No me valen los sueños para calmar el hambre
ni una quimera arropa el cuerpo de inclemencias
la conciencia no es llave para abrir la despensa
ni la justicia albarcas para los pies descalzos,
las palabras se enredan y anudan los tasajos
del hombre correoso de espalda dolorida
que habita la crudeza de la jaula que algunos
rebozados en gozos, sinuosos exhiben
y negando la sal se propagan aquellos
que portan la guadaña disfrazada de árbol
a la espera dichosa de un reino y de los cielos,
una escala indeleble ha nacido en sus manos
y entre arengas cosechan parabienes y goces
de un camino ficticio con peldaños de nieve.
Luisa Arellano
20/02/2017
1 comentario:
me ha gustado tu texto, serio y con el corazón en la mano. José de corazón urbano
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