domingo, 9 de diciembre de 2012

Frente a ti

Frente a ti te digo que no aguantaba más, que necesitaba espacio para respirar
Frente a ti te digo que no me lo esperaba, que fue muy cruel esa forma de tratarme
Frente a ti estoy parada, dudando qué hacer, si reír o llorar amargamente por el fin.
Te creí, sí. Aun cuando me mentía, creí que era feliz
Que te hacía feliz.
¿Qué te dio el derecho de hacerme un tonta?
¿Qué te dio el derecho de cambiar mi actitud?
Frente a ti, frente a frente, estrecho mis manos contra mi cuerpo
Buscando el calor que nunca les diste,
Frente a ti, desesperada, callo.
Mi silencio, el más profundo, es el llanto que no verás, pero el más sentido
Dedicado a ti.
Frente a ti, me despido, amante,
Dejandote la vista de mi espalda y aquella marca en el cuello, que un día me dejaste.
No volveré más.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Como repartimos los amigos

Vivía por mí, pero casi para él. Alguna vez llegué a pensar en dejarlo, es curioso, pero nunca pude hacerlo. Entre mi responsabilidad, pretendida, con él, con sus problemas, sus demonios, sus complejos, y lo que sentía por él, no sé qué llevaba la delantera.
Él nunca me necesitó, estemos claros, fue un espejismo, una proyección quizás. Yo necesitaba sentirme útil, que estaba queriendo a alguien, que tendría sentido la lucha; nunca lo tuvo.
Llegando al punto. Así quedamos. Él por su lado, alegando ser víctima, yo por mi lado, queriendo ser el verdugo, cuando no soy más que el producto de un sumiso.
Desde el principio, nunca estuve segura de quererlo tanto, no quería darme cuenta de que así era, disfrute como un espectador de cómo me abría hacia él, como "no involucrarme tanto" era mejor, lo creí enamorado, en un principio. Enamorado como pocos, capaz de hacer cualquier cosa: de mentir, de escaparse, de bajar cielo y tierra y poner a su amada por encima de todo; con el tiempo, las cosas se fueron "enfriando". Aquello se olvidó y se pasó a otra cosa.
Nunca lo entendí.
No es sano permanecer por tanto tiempo con quien te descalifica constantemente.
Llegué a pensar que lo mío era porque resaltaba todas las cosas malas de él, él se encargó de que yo lo hiciera, siempre. Tuvo sus cosas buenas, he de reconocerlo, pero la mayoría, por no decir que todas, fueron coaccionadas, obligadas por mis amenazas; estas cosas me hacían sentir bien al momento, pero luego me dejaban un mal sabor en la boca. ¿qué clase de relación llevo? pensaba, ¿necesito demandar cariño y atención? ¡no! nunca me quise responder, "me hacía la loca", creo que este es el problema de muchas de nosotras.
Nunca entendí porqué estuvo conmigo.

martes, 4 de septiembre de 2012

Linger

Comencé escribiendo en este post algo tan absurdo, como el calor que está haciendo en mi ciudad. Cosas del demonio. Hace ya casi 6 meses que no escribo nada, casi olvido que tengo un blog, me daré a la tarea de retomarlo como lo que es, un diario.

Hoy amanecí como desganada, o sea sin ganas, poco colaboradora, etc. No sé si tiene que ver con el hecho de que aun no he tenido la primera clase de este periodo en la universidad, o no lo sé, sencillamente. Había olvidado lo bonito que se siente tener amigos, no en el sentido de decirte "mejor amigo" y esas cosas, que a mi parecer son de la boca para afuera, sino de tener compañía, de si te da la gana de salir, invitas a ese amigo y salen, o si quieres quedarte a tu casa a llorar las penas, te quedas en casa con tu amigo, o simplemente para reírse uno del otro.

Ayer caí en cuenta de lo sola que me siento, a lo mejor me estaba, como dicen vulgarmente, haciendo la loca, es que ya desearía yo que fuese así; pero, seriamente, sola en el sentido de que, practicamente,  no tengo a nadie a quien llamar para hacer las cosas ya mencionadas arribas. Triste. No sé qué es peor, que hasta este momento de mi vida no me haya importa, cuando ya van casi 5 años así, o que realmente me importe.

Es una ambivalencia lo que siento Me gusta la soledad, podría estar sola mucho tiempo, pero hay veces que deseo compartir las cosas con alguien, y que ese alguien comparta sus cosas-solo- conmigo. El puro egoísmo danzante humano.

sábado, 25 de febrero de 2012

te he echado de menos

Desperté agitada, mi corazón corría a mil por hora, hiperventilaba y no paraba de pensar en el sueño de hace unos minutos. Mi cabeza martilleaba de dolor, éste sueño repetitivo volvía a mí..

"Sonó la puerta de la entrada, era un toque insistente y enérgico, -¿quién es? -dije, pero nadie contestó. Mi corazón iba acelerado, como potra rebelde. Abrí la puerta, y él estaba ahí
-¿puedo pasar? -preguntó, yo sólo supe afirmar con mi cabeza, y bajar mi mirada, que si pudiera, la misma hubiese derretido el porcelanato de mi piso.

Se paseó con parsimonia por mi sala de estar, cualquiera que no lo conociera podría pensar que estaba taciturno y pensativo, en cambio, yo sé que sólo está esperando el momento para abalanzarse sobre mí.
Le ofrecí café, se negó, de nuevo lo hice y rechazó hasta el té; la lluvia empezó a caer, haciendo estragos y creo que consiente de mi estado; me fui enfriando, y su mirada se volvió tan oscura como la noche antes del amanecer, sin siquiera darme chance de acostumbrarme a su presencia. Echada en mi sofa de terciopelo lila, mis pies reposaban en el aire, salidos del sofá, yo sólo embutida en mi bata de seda color salmón daba la impresión de un duendecillo, aun con mi cabello suelto, enmarañado por la cama.
-¿piensas quedarte allí toda la noche? -mi voz suave contrastó con el sonido del trueno que seguido de un rayo, iluminó la habitación.
Silencio.
Me miró fijo, repasando mi figura. Se acercó al sofa y se arrodilló ante mí, tomó mi pie derecho entre sus manos y empezó a masajearlo.
-¿cómo debo interpretar esto? -le dije cerrando mis ojos y recostándome hacia atrás, mi columna se iba relajando y mi respiración acompasando. Él no respondió.
-Voy por un poco de té -le dije con voz pastosa, y seguí mi camino por el corredor hasta la cocina, no lo oí caminar, sabiendo lo sigiloso como un gato que solía ser; tuve que contener un gemido de asombro cuando tomó de mi cintura y me rodeó con sus amplios, fuertes y tibios brazos, me volteó y puso sus ojos sobre los míos.
Era un juego del que más puede, para mí, hice prueba de mi autocontrol cuando un rayo iluminó mi cocina y con ella los ojos de mi amado, mi gran pesadilla. Miel.
Me besó.
Y lo sentí, en los más profundo y recóndito de mi ser... Fue como el trinar de las aves, mantequilla y azucar derretida, el abrazo de un ser querido, el despertar de un sueño eterno.. El sol sobre mi piel, canela y vanilla, y la arena debajo de mis dedos.
-Te encontré.. De nuevo- me dijo, primera vez que escuchaba su voz, y la vez número un millón que la reconocía."

Su voz acarició mi piel, sus palabras llenaron mi alma y me sentí plena, como cada vez que el hombre de mis sueños volvía a visitarme, pero a la vez; su visita dejaba sabor a hiel y a resignación, por no tener su olor a incienso cada noche acompañandome en mi cama.

lunes, 16 de enero de 2012

Desencuentro

Me encontré en la vereda, ahí, a pie del Lago, bastaba saber que el deporte nunca había sido mi fuerte. El viento rozaba mi piel, la caricia que dejaba en mis mejillas y el aroma de su estela lo trajo a mi mente; era sal, almizcle y sol. Mi pecho bajaba y subía constantemente, por culpa del ejercicio, seguido por mi cabello que  ondeaba con el viento, que junto al sol se asemejaba al caoba puro, como él solía decir. Mi ensoñación vuelve con cada ola del agua, con cada choque de espuma con las piedras. ¿Seré capaz de dilucidar mi sueño?.

Me hundo en un infierno, quizás sea Psyque sin ti, vagando en un sueño profundo hasta que regreses. Quizás seas Eros, el que escucha mi llanto y vuelve a mí. Quizás no seamos ni lo uno ni lo otro. Pero sí, soy como el alma vuelta inmortal en la búsqueda del amor, llevada por la pasión, donde quizás te pierda, por mi curiosidad; quizás te tenga, por mi terquedad. Sólo sé que éste amor narcótico me ha llevado a través de la cárcel de mi espera por ti, y es bizarro, pero aunque estás lejos yo te extraño. Puedes decir que me has olvidado, puede que sí, pero en el aire permanece mi voz y mi recuerdo. Una tormenta de dudas amenaza mi cuerpo y mi alma, cada desencuentro hace que te desee como el aire, que te anhele como al recuerdo más atesorado, que te necesite como al agua, que la pasión me consuma. Es absurdo, lo disfruto como el tiempo que pasas con un amigo querido.

Es que acaso el haber visto tu rostro, conocer tu identidad me ha llevado a ésto... Es una pregunta.

Mi ensoñación termina por mi tropezar con una persona, casi caigo, casi me agarran. Levanto mi mirada, y estás tú; no eres tú, pero lo eres. Y me quedo ahí, estática, me reconociste y yo sólo puedo quedarme viéndote. El encuentro de dos amantes.

viernes, 13 de enero de 2012

De tus supuestos y aparentes.

Las gotas de mis lágrimas dejaron su huella sobre mis mejillas, el marrón negruzco del rimmel manchaba mi rostro y, dejaba surcos y dibujos abstractos.

Restos de un corazón roto.

Sonaba The Corrs de fondo, Sanz hacía la segunda voz, y ya ni podía recordar el nombre la canción, era él...
El dolor en mi pecho iba descendiendo por mis pulmones, mi hígado, el bazo, por todo mi cuerpo; congelaba mis extremidades y estremecía mi estómago, era como el erizar de la piel cuando ésta es tocada por el agua congelada de la mañana. Un dolor seco, punzante, venenoso, invasivo y progresivo.
Su olor ya empezaba a desaparecer de mi cardigan color verde esmeralda, mi cabello enmarañado por sus manos recién empezó a alisarse y en mi boca estaba el sabor amargo de la verdad, mezclado con té natural y, aderezo Cesar.
Sus palabras aún resonaban en mi cabeza. "No puedo", "no es posible", "yo te amo", "quisiera poder hacer algo más". Pero aún así, mi mente jamás olvidaría las cosas que jamás hizo, las promesas dadas por alto, lo que daba por hecho y lo que no.

Querido, sabes que te amo. ¿Verdad?. Es penoso para mí decirte cuánto siento no comprenderte, entiendo, pero no comprendo. Y creo que ese es el problema, entrañablemente te necesito, te justifico siempre ante mí, ante todos; y eso no es lo que necesitas, querido. Mi necesidad dependiente va de lo amada que creo sentirme, de la ilusión que me creé, que nos creé. Porque estemos claros, amor; tú jamás te has entregado con pasión, con el desenfreno de la primera ilusión, con la incertidumbre de la espera, y el desinterés nulo que da el enamoramiento. Que, viéndolo desde mi punto de vista, nos puede durar hasta unos tres años, orgánica-mente. Pero, acaso, debemos esperar hasta tres años para saber que no me quieres como yo a ti, que no me amas así; y discúlpame, querido, me siento en extremo egoísta, tan sólo por pretender que me des un poco más de lo que doy, o sólo un poco de tu atención, querido. ¿Mucho pedir?

Esto te lo pregunté, pero no me respondiste. Las lágrimas amenazaban por caer, te hundiste en el pozo ambar de mis ojos, que a la hora del búho, ya venía siendo color ébano. Tomaste mi cuello, intentando besarme. No lo permití. Acariciaste mi cabello, como lo hiciste tantas veces.. aquellas tardes que pasábamos mirándonos a los ojos, sin más que una manta separándonos. Tomaste mis manos, besándolas sin cesar; juré ver una gota perlada en uno de tus ojos, pero creo que fue mi tonta imaginación, ilusa, la pobre, esperanzada.

Estoy cansada, amor. No quiero saber que lo intentas, quiero escuchar que lo haces. De tus supuestos intentos, de tus aparentes pruebas... Sólo quiero saber que me amas, ¿es mucho?. Que te importo, ¿es así? No puedo seguir contigo... Ésta debe ser la noche más difícil de mi vida, al menos, si te vas, no me sueltes. Si no vuelves, bésame y vete.

Y así, quedaron mis labios y mi corazón rotos... Mi cena en su casa, y su foto frente a mi cama.

martes, 10 de enero de 2012

Amor indeciso

El hombre que se hallaba en el portal de mi edificio esperaba con prisa que yo abriera el portón, para pasar a mi departamento. Él es de esos que dan sin esperar, pero esperan que una dé para ellos dar; un alma que no le nacen las palabras correctas, ni las incorrectas, ni se identifica con palabras de terceros; Caucásico, de metro ochenta, de la década de últimos de los setentas y principio de los ochentas; piel nívea, rojos labios, ojos expresivos y una marca de nacimiento, particular, en un lugar donde no llega el sol.


Se conocía bien mi cuerpo, aún así, dijo al verme –¡Estás preciosa!– quise creerle, pero el estar con el cabello revuelto, ropa de pijama y sin mi brassier no es exactamente el concepto de preciosa que tengo. Pasó al living y tomó su concurrido lugar en mi sofá color crema.

–Necesitamos hablar, ¿podrías venir hasta la mesa?– le dije. Él simplemente me miró de arriba a abajo, con una mirada que me quemó hasta la última célula de mi cuerpo y mermó, por poco, mi cordura.

Su idea de hablar, no era igual a la mía, era más que todo hacer el amor hasta el amanecer y dormir dándome mi espacio. Cosas que a cualquier mujer le parecería perfecto, pero éste es el meollo del asunto, querido lector ¡no soy cualquier mujer!, él lo sabía, por eso su mirada. 

–Joss, cualquiera diría que estás a punto de terminarme. ¿Lo estás?– me preguntó, tuve el valor para sólo responderle –Quizás sea así– su espíritu cayó sobre el granito de mi mesón, sus ojos inquietos ahora estaban fijos sobre los míos, tomó mis manos tal cual tesoro invaluable. No pude sostener su mirada. Levantó mi rostro por el mentón y me besó con fiereza.
Sí, terminó haciéndome el amor.

La mujer fuerte que quería mostrar se desarmó, me sentía más vulnerable que nunca. Mi amado sabía cómo derribar esas paredes que solía gustarme edificar. En la radio, para mi martirio, sonaba Il Volo con Un Amore Cosí Grande. Seguía sobre mí, mis ojos derramaban las lágrimas que tenía guardadas desde hace mucho.

–Yo sé lo que quieres decirme, Josefina. Te conozco como al dorso y palma de mi mano. Sé que te preguntas ¿A dónde vamos con esto? Si de verdad soy serio contigo, si deseo que formes parte de mi vida... Todas esas preguntas las hacen tus ojos cada vez que me miras, cuando te descubro mirando al cielo, hasta cuando te brillan los ojos al leer esos libros que tanto te gustan – lo dijo mientras se levantaba de mi cuerpo, dejando en mí una sensación de vacío nada placentera, con ojos cerrados tomé de su mano, aún sobre mi pecho; no la dejaba ir.

–Estoy aquí amor, no me iré a ningún lado– dijo mirándome a los ojos, y yo sentí que moría de amor.. Así me quedé dormida, y cuando desperté a la mañana siguiente, mi amante indeciso ya no estaba. Y como dijo un poeta, alguna vez: El amor tocó mi puerta, le pregunté qué buscaba, pero no pasaba, no saluda, no dice nada.