lunes, 27 de agosto de 2007

En el amor y en Llongueras, todo vale.

Frédéric Beigbeder explica detalladamente en “El amor dura tres años” el proceso físico y científico del enamoramiento. Por lo que dice, el amor es un subidón efímero de dopaína, noradrenalina, prolactina, luliberina, occitocina y varias cosas más que acaban en -ína (y son legales). Una pequeña molécula la feniletilamina (PEA) provoca sensaciones de alegría, exaltación y euforia. El flechazo es la suma de neuronas del sistema líbico saturadas de PEA. Está demostrado que estas hormonas tardan tres años en desaparecer, y con ellas; el amor.

Yo no voy a entrar en si esta es una de las teórias de las que soy fan, si no, si me lo creo, si no me lo creo o si la abuela fuma y le han robado la pipa, porque soy mucho más animista y prefiero pensar que el amor es algo intangible e imposible de medir en cuanto a cantidad y mucho menos duración. Creo que esta forma de pensar es cortesía de Disney Entertaiment, pero si alguien está realmente interesado en saberlo, que me pague un buen psicoanalista y lo averigüe.

El caso es que ayer le hablé de ello a JotaporDios y me dijo que él defiende fervientemente esta teoría y que está convencido de que su amor tiene una duración de 2 años, pero que como ya hay un libro sobre esta temática (y mucho mejor escrito de lo que él lo haría en su vida) sólo se lamenta.

No culpa al amor. Ni a Miss B. Ni a las continuas mudanzas. Ni siquiera a que la mayoría de sus/nuestros amigos estén casados barra “en proceso de” o embarazados barra “en proceso de”. Es un tema de polla. Sí. Es eso.
Le pasa como a las mujeres cincuentonas, que después de estar yendo durante años al mismo peluquero, del que hablan intachablemente, al que defienden, del que dicen que es el mejor del mundo mundial y al que, al oído, confiesan que no pueden vivir sin él; un día, de la noche a la mañana y sin que pase nada, le abandonan (y en el 80% de las veces, por un peluquero totalmente desconocido y del que no se ha oído hablar en la vida).

Y soy el primero en entender que llevar siempre el mismo peinado, hecho en el mismo sitio, manteniendo las mismas conversaciones mientras te lo hacen… es para aburrir. Pero yo cojo cariño enseguida a la gente, y me da pena que se cambie de peluquero de buenas a primeras.

Cuando se lo decía a JotaporDios entre cubata y cubata, me dijo que le recomendaría a mi jefa que leyera “El trabajo (a Troy le) dura dos años”, porque lo que realmente le daba pena a él era tener un anexo de las Páginas Amarillas en su agenda con todos los números de teléfono, fax y direcciones de email que he tenido en los últimos 5 años.

Googlereklite: “canción bum bum bum bum burum bum bum”

miércoles, 22 de agosto de 2007

Animal Instinct (y II)

Finalizada mi etapa infantil, mi relación con los animales (si exceptuamos a mis amigos) disminuyó en gran medida.

Hasta que hace alrededor de 10 años llegó Fito, y revolucionó mi teoría sobre los animales. Fito no tiene pautas de comportamiento cánidas y, en cambio, tiene eso que los que van de entendidos llaman attitude. Es claramente heterosexual, aunque no le haga ascos a algún que otro escarceo homo. Se va con cualquiera y tiene 3 impermeables. Come solomillos con patatas parmentiere, gambas peladas con lechuga y quesitos de “La vaca que ríe”. Cuanto más conozco a Ryan McGinley, más creo que se inspira en Fito.

Y así… poquito a poco he llegado hasta estos días, en los que he conocido a Ira. Tiene nombre de princesa de Furstenberg y de pecado capital y, en consecuencia es excesiva en todo su comportamiento y perímetro.

Ira es la gata de Sanzio, Sanzio es un colega de la Rana. Y todos conocemos a la Rana.

Ira (y Sanzio) han salido de su universo para entrar en el mío y quitarme el sueño.

¿Quién me diría que a estas alturas de la película me empezarían a gustar los gatos?

lunes, 20 de agosto de 2007

A pleno sol

Pearl es un muchacho impresionable y aunque sea más alto que yo, necesita que le saque de apuros constantemente. Yo soy buena persona (y tengo una dureza considerable de cara), así que no me importa.

Hace una semana dejó de contestar las llamadas que le hacía Jordi sólo porque no quería comer con él en Formentera. Yo le serví de excusa cuando nos lo encontramos en la playa. Puse sonrisa de modelo de MensHealth, y pasamos el trago. Me dio las gracias dije que de nada y tan contentos. Al día siguiente me pidió que respondiera por él al Arquitecto. No supe que decirle y me inventé que estaba comprando croissants en Dalt Vila. Coló, Pearl me dio las gracias y le dije que de nada.

Varios días después estuvimos buceando un poco en Cala Boix. Cansados de tanto pececito y tanto fondo marino, nos quedamos flotando un rato al lado de un catamarán en el que fantaseámos que estaba Borja Thyssen y su zorrupia novia comiendo hamburguesas de langosta que les habían hecho en el McDonald’s del puerto y untando nachos en caviar iraní como si fuera guacamole. Hablábamos de lo divino y lo profano…

Noté una sombra detrás de mí, pero al girarme no había nada. Dejé de flotar y culpé a mi adicción al cine de terror de clase b, c y h para intentar tranquilizarme. Después todo sucedió muy deprisa: el calambre, los gritos, el monstruo y el fantasma de Steve Irwin! Tenía que poner a Pearl a salvo. Notaba como mis miembros se iban paralizando poco a poco y el pánico se apoderaba de mí. Miré a Pearl, y sorprendentemente él me devolvió la mirada con una mezcla de extrañeza y diversión. ¡Era totalmente ajeno al peligro que nos acechaba!

-¡Corre! ¡Pide ayuda en la playa!- le grité, mientras intentaba localizar al monstruo antes de que me atacara de nuevo. –Diles que pidan un helicóptero ambulancia que creo que voy a perder el brazo!


Empezamos a nadar hacia la orilla, mientras el maléfico ser me perseguía, y fui dejando un reguero de sangre hasta llegar al hospital.

Entre fiebres se lo contaba al neurocirujano que intentaba salvar mi brazo. Le pregunté si Pearl había conseguido salvarse y también le expliqué que cuidaba de Pearl y que no podía dejar que nada malo le pasara.

Entonces oí la voz de Pearl:
-Troy, vamos… deja que este señor siga haciendo sus paellas y sus bocadillos que ya te ha puesto la crema y además la medusa no era tan grande y apenas te ha rozado…

Gogglereklite: “De desagradecidos está el mundo lleno”

viernes, 17 de agosto de 2007

Animal Instinct (I)

Pertenezco a una generación a la que se la ha educado en una cultura Disney de amor y respeto a los animales, así que mis interacciones con ellos siempre han sido muy naïf, por lo que tampoco me voy a colgar la medalla de los Jóvenes Castores, ni la de seguidor acérrimo del amigo Félix (…cuando llegues al cielo…).

Yo debía levantar apenas dos palmos del suelo cuando conocí al primer animal que recuerdo. Era un gato recién nacido. Aitxitxe me pidió que le pusiera nombre; y yo en plena fase de rebeldía post-papillas, le llamé Puñetas. Ni Minino, ni Misifú. Puñetas. Yo tenía que quererle mucho porque él me quería mucho. O eso me decían mis padres. La verdad es que para ser un gato era bastante sociable; me seguía por todas partes (allende las puertas del porche) y no nos arañábamos demasiado.

El episodio “pájaros” ha sido el más doloroso y confuso de todos. Tuve un jilguero que duró varios años. Aunque siempre encontré sospechoso que unos meses fuese de unos colores y otros de otros. Era un jilguero mutante; igual que sus jaulas. Cada vez que Jilguerus Prime se transformaba, aparecía un nuevo montículo de tierra en jardín. Con los años aprendí que posiblemente a mi jilguero no le gustaba jugar con Puñetas.

Siempre quise un hámster, pero la Maternal frase “nimuertametoyounaratancasa” me dejó bastante claro que lo máximo que conseguiría sería tener una de esas aberraciones contra-natura que son los Pollitos de colores. No entiendo porqué tanto follón con que parejas del mismo sexo adopten, cuando el verdadero problema de la sociedad occidental es la mafia que tiñe de colores a los pobres e indefensos pollitos. Yo tuve dos durante un verano. Uno verde y otro azul. No recuerdo como se llamaban porque les perdí la pista cuando empecé el cole. Lo pasé muy mal con la separación… alrededor de un día entero.

Releyendo me acabo de dar cuenta que aun no he debido superar esta historia de los pollitos de colores, porque sigo repitiendola bastante a menudo (ruego sustituyan “pollitos de colores” por “brasileños recién llegados a Barcelona”)

...continuará...

Gogglereklite: "me follé a mi suegra"

miércoles, 1 de agosto de 2007

Son los días de verano...

Counter