una información que podría cambiar de ahora en más y para siempre la costumbre de los argentinos a la hora de aderezar sus ensaladas.

La investigación no llegó a buen puerto, ya que en ningún libro de recetas de cocina, en programas de televisión dedicados a la gastronomía ni en blogs o sitios especializados revisados en Internet figuraba esta fórmula mágica.

El redactor en jefe de nuestro blog decidió ir por más y, en un acto de coraje y valentía digno de un periodista que duda de una información y debe constatarla al menos con una o dos fuentes más, publicó en su muro de FB la información contenida en el correo, bajo la siguiente consigna y cito textual:

[¿Será así?] Los más acérrimos fundamentalistas de la gastronomía afirman que en las ensaladas la sal debe agregarse antes de incluir el vinagre y el aceite.

Rápidamente, amigos, conocidos, conocedores de la cocina, fueron volcando sus respuestas.

La primera en ofrecernos algo de claridad entre tanta oscuridad fue la señorita Steffi I, (para conservar la privacidad de las personas no las mencionaremos con su nombre completo), quien sin miedo a las consecuencias dio un paso al frente y aseveró:

“... Siempre. Primero la sal, después lo demás”, lo cual respondía parte del misterio, ya que ella misma se preguntaba: “¿va primero el aceite o el vinagre?”

Pisando sobre terreno firme, Natalia B., se animó llega aún más lejos y confirmando lo que decía el misterioso mail, afirmó:

“Sal. Vinagre. Aceite. Si no es en ese orden...deja de ser una buena ensalada. He dicho.”

Más claro, imposible.

A todo esto, y ante la curiosidad de nuestros cronistas de SirGourmet, restaba saber si este orden se correspondía a alguna razón en especial, o más bien tenía su razón de ser en los usos y costumbres de la cocina nacional y se fue pasando de generación en generación.

Para aclararnos del todo el panorama, apareció Val Rag, sí, la misma que había denunciado a la mafia del tomate sin sabor, quien nos comentó la versión de los hechos que ella misma había escuchado en secreta conversación:

“Yo he escuchado una teoría que dice que ese orden es para que los vegetales "absorban" o estén mejor en contacto con los condimentos. Primero la sal porque sala mejor (?) en contacto directo con los vegetales, sin líquidos. Luego el vinagre porque el aceite es oleoso y si lo ponés antes forma como una capa que impide que los demás condimentos se "agarren" tan bien de los vegetales ...”.

Tiene su lógica, coincide con el dato que nos habían entregado vía correo electrónico e iguala al tiempo que amplía lo que nos comentaron las otras fuentes. Lo damos por verdadero.

Conforme todo lo dicho anteriormente, les dejamos un didáctico videopost en el que nuestros redactores de SirGourmet nos enseñan cómo condimentar correctamente las ensaladas, siguiendo el paso a paso que debajo les dejamos. 

Paso a paso: cómo condimentar correctamente las ensaladas:

1) Salar
2) Agregar el vinagre
3) Incorporar el aceite

Todo en las cantidades que cada cocinero o comensal prefiera.

Saludos.
SirThomas.

Wednesday, December 07, 2011

SirGourmet. Fórmula mágica para cocinar el arroz.

En el debut oficial de nuestra sección SirGourmet les mostramos cómo preparar un rico arroz según la receta que pasa de generación en generación en nuestra familia. Ustedes nos pueden comentar si utilizan esta misma técnica, a la que llamaremos "A" o de alguna otra manera, que identificaremos con la letra "B", ya que, según nos comenta el cocinero del video "hay básicamente dos técnicas*" para hacer un buen arroz; si conocen otra, será bienvenida.


Warning: El video dura 12',14'', así que paciencia o pasar de largo.

a) El doble de agua que de arroz, sin colar: 3 (SirThomas, 1+, Anisett)
b) Mucha agua, hervor, se agrega el arroz, se cuela: 2 (Nico, Cinzcéu)

Próximamente, un riquísimo postre de muy sencilla preparación.

Tiempo atrás, les habíamos mostrado cómo prepara el café SirThomas.

*refiriéndonos a aquellas que son masivas, populares y caseras, porque maneras de cocinarlo debe haber muchas más.

Saludos.
SirThomas.